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La historia continúa y la hacemos los hombres

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Corren tiempos salvajes, tiempos en que el hombre es lo que tiene, en que el dinero domina al hombre. La injusticia de que quien trabaja no es dueño del fruto de ese trabajo es más cruda y más descarnada que nunca. Unos pocos se quedan con todo, unos muchos con nada.

Frente al terror del hambre, de la desocupación, de la explotación, queremos plantar nuestro grito. Un grito que venga desde cada lugar en el que cotidianamente se pelea contra la injusticia. Un grito que otros gritaron, que atraviesa la historia, que se vuelve a escuchar.

Nuestras voces hablan de sueños, de utopías, de hacer posible lo que nos muestran imposible. Cualquier persona, desde cualquier lugar, puede cambiar la realidad. Para hacerlo, primero debemos reconocernos en el mundo y tomar conciencia de que nuestra fuerza, nuestro poder, sólo existe cuando nuestra práctica es social, cuando se convierte en organización.

Esta revista busca sumar las voces de quienes desde distintos rincones se plantean cambiar el mundo: "el absurdo más hermoso, el delirio más irreverente, la locura más humana". Buscamos llegar a un lector activo para emprender una labor común en la construcción de una propuesta de sociedad sin explotados. Encontrarnos en esta tarea es lo que venimos haciendo. Los que hacemos esta revista venimos trabajando en espacios comunes, juntándonos en la acción aunque provengamos de territorios diferentes y distantes. Las cosas que decimos resuenan, entonces, desde esos lugares concretos en los que trabajamos. La revista se propone hablar de lo que venimos haciendo, ser herramienta de reflexión colectiva, pensar cómo dar peleas en mejores condiciones, en definitiva, cómo llevar adelante la tarea de organizarnos.

Esta tarea es lenta, un trabajo de hormigas. Requiere reconocer el momento en el que estamos, tiempos difíciles, tiempos de reconstrucción, tiempos de volver a confiar en las propias fuerzas. La fuerza que da la unidad de la clase, de los explotados... de la marabunta... En eso estamos, en superar la fragmentación, el individualismo que tratan de imponernos para seguir dominando. Aprendemos caminando, de los errores, de los aciertos; pero en algo somos irreductibles: la tarea del aprendizaje se hace entre todos, es colectiva, social, se va forjando al calor de la lucha, la organización y la reflexión.

Esta es la propuesta, la invitación. Apropiarnos de este presente de fragmentación, de pequeñas resistencias dispersas para construir nuestra propia historia. Ir creando las condiciones de lucha, pensando en unir las experiencias de las bases, unidad en la acción, unidad de clase.

Ahí va la Marabunta, que circule, que se discuta, que abra caminos, que siga avanzando... que haga oir su voz, su grito.

 

La historia continúa y la hacemos los hombres

Hemos vivido 15 años de "democracia", según la entienden los políticos profesionales. Hemos sufrido 5 años de radicalismo y 10 de menemismo. ¡Ha caldo el muro de Berlín!... ¿Ha terminado el mundo de las ideologías?

Pero, mientras vivimos en "democracia", se libera a los asesinos genocidas de este país, se aprueban leyes en "nuestro" parlamento que legalizan una correlación de fuerzas donde el campo popular pierde cada vez más posiciones.

Comenzaron con las privatizaciones de los servicios públicos expulsando a miles de trabajadores fuera del mercado laboral y demostrando que, lejos de "mejorar el servicio", tal como decían sus defensores se elevan los costos de los servicios para los trabajadores (tarifazos telefónicos y transportes como ejemplos).

Las aseguradoras de riesgos de trabajo vienen a legalizar la inseguridad y muerte de miles de obreros que trabajan en condiciones inhumanas. Se legitima que la variable de ajuste de los empresarios sea la vida de la mano de obra. Sus libros de contabilidad ven mejorar sus ganancias aunque los números se borroneen con sangre. Las viudas de los trabajadores hacen malabarismos para mantener a sus familias con 150 pesos al mes de indemnización.

El broche de oro reciente es la ley de flexibilización laboral, que avala las deplorables condiciones de trabajo, los contratos basura, la desprotección absoluta del trabajador frente al patrón en su versión actual descentralizada de oficina de recursos humanos. La desocupación actual presiona para aceptar las peores condiciones que nos imponen.

Una imagen paradigmática fue el apoyo de Bussi a este proyecto, uno de los responsables de la derrota del movimiento popular en los 70. General genocida en tiempos de la dictadura, ahora reconvertido en "demócrata". El proyecto de la dictadura encuentra así continuidad en los juegos parlamentarios de la democracia. La conclusión no es que da lo mismo dictadura y democracia, sino que son dos caras de la misma moneda.

La ilegitimidad del sistema brota por todas partes. La justicia es la afirmación de la injusticia. A los ladrones de gallinas los encierran durante cinco años por robar un peso, y a los genocidas, coimeros y ladrones de guante blanco los dejan sueltos. Los escraches se convierten en una forma de acción directa creciente contra la impunidad y los antiguos verdugos y torturadores piden ayuda a sus socios actuales para frenarlos. Los reprimen porque sino mañana serán diez mil y pasado veinte mil los que reclamen.

A todo esto nos explican que la historia llega a su fin, que no hay nada que hacer, algo que resuena en forma repetida. Ya en otros momentos de la historia la clase dominante dispuso el final queriendo decretar de ahí en más su dominio. Pero para eso no le sirve su legalidad y sus decretos, no pueden frenar que siga renaciendo la necesidad de la lucha, la dignidad de pelear por otro sistema.

Desde cada lugar de trabajo, de cada barrio, de cada movimiento de desocupados, de cada colegio, se grita que la historia sigue y la hacemos los hombres. Los secundarios se toman cl derecho a la educación y a darse su propia organización, los trabajadores reclaman por su fuente de trabajo frente al brutal proceso de concentración del Capital financiero, los hijos traen permanentemente ah memoria a los escrachados enemigos. En otras panes del mundo también se escuchan las voces de abajo. "Son las armas de los pobres, son los gritos del latino" como reza una canción censurada.

Desde Marabunta vamos haciendo nuestros primeros pasos en esto de Comenzar a articularnos, pensar y direccionar nuestras luchas. La discusión de las notas en plenario, con todos los compañeros, nos sirve para ir conformando un mapa de lo que pasa en los distintos espacios en que estamos insertos. A pesar de las dificultades que nos impone la realidad, creemos que es necesario para fortalecernos y crecer en la construcción, pensar nuestra práctica cotidiana.

Desde todos los espacios de lucha buscarnos entonces superar la fragmentación, recomponernos, hacer ese trabajo de hormiga casi imperceptible. Aportar a la recomposición de la clase asumiendo al enemigo y luchando por un proyecto propio de transformación revolucionaria.