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              Juego de espías entre Colombia y Venezuela

                   

        Guerra tibia. Un posible ataque de los EEUU a Venezuela ha motivado la disputa de los servicios secretos venezolanos y colombianos.

Semana / Mariátegui
 10/09/07

A pesar de la luna de miel que viven Uribe y Chávez, hay una guerra fría subterránea entre organismos de seguridad de los dos países. 

En los años 60, en plena Guerra Fría, el Kremlin y la Casa Blanca mantenían abierto el famoso teléfono rojo, para arreglar directamente cualquier crisis que pudiera desatar una hecatombe nuclear. Pero la distensión no hizo desaparecer la mutua desconfianza. Mientras los presidentes se decían palabras bonitas en las cumbres, los espías iban y venían en cada una de sus embajadas. Una situación similar parecen estar viviendo Colombia y Venezuela.

Pero en lugar del tono grave que tenían las dos potencias, este juego tiene un tono tragicómico que está a medio camino entre la realidad y la paranoia. Mientras las relaciones diplomáticas entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez están en uno de sus mejores momentos, episodios de mutuo espionaje mantienen tensos a los organismos de seguridad de ambos países. Los dos más graves ocurrieron en el primer semestre de este año, cuando un funcionario de la embajada de Venezuela en Colombia tuvo que ser retirado de su cargo porque estaba dedicado a labores de inteligencia. El otro, es el oscuro asesinato de dos militares colombianos que estaban supuestamente tras las Farc en territorio venezolano. Crimen que ha pasado inadvertido en Colombia, pero no al otro lado de la frontera. 

José Gregorio 'Cheo' Guzmán llegó a Colombia en 2003 como oficial de la embajada de Venezuela, con el supuesto encargo de facilitar negocios entre empresarios de ambos países. Aunque su cargo no era de primera línea, en poco tiempo empresarios y políticos se dieron cuenta de que éste era el hombre de Chávez en Bogotá. Reconocido militante del partido Patria para Todos, se le conoce por ser muy cercano al Palacio de Miraflores, a pesar de que mantiene un bajo perfil. Para muchos, 'Cheo' había sido enviado a Colombia para convertirse en los 'ojos y los oídos' de Chávez, pues en la embajada los funcionarios suelen ser de carrera diplomática y casi ninguno realmente de la entraña chavista.

La llegada de 'Cheo' suscitó todo tipo de suspicacias en el gobierno colombiano. Casi nunca permanecía en el país, manejaba enormes cantidades de dinero y cuando venía sostenía reuniones muy peculiares. Se sabe, por ejemplo, que 'Cheo' estuvo en Santa Fe Ralito reunido con la cúpula de las AUC, buscando un arreglo para que las autodefensas no afectaran la frontera. Especialmente, mantuvo contactos con el Bloque Central Bolívar, que dirigían 'Macaco', 'Julián Bolívar' y 'Ernesto Báez'. En 2004 había sido incautado un avión con cocaína que había sido comprado en Venezuela y al parecer Chávez temía que, en medio del proceso de desmovilización, Venezuela se convirtiera en un nuevo escenario para los paramilitares. 

Dos antecedentes eran especialmente preocupantes para el vecino país. Uno, la evidencia de que algunos ganaderos venezolanos habrían contactado en 2000 a las autodefensas e intentado armar un grupo al otro lado de la frontera. Grupo que, por lo demás, terminó secuestrando al empresario Richard Boulton y que generó una crisis interna en las AUC. El otro antecedente era la infiltración de más de 100 miembros de las autodefensas, que iban, supuestamente, hacia Caracas. Muchos ellos aún están en la cárcel y podrían salir libres pronto si Chávez sigue con la idea que anunció la semana pasada de darles una amnistía.

Los organismos de inteligencia empezaron a indagar por 'Cheo' y muy pronto encontraron que su teléfono celular estaba adscrito a la Disip, que es el organismo de inteligencia de Miraflores, y que se trataba en realidad de un hombre muy importante en la estructura de ese organismo. La pregunta era, entonces, por qué Chávez había enviado a uno de sus hombres más cercanos en una misión, al parecer, encubierta. 

Las cosas no habrián pasado a mayores si no hubiera sido porque 'Cheo' tenía una estrecha relación con Marilú Herrán, la ex esposa del senador Gustavo Petro, a quien la contrainteligencia del Ejército le venía haciendo seguimiento permanente. Los organismos de inteligencia tenían serios indicios de que el diplomático venezolano les estaba comprando información a militares colombianos. Lo cual se empezó a considerar un riesgo para la seguridad nacional. 

El gobierno colombiano expuso su preocupación por las actividades de 'Cheo' en el país. Y Chávez lo retiró en abril de este año. 

¿Por qué querrían los venezolanos comprar o penetrar a los militares colombianos? 

En Venezuela muchos sectores están convencidos de que Venezuela puede ser blanco de la llamada guerra asimétrica de Estados Unidos. Y creen, genuinamente, que la CIA está usando militares colombianos para desestabilizar el gobierno de Chávez. Una idea que, en parte, han vendido los servicios de inteligencia cubanos. Esta teoría, que parece tan descabellada y muy a tono con las leyendas de la Guerra Fría de los años 60, tiene muchos instigadores. Recientemente José Vicente Rangel, el ex vicepresidente conocido por su sectarismo frente a Colombia, aseguró que el coronel de la Policía Mauricio Santoyo, quien fue jefe de seguridad del presidente Uribe, estaba en Caracas trabajando para la CIA. La versión fue desmentida por la Policía colombiana. 

Lo mismo piensa el general Alberto Müller Rojas, quien hasta hace poco era uno de los más influyentes oficiales del gobierno de Chávez, y un convencido de que Venezuela podría ser atacada por Estados Unidos en una guerra no convencional. Müller le dijo a SEMANA que "hay militares que hacen parte del Plan Colombia y trabajan a espaldas del propio gobierno de Bogotá. La prueba es que recientemente fueron asesinados dos oficiales colombianos en una operación de inteligencia".

Müller se refiere al capitán Camilo González y al cabo Gregorio Martínez. A finales de marzo, en una rueda de prensa, la Guardia Nacional de Zulia informó sobre el hallazgo de dos cuerpos en un paraje llamado Laguna, en Colón, un municipio al sur del Lago de Maracaibo. Realmente eran apenas osamentas que conservaban algo de piel y de ropa. Llevaban varios días a la intemperie. A los periodistas de la región les llamó la atención cuando los familiares del cabo Martínez reclamaron el cuerpo, y supieron que se trataba de un colombiano. Indagaron y se dieron cuenta de que este suboficial había llegado de Barranquilla un año atrás y se instaló a trabajar como buhonero (vendedor ambulante). Del otro, el capitán González, no tenían noticia. 

Los cuerpos fueron repatriados en silencio, y tanto Colombia como Venezuela prefirieron echarle tierra al asunto. Colombia, para no dar explicaciones sobre la misión que estos militares cumplían allí, aunque oficialmente se dijo que iban tras Iván Márquez. Venezuela, por su parte, ha dicho extraoficialmente que los dos agentes habrían sido asesinados por las Farc. El crimen está siendo investigado y no se descarta que resulten involucrados miembros de la Guardia Nacional.

Hace dos meses José Vicente Rangel publicó en su programa semanal de televisión dos datos muy importantes. Que los dos militares colombianos habían sido "interceptados" y que se les había hallado una memoria digital que contenía información sobre los diputados y miembros venezolanos del Parlamento Latino. Esta información revela dos cosas. Una, que los agentes de inteligencia estaban recaudando información sobre políticos del vecino país, lo cual ya es de por sí grave. Segundo, se podría inferir que el gobierno venezolano tuvo en sus manos a los oficiales, y que mantiene en su poder la información. "Se les encontró después de muertos," alega el general Müller. 

Es muy poco probable que las Farc mataran a dos miembros de la inteligencia y no les quitaran lo más importante: la información. En todo caso, si las Farc mataron a estos dos oficiales ¿cómo llegó la información a manos del gobierno venezolano? El caso está en manos de la Fiscalía y los parlamentarios han pedido que se lleve la investigación hasta las últimas consecuencias. Fuentes consultadas por SEMANA aseguran que si bien la misión de los militares era llegar hasta Iván Márquez, y que estaba en una etapa muy avanzada, el plan general de la inteligencia es más amplio. Busca establecer los nexos reales, si los hay, de importantes líderes del chavismo con las Farc. Es el caso del diputado comunista Óscar Figuera, quien ha dicho públicamente que "si aquí hay una intervención extranjera, no sólo las Farc sino todos los revolucionarios del mundo tienen derecho a venir a pelear con nosotros para defender la soberanía de Venezuela".

De no haber muertos y conspiraciones de por medio, esto podría ser una historia de gente que juega al espionaje entre dos gobiernos que han hecho de la paranoia todo un estilo. Pero el asunto no es tan sencillo. Hace dos semanas Chávez presentó en el Congreso de su país una reforma constitucional de 33 puntos. Los que tienen que ver con las Fuerzas Armadas son muy reveladores. Chávez quiere darle rango de fuerza permanente a las milicias y quitarle poder a la Guardia Nacional, que es quizá el cuerpo de seguridad donde más corrupción existe. Ante un eventual ataque a su país, las milicias actuarían como guerrilla insurgente. Para el analista Alberto Garrido, Chávez combina dos hipótesis de guerra. Una convencional, y otra asimétrica o de resistencia. Y en ambas Colombia está jugando. En la convencional, no han pasado inadvertidas las nuevas inversiones del Plan Colombia, orientadas a renovar el equipo para cuidar fronteras. En cuanto a la guerra de resistencia, a muchos militares chavistas les obsesiona la idea de que un ataque a Venezuela sería por Colombia. 

Ello es algo que desde aquí parece impensable y más bien fruto de la exageración, pero que desde allá se ve como un riesgo importante. Al punto de que lo que parecía un simple juego de espionaje, terminó en un crimen. Hay dos personas muertas por esta guerra fría. Eso es algo que no puede pasar inadvertido, a pesar de que los dos gobiernos han actuado con prudencia para que estos incidentes no pasen a mayores. 


 

 

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