Análisis de situación

Riqueza nacional, pobreza popular (1998)

Recuperemos la identidad de clase (1999)

Riqueza nacional, pobreza popular

Para los que queremos el cambio social el conocimiento es un arma indispensable en la lucha cotidiana. Un arma importantísima porque nos permite reflexionar en la marcha, conocer sus rumbos, ampliar la perspectiva. Por eso intentaremos dar cuenta del momento histórico en que nos encontramos o, lo que es lo mismo trataremos de saber cómo es esta etapa en que nos encontramos, desde el punto de vista de los trabajadores.

¿La crisis es del país o de ciertas clases sociales?

A menudo se dice que ahora hay más pobres que antes porque el país está en crisis, porque la sociedad entera se empobreció, porque la estamos pasando mal todos (los de arriba y los de abajo) y es cuestión de esperar hasta que amaine la tormenta. Y aunque esto es lo que nos cuentan todos los días, los números que nos muestran dicen otras cosas (cuadro 1). Como se puede ver, en la Argentina el producto creció constantemente en las tres décadas que muestra el cuadro 1, sólo con algún altibajo en la década del '80. Esto quiere decir que en nuestro país se produce cada vez más riqueza. Evidentemente, no hay un empobrecimiento de la sociedad en su conjunto. Lo notable es que, sí miramos la evolución del salario en las mismas tres décadas, vemos que (a diferencia del producto) éste ha caído constantemente (cuadro 2). Claro que para darnos cuenta de esto, no nos hacía falta leer estos números: basta con pensar qué se podía comprar hace veinticinco años con un salario medio y qué se puede comprar ahora. Esto es la caída del salario real: con un salario se pueden comprar menos cosas hoy que antes. Porque «salario-real» es exactamente eso, es lo que vale realmente nuestro salario al momento de comprar las cosas que necesitamos. Pero además tenemos que pensar que si aumentó el producto y disminuyeron los salarios, esa riqueza no puede haberse esfumado, alguien tiene que habérsela apropiado. La desigualdad en la apropiación de la riqueza -quién se la queda- es mucho más patente sí vemos que la riqueza se concentra en unos pocos grupos económicos gigantescos. Entonces, no todas las clases de la sociedad argentina se empobrecieron en los últimos veinticinco años. Hay quienes ganaron. Y ganaron mucho. En relación a lo que ganan estos empresarios, los trabajadores son cada vez más pobres (y lo serían aún cuando su salario se mantuviera), porque comparativamente, su ingreso no hace más que disminuir y disminuir. Al lado del ingreso de algunos empresarios, el salario aparece cada vez más chiquito. Esta comparación del ingreso de los trabajadores respecto del ingreso de los empresarios es lo que vamos a llamar salario relativo. En definitiva, lo que vemos es que se amplía la pobreza al mismo tiempo que se concentra la riqueza. Se amplía la pobreza porque cada vez se puede comprar menos cosas con un salario, porque cada vez hay más trabajadores que ni salario tienen porque se quedaron sin empleo y porque muchos de los que antes eran propietarios de sus medios de vida fueron expropiados por los grandes capitales y pasaron a ser trabajadores ellos mismos. Se concentra la riqueza porque del mismo modo que cada vez son más los expropiados y los empobrecidos, cada vez son menos los que se quedan con la riqueza de aquéllos. Es decir, hay cada vez más trabajadores y cada vez menos grandes empresarios. Pero los trabajadores son cada vez más pobres los empresarios son cada vez más ricos. Cada vez menos gente se va quedando con una porción cada vez más grande de la torta.

¿Qué es eso de la productividad?

Quisiéramos destacar ahora la evolución de la productividad. Desde el año 1991, se asegura que no va a haber aumento de salarios mientras no aumente la productividad. Productividad significa lo que puede producir un obrero en determinado tiempo, por ejemplo, una hora. Si hace diez años un obrero o grupo de obreros pedía terminar una mesa en una hora y ahora puede terminar tres, se dice que aumentó la productividad de estos obreros: en el mismo tiempo producen más cosas o, para producir la misma cosa, tardan menos tiempo. Volviendo a leer el cuadro de arriba, vemos que la productividad aumentó casi un 40% durante la década del '70, un 8% en la década del '80 y un 55% desde el '91 al '96. Es decir que, a pesar de que decreció el ritmo de aumento en la década del '80, la productividad de los obreros nunca dejó de aumentar. ¿A usted le aumentaron el salario? A nosotros tampoco. Muy por el contrario, el salario real y el relativo no hicieron más que bajar. Esto se explica muy fácilmente: en este sistema, sí el trabajo que antes hacían diez obreros hoy lo pueden hacer cinco, los otros cinco irán a parar a la calle, desempleados. Sabemos que la mejor relación de fuerzas para los trabajadores se da cuando la inmensa mayoría tiene trabajo, porque entonces se puede luchar por mejores condiciones para los obreros sin el temor de ser despedidos. En esta sociedad, los aumentos en la productividad no se traducen en beneficios para los trabajadores. Siendo necesario menos tiempo del obrero para producir igual riqueza, podríamos esperar que todos cada vez trabajáramos menos, tuviéramos más tiempo para hacer lo que quisiéremos y ganáramos lo mismo, ya que la cantidad de riqueza que se crea con ese trabajo es la misma. Sin embargo, en la sociedad capitalista las cosas no funcionan así. Los empresarios no tienen (ni pueden tener) un límite para ganar plata. Si pueden tener la misma ganancia en menor tiempo, entonces harán que ,sus obreros trabajen cuanto sea necesario para duplicar o triplicar o cuadruplicar sus beneficios. Esto es muy sencillo de comprobar: si bien la productividad aumentó en todos estos años, también aumentó la jornada de trabajo promedio. En una hora se produce más que antes y, sin embargo, cada trabajador tiene que trabajar más horas hoy que antes.

La desocupación cama arma contra los trabajadores

Esto nos muestra una cosa: aunque haga falta menos tiempo de trabajo para producir todo lo que necesitamos para vivir, eso no quiere decir que no haya trabajo para todos. Si un tercio de los trabajadores están desocupados mientras que otro tercio trabaja demasiado (mucho más de siete u ocho horas por día), esto quiere decir que el trabajo está mal repartido. Contra lo que nos quieren hacer creer, esto no es culpa de los trabajadores, ni de los desocupados, ni de los ocupados. Como vamos a ver enseguida, esta situación le conviene muchísimo a los empresarios y no solamente porque pagan un solo sueldo en vez de dos o más. Cuando la cantidad de trabajadores desocupados es muy alta, la lucha de los trabajadores se hace más difícil, porque lo primero que tiene que vencer es el propio miedo de los compañeros de quedarse sin trabajo Cuando la tasa de desocupación crece, disminuyen los salarios, porque los patrones saben que si un trabajador no acepta trabajar por una paga miserable, detrás de él hay muchos que silo harán con tal de salir de la desesperante situación del desempleo. La alta desocupación hace que bajen los salarios. Lo mismo pasa con las condiciones de trabajo. El fantasma de la desocupación obliga a los trabajadores a resignarse a situaciones que en otros tiempos eran inaceptables.

La lucha entre las clases crea una relación de fuerzas

Por todo lo de más arriba, siempre que se mantengan las relaciones de fuerza actuales, el aumento de la productividad no derivará en aumentos de salarios sino en la caída de los mismos. Decimos "siempre que se mantengan las relaciones de fuerza actuales" porque la relación entre productividad y desocupación depende de la historia. Durante las décadas del '60 y el '70, por ejemplo, la productividad aumentó aceleradamente. Sin embargo, como ésta era una época de luchas y resistencia de la clase obrera la cosa era un tira y afloje permanente y los patrones no podían despedir toda la gente que hubieran querido sin tener que enfrentarse a la protesta y la movilización de los trabajadores. Por esto mismo, durante las décadas anteriores a los enfrentamientos '73-'75 y al genocidio que comenzó en el '76, el salario se iba manteniendo, e incluso subió en algunos momentos. Esos salarios altos son el dato que nos permite medir la fuerza que había alcanzado la clase obrera en ese momento y nos hacen ver con claridad el propósito principal de la dictadura: quebrar esa fortaleza de los trabajadores, desmantelar su poder. Sólo lo logró «desapareciendo» a miles de obreros, militarizando las fábricas y reprimiendo rabiosamente todas las formas de organización y de lucha de los trabajadores. Esta parte de nuestra historia (más otros hechos como los frustrados juicios a las juntas, la hiperinflación, las leyes aprobadas durante el gobierno de Menem) explica la distribución del ingreso entre las clases sociales de la que hablábamos más arriba. Los salarios de los trabajadores bajan pero no es que el resto de la sociedad se ajuste los bolsillos también. De la torta de toda la riqueza que se produce en el país, los trabajadores nos quedamos con una parte cada vez menor y algunos empresarios con una parte cada vez mayor.

La riqueza sale de una clase, pera termina en otra

El problema es: ¿quién produce esta riqueza? ¿de dónde sale? La riqueza la producen los trabajadores. Un patrón puede tener materias primas, puede tener máquinas, clientes y la mar en coche. Pero sin trabajadores que operen esas máquinas y transformen las materias primas en productos nuevos, no tiene nada que vender y no puede enriquecerse. Un empresario no puede hacer plata (a menos que ponga la plata en el banco para que le de intereses) si no tiene trabajadores que hagan que la mercancía que sale para ser vendida valga más que los insumos que había al principio. Además, es cierto que el patrón tiene las máquinas, la fábrica, el local, la mercadería (justamente por eso es el patrón). Pero ¿qué son esas máquinas, esa fábrica, ese local, esa mercadería sino trabajo acumulado, el producto del esfuerzo de otros trabajadores? A menos nos digan que el patrón hizo las máquinas, la fábrica, etc. con sus propias manos y no son el resultado de trabajos anteriores. No creemos haya muchos casos de esos.

Para seguir analizando

Hasta acá tratamos de ver cómo es la posición de cada uno de los grupos fundamentales (trabajadores y empresarios) en la Argentina actual. Todo este panorama nos despierta una pregunta: ¿cómo llegamos a esta situación? ¿fue siempre tan desventajosa la situación de la clase obrera? Si no fue así, ¿cómo se construyó esta nueva relación de fuerzas? Esto es lo que trataremos de entender en esta sección de la revista. Intentaremos también ampliar y analizar la información que nos permita ver cómo es esta etapa en que estamos.

Recuperemos la identidad de clase

Concentración económica y proceso de proletarización

Escuchamos bastante que "la clase obrera no existe mas", y que esto se debe a los cambios que se vienen dando en la economía. Responder esta idea nos exige algunos elementos de análisis sobre el capitalismo en la actualidad.

La sociedad sobre la que estamos parados nunca está quieta. No basta por lo tanto hacerse una idea y quedarse satisfecho para siempre con ella. Los cambios que se suceden deberían constantemente llamarnos la atención. A través del proceso histórico, a medida que pasan los años, la lucha de clases cambia países enteros. Si queremos transformar la sociedad, debemos conocerla. Es por eso que tratamos de hacer estos "análisis de situación". En esta entrega trataremos de continuar lo escrito en el primer artículo de "riqueza nacional, pobreza popular".

¿Un país de cuentapropistas?

Retomemos el artículo anterior. A menudo se dice que ahora hay más pobres que antes porque la sociedad entera se empobreció. La conclusión de esto era que en realidad la estarnos pasando mal todos... y que todos debemos apretar el cinturón. Veíamos y demostramos que esto no era cierto. Más que un empobrecimiento general lo que ocurrió en el país en las últimas décadas fue un aumento impresionante en la explotación en la que un sector de la sociedad se benefició a expensas de otro sector (mayoritario). Decíamos que la economía y la sociedad se encuentran en un movimiento constante y debemos tratar de entender el sentido de esta dinámica. En el debate público (que se hace por ejemplo en los grandes medios de comunicación, pero no sólo allí), se habla mucho de los cambios en la economía. Una de las cuestiones que se dice es que "1a clase obrera ya no existe más... estamos en presencia de una economía de cuentapropistas". Tengamos presente esta última reflexión. Se dice que ya no hay más clase obrera o trabajadora, y que la mayoría de la gente es cuentapropista. En consecuencia, el elemento de identidad que nos uniría no sería el de clase trabajadora.

Haciendo un poco de historia

Hace ya dos siglos que el sistema de relaciones de producción que organiza las relaciones entre los hombres es el capitalismo. Durante todo este tiempo el capitalismo ha ido mejorando e imponiendo formas de explotación nuevas. Pero en este desarrollo ha dependido siempre de que la mayoría trabaje para los capitalistas, aunque cambie la forma en que se realiza este trabajo. Porque, evidentemente, ha cambiado la forma de trabajar a lo largo de la historia. Lo que no ha cambiado ha sido el hecho de que la mayoría de la población ha sido puesta a trabajar para los dueños del capital. ¿cómo? Haciendo que no tenga otra forma de sobrevivir que conseguir un empleo a cambio de un salario. El capitalismo se extiende en la medida en que cada vez más gente no tenga propiedad para trabajar por su cuenta sin tener que vender su fuerza de trabajo a un patrón. En la Argentina, ya desde la década de 1930, la mayoría del pueblo está "proletarizada". En todo este tiempo esta mayoría de pueblo trabajador se ha mantenido teniéndose que vender por un salario. Entre 1970 y 1990 ha habido una tendencia al aumento de los trabajadores cuentapropistas. Esta tendencia ha sido importante. De un 12% que representaban en 1960 han pasado al 19% en 1980 y al 22% en 1991, siempre tomando como base a la población ocupada (tomamos los datos de la investigación de PIMSA, 1997). Este sector de cuentapropistas se compuso de trabajadores despedidos de la industria y de patrones fundidos. Sobre esta tendencia se han basado muchas voces para decir que lo que pasa es que estaría desapareciendo la clase trabajadora. Si bien las estadísticas marcan este crecimiento entre 1960 y 1991 hay que señalar varias cosas. Primero, los problemas que esconden las estadísticas mismas. Muchas veces, éstas registran cómo trabajadores independientes a personas que no pueden sobrevivir por sus propios medios. Todo aquel que no es propietario de sus condiciones de vida, sin embargo, es un proletario. Esto, sin importar si la relación legal en que se encuentra es una relación empleado-patrón o no. Segundo, falta un análisis actualizado para el período 1991-1998, que es un periodo diferente al anterior, que impone una estructura productiva distinta en el país.

La situación de los trabajadores bajo el menemismo

El período actual se abre con las políticas de reestructuración que impuso la burguesía internacional y nacional mediante el gobierno de Ménem. Para ello apelaron a la privatización de las empresas estatales al despido masivo de trabajadores no solo del Estado sino en igual importancia en el sector privado; también se quitaron impuestos al comercio con el exterior y se fomentó la libre importación con lo que hubo un ajuste de la economía nacional a la competencia internacional. Todo esto se hizo con la famosa convertibilidad y la estabilidad. Estos han sido años de fuertes cambios en lo económico y lo social, dirigidos al aumento de la "eficiencia" de las empresas y basados en el estruje a los trabajadores dentro y fuera de ellas. Si vemos la situación ocupacional de la población en este período podemos ver que uno de los cambios más importantes ha sido el hecho de que la burguesía, mediante la política de gobierno y su política en las empresas, ha impuesto una desocupación nunca vista en los últimos tiempos en el país. Para este análisis podemos utilizar los datos disponibles los que brinda el INDEC mediante la EPH (Encuesta Permanente de Hogares)

Los datos disponibles

Allí vemos que en el Gran Bs. As. y Capital Federal, la población ocupada se encuentra en sus tres cuartas partes empleada como asalariados, mientras una quinta parte lo hace como cuentapropista. Una minoría se compone de "patrones". Pero lo que se ve también si nos atenemos a los datos de INDEC es que hubo un aumento relativo v absoluto de trabajadores asalariados y disminución iguales del espacio que ocupan los trabajadores cuentapropia. Los trabajadores asalariados representan cl 69,8% en octubre de 1991,el 70,l% en 1995 y el 72% en la medición de la EPH de octubre de 1997. Con respecto a los cuentapropistas sus porcentajes, para los mismos períodos, son de 23,6%, 22,5% y 20,6%. Los patrones se mantienen siempre alrededor del 4%. Estos datos se pueden observar en cl gráfico. También que la tendencia al aumento del cuentapropismo que veíamos más arriba se ha moderado e incluso detenido en el último período. Podemos pensar que después de una corta vida como propietarios, aquellos desocupados que habían logrado poner un pequeño negocio con lo obtenido del retiro voluntario o alguna indemnización, fueron fagocitados por quienes tienen todas las de ganar en el mercado, las grandes empresas, siendo así arrojados a la masa de los trabajadores de la que provenían. También es importante analizar cl aumento en la importancia del empleo en actividades como cl comercio (grandes supermercados) o los correos, por ejemplo. Justamente ahora se están desarrollando grandes empresas que reemplazan al tradicional pequeño comercio que tomaba una importante cantidad de mano de obra familiar. Según datos de Fedecámaras, en los últimos cuatro años cerraron 156.181 comercios en todo cl país. En los hiper y supermercados se toman trabajadores a sueldos miserables y con las jornadas laborales más extensas, al mismo tiempo que se adoptan formas fabriles de organización del trabajo (por ej. las máquinas de expendio de las cajas les marcan el ritmo a los repositores que deben seguir los tiempos de aquella como en una fábrica). Vemos que la clase obrera se nutre de capas de la sociedad que recientemente fueron arrojadas a engrosar sus filas. Así, su composición se complejiza por un lado, pero también hay una tendencia permanente a la homogeneización de los trabajadores, ya que el régimen fabril avanza sobre territorios que antes le eran ajenos. Estas fracciones constituyen sectores del proletariado en crecimiento en relación al tradicional proletariado fabril que, por lo demás, comprende a una quinta parte de los trabajadores del Gran Buenos Aires y la Capital. La percepción sobre la realidad es otra. La forma en que algunos trabajadores se ven es como "cuentapropias". Muchos sectores de trabajadores (proletarios) no se reconocen como parte de la clase obrera. ¿Por qué? Creemos que esa es la pregunta que tenemos que contestamos los que pensamos que es necesario recuperar la identidad de clase. El problema político del campo obrero y popular es entonces la manera en que las reivindicaciones y problemas concretos de vida cotidiana de todos estos sectores de la clase se unen en contra del enemigo común, la burguesía.

Las clases se conforman históricamente

La clase obrera no aparece como el sol, a una hora precisa, ni tenemos dos clases que "están ahí", preexistiendo sin tocarse hasta que un día se encuentran y se agarran. Las clases sociales no son cosas, son relaciones en las que nos identificamos con otros que viven y sienten lo mismo que nosotros frente a otros que tienen intereses contrapuestos a los nuestros. Desde que existe cl capitalismo hay clase obrera, pero se da en distintos tiempos y lugares. Las personas se mueren, nacen otras, tienen distintas experiencias. Los procesos productivos se transforman constantemente. La clase en sí está presente en su nacimiento, y se va constituyendo como fuerza social a partir de la experiencia.

La experiencia no es un peine que te regalan cuando te quedaste pelado

A partir de ciertas experiencias comunes (explotación, miseria, opresión) los hombres sienten y articulan la identidad de sus intereses comunes frente a los intereses de otros hombres. Para esta comunidad de intereses se privilegian determinadas experiencias sobre otras y las relaciones que se establecen. Esta experiencia está determinada por la forma en que estos hombres reproducen su vida La conciencia de clase es la forma en que se procesa esta experiencia. La conciencia se adquiere en la acción, en el enfrentamiento de una dase contra otra.

La reconstrucción de la identidad de clase

Pensamos que hoy nos falta esa identidad común. La fragmentación que nos imponen para dominarnos (cuello blanco y cuello azul, ocupados y desocupados, trabajadores de empresas de "punta" y tradicionales, industriales y de servicios, "cuentapropias" y bajo relación, etc.) nos impide, por ahora, esa conciencia. Pero también pensamos que se están dando cambios, estamos aprendiendo nuevas cosas y viendo cómo funciona el capitalismo todos los días: accidentes de la construcción, celeridad para votar las leyes que quieren ellos y tardanza para tratar otros problemas y el fracaso de todo lo que prometieron que iba a funcionar: las privatizaciones, las ART, los contratos basura y tantas cosas más. De resultas de todas estas experiencias vamos tomando nuevo impulso, pero debemos ayudarnos y contribuir a la reconstrucción de esta identidad. Es necesario recuperar la fe en nuestras propias fuerzas, en nuestra capacidad como sujeto histórico transformador de estas relaciones de injusticia. Para terminar de una vez por todas con la explotación del hombre por el hombre.