¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                 
La Actualidad del Che en las Revoluciones del Presente 

                        

                Vigente. Una mujer camina cerca a un grafito de Ernesto "Che" Guevara en La Habana. (Foto: Claudia Daut / Reuters)  

A Kiva Maidanik, ejemplar, talentoso y erudito latinoamericanista soviético. Comunista toda la vida a pesar del poder burocrático, guevarista de alma y corazón en tiempos difíciles, amigo entrañable… en este 80 aniversario de Ernesto Guevara de la Serna, nuestro siempre presente CHE.

Narciso Isa Conde / Conbolivar - Mariátegui 
 25/08/08

En la trayectoria y la obra revolucionaria del Che se sintetizan la actitud frente a la ciencia y al mito que tanto necesitamos en el proceso de recuperación de las izquierdas y de la confianza de los pueblos en su propio accionar.

El símbolo Che crece con los años, después de su fusilamiento en Bolivia. Se reafirma como fuente de inspiración luego de todos los reveses sufridos, trasciende la época que le tocó vivir y demuestra toda la falsedad que encierra aquello del "fin de la historia" cuando más se requiere combatir y superar un orden capitalista cada vez más injusto, brutal y riesgoso para la vida en el planeta.

o Rebeldía, insumisión.

o Apertura de mente.

o Aferramiento a la verdad.

o Correspondencia entre su prédica y su práctica.

o Indiferencia ante los bienes materiales, el prestigio personal y la fatuidad.

o Aversión al poder para sí.

o Militante de todas las causas justas.

o Crítico implacable y mordaz de sí mismo.

o Reflexivo y crítico temprano de los problemas que aquejaban al llamado socialismo real.

o Innovador y creativo en la búsqueda de un tránsito al socialismo de profundo contenido humano.

o Internacionalista a toda prueba.

o Adversario del burocratismo y del dogmatismo.

o Preocupado por la necesidad de forjar seres humanos nuevos.

o Enemigo de la autoafirmación y partidario del ensayo que confirmara el acierto o el error.

o Enemigo de los privilegios y del uso abusivo del poder.

o Solidario, humano, desprendido de todo egoísmo en la relación con sus compañeros/as de lucha y sus familiares y amigos.

o Portador de una moral y una honestidad inconmovibles.

o Apasionado en la búsqueda científica y en el estudio superador.

o Enemigo de la copia y esforzado en la creación teórica ajustada a la realidad de América Latina y del llamado Tercer Mundo.

o Defensor intransigente de un orden mundial justo y equitativo.

o Practicante de un profundo amor por la humanidad y sus causas emancipadoras.

Estas cualidades, entre otras, caracterizaron la vida y la trayectoria del Che.

Ellas pudieron no abarcar todas las necesarias en su época y pueden ser incluso, en algunos aspectos, insuficientes en este nuevo período dado las nuevas situaciones y los fenómenos no desarrollados, o limitadamente tratados, en la época que le tocó vivir y luchar. 

Entre esto hay que destacar lo relativo a los cambios en el capitalismo y en las sociedades hegemonizadas por él en esta era neoliberal y a la luz del desarrollo científico-técnico, los nuevos actores sociales y el impacto sobre los viejos, las repercusiones y reflexiones sobre el colapso del denominado socialismo real, el rol de los pueblos originarios convertidos en nuevos sujetos políticos, las nuevas modalidades de la lucha de clases, las nuevas reflexiones y rebeldías sobre la opresión de género, el adulto-centrismo, el ambientalismo, la globalización y dictadura mediática modernizada…

Reconocerlo de seguro resultaría del agrado de Ernesto dentro de su nueva condición de fuente inspiradora de las nuevas revoluciones.

Pero no hay dudas de que esos y otros atributos de su personalidad y de rol social explican el porqué de la trascendencia de su ejemplo, el porqué de su poder convocante y estimulante, el porqué de su extraordinaria y singular incidencia en la recuperación de la subjetividad antiimperialista, anticapitalista y socialista, tan mellada por los golpes recibidos en la última década del Siglo XX.

Explica el porqué no lo han podido asesinar espiritualmente después de su muerte física, a pesar de múltiples intentos: unas veces trivializando sus ideas y acciones; otras, reconociendo su "jerarquía ética" y su "apostolado revolucionario", pero declarándolas virtudes de otros tiempos, incompatibles con las nuevas tecnologías, con la evolución de la "democracia", con la industrialización, con las economías emergentes basadas en el auge de la microelectrónica y la robótica, y con la supuesta obsolescencia de la lucha armada y la re-configuración de los ejércitos.

Siempre, claro está, obviando que las causas de sus múltiples rebeldías, preocupación y propuestas alternativas se han potenciado en una época en la que el capitalismo y los imperialismos se han tornado más explotadores, excluyentes, violentos, saqueadores guerreristas y depredadores.

o Tiempos peores, tiempos para el Che.

Ciertamente que la era neoliberal y los cambios en el patrón de acumulación y en los grados de internacionalización del capitalismo marca la entrada a nuevos tiempo, pero realmente tiempos peores de los que le tocó vivir y sufrir a la generación revolucionaria del Che.

El anticapitalismo, el antiimperialismo, el anti-burocratismo, el humanismo, el pro-socialismo de Ernesto Guevara…cobran realmente más actualidad a partir de los cambios acrecidos en el sistema imperialista mundial y a la luz de las causas del derrumbe del denominado socialismo real y la desintegración de la URSS.

Como nos dice Helio Gallardo "se trata, obviamente, del dominio unilateral de la acumulación de capital y, por ello, de un mercado-centrismo concentrador, centralizador y a la vez precarizados y fragmentador…El mercado-centrismo es, sin discusión, una forma de imperialismo".

Y en cuanto al empobrecimiento-agrega-"…una ilegitimidad internacional y transnacional de esta magnitud…podría alcanzar hasta un 80% de la población, mientras el deterioro de la habitad mundial podría remontarse, en el siglo XXI, a un 100%".

"De modo-subraya- que desvanecido el desencuentro este-oeste, no ha desaparecido para nada el imperialismo. Y éste (occidental, blanco, cristiano, opulento, adulto, macho y a fortiori, capitalista) castiga todavía más duro y tenazmente que antes a los empobrecidos en las economías deformes, a las culturas diferentes, a los campesinos, a las razas discriminadas, a los pueblos originarios, a las mujeres y jóvenes".

"Es una falsa política económica-concluye- la que ignora o finge ignorar que el opulento y poderoso es el factor dominante de una relación económica-cultural que produce empobrecidos. Sin lucha revolucionaria contra la dominación no existen ni nación ni ser humano. Este es el mensaje del Che. Y tiene vigencia". (Helio Gallardo.- Vigencia y Mito de Ernesto Guevara, págs. 13, 14, 15. Primera Edición Dominicana.- Grafi-Caribe 1997)

Para el Che el proyecto emancipador de la humanidad estaba muy por encima de cualquier método y de cualquier circunstancia o estadio del capitalismo. Y contrario a la forma reduccionista y estigmatizadora que emplearon sus detractores para presentarlo como un empecinado "guerrerista" (al que le llegaron a poner mates de "militarista", "foquista" y hasta de "terrorista" y de "narco-terrorista", como ahora hacen con las FARC_EP), en lo que a métodos y vías se refiere, si bien su formulaciones dieron respuestas a realidades históricas-concretas que lo llevaron a privilegiar la vía armada, su marco conceptual y su práctica política sobre el tema carecía de toda rigidez y unilateralidad.

El Che fue un revolucionario integral, imposible de reducir a una vertiente de la lucha o a un simple "guerrero operativo".

El Che fue un pensador, un revolucionario que apreciaba la teoría y el conocimiento humano, y que creó teoría revolucionaria; siempre proclive a nuevas búsquedas derivadas de la prueba del acierto y del error.

El Che fue un organizador, un estadista, un luchador social, un político innovador, ajeno a todo dogma.

El Che nunca confundió el método guerrillero, o el procedimiento de la lucha armada, con el proyecto social- liberador, con la idea de la transformación mundial.

El Che teorizó sobre la violencia revolucionaria sin reducirla a la guerra popular. Y lo hizo para las condiciones de los pueblos oprimidos, especialmente para los pueblos latinos- caribeños en función de la destrucción del viejo poder, de sus instituciones, de su lógica violenta y opresiva.

Analizó el capitalismo, la oligarquía, la dependencia y el dominio imperial y oligárquico de su tiempo. Y tambien las condiciones sociales, económicas, culturales… de nuestras sociedades.

Privilegió la guerrilla como unidad móvil combatiente en el contexto del despliegue de la guerra de todo el pueblo, incluyendo de todas las formas de luchas legales e ilegales, abiertas y clandestinas… la concibió como la clave para configurar la conciencia colectiva de la posibilidad de la victoria armada contra un poder armado, violento, explotador y opresor.

Pero el Che asumió tambien la posibilidad de una victoria estratégica por vía institucional o no armada.

"Recuérdese -escribió entonces- nuestra insistencia: tránsito pacifico no es logro de poder formal en elecciones o mediante movimiento de opinión pública sin combates directos, sino la interacción de poder socialista, con todas sus atributos, sin el uso de la lucha armada".

……..

"Es lógico-agregó- que todas las fuerzas progresistas no tengan que iniciar el camino de a revolución armada si no utilizan hasta el último minuto la posibilidad de la lucha legal dentro de las condiciones burguesas".

Eso es precisamente lo que se está haciendo hoy en el contexto de nuevos intentos hacia transformaciones revolucionarias, en Venezuela, Ecuador y Bolivia… con potencialidades realmente diversas y limitaciones mayores o menores en uno u otro caso; como procesos iniciales que incluyen nuevos actores y sujetos político-sociales.

Y en estas situaciones, como en otras parecidas, es preciso volver al Che en lo que respecta a su concepción de poder popular y de construcción de sociedades alternativas al capitalismo.

Porque para el Che no se trataba -ni para mí se trata- solo de logros en gobiernos de inspiración e impactos populares, sino de una nueva construcción, composición, y funciones políticas de los poderes populares sociales, de toda una nueva institucionalidad y una nueva forma de participación, reproducción y dignificación social y ejercicio de poder de los pueblos.

La obra del Che esta impregnada de amor hacia la humanidad. El odio en él se reduce al merecido por las minorías crueles que la dominan, empobrecen y exterminan.

La guerra en el Che está determinada por las duras condiciones del dominio imperial-oligárquico. Es una lucha impuesta, no deseada, una rebeldía basada en la autoestima y auto-dignificación popular. Una obra de amor de los pueblos por su razón de ser y por su felicidad.

o El Che y el nuevo socialismo

La obra multifacética del Che ha conservado una enorme vigencia 40 años después de su infame fusilamiento en aquella escuelita de la Higuera e incluso casi 20 después del cataclismo político y la profunda depresión subjetiva provocada por el colapso del denominado socialismo euro-oriental.

Señal de su fuerza, su pertinencia, su raigambre en los anhelos de la humanidad. Por eso conservó vigencia y creció aun durante los años en que la revolución y el socialismo -si bien pertinentes- perdieron actualidad y Cuba -dramáticamente aislada y acosada por el imperio- era apreciada por la vocería dominante como un reducto de las revoluciones pro-socialistas del siglo XX, condenada inexorablemente al fracaso.

Señal, sobretodo, de su poder transformador frente a una realidad aun peor, signada por la abrumante campaña que promovía la idea de la ausencia de alternativas al capitalismo y presentaba como "dementes" o "ilusos" a quienes, pese a todo, sostuvimos el combate por el ideal socialista.

En verdad Marx y Engels concibieron desde la ciencia el socialismo como algo muy distinto a lo que finalmente colapsó en Europa Oriental.

Lenin habló de su carácter reversible y de la necesidad de "mucho intentos"

Y el Che, como marxista y leninista de pura esencia, abrazó la idea del socialismo como movimiento que realiza "muchos intento" y supone una gran voluntad y capacidad de acción revolucionarias, ausencia de dogma, innovación, imaginación en los análisis y en las propuestas superadoras.

Socialismo para el Che era un nombre para la "creación heroica" de que nos habló José Carlos Mariategui. Un proceso esencialmente creativo, entendido además como camino largo y difícil, no exento de reveses e incluso de derrotas mayores.

El Che fue agudo y perspicaz crítico del devenir altamente defectuoso y precario de los procesos de orientación socialista de Europa del Este y de su entronque ventajista con las luchas libradoras y las revoluciones en el llamado tercer mundo.

Todo esto explica porqué no se inmutó la solidez conceptual y ética de la obra del Che frente a esas derrotas perturbadoras. Y es porque la misma supone al socialismo como alternativa fuerte e imprescindible frente a un orden mundial capitalista llamado a destruir a los seres humanos y a la naturaleza ¡Ahora más que nunca antes!

El Che, repito, concibió el socialismo como proceso sujeto a extraviarse de ruta y a retroceder. Y sobre todo como movilización persistente, como proceso participativo, como vía de maduración y tema de conciencia sobre las transformaciones necesarias; como movimiento creador de nuevos valores y nuevos seres humanos, como tránsito a la libertad plena y al bienestar colectivo.

El socialismo del Che recupera muchos de los valores de la trascendente revolución del pensamiento social que representaron Marx y Engels y mucha de la creatividad y capacidad innovadora de V.I Lenin, siempre apuntando al corazón del capital.

Recupera así lo original pisoteado, dañado, olvidado.

Y es nuevo también en tanto se diferencia del "socialismo" que sucumbió y en tanto su concepción aporta su esencia anti-burocrática, su espíritu de búsqueda permanente, su insumisión frente al dogma, sus reflexiones sobre las realidades del capitalismo dependiente, su internacionalismo consecuente, sus valores éticos, su apego al rol de la conciencia y la voluntad transformadora, y sus agudas críticas al mercantilismo…Y aporta todo esto y más aun a las nuevas reflexiones respecto al socialismo apropiado para este Siglo XXI después de las lecciones recibidas en el Siglo XX.

Pero igual, el antiimperialismo del Che y su concepción sobre la violencia revolucionaria, su insistencia en la creación de una vanguardia revolucionaria, su visión sobre la guerra de todo el pueblo -más allá de la pertinencia actual de las vías de aproximación a los grandes cambios por los caminos de las luchas electorales y de las movilizaciones sociales- vuelven a ser referencias obligadas si se tiene presente la estrategia de guerra global de los EEUU y sus diseños de guerras de baja y alta intensidad para América Latina y el Caribe con la meta de revocar procesos de cambios, autodeterminación y reformas avanzadas en varios países y de apoderarse-vía militar- de los valiosos recursos energéticos, minerales y acuíferos de nuestra América

Y en el espíritu de búsqueda del Che, procurando rescatar lo válido-original de su proyecto transformador e incorporar las nuevas reflexiones relacionados sobre la manera de pensar el socialismo en estos tiempos, es preciso asumir la transición al socialismo desde de una intensa creatividad que posibilite progresivamente erradicar el sistema capitalista, su modo de producción, su modo de distribución, su ideología ,sus instituciones, su impronta cultural, su esencia clasista, su carácter patriarcal, su esencia adulto-céntrica, su programa ecocida, sus anti-valores racistas y antidemocráticos.

Igual asumirlo como vía de superación progresiva del mercado y de la propiedad privada sobre los medios de producción, distribución, servicios y riquezas naturales, y ruta hacia el establecimiento del intercambio basado en los precios, como medio hacia una economía y una sociedad basada en el intercambio equivalente de valores, en la solidaridad humana, sin Estado, sin burocracia, sin privilegios y sin represión de ningún tipo, repleta de libertades y abierta a la auto-superación y las más diversas formas de participación, escuela de formación de seres sin egoísmos y bondadosos.

Y porque el "socialismo" que fracasó carecía de muchos de estos atributos, al negar al capitalismo que representa todo lo contrario, estamos obligados(as) a hablar de un nuevo socialismo, suma de sus valores originales negados por los poderes burocratizados del denominado "socialismo de Estado", de todo lo actual del acerbo guevarista no aplicado y de sus reflexiones y búsquedas no completadas, de las lecciones de la historia post Marx, Engels, Lenin, de los aportes de otros(as) pensadores(as) revolucionarios y del desarrollo posterior del pensamiento socialista hasta nuestros días.

o Vigencia del espíritu de búsqueda del Che en la transición revolucionaria.

En el actual contexto latino-caribeño y mundial -y sobre todo cuando se habla de transición al socialismo y creación de la nueva sociedad- recobran actualidad las reflexiones de Ernesto-Che- Guevara y su espíritu de búsqueda, justamente en la víspera de su ochenta aniversario cuando su antiimperialismo y su anticapitalismo tienen aun mayor razón de ser.

Y recobran fuerza sus reflexiones en esa vertiente del quehacer revolucionario especialmente sus críticas al cálculo económico, a la planificación burocrática, al culto al mercado, y a la unilateralidad en cuanto a los estímulos materiales a costa de la conciencia socialista. Su insumisión respecto a lo que veía en tren de fracasar o cargado de anti-valores propios del orden a superar. 

La cuestión es que todo esto merece ser tratado con su mismo espíritu, sin apego al dogma, sin sacralizar sus reflexiones y búsquedas. Y, además, teniendo presente todo el desarrollo del pensamiento revolucionario socialista en las últimas tres décadas del siglo XX y en lo que va del siglo XXI.

Aquí quiero insistir en la necesidad de concebir el socialismo como transición, como creación y como construcción hacia él, desde determinadas niveles del desarrollo capitalista. 

Transición después de una ruptura con la dominación y la hegemonía del capital: procesos siempre cargados de herencias, mecanismos, "culturas", prácticas, sistemas…imposibles de superar por decreto o al instante; menos aun dentro de los estrechos márgenes de las revoluciones, o de los procesos hacia revoluciones, escenificadas en un país o un grupo limitado de países.

Transiciones revolucionarias más o menos difíciles, tortuosas, lentas, aceleradas, accidentadas…

Y es dentro de esas transiciones donde se necesita ubicar la justa relación en cada periodo entre formas de propiedad, sistemas de gestión, áreas de mercado y áreas de no mercado, valores y precios, espiritualidad y materialidad, seres humanos y naturaleza, tecnologías apropiadas e industrialización, procesos nacionales y procesos continentales y mundiales, Estado y sociedad, participación y coerción…

Porque si el capitalismo es un sistema de dominación integral (económico, social, político, militar, cultural, ideológico), el socialismo con más razón debe ser un sistema de liberación integral.

Por eso no es válido, ni en el terreno económico en particular, ni en el modelo en su conjunto, aislar una de otra, estas cuestiones esenciales.

o Proceso progresivo y ascendente de socialización.

El paso de lo privado a lo social, y del Estado a la sociedad autogestionada, del mercado al no mercado, de la explotación a la no explotación, de las bases tecnológicas del industrialismo capitalista al desarrollo socialista (con tecnologías apropiadas y no agresiva contra la vida) …y la erradicación de todas las modalidades de discriminación, marginación y subordinación, opresión y violencia en dirección a una sociedad de seres humanos libres espiritualmente y libres materialmente, es ante nada un proceso progresivo y ascendente, sin exclusión de campos de acción.

Los grados de avances en la socialización deben medirse en cada uno de esos aspectos interrelacionados.

Lo viejo no se puede suprimir de sopetón, pero tampoco debe perdurar más de lo necesario; nunca se debería actuar por debajo de lo que posibilite transformar y reemplazar en el sentido anticapitalista y socialista la acción conciente de las fuerzas de vanguardia y la conciencia y determinación de los sujetos sociales del cambio. Y en este orden pueden darse situaciones variadas, combinaciones temporales y cambios ascendentes.

Una cosa es el mercado sin regulación y otra cosa es un mercado regulado por normas y acompañado de procesos que posibiliten su progresiva extinción. Igual una cosa es un mercado total y omnímodo y otra un mercado parcial acompañado de otras formas de intercambio.

Una cosa es un mercado en el que concurran solo las ofertas de empresas capitalistas privadas, y otro en el que concurran empresas de propiedad y gestión social, pasando temporalmente por diversas combinaciones en cuanto a participación de empresas con variadas formas de propiedad y de gestión (asociativas, cooperativas, colectivas, gestionadas, co-gestionadas, privadas, mixtas...).

Una cosa es un mercado dominado por monopolios y oligopolios privados y otro aquel en el que concurran empresas socializadas y cooperativas socialistas acompañadas o no de otras formas no hegemónicas de propiedad privada, individual y mixta.

Una cosa es hablar de una transición con un mercado sujeto a desparecer y con presencia de modalidades de propiedad privada o mixta en vía de superación, y otra es hablar de "socialismo de mercado" con creciente presencia de la concurrencia del gran capital transnacional.

La transición al socialismo puede ser compatible con procesos de mercado y presencia de propiedad privada o mixta de diferente rango. Pero el avance hacia el socialismo pleno requiere, mediante esfuerzos sostenidos de socialización, tanto de la superación de la propiedad privada sobre los medios de producción, distribución y servicios, como del mercado y de la explotación del trabajo asalariado.

Esto último implica a su vez la superación de todo estatismo basado en el trabajo asalariado, en la planificación centralizada y en la apropiación y/o el poder de decisión de la burocracia sobre el excedente.

El proceso hacia el socialismo, por tanto, en el campo económico debe implicar predominio ascendente de diversas modalidades de propiedad social y de la propiedad pública y/o estatal autogestionada o cogestionada por los(as) trabajadores(as); predominio del intercambio equivalente, basado en el valor real de las mercancías, predominio de la planificación descentralizada, democrática, participativa…

En lo político-institucional debe haber cada vez más democracia, cada vez más participación, cada vez más auto-organización, cada vez mas poder de decisión de la sociedad, cada vez menos Estado, menos represión…hasta su completa extinción.

En cuanto a relación de género, el socialismo es inseparable de la igualdad de derechos en la familia, en la sociedad, frente al Estado. Es inseparable de la plena superación del patriarcado.

Y ese sentido la igualdad de derechos dentro de las diferencias objetivas, es absolutamente válida también para el tratamiento del problema generacional, racial y étnico.

Todos son procesos progresivos, no automáticos. Pero todos deberían ser llevados a cabo con la mayor aceleración posible y en forma integral, al compás de la necesaria continentalización y mundialización de la revolución y el tránsito al nuevo socialismo.

De lo contrario, el socialismo se queda trunco, mediatizado, con tendencia a involucionar, a colapsar y/o a restaurar paulatinamente los anti-valores y mecanismos de la sociedad que se propuso superar.

o La singularidad del caso cubano hoy.

El punto de partida cubano es otro en relación con el resto de nuestra América: allí ha tenido lugar la expropiación de la propiedad privada capitalista en amplísima escala y se ha cumplido la fase del traspaso por vía revolucionaria de lo privado a lo público, junto a la conquista de la independencia frente al imperialismo. Solo que en ese proceso la estructura económica pasó a manos del Estado y no propiamente a la sociedad, de los/as trabajadores/as, y el partido, los movimientos sociales y los órganos de poder de la sociedad civil se amalgamaron con la burocracia estatal, perdiendo capacidad de socialización y democratización progresiva.

El caso cubano, a mí entender, es inverso, o más bien diferente, al del resto del continente: porque de lo que se trata allí es de convertir lo estatal en social, sustituir la planificación burocrática y centralizada por la planificación democrática-participativa, la gestión burocrática por la autogestión o cogestión obrera y popular, la centralización política por la participación democrática. 

Se trata también de superar la dualidad entre estatismo y área dólar de la economía por un proyecto de transición único e integral, que tenga de mercado y de pequeña, mediana propiedad privada y propiedad mixta, lo imprescindible y/o necesario en cada momento; con tendencia a superar la relación propiedad estatal- explotación del trabajo asalariado, a socializar sin estatizar y a des-estatizar sin privatizar, auspiciando la propiedad colectiva, la cooperativización socialista, la autogestión, la auto-organización y la democracia participativa y directa.

Y esto entraña vencer y reemplazar el poder burocrático, algo bastante distinto a derrotar la gran propiedad privada capitalista, el dominio oligárquico- imperialista y las garras del capital transnacional. Distinto, menos complejo y menos traumático, pero no fácil.

Esta idea de socialización de lo estatal y democratización socialista, claro está, nada tiene que ver con el "modelo chino", eficaz como vía de restauración paulatina, social-democratizante y "no traumática" del capitalismo; lo que en el caso cubano, sería todavía mucho más negativo (incluso en lo relativo a su soberanía), dada la dimensión de su economía y de su país y la cercana gravitación del imperialismo estadounidense y de la mafia cubano -americana de Miami.

En Cuba -ya lo han dicho intelectuales cubanos y cuadros político con mucha autoridad y experiencia- lo que está a la orden del día y podría lograr el máximo de consenso es la superación del poder de la burocracia en la economía de Estado y en el sistema político institucional, la sustitución del modelo actual por un nuevo modelo de orientación socialista, hacia un socialismo participativo y profundamente democrático, y hacia un relevo generacional.

Otra opción, a mi entender, habrá de generar contradicciones y situaciones no deseables.

Está claro, además, que a nivel continental el reencuentro revolucionario es imposible al margen de la necesidad de abrazar los nuevos socialismos, capaces de superar el capitalismo neoliberal y su seudo-democracia, y el mal llamado "socialismo de Estado"; de crear socialismos participativos e integrales, multiculturales, cuya suma articulada posibilite desplegarse hacia el socialismo indo-americano y antillo-americano.






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.