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                 La guerra colonial de Israel en contra de la Franja de Gaza 

                  

                 Foto: UNRWA

Issam Aburaiya */ Revista Pueblos - Mariátegui
 31/01/09

Traducido para Pueblos por Mireia Gallardo Avellán

El matadero que el ejército israelí está creando en la Franja de Gaza es parte de una guerra colonial. El racismo y la violencia son factores intrínsecos. Principalmente, este racismo israelí se expresa como una distinción entre el valor de la vida (y la muerte) de una persona judía israelí y la de un palestino. La vida de éste es concebida, para la mayoría de israelíes, como barata y a partir de aquí se hacen posibles las maneras con las que el ejército israelí los trata. Ningún balbuceo autosuficiente sobre el valor de la vida humana y la abstención de herir a civiles no puede ocultar este hecho. Este racismo es expresado más profundamente en la fantasía israelí de que esto puede coronarlos como reyes y forzar las disposiciones beligerantes en Oriente Medio sobre "las carreras inferiores". El fracaso completo en el logro de este objetivo con su primera y segunda guerra contra el Líbano no impide que Israel lo intente de nuevo en Palestina.

Israel intenta recrear de manera agresiva el mapa político y provocar un cambio en el equilibrio de poder dentro de la sociedad palestina. Este deseado cambio es deseado para no promover un proceso de reconciliación y de paz, tal y como Tzipi Livni intenta vender en el mercado mundial, pero para conservar, más o menos, la presente situación: una fragmentación continuada de los territorios palestinos, encarcelamiento de los "locales" en áreas amuralladas y una transformación del colonialismo israelí en algo nebuloso y distante de la misma sociedad israelí. El hecho de que los europeos estén financiando la subcontrata israelí llamada Autoridad Palestina hace que este colonialismo israelí sea sumamente barato. Además, numerosos líderes en todo el mundo comienzan a estar acostumbrados a esta realidad. Sin embargo, lo más importante para Israel es que la causa palestina se está formulando, cada vez más, no en términos de colonialismo y de lucha para la descolonización, con todas sus necesarias asociaciones, sino como un asunto humanitario de alimentos y medicinas.

En términos simples, la esencia de lo que el israelí está ofreciendo a los palestinos son dos opciones: a) la aceptación, e incluso la internalización, de que ellos no son iguales "a los propietarios de la tierra", son esclavizados en su tierra natal y deben rendirse a cada dictado israelí; b) si no lo hacen, sus niños y familias, sus tierras y bienes, serán el laboratorio para los experimentos con armas israelíes, donde se encuentran las más recientes y las más sotisficadas del mundo. La independencia nacional, la soberanía política y la dignidad humana son al parecer derechos que pertenecen sólo al lado judío israelí, los occidentales y los agentes de modernización de Oriente Medio. Estos derechos están reservados para Ron Ben Yishai, Yoel Marcus, Ari Shavit, Ben Dor Yamini (todos periodistas israelíes prominentes, AIC) y sus amigos.

Según esta escritura, el movimiento de Hamas es percibido como el exclusivo poder popular capaz de arruinar, hoy en día, esta celebración israelí. En otras palabras, el problema primario en los ojos de Israel, los regímenes "moderados" árabes, los Estados Unidos y Europa que desea deshacerse de la causa palestina (cada uno por sus propios motivos) no es esto o el comportamiento de Hamas. El problema es la misma existencia de Hamas (como ha destacado recientemente el prominente periodista egipcio Mahmoud Hasnein). A partir de aquí, la violencia no es ni extranjera ni externa a la política israelí, pero está empotrada. Israel no se siente "obligado" a usar la fuerza, tal y como competen Barak y Livni . El empleo de la fuerza es "esencial" e inherente para mantener la ecuación colonial.

Sin embargo, a pesar del empleo frecuente de la violencia, Israel no tiene éxito en el logro de sus objetivos. Centrémonos en la Franja de Gaza, por ejemplo. Israel ha empleado todo los medios posibles en la Franja de Gaza, sin ningún final: bombardeos "selectivos" y masivos, invasiones terrestres, un estado de sitio brutal, el hambre, la destrucción de las infraestructuras, una ocupación parcial y esencialmente, ¿qué es lo que no ha intentado? Ninguno de estos métodos logró los resultados deseados, como por ejemplo un levantamiento de la población de la Franja de Gaza en contra del movimiento de Hamas (tal y como las masas populares en el Líbano no salieron en contra de Hezbullah). Además, el mando israelí es incapaz de entender que la destrucción en horrorizantes dimensiones, las matanzas masivas sobre ancianos, mujeres y niños, y la enfermiza aspiración israelí de ver a los árabes rendirse, sin agitar las banderas blancas es el problema y no la solución.

Además, esta política, si dejamos los aspectos morales de lado por un momento, provoca tres acontecimientos que en realidad debilitan a Israel: en primer lugar, si los líderes israelíes admiten que el problema central es la motivación de Hamas de luchar en contra de Israel, entonces su política siembra el odio, aumenta la motivación de la venganza y amplía el círculo de violencia y de sangre. Esta política alimenta el deseo de luchar, morir y sacrificarse. En segundo lugar, el empleo frecuente de violencia en dimensiones históricas a lo largo de los recientes años sólo reforzó la popularidad de Hezbullah y Hamas, no sólo en Palestina y en el Líbano, sino también en el resto del mundo árabe y musulmán. Paralelamente, se debilitó e incluso humilló, el lado "moderado" que Israel y los Estados Unidos afirman querer reforzar. Además, cuanto más y más violencia cruel emplee el israelí, este se siente menos y menos seguro. Israel se está volviendo cada vez más en un monstruo militar cuya existencia requiere la matanza actual y los actos de carnicería que se hacen cada vez más brutales. Israel se convierte en una máquina de guerra, aterradora, aún y la falta de cualquier tipo de moralidad, y no sólo en ojos de los palestinos, árabes, musulmanes, europeos y el mundo en general, sino también en ojos de algunos israelíes judíos.

Sólo en este contexto es quizás posible entender las cuotas del periodista Yossi Melman del periódico israelí Ha'aretz y del Profesor Ruth Gavison, ya que ambos se preguntan/temen que "el estado sea percibido como el soldado de primera línea de intereses occidentales y que está siendo forzado, para sobrevivir, a vivir de su espada y cuyo final puede ser otro episodio, otro episodio de cruzados". "La historia juzgará si, al igual que los cruzados, seremos un episodio pasajero de la soberanía militar en la región". Sin embargo, es una vergüenza que la Profesora Gavison no vea que su apoyo a la destrucción masiva, causada por una de las más sotisficadas máquinas de guerra de toda la historia, sobre la zona más densamente poblada del mundo, en contra de una población hambrienta y sitiada, una gran parte de la cual es refugiada debido al establecimiento del estado judío, sin duda influirá en la manera con la que se percibirá la historia.


* Artículo publicado originalmente en Alternative Information Center










                         

 

                         

                




                  


 

 

 

 

 

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