¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
    La onda retro 

                            

        Delirios. La hija del criminal Fujimori, piensa que seguimos en los noventa y se permite amenazar a los peruanos, si es que la justicia condena a su padre. (Foto: Reuters)

Roberto Aguilar Valera / Mariátegui
 08/10/07

Vuelven los noventas.

No, no es un Michelín enano y tampoco el hombre de malvavisco con cara de papa de "Los cazafantasmas" . La que chilla y rebota de un lado a otro, amenazante, es Keiko Fujimori, misma protagonista de "Hairspray", exigiendo para el ex samurai fugitivo la "justa paga" a la vieja alianza con la APRA: impunidad. Igual su novio, el clon de un gringo lorna que sale en esos mamarrachos de Hollywood tipo "American Pie". Huelen sus ventosidades ese bulto ignorantón y cínico que se cree un "Poodle" japonés, Carlos Raffo, y la Cuculizza, la tía pitucona de San Borja sospechosa de inhalar terocal en el cauce seco del Río Rímac. A la diestra, Rolando Souza y César Nakazaki no son los abogados de algún cabecilla de "Los Destructores" , son cabecillas de "Los Destructores" que se hicieron abogados. A la siniestra, la inspiradora de la dos partes de la sádica "Hostal" (terror gore): Martha Chávez, y arrancadas de una cantina de "Renovación": la Moyano, la Salgado y la Lozada. Más atrás, cientos de hinchas de "La Razón" y de "lameaxilas" del Talk Show de la Bozzo, que se matan por un gorro con la cara de "El Chino", son arreados por los infaltables vividores de la política (plaga común en izquierda y derecha) y por los desempleados de la "guerra sucia".

Desparramada en su cama, la Hildebrandt ve en su TV al "Ojo que llora" abollado a combazos, a la Chávez haciendo apología del terrorismo de derecha y a los pirañas de Keiko forcejeando en la puerta de la DIROES. También ve a los reciclados alinearse solícitos, con esa sonrisa untuosa que esconde el miedo; a los críticos "con poder", ablandarse; y a la prepotencia lumpen que reclama sometimiento incondicional y provoca orgasmos en los que aman "la mano dura" y la "justicia suave"; exigir respeto para una institución mayor de la República Peruana: la impunidad para los ex-presidentes. "¡Vuelven los noventas!", grita la quechuafóbica.

La triste historia de los tristes camaleones
Los políticos apristas no quieren "politizar el tema", pero dejan a los fujimoristas hacerlo. Como en toda crisis, no desaparecen, se borran. Sus mentalidades abogadiles, clasemedieras, sólo funcionan en momentos de modorra, cuando protagonizan la intrascendencia, intentando perennizarse robando cámaras, echando mano a la misma demagogia de doble filo de hace cuarenta años. Educados en el arte del tráfico político, en la supervivencia de rodillas a cualquier precio; en esta crisis no hacen más que cuidar sus pellejos (Alva Castro, p.e.) y aprovechar el jaleo para legislar a favor de la explotación privada contaminante de nuestros recursos: Alan García ha presentado ante el Congreso el proyecto de Ley 1640 donde declara de "interés nacional" (o sea, el de los suyos y el trasnacional) la ejecución de proyectos de inversión en la minería, entre ellos, Majaz. Confronta de nuevo a la voluntad popular.

Eternos caudillistas, nunca son ellos, nunca les llega su "espacio tiempo histórico". En los ochentas se disfrazaron de izquierda y fueron populismo de derecha. Hoy son el mal menor fétido que rebosa, para variar, ineptitud y corrupción. Otra vez no son ellos. Hoy son fujimoristas, se subordinan al modelo neoliberal y a la constitución del 93, y adoptan el pensamiento y las acciones de los sectores más retrógrados de nuestro país. Quienes fuimos niños durante el primer gobierno de García ya lo teníamos por irrespetable, malcriado, cobarde y abusivo. No ha cambiado nada, sigue enredado en sus mentiras y creyéndose Luis XIV .

El fujimorismo es más grande que Fujimori
El Fujimorismo no fue sólo la ultra concentración del poder político en las manos de dos pillos (en contra de la democracia de feudo que ahora vivimos), fue y es el ordenamiento del país impuesto por el gobierno norteamericano, a través de órganos como el FMI; los grupos de poder nacionales y los políticos de derecha después del fin de la guerra contra subversiva y son ellos quienes lo mantienen por beneficio y compromiso. Es, además, por desgracia, hegemonía ideológica aún latente. Hasta la Gran Prensa ha hecho de la autocensura un negocio rentable y una obligación moral.

En este marco, los fujimoristas son más "históricos", audaces y superiores en todas sus abyecciones a los políticos apristas. Alan García no tiene la santidad que tiene Alberto Fujimori para los Ciprianis, los Romeros, los RPP's y para la prensa como "El Comercio". Es un megalómano que funge de presidente, que arremete contra las protestas populares porque se sabe respaldado por los poderes reales. Pero ahora que los tiene divididos, se calla, se deja agredir. La facilidad insolente con que acusaba a los cocaleros y a los campesinos de Majaz de estar financiados por poderes foráneos (léase Chávez), da paso (ante el fujimorismo) a una miedosa mesura y a una repentina desmemoria que él llama neutralidad.

Un viejo inmortal escribió, completando a Hegel, que los grandes hechos de la historia se repiten dos veces: una vez como tragedia, y otra, como farsa. En el Perú, la farsa y sus personajes también son trágicos. Fujimori fue un trágico farsante que le robó al "Chapulín" la frase: "que no panda el cúnico, todo esta fríamente calculado". Su cualidad de estadista nunca se cimentó en su calidad de estratega sino en el bluf mediático que se cebaba en la adoración natural que muchos peruanos pagan a la fuerza y a la "mano dura". Además, tenía como cerebro a un gánster de la calidad de Montesinos; hasta ahora, irrepetible. Alan García sólo tiene al afrancesado Mantilla, que en los ochentas se dejó filmar junto al comando paramilitar aprista "Rodrigo Franco" y en los noventas fue un pedigüeño filmado recibiendo millones de dólares de las manos del Doc, para la campaña del Partido Aprista. 

¿Vuelven los ochentas?
Alan García puede aprovechar aún más este momento retro y salir airoso. Que ponga a "Little" Luciana, a la Aráoz, a Mulder y a Quesquén en una conferencia de prensa, que digan que oyeron en la radio que la agrupación "Toto" viene a Lima y que para atraer turistas no se les ocurrió más genialidad que crear un clima ochentero dejando que suban los precios de los alimentos básicos para alentar la especulación: el pan por la nubes, el pollo volando y los tomates, ni para tirárselos a "Toto"; y que "todo estaba fríamente calculado". ¡Como en los ochentas!

 

 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.