¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                  La Mala Fé de Álvaro Uribe

                       

                        Foto: Associated Press

Si las cosas de Piedad
son cosas de terroristas
que me anoten en la lista
que estoy dispuesta a ayudar

Gloria Gaitán / Mariátegui
11/02/09


De la manera más respetuosa, por conducto de Piedad Córdoba, solicito formalmente el ingreso al grupo de "Colombianas y Colombianos por la Paz", al que en su demencial discurso del pasado domingo, en el Consejo Comunal en Villavicencio, el Presidente Álvaro Uribe tildó de "bloque intelectual de las Farc", poniendo en tela de juicio la extraordinaria labor que vienen adelantando - con resultados concretos y positivos - en el propósito de alcanzar la liberación de todos los secuestrados en Colombia y en la búsqueda de un camino de paz para el país.

Uno no sabe ya en Colombia si reirse o llorar, cuando el Presidente Uribe nos da espectáculos neronianos al estallar en "ira demoníaca" (que no santa) para descalificar a Piedad Córdoba y a sus colaboradores y para, simultáneamente, rogarle de rodillas al Alto Comisionado de Paz que no renuncie a asesorarlo en su delirante política belicista llamada de "seguridad democrática".

El país - estupefacto - se ha dividido en dos, entre quienes creen que el Presidene delira diabólicamente y quienes creen que sus arrebatos de cólera hacen parte del desequilibrio emocional del que, de tiempo atrás, viene aprovechándose y manipulándolo su psiquiatra Luis Carlos Restrepo.

Yo hago parte del segundo grupo, partidaria como soy de la teoría en que fundamentó mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, su profundo conocimiento sobre la conducta humana, afirmando que no existe el libre albedrío, lo cual ha podido ser ampliamente comprobado con las últimas técnicas científicas de los neuropsicólogos. En efecto, recientemente el doctor Wolf Singer, director del famoso instituto alemán Max Planch, basándose en varios experimentos, afirma que "nosotros somos los últimos en enterarnos de lo que nuestro cerebro tiene la intención de hacer". Por su parte, el profesor norteamericano Benjamín Libet pudo demostrar que nuestras acciones se producen segundos antes de que aparezca nuestra voluntad de actuar. La "chispa consciente" se produce, en promedio, entre 0,3 y 0,4 segundos después de la aparición del potencial de alerta. Según Libet, la sensación de que se realizó un movimiento intencionadamente se produce 350 milésimas de segundos después del movimiento. El potencial de alerta para una acción cualquiera se instaura en nuestro cerebro antes de que conscientemente decidamos actuar.

Singer plantea que "aquello que el ser humano experimenta como una decisión, no es otra cosa que la justificación posterior de cambios de estado que de cualquier forma sucederían", algo así como las estrellas fugaces que aparecen a nuestros ojos mucho tiempo después de que hayan hecho el recorrido.

A su vez, el profesor Gerhard Roth, quien investiga el cerebro en la Universidad de Bremen, reitera esta idea diciendo: "la sensación de que yo soy dueño de mis actos, sujeto consciente que actúa, es ilusoria. El cerebro decide antes de trasmitirme la sensación de que quiero hacer lo que me dispongo a hacer". 

El profesor Roth nos hará saber que "el libre albedrío no es tan dueño de sí mismo como a él mismo le agrada creer. Todo sucede como si el cerebro necesitara "calentar filamentos" durante unas fracciones de segundo antes de que salte el destello consciente. Por tanto, el acto de la voluntad no puede ser la causa del movimiento, sino únicamente una sensación que acompaña el movimiento mismo" (el subrayado es mío).

El doctor Niels Bimbauer, profesor de psicología de Tubinga, reiterará el asunto diciendo "cuando yo digo o pienso "quiero hacer esto" el cerebro ya ha definido su voluntad unos 100 milisegundos antes".

Así pensaba también mi padre, mucho antes de que sus teorías pudieran demostrarse biológicamente, como se ha logrado en el presente, pero fueron teorías fundamentales, tanto en su tesis sobre la premeditación en el delito que cambió el decurso de la teoría penal a nivel mundial, como en la estructuración de su cuerpo de doctrina científico en lo político, que le sirvió de herramienta para despertar y canalizar la mística popular, logrando por primera y última vez en Colombia derrotar aplastantemente en las urnas, en 1947, a la oligarquía liberal y conservadora colombianas.

Por lo tanto, si es a nivel del subconsciente como actuamos, es necesario - para analizar a cualquier ser humano - conocer la estructura de su constitución psicológica y la de Àlvaro Uribe está gravemente deformada por el trato inhumano y despótico que le propinó su padre en su niñez y en su adolescencia, razón por la cual hoy en día requiere, como el oxígeno, una figura paterna que le sirva de apoyo en su torturada mente. A sabiendas de ello su psiquiatra, el Alto Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, para retomar el dominio sobre su subyugado paciente, "desapareció" la semana pasada durante tres días, dejando a Uribe en la más angustiosa orfandad psicológica, lo que explica que el Palacio Presidencial encendiera públicamente la alarma en busca afanosa del paradero del psiquiatra-consejero para que luego, sumiso y dócil, el presidente le rogara no dejarlo sólo y que no retirara su renuncia, a lo cual accedió Restrepo, sabiendo que había dado un paso más en el proceso de mancedumbre al que tiene deliberadamente sometido al Primer Mandatario.

Restrepo hace parte de la escuela psiquiátrica del médico norteamericano Ewen Cameron, quien se apartó de los métodos freudianos para aplicar la llamada "tabla raza", que consiste en utilizar técnicas de shock para dejar "en blanco" la memoria y los conocimientos ya adquiridos por el paciente, a fin de inducirle una nueva mente y una transformada constitución psicológica surgida de la nada. Esa misma técnica fue adoptada y adaptada por la CIA para aplicarla en los procesos colectivos de destrucción, invasión y guerra, a fin de poder implementar esructuras económicas pregonadas por teóricos como la Escuela de Chicago de Friedman, tan cara a nuestro Ministro de la Defensa Juan Manuel Santos.

Hay múltiples documentos que comprueban estos mecanismos aparentemente "locos". Difundirlos es lo que me propongo exponer en la segunda parte de este artículo - ya para hoy demasiado largo - pero que le permitirán al lector explicarse. con información ampliamente documentada y sustentada, el origen, causa y razón de las demenciales afirmaciones del presidente Álvaro Uribe, quien se define a sí mismo como "un hombre ardiendo en llamaradas".

Bogotá, febrero de 2009














                         

 

                         

                




                  


 

 

 

 

 

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