¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
       Entre la paranoia y la estupidez

                                              

         Sin argumentos. El fundamentalista sionista-oligárquico Ariel Segal defendió la huida al debate de los universitarios antichavistas en la Asamblea Nacional.   

Guillermo Giacosa / Mariátegui
 21/06/07 


El viernes por la mañana escuché, por Radio Programas del Perú, que su comentarista internacional Ariel Segal, iba a establecer una conexión desde Venezuela, patria de dicho periodista. Una vez más, Segal logró confundirme con sus interpretaciones de la realidad. Quizá no esté al nivel de sus reflexiones pero, supongo, que si yo que me dedico al mismo oficio me confundo, qué ocurrirá con el desprevenido público que recibe sus mensajes. 

Contaba Segal que los estudiantes antichavistas habían sido recibidos por la Asamblea General de Venezuela y que estos, simbolizando la unión de todos los venezolanos, habían concurrido con el polo rojo que caracteriza a los bolivarianos. Hasta ahí parecía todo normal. Pero luego vino la interpretación del periodista que, como en el caso anterior que comenté y que jamás justificó, comenzó a desvariar y dijo que estos (los estudiantes contrarios al Gobierno) habían realizado una jugada maestra. ¿En qué consistía dicha jugada? Pues en algo que solo una mente paranoica y sesgada puede considerar maestro. 

Los estudiantes habían ingresado al Parlamento (invitados por los congresistas), habían leído su proclama y se había retirado. ¿Por qué? Porque los congresistas les habían tendido, según Segal, una trampa. ¿Cuál era esa trampa? Nada menos que invitar a universitarios bolivarianos para que frente a frente discutieran sobre el tema de la "libertad de información", que era el motivo de su preocupación. Según el periodista ese tema debía discutirse en la universidad pues se trataba de una polémica entre universitarios. ¿Si era solo un polémica entre universitarios para qué fueron al Parlamento?

¿Puede considerarse que un tema como es la libertad de información, que aparentemente conmocionó a la opinión pública del continente y a la sociedad venezolana, sea considerado un tema para tratar en el ámbito cerrado de quienes integran un sector valioso pero minoritario de la sociedad? ¿No hubiese sido un magnífico aporte de ideas escuchar a ambos grupos discutir, en el seno del poder legislativo de su país, sus puntos de vista sobre este tema? ¿Por qué hacerlo al interior de la universidad donde dicha discusión habría quedado circunscripta a quienes la integran? ¿No eran sus argumentos lo suficientemente sólidos como para doblegar las opiniones de sus ocasionales adversarios? 

Describir la lectura y fuga de los antichavistas como una jugada maestra, es poco menos que irracional. Si alguien rehúye a la discusión es él quien queda en desventaja y no quien está abierto a ella. 

Olvidó decir Segal que el debate iba a ser transmitido en vivo por varios medios (qué dictadura rara), que sí habló un estudiante opositor y que luego de hacerlo se quitó el polo rojo para que apareciese uno blanco que decía 'Libertad' y que más tarde un estudiante bolivariano exhibió el documento de una empresa de márketing donde estaba el libreto (con tonalidades incluidas y quite del polo) que leyó el opositor. En fin, cosas de la libertad de expresión. 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.