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             Gaza: La hora de las cuentas 

                          

                 

Michel Warschawski / Viento Sur - Mariátegui
Desde Jerusalén
 05/02/09

Desde el lunes 19 de enero por la mañana, los soldados israelíes han comenzado a retirarse de la ciudad de Gaza. Dejan detrás un cementerio y campos en ruinas. Y toneladas de odio, en proporción a las toneladas de bombas lanzadas sobre un espacio más pequeño que un distrito de París, donde están amontonados cerca de 100.000 mujeres, hombres, niños y ancianos. La misión "civilizadora" del estado hebreo acaba así, hasta la próxima ocasión. Tras el recuento de los muertos (más de 1300 en el momento actual, pero siguen apareciendo debajo de los escombros), va a comenzar ahora el momento de las cuentas políticas. 

Las cuentas con Mahmoud Abbas: se ha revelado, ante los ojos de la población palestina, como un vulgar colaboracionista, y no como el presidente del conjunto del pueblo palestino. Si no ha aplaudido abiertamente el aplastamiento de Gaza, es porque sabía que eso le habría probablemente costado la vida. Si, como sugieren determinados dirigentes israelíes, iba a ir a Gaza montado en los tanques israelíes, los mismos tanques que han sembrado allí la muerte y la destrucción, eso habría supuesto el fin de la Autoridad palestina, incluso en Cisjordania. 

Las cuentas con los estados árabes, que se han dividido entre quienes han apoyado abiertamente la agresión israelí, como Egipto, y los que se han callado, a la vez que prometían una ayuda humanitaria, como vulgares Kouchner (ministro francés de asuntos exteriores ndt). Las cuentas con la "comunidad internacional", que ha deplorado las víctimas inocentes, a la vez que dejaba conscientemente a Israel el tiempo necesario para acabar su operación. La actividad de Nicolas Sarkozy ha sido, sin duda, la más hipócrita de todas. Esta dimisión de la comunidad internacional tendrá efectos a largo plazo sobre el conjunto del Asia occidental con, entre otras cosas, el reforzamiento del integrismo que es siempre la respuesta a la dimisión del derecho. Solo una inculpación rápida de los dirigentes israelíes ante una jurisdicción internacional por crímenes de guerra, incluso crímenes contra la humanidad, podría limpiar un poco el blasón manchado de sangre de la comunidad de las naciones. 

En lo que concierne al estado de Israel, la cuenta serán mucho más complicadas, y finalmente, catastróficas. A corto plazo, se sabe consagrado como el estado canalla número uno del planeta, como confiesa la ministra de Asuntos exteriores, Tzipi Livni: "Se ha mostrado que se está dispuesto a llegar hasta el fin, si es preciso". A corto plazo también, la reprobación de la sociedad humana entera que, por millones, ha manifestado su revuelta frente a la barbarie israelí. Los amigos de Israel deberán trabajar duro para convencer de que el estado hebreo tiene aún su sitio en el seno de las naciones civilizadas. 

Pero, a largo plazo, el precio a pagar es literalmente catastrófico: el martirio de Gaza cierra definitivamente la puerta a lo que los diplomáticos americanos llamaron la ventana de oportunidad, cuando los palestinos abrían a Israel, a comienzos de los años 1990, una legitimidad en el mundo árabe. La ruptura de las relaciones diplomáticas, por parte de varios estados árabes, indica el estado de espíritu de sus opiniones públicas: no se puede tratar con Israel y éste no tiene su lugar en el corazón del mundo árabe. Para 200 millones de árabes, para más de mil millones de musulmanes, los crímenes de estas últimas semanas han confirmado definitivamente, para y contra todos los discursos de "reconciliación histórica" y de "paz de los valientes", que no se puede hacer la paz con una entidad que trata a su entorno cercano y lejano como a bárbaros que hay que erradicar. Tras Gaza, los dirigentes iraníes, por ejemplo, no pueden ya tomar a la ligera la eventualidad de un ataque nuclear israelí. Tomo Tzipi Livni ha dicho: "Se ha demostrado que se está dispuesto a ir hasta el final". 

Deshumanizando al millón y medio de palestinos de Gaza, Israel ha perdido, a ojos de las poblaciones de mundo árabe, su derecho de existir en el seno de este mismo mundo árabe. Los pocos miles de israelíes que se han manifestado contra la guerra y el único soldado que se ha negado a incorporarse a su unidad en el frente, desgraciadamente, no son suficientes para compensar el balance en el otro sentido, tanto más cuanto que los "intelectuales de izquierdas" más mediáticos se han unido de forma vergonzosa al discurso gubernamental, llegando incluso, como Abraham B. Yehoshua, a la demagogia en la justificación de los crímenes de guerra. La "victoria militar" israelí corre el riesgo claro de ser su mayor derrota política. 

Traducción: Alberto Nadal para Viento Sur 







                         

 

                         

                




                  


 

 

 

 

 

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