¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
     La Francia de Sarkozy

            

  Intolerancia. Con la llegada del ex ministro del Interior a la presidencia, la Francia democrática está desapareciendo. 

Anti-Sarko

Mariano Féliz / Prensa de Frente - Revista Mariátegui
 23/05/07

Son las 19 hs y estoy en el RER (tren urbano) en París. Se escucha por los altoparlantes que tres estaciones están cerradas por una manifestación. En cuanto puedo desciendo del tren. Bajo en Saint-Michel, y regreso caminado hasta las estación Luxemburg, en frente del parque con el mismo nombre. Miro para todos lados: sólo se ven vallas, policías vestidos de tales y de civil. También veo a los famosos "tortugas". Además, hay decenas de autos policiales en las cercanías de la estación. "No pasa nada", me digo. 

A los pocos instantes, veo llegar bajando por Boulevard Saint-Michel, aproximadamente frente al Place de la Sorbonne (si, frente a la famosa Universidad), a un contingente de unos 400 jóvenes. Vienen por la calle, marchando, tranquilos, sin carteles, solos con su cánticos contra el recientemente elegido presidente, el derechista Sarkozy. Algunos tienen en sus ropas calcomanías que dicen "anti-Sarko".

Sarko (como le dicen) había sido ministro del interior en el gobierno de Chirac. Durante los levantamientos de finales de 2005, apuntó directamente a los jóvenes rebeldes de los barrios periféricos y los tildó directamente de delincuentes. Ese hombre es hoy presidente de Francia. Los "emeutes" (literalmente, "amotinados") se habían alzado contra la persecución policial, que en concreto había provocado la muerte de dos jóvenes de las barriadas populares de París. Son los excluidos de Francia, los inmigrantes y sus hijos (la mayoría, franceses de nacimiento), ciudadanos de segunda para muchos, como para el nuevo presidente. Esos jóvenes y éstos que hoy, miércoles 9 de mayo, manifiestan, sólo desean dejar de ser tratados como "nadie", como gente sin derechos.

En la marcha había unos 400 jóvenes. De golpe una columna de unos 200 policías, con escudos y bastones, se alineó de lado a lado del Boulevard Saint-Michel, por detrás de la movilización, mientras la misma avanzaba por el costado del parque Luxemburg. Yo acompañaba a la manifestación desde la vereda, tratando de interpretar lo que los manifestantes gritaban. Después, frente a la movilización, saliendo de quién sabe dónde, se armó una nueva fila de policías. La fila de 'flics' ('canas') cubría la calle de bote a bote. Estábamos encerrados.

Progresivamente las dos columnas policiales fueron acercándose; no había forma de salir. Muchos de nosotros pudimos salir de la pinza policial, metiéndonos en edificios de la cuadra. Seguían llegando policías, con sus autos, 'celulares', y más escudos. Habían pasado casi dos horas. La policía, finalmente, detuvo uno a uno a los que habían quedado dentro de la pinza, unos 100 manifestantes.

Fueron detenidos por nada, por gritar a viva voz que no quieren a Sarkozy. Que no quieren a quien promete deportar a los cientos de miles de inmigrantes 'sin papeles' que habitan Francia (y a quienes la hipocresía de la sociedad niega sus derechos, aunque claro está reclama que trabajen por centavos en las tareas de que nadie quiere hacer). Que desean vivir en una sociedad democrática, donde manifestarse no sea motivo de persecución policial. En una Francia que haga honor a las tres palabras que, desde la revolución de 1789, la han definido e identificado en el mundo: libertad, igualdad y fraternidad. Al parecer, esa es la Francia que está desapareciendo.

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