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                 La Educación, el SUTEP y Alan García


                                                      

        SUTEP. Anuncia que está haciendo cambios  para que el "un maestro, un voto"  sea extensivo a nivel nacional.

Respuesta a Carlos Castro, subdirector del diario La República

Yomar Meléndez Rosas / Revista Mariátegui
 14/02/07

El diario La República es uno de los pocos que podríamos ubicar en el rubro de amigos del SUTEP, sin embargo, como ocurre con las amistades verdaderas, no siempre encontraremos coincidencias y lo mejor es ventilar las diferencias entendiendo que entre los amigos "discrepar es también una forma de acercarse".

Decimos esto a propósito de lo aparecido en la columna Al Margen (11-02-07).que firma el señor Carlos Castro, personalidad a la que no hemos tenido el gusto de conocer, pero con la cual nos atreveremos a disentir en el marco de la consideración y respeto democráticos. 

El subdirector de La República valora en su exacta dimensión la autocrítica pública ejercida por el sindicato de maestros en relación a los errores cometidos al momento de encarar la llamada "evaluación censal", señala que es "un buen inicio para recuperar el terreno perdido" y a continuación le pide gestos "dramáticos" que le permitan avanzar.

La democratización, dice Castro, podría ser el "primer paso" de un largo camino por recuperar su "legitimidad" y sugiere que el próximo congreso del SUTEP elija su directiva nacional haciendo uso del mecanismo "un maestro, un voto". Lo cierto es que en instancias distritales e incluso provinciales ya se implementa esta forma de elección y su extensión a nivel nacional con los respectivos plazos de aplicación requiere de una reforma estatutaria que en el congreso inmediato entendemos se aprobará. Así ocurre en todas las instituciones que poseen un marco de legalidad en las cuales los cambios no se hacen a voluntad sino recogiendo la opinión de las bases y procesando con inteligencia sus diferentes puntos de vista. Obviamente la opinión del subdirector de La República no coincide en nada con la perspectiva de aquellos que desde la derecha cavernaria pretenden apropiarse de la democracia cuando en sus gremios nunca la aplicaron ni la aplicarán y, en el país siempre la usaron en beneficio particular pues como dice Hildebrandt (César, por supuesto, y no Martha) "la derecha peruana jamás creyó en la voluntad popular sino en su instrumentación".

Otro paso sería volver la mirada a Horacio Zeballos y renunciar a las licencias sindicales y a las dietas en los cafaes y subcafaes para estar con la moda de la austeridad. Es verdad, ese podría ser un paso importante, pero hacia atrás considerando que las licencias y las dietas son derechos adquiridos que intentan compensar el esfuerzo realizado por quienes fueron designados a tan delicada responsabilidad. Otra cosa es que las mismas deban regularse tomando en cuenta las condiciones de los representados y los momentos que vive el país. Recomendar una idea así es como solicitar que los directores del BCR, por ejemplo, no cobren un sol por el trabajo que "esforzadamente" despliegan. Tendrán esa voluntad. Sería interesante sugerírselo, verdad? 

Además, Carlos Castro le pide a la dirigencia magisterial "replantear su estilo de sindicalismo" con la finalidad de que asuma un "compromiso real con la escuela pública". Aquí nos parece que el amigo se excede pues si algún gremio ha batallado incansablemente en defensa de la educación pública ese es sin duda el SUTEP, organización que a veces de manera solitaria ha servido de infranqueable contención a los afanes privatistas de éste y otros gobiernos. No se equivoca, empero, cuando sugiere reforzar la dimensión ética del compromiso con la profesión aunque es difícil encomendar esto en una sociedad pletórica de enfermedad moral con profesores que reciben salarios de mendicidad.

Coincidimos plenamente cuando se manifiesta que con la educación la "primera responsabilidad" es del Estado. Si se trata de usar una metáfora simple podríamos decir que en el conjunto del árbol de la crisis de la educación la calidad de los maestros es una rama más, siendo el tronco el compromiso estatal expresado en financiamiento, planificación y otras variables que por cuestión de espacio no vamos a mencionar. Lamentablemente la opinión pública por manejo gubernamental no lo ha entendido así y ha endilgado prácticamente todo el descuido a la supuesta negligencia e incapacidad profesoral.

Es bueno conocer para demostrar que la principal irresponsabilidad la encontramos en el aparato estatal que de acuerdo a un informe elaborado por el Centro de Investigación Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima el presupuesto del sector para el 2007 representa el 3% del PBI, lejos de lo establecido por el Acuerdo Nacional y 0,1% menor al del año anterior.

Por otro lado en su evaluación de 180 días de gestión el presidente García manifestó que en el Perú se estaba ejecutando una "profunda revolución en la educación". Mencionó que la transformación aludida pasaba por encima del "burocratismo conservador" haciéndonos recordar los calificativos que semanas atrás había obsequiado a los docentes: "flojos", "terroristas", "sinvergüenzas". La pregunta es ¿puede un cambio educativo procesarse al margen de los maestros y su organización?, ¿no se requiere acaso tomarlos en consideración? Al parecer Alan García ha asumido la partitura que algunos dirigentes de CONFIEP esbozaron en el XVI Congreso Nacional de la Empresa Privada señalando que para lograr una variación en la educación había que "pasar por encima de un rompemuelles que se llama SUTEP" o peor aún, parece que García ha hecho suyas las expresiones fascistas de Hugo Guerra quien en un desafortunado pero clasista artículo en el Decano de la prensa nacional escribió "es imposible que nuestro Estado constitucional, democrático y liberal coexista con el SUTEP comunista y subversivo".

Lo último, por supuesto, no tiene absolutamente nada que ver con las apreciaciones del amigo Carlos Castro; son sólo anotaciones que sirven para distinguir entre los amigos de verdad y quienes por propia decisión se han colocado lejos, muy lejos del aprecio popular.

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.