¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
        El Estado contra la coca 

                          

 

Baldomero Cáceres Santa María * / Mariátegui
 03/12/07

La revalorización de la hoja de coca fue asumida por el TC en su fallo del año 2005 sobre la no competencia regional del Cusco para legalizar los cultivos.

"Cuando una idea sencilla toma cuerpo social, acontece una revolución", escribió Charles Peguy. Tal viene sucediendo con el reconocimiento, tanto en Bolivia como en el Perú, del valor de la hoja de coca, la ampliación reciente de su uso urbano como harina y formas derivadas de aprovechamiento (bebidas, caramelos, barras energéticas, etc...), con amplia acogida en mercados y tiendas naturistas, pese a las dificultades derivadas del D.L. 22095 de 1978, llamado Ley de Drogas, entre las cuales se encuentra el monopolio de la comercialización ejercido por Enaco S.A. en nombre del Estado. National Geographic, en su edición de julio pasado, destacó los nuevos y populares usos del recurso andino.

La revalorización de la hoja de coca -cabe recordar- fue asumida por nuestro Tribunal Constitucional (TC) en su fallo del año 2005 sobre la no competencia regional del Cusco para legalizar los cultivos.

Sin embargo, nada ha hecho nuestro Estado hasta hoy día para recuperar la producción cocalera y darle debido uso industrial. Todo lo contrario. Alarma y cabe denunciar por ello que en el reciente oficio Nº 2300 de Fonafe (14-9-07), dirigido al presidente del Directorio de Enaco S.A. dando cuenta del acuerdo tomado con Devida, Ministerio de Salud y Ministerio de Relaciones Exteriores, se pretende reducir el aprovechamiento de la coca a "fines exclusivamente médicos o científicos o, en su defecto, productos derivados que no contengan ningún tipo de alcaloide, en virtud del artículo 27 de la Convención del año 1961". Presumiblemente, pues Enaco S.A. es el único abastecedor formal en el mercado. Se intenta acabar así con las empresas que vienen haciendo uso integral de la coca, uso tradicional que la misma Convención de Viena de 1988 ha determinado respetar, restricción que pone a salvo al coqueo andino de la erradicación propuesta anteriormente (Nueva York, 1961). 

Si el Ministerio de Relaciones Exteriores atendiera a un tema tan trascendente como es el uso industrial de la hoja de coca, solución definitiva al problema real que para el país representa el llamado "narcotráfico", en lugar de reanimar antiguas y menores disputas fronterizas, otro sería el panorama. Tendría que rectificar entonces, ciertamente, la desafortunada gestión del gobierno de José Luis Bustamante Rivero que, en 1947, solicitó a una comisión de la ONU que viniera a decirnos si la coca era nociva o no. La fraudulenta investigación resultante (Informe, 1950) dio pie a la condena de la coca como "tóxica" por el Comité de Expertos de la Organización Mundial, sustento de la Convención Única de Estupefacientes de Nueva York (1961), cuyas disposiciones se pretenden adoptar ahora como drástica norma interna. Exiliada del comercio legal se confirmaría a la fuerza el repetido dicho según el cual la hoja de coca "solo sirve para el chacchado y el narcotráfico".

Al igual que Psicotropicus, grupo contestatario brasilero, formulo la pregunta que registró en un letrero a la salida del metro Botafogo en Río de Janeiro: "O tráfico de drogas é contra a legalização. E você?".

* Psicólogo social


 

 

 

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