Movimiento Estudiantil

El conocimiento será crítico o cómplice

El conocimiento será crítico o cómplice (1998)

Reconversión capitalista y rearme del movimiento estudiantil (1999)

 

El conocimiento será crítico o cómplice

Muchas veces se habrá preguntado qué hacen los estudiantes en la Universidad, esos jóvenes privilegiados que encima piden que defienda la educación pública. En realidad, hoy por hoy, no sabríamos qué contestarle. Pero si podríamos decirle qué es lo que tratamos de hacer algunos de nosotros.

La nueva ley profundiza lo peor de la vieja universidad

Reforzar el poder del dinero por sobre el hombre, y junto a esto, coartar las posibles fuerzas estudiantiles para cualquier cambio social, es la lógica que fundamenta las nuevas reformas universitarias. Pero la universidad anterior no era mejor que la que nos quieren imponer ahora y, por lo tanto, no nos vamos a embarrar defendiendo algo que no sirve ni al pueblo ni a los estudiantes. No debemos creer que la Ley de Educación Superior es él único demonio, porque los cambios en esta dirección se vienen operando desde hace años en todas las universidades, en distintos tiempos para cada una, pero con un mismo objetivo. A lo largo de la historia, las universidades fueron transformadas por los distintos gobiernos, de acuerdo con las necesidades del momento. Pero, ¿las necesidades de quién?. Desde siempre, las universidades respondieron a las necesidades económicas de los sectores mas altos, antes mediadas por el Estado, ahora direccionadas por el Mercado. La nueva reforma, nos confirma que la universidad no sirve a quienes debería servir: la gran mayoría, los explotados - humillados - oprimidos (sujetos estudiados como ratas de laboratorio). Además nos confirma qué perfil de estudiante pretende de nosotros: estudiantes autómatas que fotocopiamos el saber en lugar de producirlo, para luego volver a casa con nuestras anteojeras, sin ser capaces de ver cuánta miseria, cuánta pobreza y muerte nos rodea y sobre todo sin ser capaces de ver qué podríamos hacer como estudiantes, como profesionales, como intelectuales para revertir la situación. Con los cambios en las estructuras universitarias, los Amos del Universo refuerzan el autoritarismo, el mercantilismo y el aislamiento. Es por este motivo que defendemos la autonomía universitaria y creemos necesaria la participación activa del sector estudiantil y su interacción con los sectores populares, porque sólo así se puede garantizar la producción de conocimientos críticos, desligada de las necesidades mercantilistas. En este sentido, uno de los viejos problemas que profundiza la Ley, es la pseudodemocracia en el co-gobierno. Por un lado porque incrementa las diferencias en la representatividad de los claustros, y por otro porque propicia lo que se denomina "voto calificado": quien tiene el saber tiene más poder. Como consecuencia tenemos que el claustro docente, con menor cantidad de matriculados, obtiene mayor peso político que el resto de los claustros (estudiantil, graduados y no docentes). Lo que provoca que la autonomía se pierda, ya que los principales dominados por la Ley de Educación Superior, por su condición de asalariados y su estructura piramidal de prestigio y rentabilidad, son justamente los docentes. Y entre ellos se encuentran quienes permanentemente corren el riesgo de perder el trabajo y quienes, a partir de esto, no dudan en aprovechar las propuestas ministeriales, asegurarse un puesto en las cátedras (bajo el viejo sistema del "amiguismo") y escalar políticamente en las universidades. Así es como se forman las "castas" docentes que instalan sus "feudos" en las universidades, a cambio de subordinarse a la política del gobierno de turno y al poder mundial.

El fracaso de la política delegativa y consignista

Durante el tiempo en que la Ley de Educación Superior fue sancionada por el Congreso de la Nación, nuestros líderes políticos (de izquierda y derecha) encauzaron la bronca estudiantil mediante una consigna sin contenido, que más que servir de disparador hacia una lectura profunda y crítica de la educación, sirvió de bandera y fin de lucha: la meta era "No al Arancel". Hoy el arancel no está, pero la reforma se logró y se está metiendo más que nunca, ayudada además por la frustración política de los estudiantes movilizados desde 1995, sin estrategia, sin visión de cambio, sin propuestas. En esta maratón hacia un callejón sin salida participamos todos y solo algunos pocos se vieron beneficiados. Quienes apostaron a un cambio real en las universidades más allá del arancel, se disolvieron en el espontaneísmo, viéndose envueltos en una encrucijada por falta de organización y estrategia, por entramparse en la coyuntura y no poder proyectar mas allá. Peleaban por lo inmediato, con el voluntarismo como única arma de lucha. Por otro lado, estaban los partidos de la izquierda consignista que carecían de fuerza para organizar el movimiento estudiantil por no darle importancia a los problemas concretos que se presentaban. Y por agregar a la consigna Madre nuevas consignas elaboradas más allá de los estudiantes (quizás "bajadas" por sus dirigentes), y por lo tanto, también vacías de contenido. Junto a ellos se caminaba inevitablemente hacia la derrota, porque su plan de lucha se centraba en la victoria inmediata utilizando lo puramente emotivo como soporte. Fue así como llevaron a muchos de sus militantes a la quiebra. Y por último, estaban aquellos grupos que sí tenían su estrategia y a los cuales les venía como anillo al dedo la consigna "No al Arancel". Porque en su estrategia no estaba contenida una crítica real hacia el sistema educativo ni hacia las formas de representación en el co-gobierno, y porque su posición política delegativa les garantizaba escalar en sus carreras políticas" dentro de las facultades. Por este motivo, tampoco trabajaban para incrementar la participación y construir movimiento. Ellos fueron los únicos beneficiados en los sucesos de los últimos años, y son los mismos que hoy viven del clientelismo político, utilizando múltiples formas para encarnarse en los distintos espacios institucionales. Son los que, desde hace años, utilizan las universidades para profesionalizar, bajo sueldo, una política "gatopardista". Sin embargo, decir que estamos en contra de que haya que pagar para estudiar, es correcto, porque no aceptamos que sólo aquellos que tienen dinero puedan estudiar. Pero si decimos sólo eso le hacemos el juego a esta universidad elitista, porque escapamos al verdadero problema: cómo, para quién y sobre qué producimos conocimientos. Descuidamos el tema de cómo estimular la participación en la sociedad y en la universidad. Este "descuido" fue el principal error que cometimos en los últimos años.

Tomar partido en la producción y circulación de saber

Cualquier universitario con ansias de nuevos mundos y nuevos hombres, se siente hoy rodeado de un gran vacío político, porque no encuentra la forma de organizarse ni la crítica que lo lleve a necesitar cambiar las estructuras educativas y sociales. Esto se ve agudizado gracias a un proceso confuso que lleva los destinos de la universidad a una especie de empresa al estilo Mc Donnalds, en donde todos sus componentes humanos participan de una competencia y subordinación absolutas. Pero la universidad es un lugar en donde se produce conocimiento, y debería estar ligada a la sociedad para que lo que allí se produce le sirva, en principio, a alguien. En esto que decimos, hay varios problemas: cuando decimos ''sociedad'', no decimos empresas, ni burócratas, ni politiqueros demagogos. Los estudiantes debemos tomar partido, elegir a qué sector vamos a orientar nuestros esfuerzos, en dónde nos vamos a parar. Porque, además, el conocimiento es útil socialmente si se distribuye y se produce de manera democrática. Si el conocimiento lo monopolizan los desagradables personajes que nombramos más arriba, el pueblo tendrá que peleárselo, porque lo usan en función de sus propios intereses que, para qué aclararlo, no son los del todo el mundo. Entonces, creemos que hay dos opciones, y no hay posiciones neutrales: se está con los trabajadores, con los oprimidos, con los explotados, o no se está con ellos (para no decir que se está contra ellos) En este sentido, si queremos aportar realmente a la sociedad, debemos conocer la realidad cotidiana del pueblo y sus necesidades, conectarnos con sus organizaciones (sindicatos clubes, sociedades de fomento, organizaciones barriales) y con sus lugares (barrios, fábricas, asentamientos y escuelas): con su gente organizada que es la que puede hacer algo para cambiar las cosas y aprovechar este instrumento que es el saber. Así, construir conocimiento, debe ser una tarea conjunta, un ida y vuelta, aportando y luchando desde nuestro lugar, aprendiendo y comprometiéndonos en donde nuestra gente lo crea necesario. Por eso es importante democratizar la producción y circulación de conocimientos, para que todos puedan aprender de las experiencias de otros, para que todos tengan con qué defenderse del autoritarismo de los números del Estado y del engaño de funcionarios y patrones. Pero, con todo esto, es necesario aclarar que los estudiantes no tenemos una vacuna contra la desgracia: juntos, con nuestras herramientas y la historia y experiencia popular, no nos chamuyará, ni nos extorsionará, ningún policía, ningún patrón ni ningún político profesional... De este modo, comprometidos con el campo popular, tendremos la posibilidad de aprender lo que no se aprende en las aulas, de reconocernos como parte de la clase oprimida, construyendo un conocimiento real, un nuevo saber que, más que herramientas, lleva armas, las que se comparten con los que se organizan por un mundo nuevo. Si no queremos convertirnos en cómplices, ni cerrar los ojos frente a la injusticia y explotación de los pueblos, es necesario, para que nuestro aporte sea real, el compromiso del conjunto de los estudiantes: reconstruir el movimiento estudiantil para caminar junto a los otros movimientos (trabajadores, campesinos, pobladores, etc.)

Un movimiento estudiantil que construya su alternativa

Ahora vemos que un conocimiento socialmente útil y democrático sólo se pude lograr criticando esta universidad y proponiendo un proyecto alternativo, elaborado y sostenido en conjunto con el campo popular. Y aunque el tiempo que nos toca vivir como estudiantes no sea demasiado alentador, creemos que es el momento de encausar formas de organización con visiones de movimiento político horizontal y anti burocrático, para dejar atrás los viejos esquemas verticalistas y delinear en conjunto distintas experiencias que estimulen la participación. Vemos necesario fomantar todo tipo de combinaciones grupales con esas características, desde comisiones de investigación y grupos de estudio, hasta grupos con características de asamblea permanente, para bosquejar una esperanza en la construcción del salto del alumno pasivo, al estudiante comprometido con un cambio radical de esta sociedad. La Universidad es un ámbito de lucha que refleja la situación social en donde cada espacio de organización plantea un posicionamiento no neutral con respecto al enfrentamiento de clases. Debemos tomar conciencia de ese enfrentamiento en cada Expresión embrionaria del movimiento a construir, y estar atentos al momento en que surgen los primeros síntomas de organización junto a los sectores oprimidos. En ese sentido, son importantes las experiencias que se vienen dando en distintas universidades del país, en las áreas de Trabajo Social, Sociología, Comunicación y Agronomía. El grupo REDES, de Ciencias Sociales de la UBA, obtuvo resultados muy positivos junto al Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza y al Asentamiento Agustín Ramirez. La red comunitaria de noticias RED Acción, que comenzó en la Universidad de Lomas de Zamora, ya tiene experiencias productivas en la UBA se extiende hacia la Universidad de La Plata. Y un ejemplo notable es la Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía (FAEA), que coordina pasantías entre estudiantes de distintas carreras de todo el país y movimientos campesinos latinoamericanos. (Estas experiencias serán ampliadas y profundizadas en siguientes números de nuestra revista) En definitiva, nuestra tarea es reconstruir el movimiento estudiantil para aportar a la construcción del campo popular, volver a ser protagonistas de nuestra propia historia, rescatar nuestro pasado, construir nuestro propio futuro mediante la acción y la organización, cada uno desde su lugar, pero teniendo en cuenta que dependemos los unos de los otros. Construir, en fin, un movimiento estudiantil autónomo, crítico y activador de crítica... Un fantasma que recorre los pasillos de las facultades, a la espera del golpe de puño sobre la mesa.

 

Reconversión capitalista y rearme del Movimiento Estudiantil

Los nuevos vientos que recorren la universidad no son precisamente favorables para la producción de conocimiento crítico, y por supuesto, sujetos críticos. Es decir, estudiantes que se piensen cumpliendo una función -desde lo que les ha costado esfuerzo aprender; su disciplina- para luchar contra las injusticias sociales que emergen de las contradicciones existentes en una sociedad divida en clases antagónicas. Un médico pensando en una medicina social, ya que las enfermedades son sociales. Un abogado combatiendo desde los vericuetos de la legislación junto con los obreros, organizando un sindicato independiente de la burocracia y contra los tratos inhumanos. Un agrónomo pensando en las técnicas de cultivo junto con los productores cooperativos o los obreros agrícolas. Sociólogos y economistas recuperando el saber que los patrones le sacan al obrero en el control del proceso de trabajo, o pensando como es "eso" de la plusvalía.

Todos estos ejemplos apuntan a una función social, pero no la que hablan los políticos de la burguesía. Unos y otros pensamos en "funciones sociales", pero contrarias, o más bien antagónicas. La universidad es lugar de la lucha entre estas dos perspectivas, una lucha donde desde el inicio llevamos las de perder, pero que se opone como estrategia de resistencia y generadora de militantes que luchen contra la explotación de una clase por otra.

Perspectiva que sirve, y bastante, cuando se puede consolidar en organizaciones obreras y populares, organizaciones estudiantiles que constituyan un bloque social y político de resistencia anticapitalista (como la "unidad obrero-estudiantil" que se logró formar en los 60' y 70').

Si bien es cierto que la universidad como tal es una institución capitalista que cumple determinadas funciones, estamos en presencia de un proceso que profundiza esta situación, con viejas y nuevas formas de subordinación de la vida universitaria al interés de la clase dominante.

Distintas realidades, mismos fines

Si queremos tener una descripción de lo que sucede en la universidad, tenemos que partir de algo obvio; cada universidad es un mundo distinto e incluso cada facultad lo es. Pero esto sucede en todos lados: cada escuela es un mundo, cada empresa también. Así, visto más de lejos, hay cosas que distinguen lo que ocurre en las facultades de otros espacios de la sociedad.

El panorama de los 90' es más complicado, ya que una tendencia importante ha sido la fundación de nuevas universidades, tanto nacionales como privadas. Todas ellas fueron promovidas por la política menemista. En el caso de las privadas, realizando una campaña constante de desprestigio contra las públicas, continuando la política de privatizaciones. Pero como la universidad privada sigue siendo, en última instancia limitada a un sector social que puede pagar sus estudios, el peronismo ha tenido una política de creación de universidades en todo el Gran Buenos Aires. Estas son terreno del duhaldismo (La Matanza, Quilmes, Gral. Sarmiento, Lanús). Ejemplo de que el gobierno privilegia determinadas universidades afines políticamente es el manejo de la distribución del presupuesto destinado a Educación Superior. A las tradicionales (Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Tecnológica) se suman las nuevas y las intermedias (Lomas de Zamora).

El movimiento estudiantil enfrenta realidades muy distintas. Buenos Aires y La Plata son universidades tradicionales (donde todavía se encuentra la gran mayoría del estudiantado) gobernadas por el radicalismo y la Franja Morada, mientras que en Lomas de Zamora y La Matanza, menemismo y duhaldismo se encuentran manejando directamente sus asuntos. En Matanza hay una represión asfixiante a los estudiantes que realizan actividades opositoras. Es el caso dc tres compañeros de Trabajo Social que siendo golpeados por patotas de Pierri fueron acusados de disturbio en juicio administrativo y sancionados legalmente, amparadas las "autoridades académicas" en una legislación hecha por la última dictadura militar.

La lucha contra la Ley como punto de unificación

En los años 94´ y 95´ los estudiantes se fueron unificando contra un enemigo común, el proyecto de Ley para la Educación Superior. Se vivieron años de movilizaciones y luchas. Este proceso tuvo su derrota en la aprobación del proyecto el 20 de Julio de 1995, cuando unos 10 mil estudiantes nos movilizamos frente al congreso nacional (y la dirección fubista, dicho sea de paso, sacó a la masa de estudiantes en el momento de la votación, desplazándola al ministerio por miedo a que desatase su bronca, cosa que luego ocurrió, aunque parcial y divididamente. El resultado final fue el desalojo violento por parte de la Gendarmería).

La lucha continuó pero con menos gente. Se resistió la adecuación de los Estatutos Universitarios a los mandatos de la ley en cada universidad. En La Plata la resistencia fue violentamente reprimida el 20 de Febrero del 96.

Las confrontaciones se concentraron luego en problemas de cada facultad o universidad. En la de Bs. As., la lucha continuó contra el proyecto de Reforma impulsado por el Rectorado y su brazo estudiantil, la Franja Morada. Hubo movilizaciones masivas pero, en términos generales, de menor fuerza que cuando se resistía a la Ley. Es que ahora se peleaba directamente contra franja morada, quien antes "se oponía" a la ley.

La resistencia ala reforma sigue, y con relativos éxitos. La estrategia del rectorado es (como ha hecho cl gobierno) de dividir según cada facultad. En económicas a ha sido implementada, pero fuertemente rechazada en Exactas, Sociales y Filosofía y Letras.

Esta lucha es dura porque se acompaña y articula con políticas de financiamiento internacional que realiza el Banco Mundial a través del Ministerio de Educación de la Nación, llamado FOMEC (Fondo de Mejoramiento de la Calidad universitaria). Esta es plata que, obviamente, viene a cambio de modificaciones en la estructura universitaria que profundizan y crean nuevas formas de dependencia académica en cuanto a contenidos. Como decíamos al principio, otro elemento en contra de un conocimiento crítico.

Nuevos caminos: Espacio de agrupaciones independientes

Lentamente aquí y allá se forman grupos, colectivos y agrupaciones que tratan de llevar adelante esta lucha tanto por una universidad gratuita y de masas como también por contenidos y saberes que tengan una función de lucha social. Estas son agrupaciones que tratan de dar un enfrentamiento en el mismo terreno académico intentando dar la lucha teórica indispensable para organizarse desde una crítica a las bases injustas de esta sociedad, desde una perspectiva revolucionaria.

También hay logros como la continuidad del Espacio de Agrupaciones Independientes que congrega a estudiantes de distintos puntos del país. Luego de que el Congreso sancionó la nueva Ley; el conflicto por la reforma se trasladó al interior de cada universidad, fragmentando la lucha estudiantil y obligando a los estudiantes a enfrentarse a la reforma con las fuerzas propias de cada regional. Al año siguiente, mientras los estudiantes intentaban aisladamente frenarla implementación le la ley en cada universidad, se realizó el XIX Congreso de la FUA, en el que se juntaron diferentes agrupaciones independientes con variadas propuestas. Pero la preocupación inicial de todas ellas era crear un espacio donde discutir y trabajar por la reconstrucción del movimiento y la construcción de una nueva política estudiantil.

Actualmente este espacio se sigue reuniendo con encuentros interprovinciales. El último se realizó en Mendoza, y en él se plantearon tres ejes de discusión para definir los objetivos del espacio y para comenzar a delinear un proyecto en común. Los ejes fueron: Injusticia social; exclusión social; y la universidad como productora de conocimientos para una sociedad más justa. Estos ejes fueron pensados con el criterio más amplio, dadas las características heterogéneas de cada uno de los grupos integrantes del espacio. Esta actividad continúa en el plano de la formación de una tendencia estudiantil independiente que articule las luchas presentes con la estrategia anticapitalista.