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                     Bush en el Mercosur : El doble juego que puede debilitar la integración 


                                                                

                  En brazos del enemigo. El carnicero de Bagdad visitó Sudamérica con la intención de asesinar el Mercosur. Y Lula podría ser su cómplice

Fernando M. López / Agencia Periodística del Mercosur - Revista Mariátegui 
 17/03/07

Tras la visita del norteamericano, Lula Da Silva y Tabaré Vázquez apuestan a profundizar las relaciones con Washington sin resignar su participación en el proceso de integración regional. ¿Hasta dónde es posible la política pendular en el Mercosur? 

La gira de George W. Bush por América del Sur no dejó acuerdos concretos, más allá de la insignificante ayuda económica que permitió la "compasión" del presidente norteamericano: 75 millones de dólares durante tres años para cursos de inglés en Estados Unidos, 385 millones por otros tantos años para asistir a familiar obreras latinoamericanas y la promesa de enviar un buque médico de la Marina estadounidense para atender a unos 85 mil pacientes. 

El presidente bolivariano Hugo Chávez calificó como "limosna" este plan de ayuda de Bush para América Latina en su discurso del viernes en Buenos Aires y lo volvió a repetir en Bolivia, donde continuó su gira antiimperialista (Argentina, Bolivia, Nicaragua, Jamaica y Haití): "No necesitamos de esa falsa caridad del imperio. Nosotros hemos decidido ser libres y seremos cueste los que nos cueste", dijo Chávez. 

Los gobiernos del Mercado Común del Sur (Mercosur) que recibieron a Bush dieron, incluso, muy poca importancia al plan de ayuda de Washington. Prefirieron hacer énfasis en las perspectivas de desarrollo energético en torno del etanol y en las relaciones comerciales que se tejerán a mediano y largo plazo con la potencia del norte. 

El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, dijo este lunes que si se cumple el protocolo que firmó con Bush sobre los biocombustibles "estaremos dando un cambio en la matriz energética mundial en el área de combustible para los próximos 20 ó 30 años".

Lula agregó que Estados Unidos seguirá siendo el "principal socio individual" de Brasil y que buscará mantener y fortalecer esa relación, pero "sin que abdiquemos de nuestro compromiso mayor, que es todo el proceso de fortalecimiento del Mercosur, la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones y el proceso de integración que estamos haciendo".

La prueba más reciente del compromiso regional de Brasil fue la decisión de formar parte del Banco del Sur, proyecto que impulsaron Hugo Chávez y Néstor Kirchner desde Puerto Ordaz (Venezuela) y al que también se sumó Evo Morales. Así lo confirmó la semana pasada el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, durante su paso por Buenos Aires. 

En término similares a los de Lula se expresó el presidente uruguayo Tabaré Vázquez tras la visita de Bush. 

"Uruguay esta donde está y no se puede ir. Además no nos queremos ir de acá (del Mercosur), y por cierto el comercio que mantenemos y las relaciones culturales, históricas, que tenemos con nuestros hermanos países de la región son muy sólidas y son muy fuertes. Pero no queremos un proceso de integración cerrado, sino un proceso de integración abierto, que este Mercosur se pueda integrar con otros bloques, o con otros países del mundo, pero también que cada uno de los integrantes de este proceso, por ejemplo Uruguay, pueda ejercer su derecho soberano de desarrollar relaciones bilaterales con otros procesos de integración u otros países", sostuvo Vázquez. 

El doble juego entre el Mercosur y Estados Unidos que comenzó a desarrollar Uruguay desde que el ministro de Economía, Danilo Astori, lanzó la idea de firmar un Tratado de Libre Comercio con Washington, hace poco más de un año, cobró ahora legitimidad regional gracias a la política pendular de Lula Da Silva, reforzada luego de la alianza estratégica entre Brasil y Estados Unidos por el etanol. Hasta el momento, esa alianza no va más allá de un memorando de entendimiento, pero los lazos se irán haciendo cada vez más fuertes, sobre todo a partir de la visita de Lula a la residencia de Camp David, prevista para el próximo 31 de marzo. Días después, el presidente brasileño llegará a Venezuela para avanzar en acuerdos energéticos regionales, entre ellos el proyecto del Gasoducto del Sur. 

La nueva coyuntura fijada por Brasil es ideal para Astori, quien viajará a Washington el mes que viene para trabajar en la implementación del Acuerdo Marco de Inversiones y Comercio (TIFA), con un anexo inédito que incluye cuestiones de propiedad intelectual, compras del Estado, comunicaciones y comercio de servicios, es decir, puntos similares a los que contemplan los TLC diseñados por Estados Unidos. 

La reunión, delineada durante la cumbre del sábado entre Vázquez y Bush, buscará "un acuerdo global lo más amplio posible a nivel comercial", según destacó la prensa uruguaya. 

¿Hasta dónde será posible, para estos miembros del Mercosur, seguir con una política exterior pendular, o de doble juego? Si duda, hasta que la marcha del proceso de integración regional llegue a un punto crucial en donde se deba elegir entre el cambio o la continuidad. Cambio, en el sentido de crear una integración con nuevas estructuras institucionales, políticas, económicas, sociales y culturales sobre la base de la cooperación y la solidaridad; y continuidad en la medida en que prevalezcan las estructuras neoliberales que dieron origen al bloque en la década de 1990. 

Ese punto crucial no está lejos. El acto antiimperialista de Hugo Chávez en Buenos Aires, que contó con el apoyo de los presidentes Néstor Kirchner y Evo Morales, subrayó la necesidad de apostar por la opción de nuevo tipo, sin dejarse engañar por el dulce norteamericano del libre comercio o el etanol. De ahí que Venezuela arremeta con propuestas concretas como el Banco del Sur, la Organización de Países Exportadores y Productores de Gas de Suramérica (Opegasur), o convenios productivos en el sector de la alimentación. 

El doble juego es posible por el momento. Pero poco a poco se irá haciendo insostenible porque no se puede construir integración regional y negociar, paralelamente, acuerdos estratégicos de largo plazo con una potencia que se propuso desestabilizar el proceso sudamericano mediante la división de sus miembros. 

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.