¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                 El Idioma del Euro

Ramón Chao / Mariátegui
 20/10/08


Descreo de los motivos aducidos por los defensores de lo que sólo el inglés ataca; tampoco me convence que después del fracaso de la teoría conspirativa que manejó el Partido Popular bajo la férula de Aznar, las razones de los valedores del idioma predominante en la Península obedezcan a un cambio de embestida en la era de Rajoy. Pienso que es mucho más repetitivo y tenebroso. 

Un artículo de Bernard Cassen[1] nos pone en la pista. Cuenta que hace un par de años, el ex marine yanqui Guy Wysser-Pratte, y el fondo de pensiones NR Atticus - domiciliado, por supuesto en las islas Vírgenes británicas - lanzaron un ataque fulgurante y victorioso contra la firma francesa de zapatos y vestimenta André, de 140.000 asalariados y 2.358 tiendas. Los nuevos propietarios liquidaron a los ejecutivos de André y nombraron un nuevo consejo de administración cuya primera medida fue: todas las reuniones se celebrarán en inglés. Nathaniel Rothschild, el nuevo jefe de veintiocho años, establecía las reglas de la corporate gouvernance, concepto anglo-americano que designa la dictadura de los accionistas y que, en inglés, sugiere una idea mucho más exacta que la traducción en castellano, "gobierno de empresa". La multinacionales imponen la utilización del inglés, no sólo en el interior mismo de sus filiales, por dondequiera se hallen, sino también al comprador de sus productos, cuyo modo de utilización se queda sin entender de ignorar la lengua de Truman Capote: las firmas no consideran útil ni rentable informar al cliente en su idioma; tampoco guardan consideraciones con el personal, que deben firmar contratos-lo toma o lo deja- redactados en una lengua que desconocen. 

No hace mucho tiempo hubiese utilizado, líneas atrás, la muletilla "lengua de Shakespeare", pero hoy cabe más hablar de anglo-americano que de inglés, en la medida que la fuerza propulsora de este idioma surge de Washington, Hollywood, el Pentágono, Coca-Cola, Microsoft y Apple. 

Se me dirá que por ser de nacionalidad británica, míster Rothschild barre para su casa, en lo cual le ayuda Serge Tchuruk, presidente-director general de Alcatel, cuya ciudadanía francesa no le impidió exigir que el inglés fuera la lengua de trabajo de su empresa ni permitir una sola acotación en su idioma. Por su parte, Louis Schweitzer impuso el inglés en los informes de los comités de dirección de Renault, la compañía más representativa de Francia. 

Pues este Schweitzer mereció en 1999 la carpeta inglesa que cada año premia a la persona que más se haya distinguido "en su encarnizamiento para promover el dominio del anglo-americano". Compitió, eso sí, con varios y prestigiosos contrincantes: además del ya citado Serge Tchuruk, tuvo que vencer al científico y ministro Claude Allègre ("Los franceses habrán de dejar de considerar el inglés como una lengua extranjera", dejó dicho) y al actual ministro de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner, a la sazón representante especial del secretario general de las Nacions unidas en Kosovo. Cuando el francés es una de las lenguas oficiales de ese organismo, Kouchner hablaba siempre en inglés, incluso con los francófonos. 

No se queda atrás el socialdemócrata José Luis Zapatero, quien en la última campaña electoral prometió, tal un Campoamor, que de aquí a diez años todos los niños de España sabrían hablar inglés. Para empezar -y no es poco- el candidato socialdemócrata propuso que antes de cuatro años el quince por ciento de las asignaturas del sistema educativo español fueran impartidas en inglés. 

El amplio tema de un libro titulado Imperialismo lingüístico (Phillipson, 1992) es que el idioma inglés y el negocio de su enseñanza alrededor del mundo, perpetúan un sistema de neoimperialismo, en el sentido que apoyan un sistema del comercio que le da ventaja a los países centrales (ricos y poderosos) y desventajas a los periféricos (países más pobres.) No; no me pierdo: pretendo demostrar que el neoliberalismo decadente se muestra nervioso por su derrumbe (¿al cual ya estamos asistiendo?), y la lengua constituye una madera de flotación ante la predecible oleada del hindi o del mandarín. 

La situación dominante del inglés en la actualidad está ligada a sus orígenes sociales y económicos, al colonialismo británico y al dominio mundial de Estados Unidos. No sólo el inglés está por todo el mundo, sino que en el mundo casi todo está en inglés. Diversos factores contribuyen a su expansión: el dominio en los negocios, las diferentes políticas extranjeras de los países más poderosos (angloparlantes en su mayoría), las políticas de planificación del lenguaje por el resto de los estados, la cultura popular (con la industria de la música y del cine, la macdonalización, etc.) y la tecnología de la comunicación, que utiliza por principio el inglés en la electrónica y en internet. 

Siempre ha sido así; cada etapa histórica, política y económica, echa mano de una herramienta que sintetice y propague su nueva misión, como predicaba a principios del siglo XVI fray Antonio de Nebrija cuando la política y el comercio españoles precisaban de un instrumento de autoridad único. Si no; ¿cómo esclavizar a los indoamericanos en gallego, catalán, vasco y mallorquín, sin una lengua única que resumiera el pensamiento, la doctrina, el objetivo de los invasores? En la carta a la reina Isabel, prólogo de su Arte de la lengua castellana, aparecido en 1492, Nebrija explaya con claridad y candidez la envoltura imperialista de las lenguas a través de la Historia: "Cuando bien comigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas, que para nuestra recordación y memoria quedaron escriptas, una cosa hállo y sáco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; y de tal manera lo siguió, que junta mente començaron, crecieron y florecieron, y después junta fue la caida de entrambos. I dexadas agora las cosas mui antiguas de que a penas tenemos una imagen y sombra de la verdad, cuales son las de los assirios, indos, sicionios y egipcios, en los cuales se podría mui bien provar lo que digo, vengo a las más frescas, y aquellas especial mente de que tenemos maior certidumbre, y primero a las de los judíos. (…) 

El Arte de la lengua castellana es la primera gramática impresa en lengua vulgar. Supuso una enorme revolución; por primera vez se consideraba que una lengua romance era digna de una estructuración racional, y su uso correcto adquirió una trascendencia intelectual antes tan solo reservada al latín. A partir de 1492, el lenguaje castellano adquiere, por decirlo así, su estatuto de lengua culta, su carta de naturaleza como lenguaje literario y expansionista.

Lo que hubiera sobrepasado el entendimiento de Nebrija es que la Comunidad Europea no se entendiese en francés, alemán, inglés, italiano, español, ni en latín si resucitase; o que no se fabricara ad hoc algún idioma con vocación de lengua franca, sino que Europa adoptara el habla apoyada por la fuerza económica y militar del imperio americano. 

A fray Antonio de Nebrija lo entendió bien la Revolución francesa de 1789, cuya divisa proclamaba "Una sóla nación, una sóla lengua"; en el discurso ante la Convención en Pluvioso del año II Barrère enumeró: "La superstición habla bretón, el odio por la República alemán (refiriéndose a Alsacia), la contrarrevolución italiano (Córcega), y vasco el fanatismo". 

La primera medida contra las lenguas vernáculas francesas se habían tomado mucho antes, el 1° de abril de 1539 con el edicto de Villiers-Cotterets: todas las actas oficiales se redactarían en lengua d'oil. De este modo Francisco I° oficializaba la importación del Renacimiento en Francia, rompiendo con el pasado medieval. En seguida, la Iglesia y la nobleza se aliaron para extirpar las lenguas del "tercer estado". El abate Grégoire clamó en 1793 que "era preciso borrar del mapa esas lenguas groseras", y colaborando con las autoridades, el obispo de Saint Brieuc, en Bretaña envió una pastoral a sus clérigos: "Nuestras escuelas han de cumplir con la misión de sustituir el bretón por el francés". 

Los castigos y humillaciones que acechaban a los alumnos que utilizaban sus lenguas maternas eran tan crueles y absurdos como los que yo sufrí en Madrid por meter galleguismos en las clases; ridículos también fueron los "rebautizos" topográficos impuestos por los "centralizadores lingüisticos": Al lugar "Niño de aguia" (Nido de águila) en Galicia, lo transformaron los franquistas en Niño de agua; en Estrasburgo aseguran que la calle del conde Kalb (que en alsaciano significa buey), la convirtieron en Kalbtrasse (Calle de los bueyes). Y ya no hablemos de la castellanización risible de llamar Tojeros a los Toxeiros, Carbajales a los Carballales o a la grotesca fantasía de mudar todos los Montoutos (Monte alto) por el cacofónico Montoto. 

Nos están pervirtiendo el gallego igual que el anglo-americano adultera el castellano. Lo más sorprendente es que después de cuatro buenos siglos de empeño, la apisonadora centralista no ha logrado aplastar las lenguas vernáculas ni aquí ni acullá. Se calcula que en Francia, unas 15 millones de personas hablan su idioma materno además del francés, y que existen ancianos en Bretaña que no hablan sino aquél. Sin que las cifras siguientes sean oficiales, se supone que el bretón cuenta con 500.000 hablantes, el catalán con 4.000.000, el corso 140.000, el occitano (1.900.000 hablantes), el vascuence 600.000 

Hace unos meses los diputados franceses, que no quieren que se extinga semejante patrimonio, sumaron unas 75 lenguas regionales y redactaron un texto que proponía añadir una frase al artículo primero de la Constitución: "Las lenguas regionales pertenecen al patrimonio nacional". Tal enmienda había sido aceptada casi por unanimidad en el proyecto de ley sobre la reforma de las instituciones. 

La Academia francesa reaccionó. Según la venerable institución. "Desde hace cinco siglos, la lengua francesa ha forjado Francia. (…) Nuestra Constitución señala, en su artículo segundo, el reconocimiento de esta evidencia: la lengua de la República es el francés". En una declaración pública, los académicos sostienen que l'adopción de la ordenanza parlamentaria supondría un paso "extremadamente excepcional", insistiendo en que la primacía dada a las lenguas regionales haría que a partir de ahora estuviesen inscritas en el artículo primero de la Constitución, cuando la lengua francesa quedaría relegada al artículo segundo. 

Mientras tanto, prolifera la publicidad en inglés, las películas en anglo-americano, así como las canciones; hasta un diario tan institucional en Francia como "Le Monde" ofrece los sábados - sin la mínima reciprocidad -, un suplemento en la versión original del New York Times, para que se vaya aprendiendo. En España "El País" hace lo mismo, traducido al castellano, lo cual muestra que aquí vamos un poco más adelantados. 

No así en en Brasil (donde se habla el galaico-portugués, como sabemos). Luis Fernando Veríssimo, prestigioso analista escribió en inglés en O Globo de Rio de Janeiro, esta nota entre seria y sarcástica: "I am writing this in english to set un example. I think the Brazilian press has the patriotic duty to start publishing news and opinion in English so the people at IMF can know what is going on here on a daily bases without having to wait for reports and resumes. With the troublesome Portuguese out f the way, they can assesses our situations directly by reading our newspapers and make the necessary decisions more quickly. I plan to write in English from now on, reverting to Portuguese only in the case of untranslatable words like "marketing", "currency board", etc., and hope that the responsible press will follow my lead." [2] 

Por la rebeldía de Irlanda vemos que las arenillas minoritarias logran tupir el gran proyecto imperialista. Al neoliberalismo le es urgente terminar con ellas para dejar paso al Imperio. Opino que a eso obedece la campaña actual en España contra las lenguas periféricas, abanderada por la derecha y buena parte de la misma socialdemocracia que aprobó hace un par de años la Constitución europea. ¡Qué absurdo! Es cierto que el castellano está en peligro, acosado, cada vez más, por el anglo-americano. Pero sus defensores han caído en lo que podriamos denominar "la tentación de Bizancio", consistente en no encarar los problemas; en confundir lo esencial con lo accesorio. Cuenta la tradición que mientras los turcos asediaban Constantinopla, los bizantinos discutían de asuntos teológicos insondables, como el sexo de los ángeles. 

Leer: La bataille des langues. Manières de voir, n° 97 ; Febrero-marzo 2008. 
- As minorías na terra dos dreitos humáns. Ramón Chao, Revista Vieiros, 1968. 

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[1] Manière de voir número 97, Febrero 2008 

[2] "Escribo este artículo en inglés para que sirva de ejemplo. Pienso que la prensa brasileña tiene el deber patriótico de comenzar a publicar las informaciones y los debates en inglés para que la gente del FMI consiga enterarse diariamente de lo que sucede aquí, sin verse obligada a esperar informes y resúmenes. Una vez suprimido el aburrido portugués, podrán sopesar directamente nuestra situación leyendo la prensa, y tomar las medidas más rápidamente. 
De ahora en adelante pienso escribir en inglés y acudiré al portugués solo para términos intraducibles como "marqueting" o "currency board", y espero que me sigan los periodistas responsables". 

 

 

 

 

 

 

 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.