LAS TAREAS HISTÓRICAS DE LOS COMUNISTAS


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Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”

V.I. Lenin       

 

            Uno de los axiomas compartidos por el conjunto de las diversas corrientes que se reclaman de la tradición revolucionaria de la clase obrera es la creencia de que el movimiento espontáneo de ésta es siempre e invariablemente la génesis y el punto de partida de la revolución. Así, no es extraño encontrar similares argumentos y proyectos entre los más iracundos adversarios, desde el anarcosindicalismo a la ortodoxia revisionista del comunismo, pasando por toda suerte de nuevas izquierdas democráticas y posmodernas. En esencia, comparten que la respuesta de las masas a las consecuencias del sistema abre un caudal de energía espontánea que a ellos les toca, en el imaginario de las diversas tradiciones, canalizar, preservar, organizar o dirigir, pero que ya es virtualmente revolucionario. De este modo, la política sindicalista se convierte en la premisa de la organización revolucionaria, siendo el terreno común donde podemos encontrar tan insospechados compañeros de cama.

            Sin embargo, acercándonos al quinto año de crisis económica, estas creencias, como el marxismo siempre ha evidenciado, han vuelto a demostrar su quiebra práctica por enésima vez. La crisis económica ha dado paso y agudizado las crisis política y social. No obstante, la posibilidad real de la revolución continúa mostrándose como una quimera, como el anhelo lejano de unas sufridas militancias con los pies en el suelo. Que la crisis económica pone en marcha los mecanismos de la crisis social revolucionaria ha demostrado ser meramente eso: un anhelo místico, una superstición. Resulta incluso más razonable, atendiendo a la correlación de fuerzas de clase, concebir una suerte de movimiento populista de derechas que anuncie un nuevo fascismo, como ya sucediera a partir de 1929.

            Si algo han demostrado los últimos años es que en las crisis económicas no está inscrito el derrumbe del capitalismo, que, de igual modo que abren el terreno a la conflictividad social, lo abren a la reestructuración del sistema, siendo la lucha de clases lo fundamental para decidir el resultado. Para ello es clave el estado con el que cada una de las clases llega a la pugna. Y aquí la hegemonía del capital es apabullante, aunque ello es más demérito de una vanguardia proletaria que aún no ha sido capaz de superar las consecuencias del fin del Ciclo revolucionario de Octubre.

            Efectivamente, esta crisis ha puesto de relieve que los mecanismos ideológicos y políticos, los que realmente constituyen un sujeto de clase, son los elementos clave, y que sin ellos, como actualmente ocurre, la clase obrera está condenada a ser comparsa del capital. Y de ello fue de lo que nos privó precisamente el fin del pasado Ciclo revolucionario: de la certidumbre social de que la revolución era una posibilidad cierta. La pérdida del horizonte político de la revolución, algo que se ha traducido, en el seno del proletariado, en la pérdida de hegemonía del marxismo entre la vanguardia. He ahí el pilar que ha quebrado y por el que necesariamente ha de comenzar la reconstitución del movimiento revolucionario del proletariado.

            Para ello es fundamental que la vanguardia acometa el Balance del Ciclo de Octubre finalizado, despejando los interrogantes que ese amargo final ha abierto entre el proletariado respecto a las perspectivas de la revolución. Será en torno a las respuestas de nuevo tipo que dé que se podrá articular un nuevo discurso revolucionario, que, a su vez, se convertirá en el pilar sobre el que levantar un nuevo movimiento revolucionario del proletariado. Para ello, para construir este movimiento social, es crucial que este Balance se realice en medio de la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia, manifestación de la lucha de clases en el plano ideológico, asegurándonos, a través de la progresiva hegemonización de la vanguardia por el marxismo, que este Balance responda al verdadero estadio de desarrollo social y no sea una mera elucubración libresca. Ésas son las tareas, reconstitución ideológica del comunismo (que el marxismo recupere su posición hegemónica entre la vanguardia) como paso previo de su reconstitución política (que ese marxismo se funda con el movimiento obrero, cristalizando como Partido Comunista), que debe acometer necesariamente la vanguardia. Se trata de tareas históricas cuya resolución los comunistas no pueden delegar en las masas, que ninguna huelga ni ningún piquete van a solventar, y sin las cuales nuestra clase seguirá, como ahora, desarmada y volviendo, con todo el realismo y la práctica de sindicalistas y revisionistas, a las condiciones de vida del siglo XIX.

            Por supuesto, ya que el movimiento sin el objetivo no es nada, el Partido Comunista, una vez que sea tal, deberá orientarse inmediatamente, mediante la Guerra Popular, a la creación de espacios de Nuevo Poder, en los cuales la dictadura del proletariado pueda ser confrontada como totalidad frente a la dictadura de la burguesía. Será entonces cuando se demostrará la esterilidad de todos los debates neoizquierdistas sobre la irrepresentabilidad de la clase obrera posfordista, poniendo de relieve la verdad de que en la era moderna del imperialismo maduro, en la época de crisis histórica del capitalismo, el proletariado sólo puede representarse a través de su revolución social.

            Sin embargo, para dar certidumbre a este dorado horizonte social es vital atender a las tareas históricas de preparación de la revolución que son, en primera instancia, de naturaleza ideológica y política. Si la vanguardia proletaria continúa ignorando, como lleva décadas haciendo, los deberes que la necesidad histórica ha puesto frente a ella, al único porvenir al que podrá aspirar nuestra clase será volver a morar un oscuro cuento de Charles Dickens.

 

 

 

¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!

¡Contra el capital y sus crisis, por la Revolución Socialista!

 

 

Movimiento Anti-Imperialista
Abril-Mayo de 2012