¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 


            La guerra a las drogas en Venezuela

                

         Intervencionismo. John Negroponte acusa a Venezuela de no combatir el narcotráfico
por
que no se somete a su supuesta "guerra contra las drogas". 

Las reglas del juego

Amira Armenta / TNI - Revista Mariátegui 
 11/06/07

Otro de los asuntos que Washington ha incluido dentro de su agenda de desprestigio del gobierno de Hugo Chávez es el de la 'guerra a la drogas'. Para Estados Unidos, todos los que en este ámbito deciden no jugar con las reglas del juego impuestas por ellos, son inmediatamente vistos con desconfianza, y acusados de no colaborar con el combate a la producción y tráfico de estupefacientes, y en consecuencia resultan 'descertificados' por el Departamento de Estado. La certificación por drogas es un mecanismo unilateral por el cual el gobierno estadounidense se atribuye la capacidad de juzgar la colaboración o no de todos los países del mundo con su estrategia antidrogas. 

Las dudas del gobierno venezolano respecto a las operaciones antinarcóticos de la DEA en ese país, llevaron a Venezuela en 2005 a poner fin a la cooperación con esta agencia. Desde entonces, Venezuela ha pasado a ser candidato permanente a la lista de países 'descertificables', una distinción que comparte con Birmania. Aunque el sistema de la 'certificación' está en descrédito, EEUU insiste en continuar aplicándolo en la medida en que éste le permite continuar expresando ante el mundo su hegemonía en políticas de drogas. Este desprestigio se ha levantado alrededor de las profundas y evidentes incoherencias en su aplicación. Países como Colombia y México, en donde operan las más grandes narcomafias del continente y en donde para nadie es un secreto -ciertamente no para la DEA- que éstas han penetrado seriamente las instituciones nacionales, por lo general resultan certificados. Lo mismo podría decirse de Guatemala, un país de fuerte tránsito de cocaína que en 2006 no consiguió incautar más de 300 kilos del alcaloide. Pero en los tres casos se trata de países con gobiernos amigos de Washington. Colombia estuvo a punto de ser descertificada sólo durante el período de Ernesto Samper cuyo gobierno fue considerado paria por el Departamento de Estado.

Dentro de esta extraña lógica, de nada vale entonces que Venezuela haya incautado en 2006 más de 60 toneladas de cocaína, según datos de la Oficina Nacional Antidrogas de ese país (mientras Guatemala no llegó ni a media tonelada), ni que haya detenido a importantes capos, y que haya hecho acuerdos de cooperación antidrogas con países europeos. Mientras los acuerdos no sean con EEUU, para Washington es como si no existieran. 

Estados Unidos utiliza la guerra a las drogas como punta de lanza de su política de intervención en Latinoamérica. Esta guerra le ha permitido a EEUU ganar espacios en amplias zonas del Caribe y de los Andes. Aunque ya desde mucho antes del 11 de septiembre la política antinarcóticos estadounidense tenía un fuerte énfasis militar en la región, luego de esta fecha el narcotráfico quedó asociado oficialmente al terrorismo internacional, legitimando de hecho acciones militares como las que se realizan bajo el paraguas del Plan Colombia, y el despliegue del Comando Sur a través de los FOL, las bases militares que mantiene EEUU en la región. Países como Venezuela -y últimamente también Ecuador- cuestionan francamente este avance estadounidense, y sobre esa premisa la estrategia antidrogas que le sirve como medio. 

Cuando el subsecretario del Departamento de Estado, John Negroponte afirma, como lo ha hecho recientemente durante su visita por varios países de la región, que Venezuela es el principal exportador de drogas a Europa y que no combate el narcotráfico, expresa no tanto una condena a una supuesta negligencia de Venezuela sino una condena al régimen venezolano por atreverse a expresar un punto de vista independiente en asuntos de narcóticos. El principal exportador suramericano de drogas a Europa no es Venezuela sino Colombia, cuyas mafias se valen de redes que operan no solamente en Venezuela sino en muchos otros países del hemisferio. 

Ahora que Ecuador ha hecho saber que no prolongará el permiso al Comando Sur para que siga operando desde la base de Manta después de 2009, no tardaremos en oír que Ecuador tampoco está cooperando en la lucha contra las drogas y el país pasará irremediablemente a la categoría de descertificable. De hecho Ecuador ya ha comenzado a pagar las consecuencias de esta negativa, al haber Estados Unidos anunciado una reducción significativa de los fondos antinarcóticos destinados a ese país. También en esta oportunidad el mensaje no podía estar más claro: para EEUU no hay opción por fuera de las reglas del juego impuestas por ellos.

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.