¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
              Cincuenta años de Revolucion Socialista Cubana

                  

               Foto: AFP

Carlos Bernales / Mariátegui
 06/01/09


No deja de ser paradógico que el Quincuagésimo Aniversario de la Revolución Cubana se produzca en medio de una desbordada crisis económica del capitalismo junto a una nueva corriente que reconoce la vigencia de las teorías económicas de Carlos Marx y sobre todo su propuesta alternativa, el socialismo, y todo esto, porqué no advertirlo, en medio de cierta indiferencia de los propios cubanos por la revolución que ha sido uno de los grandes paradigmas del siglo XX.

En realidad, la revolución cubana nunca fue un proceso de fácil interpretación. No como pretendió resolverla Regis Debray cuya simplista versión también fue causa, entre otras, de vanguardismos que presumían que bastaba un "foco" con unos cuantos guerrilleros para desencadenar una revolución social. Tampoco ha sido la interpretación típica de historicismo burgués, de que Castro "engañó" al imperialismo yanqui haciéndole creer que encabezaba una revolución democrática cuando su verdadero "propósito" era socialista. Ni Castro fue un comunista camuflado, ni fue un puñado de hombres armados lo que consiguió la victoria del socialismo en Cuba.

El movimiento 26 de Julio, que encabezó la revolución cubana, no sólo enfrentó la dictadura de Batista, financiada por la mafia de Lucky Luciano y el imperialismo yanqui, sinó también tuvo que bloquear la hostilidad del PC Cubano que bajo la dirección de Blas Roca se empecinaba en apoyar nada menos que a Fulgencio Batista en la presunción de que el dictador representaba a la burguesía nacional que, dentro del esquema stalinista, suponía la inevitabilidad de la primera etapa de la "revolución por etapas". Los stalinistas cubanos, al producirse el ataque al Cuartel Moncada, (1953), que marca el inicio de la revolución y la fundación del M-26 (Movimiento 26 de Julio), se pronunciaron contra esa acción calificándola como "putchista, aventurerista, desesperada, característica de una pequeña burguesía sin principios y comprometida con el gangsterismo" (Carta a los militantes, 30 de agosto de 1953).

Fue sólo al acercarse la victoria, cuando el PC Cubano decide su apoyo al M-26, en febrero de 1958, y para cuando el triunfo se produce, fiel a los conceptos stalinistas de revolución por etapas, Blas Roca advierte contra el ardor "izquierdista" demandando, entre otras cosas, la necesidad vital de mantener relaciones amistosas con Estados Unidos e insiste en que la revolución no debe atacar a la burguesía nacional. En un documento titulado "Trotskystas, agentes del imperialismo" el PSP señala: "Los provocadores trotskystas mienten cuando dicen que el pueblo cubano está expropiando los bienes de los imperialistas y de sus aliados nacionales. Eso es lo mismo que dicen todos los días la AP, la UPI y demás voceros imperialistas. Pero es falso. El gobierno revolucionario no ha expropiado compañías norteamericanas; solamente en los casos en que éstas han violado las leyes cubanas, como ha ocurrido con las compañías petroleras, se ha intervenido para mantener su producción e impedir el sabotaje económico de la revolución, la parálisis de las industrias". Roca insistía en que no se debía avanzar más allá de la "primera etapa de la revolución" cuando todo indicaba que la única solución posible para evitar que la revolución se ahogara en su propia sangre era llevarla hasta las últimas consecuencias aboliendo la propiedad privada de los medios de producción.

Porque el verdadero triunfo de la revolución cubana fue liquidar el capitalismo, el de la "burguesía nacional" y el del imperialismo que al final de cuentas se mostró que eran inseparables. Esto no fue solo obra de "un puñado de valientes". La participación en la resistencia a la dictadura fue masiva, con vanguardias de izquierda no integradas al PC Cubano, que fueron empujando a las organizaciones de masas, como a la Confederación de los trabajadores cubanos, a luchar para alcanzar su reivindicación histórica, el socialismo, en tanto que disolución del estado burgués, la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción y la planificación social de la economía.

Si el triunfo revolucionario no fue fácil, la persistencia de la revolución lo ha sido menos. La revolución que demostró que solo se puede triunfar en los países coloniales y semicoloniales por la alianza obrero-campesina dirigida por los primeros, para implantar el programa democrático en subordinación al programa socialista, esto es, en base a la estrategia de la revolución permanente, ésta, la revolución, no puede permanecer en los límites nacionales para llevar a cabo el "socialismo en un sólo país" como pretendía la reaccionaria tesis stalinista que sirvió para muchas traiciones a la causa mundial del socialismo.

El Che Guevara fue muy explícito en sintetizar la gran lección de la revolución cubana en los términos siguientes: "las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez lo tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución". El llamado a crear "dos o tres Vietnam" no fue una expresión demagógica o simplemente doctrinaria. El Che dio su vida para que la estrategia de los países coloniales, la revolución permanente en su fase de expansión del socialismo, cumpla su designio.

Desafortunadamente, la revolución sola frente al incesante ataque del imperio más abusivo y criminal que ha producido la historia de la humanidad; sin algún consistente apoyo que pueda sostener el socialismo, retrocede en el campo de la eliminación de la propiedad privada, de la planificación económica y la presencia popular con cada vez mas mayores consecuencias. Aunque mantiene con meritoria tenacidad, la soberanía y un persistente avance social traducido en altos índices de educación, salud y distribución de bienes sociales. Cuba ha aprendido a sobrevivir con dignidad, resistiendo no sólo los ataques genocidas del imperio yanqui sinó también la furia de la naturaleza cada vez más devastadora por el calentamiento global cuya responsabilidad también recae en el imperialismo.

Cincuenta años han transcurrido desde aquel Año Nuevo que elevó al mundo una luz que depende de los revolucionarios del mundo entero que no se apague definitivamente, porque lo contrario equivaldría a aceptar como inevitable la depredación del planeta Tierra y la extinción de la vida que existe en él, sería también, aceptar la brutalidad de un imperio que muestra su sanguinaria criminalidad en la franja de Gaza donde en estos momentos se masacra ante la vista y paciencia del mundo entero a seres humanos cuyo único delito es querer seguir habitando la milenaria patria de sus antecesores. 

En los años 60, se elevó por el mundo un grito que partía de Cuba revolucionaria y cuyos ecos tienen que seguir resonando: ¡El deber de todo revolucionario es hacer la revolución… socialista! 

No es, entonces, momento de "celebraciones" sino de mantener el compromiso de lucha por el socialismo que es lo mínimo y máximo por lo que deben luchar hoy los pueblos del mundo entero.Ese tiene que seguir siendo nuestro reto cotidiano para que Cuba Revolucionaria Socialista exista de verdad. 





                         

 

                         

                




                  


 

 

 

 

 

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