El Martinete - Número 20

Septiembre de 2007

 
China, 1927. De la insurrección a la guerra popular
 

 

En agosto, se han cumplido los ochenta años del final de la primera guerra civil revolucionaria en la historia de la larga revolución china. Este aniversario es importante no sólo por los mismos motivos por los que son importantes las conmemoraciones y recuerdos de las gestas del movimiento comunista y revolucionario, sino porque es el momento en que el Partido Comunista de China (PCC) queda constituido en sus lineamientos fundamentales, dando así inicio a la Guerra Popular y a la segunda guerra civil revolucionaria y, lo que es más importante, es el principio de la definición de la línea estratégica de la revolución proletaria. La perspectiva general que nos presta el primer ciclo revolucionario concluido, nos otorga una visión temporal de conjunto sobre toda la experiencia revolucionaria mundial, desde la Revolución de Octubre hasta la desintegración de la URSS. Esta situación, crea las condiciones para emprender el necesario debate ideológico en el seno de la vanguardia comunista revolucionaria sin los tradicionales prejuicios y apriorismos que han acabado por dominar a las distintas corrientes que se han ido desarrollando en el seno de dicha experiencia. Es absurdo continuar desperdiciando la oportunidad que nos brinda la actual situación para depurarnos del lastre que representan estos condicionamientos previos y abordar abiertamente el balance general de todo el ciclo de Octubre. Dentro de éste, el balance que abarca el estudio del periodo que sentó las bases del triunfo de la revolución china a finales de los 40, es una de las más importantes tareas, por representar el maoísmo el mayor avance ideológico y práctico alcanzado durante el ciclo y representar hoy, a través de los distintos destacamentos que se reclaman de él, al sector más avanzado y con mayor empuje de la vanguardia comunista. Dentro de la revolución china, comprender la entidad de los acontecimientos que giran alrededor de 1927 para el comunismo es de una importancia esencial para entender el proceso revolucionario de nuevo tipo que allí se originó.

La experiencia de la revolución china viene a establecer que la línea estratégica de la revolución socialista proletaria que se adecua correctamente al paso del capitalismo al socialismo, esto es, a la fase de la preparación para la toma del poder revolucionario, instaurar la Dictadura del Proletariado e iniciar la fase de transición al comunismo, sigue unos parámetros universales cuya táctica debe de saberse ajustar a las condiciones concretas de cada país. Estos parámetros siguen el esquema V anguardia ? Partido ? Guerra Popular ? Frente (Nuevo Poder) . Por consiguiente, concretando, la línea de la revolución proletaria necesita cubrir estas cuatro etapas que son a su vez las etapas de la construcción del partido, o lo que es lo mismo, la revolución no es, ni más ni menos, que la construcción del partido comunista hasta la toma del poder. Cada una de estas etapas se resume en: 1) originar la vanguardia ideológica de la revolución 2) fusionar la vanguardia con las masas generando Partido 3) iniciar la Guerra Popular 4) creando el Frente armado que genere el Nuevo Poder desde bases de apoyo en las masas armadas. Volveremos más adelante sobre las etapas de la línea estratégica de la revolución y de la construcción del partido a la hora de exponer la experiencia concreta de la práctica maoísta, pues Mao es el que se encargará de teorizar y sintetizar esta experiencia y, por cuestiones obvias y apremiantes de la lucha en las condiciones de china, sobre todo desarrollará y difundirá las dos últimas etapas, la de la Guerra Popular y la de la creación del Nuevo Poder. Por esta última razón y por la necesidad de contribuir al balance de la experiencia revolucionaria china en su conjunto, es por lo que nos centraremos en las dos primeras etapas que son las de la fase de constitución del PCC y a su entronque con el paso a la segunda fase de la construcción del partido, esto es, con el inicio de la Guerra Popular y la creación del Nuevo Poder, pues ambas fases se solapan lógica y característicamente entre 1921 y 1935.

Marco de influencias que preceden a la formación del PCC

El Partido Comunista de China (PCC) se crea formalmente el 1 de julio de 1927. En su nacimiento ha de intervenir la Internacional Comunista (IC) para poner orden entre las diferentes tendencias que profesan los distintos grupos pro comunistas, estableciéndose como su guía ideológico. A principios de siglo, las ideas anarquistas habían adquirido bastante fuerza en los ambientes intelectuales chinos 1 y dejaron un sedimento en los nuevos intelectuales de extracción burguesa, que también se verían influenciados por la revolución de Octubre 2. A ellos hay que añadir las diferentes variaciones del incipiente nacionalismo chino influenciado por la filosofía democrático-burguesa occidental. Esto favoreció, entre 1919 y 1920, la aparición de variados grupos que mezclaban su inclinación por el marxismo con variadas procedencias ideológicas, pequeño burguesas y anarquistas sobre todo, que se debatían mayoritariamente en discusiones doctrinales. El propio Mao reconocía estar en aquella época muy influido por el anarquismo 3. Evidentemente, el influjo positivo de la revolución bolchevique en la convulsa china era el común denominador de la rápida atracción de diferentes intelectuales por el marxismo como base ideológica y por la experiencia soviética como forma de encarar la situación política revolucionaria de China 4. Tanto es así, que no fue hasta los años 1918-19 que los primeros textos marxistas fueron introducidos en China y se organizaron los primeros grupos de estudio a su alrededor 5. Los grupos que confluirán en el nacimiento del Partido Comunista Chino estaban constituidos por elementos provenientes en su totalidad de los ambientes intelectuales y universitarios de la época, no había entre ellos ningún obrero. La IC intervendrá directamente en la reorganización, unificación y depuración de estos grupos. En el Primer Congreso se elegirán estatutos, dirección y programa. Los elementos más vacilantes abandonarán pronto la organización y, con el apoyo material y la dirección ideológica de la IC, se empezará la labor de trabajo entre las masas, centrándose la actividad en el proletariado urbano 6.

Este proceso de formación del PCC evidencia una prematura fundación del partido de la mano de la IC. Este no es un problema exclusivo del partido chino. La situación mundial de crisis y de aceleración revolucionaria histórica apresura, a su vez, la creación en 1919 de la IC, deslindada claramente del resto de organizaciones proletarias por las condiciones de ingreso, para formar las secciones nacionales del partido internacional de la revolución proletaria. Esto condujo a que las secciones se fueran formando en base a una conformidad formal administrativa, en la mayoría de los casos, con aquellas 21 condiciones que implicaba la aceptación consiguiente de la línea internacional y la dirección centralizada. Las secciones se erigieron en buena parte incorporando el bagaje material y humano de los viejos partidos de la segunda internacional, sobre todo en Europa, o desde la creación neófita por intervención directa de la IC, sobre todo en los países coloniales, de elementos extraídos en su mayoría de las capas intelectuales autóctonas, como fue el caso de China. Con toda seguridad, la situación internacional de la revolución rusa y la necesidad de proseguir con la revolución mundial justifica, en gran medida, este acelerado proceder de reorganización y encuadramiento de las filas revolucionarias en los distintos países, pero es ya un hecho que trajo importantes consecuencias negativas en las diferentes secciones de la IC, a pesar de ser identificadas parcialmente y abordadas en los sucesivos congresos de la Internacional. Las etapas de la formación del partido de nuevo tipo leninista por las que transcurrió la forja del partido bolchevique, que le permitió dotarse de una relativa solidez ideológica en un principio, son sustituidas mayoritariamente por actos de incorporación que suponen en muchos casos saltos en las posiciones políticas y doctrinales de dirigentes y organizaciones proletarias debido, sobre todo, a la atracción del éxito de la Revolución de Octubre pero que, en muchos casos, no supondrá, ni a la larga, una equivalente y necesaria asimilación del marxismo-leninismo. La atracción por el bolchevismo se dará primeramente en la propia Rusia. Trotsquistas, anarquistas, mencheviques, eseristas, oportunistas y reformistas de toda condición y procedencia aceptarán obediencia a la línea leninista para ingresar progresivamente en el partido bolchevique. Generalmente, esta asimilación del leninismo será formal, condicionada y parcial, acarreando lastres ideológicos y teóricos que, junto a las insuficiencias del propio bolchevismo, no favorecerán el futuro desarrollo de la revolución y la dictadura del proletariado en la URSS. Así mismo, a la hora de fundarse la IC, pocas secciones han realizado una evolución análoga o paralela y menos aún ligada a la trayectoria de los bolcheviques a la hora de forjar el partido comunista ruso. La premura en llevar adelante la revolución proletaria y en organizar para ello el partido de la revolución mundial, el éxito de la revolución rusa y la necesidad de liberarla del cerco en que quedaba situada por la intervención extranjera, unido a la impaciencia del movimiento obrero revolucionario después de décadas de luchas por su emancipación en un momento de debilidad del capitalismo mundial después de la Gran Guerra, acercarán a amplios sectores del proletariado internacional, desde el anarquismo a la socialdemocracia hacia la causa de Octubre. Esta aceleración de los acontecimientos y la necesidad de abordar las revoluciones en cada país, junto con la reordenación del sistema colonial, no permitirán dedicar el esfuerzo necesario al obligado asentamiento ideológico del marxismo-leninismo y a su asimilación por la avalancha de organizaciones, elementos y masas que se iban incorporando tras él. Pronto aparecerá la lucha entre las dos líneas en gran parte de las secciones de la Internacional lo que, unido a la transformación en comunistas de muchos, no hace tanto reacios al bolchevismo, junto a la incorporación de masas formadas en el reformismo, el sindicalismo revolucionario o en el anarquismo, provocará tensiones y desviaciones tanto de izquierda como de derecha que la aceptación formal de una disciplina internacional y de un liderazgo político centralizado por imperativo de la misma demostró que no podía resolver adecuadamente. La bolchevización y depuración de los años veinte en la IC no resolverá certeramente el problema. La contradicción objetiva que se introducirá en el movimiento comunista, causada por el aluvión hacia el comunismo de tantos sectores sociales cuya asimilación del marxismo era mayoritariamente parcial y escasa a la par que contaminada por las ideologías de procedencia, no pudo ser enfrentada correctamente, quedando su proceso de incorporación incompleto, influyendo negativamente en el seno del movimiento, permaneciendo el problema pendiente de una solución que gradualmente será más difícil de percibir e identificar, sustituyéndose esta impotencia paulatinamente con medidas de carácter cada vez más administrativas. La primera piedra de la futura disolución de la IC se iba asentando solidamente en la base de la organización revolucionaria internacional.

Periodo de la formación de la vanguardia revolucionaria china 1921-1927

El PCC no es ajeno, obviamente, a esta situación, lo que, unido a las condiciones particulares de China, hará que el proceso que lleva a su fundación sea substancialmente diferente del que dio lugar a la fundación del partido bolchevique en Rusia, siendo tutelado desde sus inicios por la IC por imperativo del desarrollo de la revolución proletaria mundial. Esta tutela de la IC tendrá destacados aspectos positivos, sobre todo en las cuestiones de asesoramiento ideológico y organizativo así como en la aportación material de todo tipo, pero introducirá aspectos negativos que supondrán un lastre durante mucho tiempo en la revolución china. Los representantes de la IC traerán consigo la dificultad en conciliar un doble interés, por una parte el de desarrollar la revolución mundial y, por la otra, el de la defensa del Estado soviético, lo que redundará en beneficio del empleo de la diplomacia tanto con los enemigos como con los aliados circunstanciales, buscando aprovechar las contradicciones interimperialistas 7, atajando por encima del desarrollo de la revolución china. Además, el que los asesores de la IC fuesen todos de formación europea conducía a interpretar la realidad china a través del tamiz de la experiencia revolucionaria de la cual provenían, influenciando con ella a los propios camaradas chinos, débiles aún para conformar unas propias y sólidas interpretaciones de la situación local. Siendo esto así, como las etapas que la línea de la revolución proletaria establece para la construcción del partido comunista no pueden ser obviadas, si en 1921 la vanguardia marxista-leninista en China se encontraba en sus preliminares más incipientes, su unificación y consolidación como vanguardia revolucionaria no tenía más remedio que ser postergada y sustituida por la dirección de la Internacional.

Mao se pondrá definitivamente al frente del partido en la conferencia ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido, celebrada en Tsunyi, en enero de 1935 8, después de una lucha decidida para restablecer la Guerra Popular como línea de masas militar y salvaguardar de una vez por todas al Ejército Rojo y con ello a la revolución china de los errores que venía cometiendo la dirección del partido, no sólo desde el inicio de la segunda guerra civil, en 1927, sino desde su misma creación en 1921. La derrota de 1927 tuvo como consecuencia que Mao, a la sazón máximo exponente de una de las tendencias que conformaban el partido en China, comprendiera las reglas por las que se desenvolvía la revolución en las condiciones de China y reorganizara el partido bajo su mando en función de la nueva etapa de la revolución que se abría. Es gracias a que Mao va comprendiendo la estrategia de la revolución en China –lo cual es un síntoma de su progresiva madurez ideológica– y a que toma la iniciativa de proseguir la construcción del partido de nuevo tipo en función de la línea de masas militar a través de la Guerra Popular, que se pueden amortiguar los efectos negativos de los repetidos errores cometidos por las sucesivas direcciones del PCC, permitiendo así la supervivencia del partido y su recuperación continuada desde las bases de apoyo y por medio del Ejército Rojo. Así pues, el periodo que gira alrededor de 1927 como punto de inflexión clave en la revolución china, supone el periodo del afianzamiento ideológico de la vanguardia y de la constitución del Partido Comunista de China (PCC), lo que permitirá sentar las sólidas bases para combatir y derrotar primero a las desviaciones oportunistas de distinto signo, acto seguido al invasor japonés y, por último, en la tercera y última guerra civil revolucionaria, alcanzar la conquista del poder en 1949.

El problema de la vanguardia es en realidad el problema de la guía ideológica y del establecimiento de la línea general de la revolución proletaria, siendo la única manera de abordarlo a través de la lucha entre las dos líneas. Esta lucha no llegará a iniciarse antes de 1921, siendo los debates ideológicos meras escaramuzas entre unos cuantos intelectuales 9 con una escasa y poco sólida formación marxista. Será entre la fundación formal del partido y el fin de la primera etapa de la primera revolución china, en agosto de 1927, que tendrá lugar la clarificación ideológica, se establecerá la línea general de la revolución china y se podrá decir que queda constituido definitivamente el Partido Comunista.

La revolución China es una revolución de nueva democracia 10. Esto significa que tiene una componente burguesa y otra socialista. Es una revolución de nuevo tipo en la que la burguesía se ha mostrado incapaz de llevar a cabo la revolución democrático-burguesa hasta el final y ésta ya sólo puede culminarla el proletariado. El movimiento del 4 de mayo de 1919, cuando la intelectualidad burguesa sale a la calle en protesta contra la estampación de la firma del enviado del gobierno chino sobre el tratado de paz de Versalles, por el que asumía la continuación de la ocupación y reparto imperialista de China por las potencias vencedoras de la guerra mundial, marcará la fecha histórica en que la revolución democrático-burguesa en China pasa a ser de nuevo tipo 11. Sin embargo, el movimiento se verá limitado a las zonas urbanas, permaneciendo el campo al margen. La estructura semicolonial y semifeudal de China junto con la componente antiimperialista que le confiere la intervención extranjera le dan el carácter de revolución de liberación nacional. La dirección de la revolución antiimperialista la ejerce, en ese momento, el único partido que reúne las condiciones para ello, el Kuomintang (KMT), partido nacionalista bajo cuya bandera se encuadra la burguesía, “ única clase que había despertado a la idea revolucionaria y que deseaba conservar la dirección de la revolución en el plano político y social 12. La revolución china vendrá marcada desde sus inicios por el progresivo paso de cada una de las facciones de la burguesía, desde la más reaccionaria a la más radical, al campo de la contrarrevolución, demostrando con ello la pronta renuncia a encabezar la revolución democrática y antiimperialista, debido a su incapacidad como clase para liderar un proyecto de liberación y transformación unificado para todo el país. Desde la visión histórica de la lucha de clase, es a partir del movimiento generado el 4 de mayo cuando el proletariado, organizado en Partido Comunista, debía de ponerse a la cabeza de la revolución de nueva democracia. Sin embargo, éste aún no existe. El proletariado chino, joven por su reciente formación, escaso, muy concentrado y sujeto a la explotación del capital extranjero en su mayoría, se incorporará a la revolución a remolque de la burguesía, participando por primera vez masivamente a través de la extensión de las protestas generadas el 4 de mayo. La dirección revolucionaria la ejercerá aún durante algunos años la burguesía a través del KMT que, desde su creación por Sun Yat-sen en 1912, ha intentado sin éxito aún concluir su revolución pendiente.

Durante los 6 años que median entre la creación del partido y la derrota de la revolución en 1927, el PCC, como organización marxista-leninista ideológicamente constituida no existe. Por su composición en origen sólo puede ser llevado de la mano por la Internacional. Su número de miembros es muy escaso - entre 50 y 60 durante el primer año en un país de 400 millones de habitantes - y sin influencia en la clase obrera; el marxismo que tienen asimilado es escaso y muy ortodoxo, sin comprender aún la flexibilidad táctica leninista, lo que demuestra su inmadurez e inexperiencia política e ideológica. De los fundadores del partido, la mayoría se perderán rápidamente por el camino, unos expulsados, otros pasados al enemigo y otros abandonando toda lucha 13. Esto es una prueba de su escasa solidez ideológica desde el punto de vista marxista. Es por esto que será la IC la que ejercerá el papel de guía ideológico. Desde los primeros debates del I Congreso, varias posiciones tácticas conviven en el partido 14, destacando una reformista parlamentaria y otra, en la que se encuadra el primer secretario general del partido, Chen Tu-siu, que rechaza toda alianza con la burguesía y se inclina por acelerar la lucha por el poder de la clase obrera. El desinterés por el campesinado es total en este primer momento de la vida del PCC.

Para la IC, la debilidad del proletariado hace inevitable la alianza con la burguesía nacional, aceptando en un principio su dirección. Por ello, después de buscar el aliado idóneo entre distintos posibles candidatos, el delegado de la IC, Maring, se decanta, a fines de 1921, por Sun Yat-sen, jefe del KMT, estableciendo un sólido acuerdo de cooperación y ayuda con la URSS. Durante el primer año, el PCC se centra sólo en el trabajo en las ciudades y en la formación de sindicatos obreros, sin preocuparse en absoluto por la cuestión de los aliados, siendo la IC, a través de su enviado, la que realiza los contactos por su cuenta. Pero en julio de 1922, después del trabajo realizado por el enviado de la IC, el II Congreso del partido acepta, forzado por la disciplina pero sin convencer a la mayoría de sus dirigentes, la necesidad de establecer una alianza con los nacionalistas burgueses.

La división existente en el seno del propio campo nacionalista acelerará el acuerdo entre Maring y Sun Yat-sen, optándose como fórmula para establecer la alianza –debido a la presión de este último– por la incorporación individual de los miembros del PCC en el KMT, ante los recelos que tiene el dirigente nacionalista con respecto a los comunistas, adquiriendo así éstos la doble militancia de hecho. El KMT tenía su base en el sur de China, estando el centro y el norte, Manchuria, en manos de señores de la guerra con los que la URSS ejercía esfuerzos diplomáticos. El IV Congreso de la IC, celebrado en noviembre de 1922, defenderá la necesidad de la participación de los partidos comunistas en los movimientos de emancipación nacional como manera de extender su influencia y apunta en el sentido de la importancia del campesinado como clase adyacente que debe ser disputada a la burguesía 15, pero no especifica en qué forma debe de realizarse la participación en dichos movimientos para garantizar a la vez la independencia del partido. El método de incorporación individual es aceptado por Maring porque ya había participado en una experiencia equivalente en la India Oriental Holandesa, aunque no llegó a dar sus frutos por la ruptura del acuerdo prematuramente 16. Por el contrario, en China el acuerdo durará más y permitirá muy rápidamente extender la influencia del partido entre las masas chinas, aumentando y fortaleciendo su organización y causando el pánico progresivamente en las distintas facciones de la burguesía, tal como pronosticaba el IV Congreso de la Internacional:

Pero desde el momento en que las masas proletarias y campesinas se incorporan a esos movimientos, los elementos de la gran burguesía y de la burguesía fundaria se apartan, cediendo el paso a los intereses sociales de los sectores inferiores del pueblo .” 17

Sin embargo, el problema del campesinado seguirá siendo una asignatura pendiente, por secundaria, en el plan estratégico de la revolución hasta 1927.

Son varios los dirigentes del partido que tardarán en convencerse de que el PCC no puede abordar solo la lucha contra los señores de la guerra y los imperialistas. Al final, unos por la propia experiencia ante los zarpazos de la represión y otros por la idea de misión histórica del pueblo chino que requiere de su unidad para liberar y regenerar a la nación, mentalidad que arrastran muchos por sus antiguos orígenes ideológicos pequeño burgueses, aceptarán el ingreso en el KMT bajo los auspicios de la IC y con la colaboración directa de la URSS. El III Congreso del PCC, en junio de 1923, aprueba pasar a trabajar bajo la bandera del KMT. El propio KMT, por el acuerdo con Sun Yat-sen, pasa, desde octubre, a ser reorganizado a instancias de los asesores soviéticos a imagen de un partido comunista basado en el centralismo democrático, para convertirlo en una organización más eficaz que la amalgama de facciones e intereses enfrentados de las diferentes capas de la burguesía en que estaba constituido anteriormente.

El KMT realiza su I Congreso en enero de 1924. Con ayuda soviética se organizará el ejército nacionalista con su correspondiente escuela de cuadros militares. El objetivo de construir un aliado firme del Estado soviético y que sirva de apoyo a la revolución mundial depende de la fuerza que el PCC consiga en el KMT para controlarlo. En caso contrario, el organismo creado en manos de la burguesía podría convertirse en un obstáculo para el progreso de la revolución en China. A pesar de ser aliados, tanto la IC como los nacionalistas de Sun Yat-sen mantienen su desconfianza mutua, pues pretenden objetivos distintos aun dependiendo el uno del otro. La IC mantendrá, incluso después del fracaso final de agosto de 1927, la necesidad de seguir actuando bajo la bandera del KMT como enganche revolucionario. Para entonces, ya Mao tiene claro que sólo desde la independencia de la bandera roja puede proseguirse la lucha revolucionaria. Esta obsesión de la IC por el KMT, como medio de ligar a los comunistas con las masas y dirigirlas, es fruto del consenso que perdura en el movimiento comunista por centrar la actividad revolucionaria principal en el proletariado urbano, común a toda la experiencia europea, y en considerar, además, que en los pueblos de Oriente, la debilidad de ese mismo proletariado le obliga a depender de los movimientos nacionalistas dirigidos por la burguesía, relegando siempre a un papel subordinado el de las amplias masas campesinas. La IC es consciente del crucial papel de estas masas del campo, pero son un elemento a conquistar para subordinarlo a la insurrección en las ciudades. Los hechos se encargarán de demostrar que todos los procesos insurreccionales se estrellarán principalmente por manejar la baza kuomintanista en detrimento de una política independiente del partido, despreciando a la vez la acción campesina. Se puede decir que los más consecuentes y firmes cumplidores del pacto entre la IC y Sun Yat-sen fueron los comunistas, no porque no fueran reticentes al mismo o no quisieran romperlo cuando fuese oportuno sino porque no supieron ver cuándo había llegado ese momento, mientras la burguesía dominante en el KMT, fortalecida a su vez gracias a la ayuda de la URSS, se adelantó en los acontecimientos, sabiendo jugar la baza de su superioridad militar y de su dominio ideológico, tanto entre las diferentes capas de la burguesía en las ciudades, como por el predominio aún de las tradiciones feudales en el campo, dado el reducido espacio de intervención que los comunistas habían alcanzado en él por su tradicional desinterés. Así pues, mientras la IC reconoce el papel fundamental del campesinado, aunque subordinado, en la revolución en Oriente 18, a la vez que quiere mantener a toda costa la alianza con la burguesía nacionalista, son los comunistas chinos los que mayoritariamente se muestran obstinadamente reacios al papel del campo, a la vez que desconfían grandemente, y razones no les faltan, de las posibilidades de la alianza con el KMT. Las labores de los escasos miembros del PCC en el campo se realizaron a través del KMT, que era más sensible a ello. Gracias a esta labor de algunos comunistas, como Peng Pai o el propio Mao un poco más tarde, aprovechando la creación por el KMT del Instituto de Formación del Movimiento Campesino, pudieron crearse las primeras bases de apoyo en el campo en 1927. En cuanto al KMT, la presión de su ala derecha hacía variar de postura continuamente a Sun Yat-Sen al trasladarle su profundo anticomunismo, lo cual, junto con el propio proyecto del viejo líder en busca de su sueño por la unificación nacional, le llevó, sin contar con los comunistas, a entablar relaciones con la camarilla projaponesa instalada, a fines de 1924, en Pekín. Todo esto, como es obvio, levantaba continuos recelos en el PCC que, si se mantenía en el KMT, era por la insistente presión de la Internacional.

Pero Sun muere en marzo de 1925 y sus tres principios del pueblo 19, que entrañaban las tres grandes políticas de alianza con la URSS, alianza con el partido comunista y apoyo a los obreros y campesinos, pasan a ser para los comunistas el símbolo del legado de Sun, por encima de los anteriores reproches. La personalidad de Sun había conseguido mantener unido al KMT, pero ahora, tras su muerte, empezarían a manifestarse sus discrepancias internas, proviniendo los primeros ataques desde su derecha más anticomunista por estar en contra, precisamente, de las tres grandes políticas. El rápido crecimiento en efectivos y la progresiva influencia que el PCC está alcanzando a mediados de 1925 harán el resto. La alianza está dando frutos positivos a los comunistas, pero esto incrementa el nerviosismo entre los sectores más reaccionarios del KMT, provocando serias desavenencias internas, que llegarán incluso hasta el asesinato de dirigentes del ala izquierda del partido nacionalista por parte de los elementos más reaccionarios.

El 30 de mayo de 1925 se produce la matanza de obreros, en la Concesión Internacional de Shangai, por disparos de la policía de mando británico. Éste será el punto de arranque de la primera revolución china. Las protestas se extenderán, así como la represión, hasta el campo por primera vez. A partir de aquí, la ebullición campesina irá en aumento, sobre todo en las zonas en que el KMT y, a través de él, algunos comunistas, han ido haciendo su labor de organización y proselitismo, al grito de ¡abajo los militaristas! y ¡abajo los extranjeros ricos! , en acuerdo con los enviados de la IC que llevan un tiempo difundiendo la necesidad de resolver el problema de la tierra para que la revolución tenga éxito 20.

En enero de 1926, se celebra el II Congreso del KMT. La crisis que provocaba la fuerza creciente de los comunistas marcó este congreso. Será a partir de marzo cuando se dará el primer gran aviso a los comunistas. El mismo mes, se realiza el IV Congreso del PCC, manteniéndose las dos tendencias presentes desde el primer Congreso, la minoritaria que se centra en la clase obrera y la dictadura del proletariado y la mayoritaria que se inclina por realizar todo el trabajo desde dentro del KMT. Sigue siendo la IC la que tiene que lidiar entre ambos extremos.

Chiang Kai-Shek, jefe del ejército y director de la academia militar de Whampoa se disponía a realizar la expedición al Norte, sueño ansiado por el mismo Sun unos años antes, para arrebatar Pekín de manos de los señores de la guerra projaponeses y realizar la tan deseada unidad nacional. Moscú, en este caso, no está de acuerdo porque está manteniendo delicados trabajos diplomáticos con Japón y está dispuesta a evitar la guerra con el Norte aceptando la autonomía de Manchuria, que está en la área de influencia del imperio nipón. Para contrarrestar esta posible autonomía, la URSS sondea por su cuenta las posibilidades de autonomía también para el gobierno revolucionario nacionalista de Cantón 21. Frente a esta iniciativa soviética, divergente con los planes nacionalistas, Chiang Kai-Shek realizará un golpe de Estado el 20 de marzo, arrestando a centenares de comunistas como método para presionar a Moscú. La dirección soviética cederá, recomponiendo la alianza, pero las consecuencias serán la pérdida de influencia y mando del PCC y de los enviados de la Internacional en el KMT.

Todo esto no hace más que aumentar en el PCC las discrepancias con respecto el KMT. Al mismo tiempo, en el campo, los escasos comunistas que llevan tiempo trabajando sin levantar demasiado interés en el seno del partido, controlan las organizaciones campesinas y el Instituto de Formación, y se dedican a forjar cuadros campesinos dando una gran importancia a la instrucción militar. La expedición al Norte, a su vez, incitará a la sublevación de las masas campesinas a su paso. Los campesinos buscan romper las cadenas feudales que les atan desde siempre , creando con ello inquietud en los propios oficiales del ejército nacionalista, muchos de ellos terratenientes y reclutados en las zonas por las que discurre la expedición. La fuerza del ideario nacionalista es clave para sublevar a los campesinos y la maquinaria de propaganda creada por los soviéticos y en cuya ocupación intervienen muchos cuadros comunistas, se encarga de ir agitando a estas masas y a las poblaciones de las ciudades y pueblos que van liberando 22. La propia Internacional intervendrá de manera contradictoria, intentando frenar primero las sublevaciones campesinas en octubre 23, al poner en peligro la expedición y excitar a los mandos nacionalistas, y anulando la orden un mes después, mostrando con ello que los acontecimientos empiezan a acelerarse de tal manera que no es capaz de comprenderlos cabalmente y de seguir su ritmo.

Por primera vez y debido al relajamiento de las relaciones con el KMT, el PCC creará un departamento campesino dependiente del Comité Central escogiendo para dirigirlo a Mao. Sin embargo, la mayor parte de las tareas sobre el campesinado seguirán haciéndose bajo el amparo del KMT, pues el partido comunista, a pesar de su espectacular crecimiento, no puede hacer frente en solitario a la movilización de millones de campesinos si no es a través de una maquinaria de partido como la del KMT y del aparato gubernamental de un Estado como el nacionalista. El creciente rechazo y desconfianza del partido hacia el KMT es en reciprocidad del creciente distanciamiento de Chiang Kai-shek con respecto a los mismos comunistas y al ala izquierda del KMT, que recela de él por su militarismo y sus tomas de decisiones sin contar con el poder civil, como fue el caso del golpe de Estado del 20 de marzo. Además, siguiendo a la expedición al Norte del ejército, se marchan detrás las autoridades del KMT y del gobierno, estableciéndose en la ciudad de Wuhan, mientras Chiang Kai-shek se ha trasladado con sus partidarios a Nanchang, porque ha decidido por su cuenta dirigirse a ocupar Shangai en lugar de seguir el plan previsto hacia Pekín. El Comité Central del KMT reunido en Wuhan rebaja la autoridad de Chiang Kai-shek, subordinándole directamente a los civiles, y reorganiza los aparatos de dirección del partido. Además, se acepta la propuesta de la IC de incluir a ministros comunistas en el gobierno, cosa a la que se oponía rotundamente Chiang Kai-shek. La ruptura entre el ala derecha y la izquierda del KMT es ya un hecho.

Ahora la revolución agraria empieza a tomar más importancia como apoyo del gobierno revolucionario de Wuhan. En abril, el KMT de Wuhan establece el Comité Central de la Tierra para elaborar el programa de la reforma agraria, pero la propuesta de Mao es criticada desde la derecha por demasiado radical y desde la izquierda por demasiado blanda. Al final, se intenta contentar a todo el mundo incluso excluyendo de la confiscación de las tierras las de los oficiales o sus familiares 24. La propia IC, a través de su delegado Borodin, llegaba a proponer dos maneras de aplicar la reforma agraria, una más suave en las zonas controladas por Wuhan, para aplacar las contradicciones en el campo y otra, más radical, para soliviantar a las masas en el resto. Al final, se aprobó sólo confiscar las tierras de los grandes terratenientes, dejando exentos a los pequeños propietarios y a los militares revolucionarios 25. Sin embargo, en el campo las sublevaciones e incautaciones de tierras están a la orden del día. Es lo que se denomina excesos campesinos , que tantos quebraderos de cabeza daban a los comunistas. La creación de la Asociación de Campesinos de toda China tendrá como objetivo frenar estos excesos y evitar la ruptura de la alianza entre el PCC y el KMT de izquierda.

No será hasta la matanza de obreros en Shangai, el 12 de abril de 1927, habiendo estos, por medio de la insurrección, tomado la ciudad para entregársela al ejército nacionalista que se acercaba con Chiang Kai-shek al frente, cuando definitivamente la IC pierde toda esperanza en reunificar al KMT. La represión de cuadros comunistas, ordenada por Chiang, se extiende por las provincias. Coincidiendo con estos hechos, se produce el asalto a la embajada soviética en Pekín por orden del señor de la guerra Chang Tso-lin y con permiso de los extranjeros del barrio diplomático, ejecutando a cuantos comunistas chinos había refugiados, entre ellos a Li Ta-chao, que había sido uno de los principales fundadores e ideólogos del partido. En medio de esta situación, se reúne el V Congreso del PCC a finales de abril. En él se sigue apostando por no romper con el KMT de izquierda, mientras se sigue la directriz de extender y afianzar el control comunista de la revolución en el campo a través de las asociaciones campesinas, empresa que pone en peligro precisamente esa unidad. Se manifiestan tres opiniones diferentes en cuanto a la cuestión campesina: la primera proponía confiscar la tierra sólo a los contrarrevolucionarios, la segunda extender la confiscación al resto de terratenientes exceptuando a los revolucionarios y la tercera confiscar toda la tierra. Se adoptó finalmente la segunda opción, que era la que más se correspondía con la aprobada por el KMT de izquierda. El VIII pleno de la IC planteará abiertamente, a finales de mayo, la necesidad de reorganizar al KMT para controlarlo y así dirigir desde él la revolución agraria, para lo cual pide la colaboración del PCC. Varios militares kuomintanistas se sublevan y se pasan al lado del KMT de derecha de Chiang Kai-shek, no sin antes haber provocado cruenta represión entre los comunistas y el campesinado. Ante estos acontecimientos, el partido comunista intenta frenar los excesos campesinos, que están provocando, junto con las intenciones abiertas de la IC por controlar al KMT, la deserción de los kuomintanistas de izquierda hacia la derecha. El propio gobierno ha empezado ya por su cuenta los contactos para reconciliarse con Chiang Kai-shek. La ruptura oficial y definitiva se producirá el 15 de julio, abriéndose la veda del comunista. El primero de agosto, las unidades del ejército nacionalista dirigidas por comunistas y acantonadas en Nanchang se rebelan, y después de dirigirse al sur y fracasar en el intento de volver a sublevar la zona, sus restos se unirán a las guerrillas que el comunista Peng Pai dirigía en las montañas. Comenzaba así el segundo periodo revolucionario y empezaba a tomar forma la Guerra Popular.

Constitución del Partido Comunista en China e inicio de la Guerra Popular

Es en medio de las luchas revolucionarias que se suceden durante esta primera guerra civil, que el partido comunista de China se va gestando. El caos reinante, debido a las fluctuaciones en las decisiones dentro del KMT por la lucha interna entre los diferentes sectores de la burguesía, a las tendencias en el interior del PCC y su cuestionamiento constante de la política de la IC, a la desunión tradicional en el seno de las fuerzas reaccionarias, unido a las variaciones de posición de cada una de las clases que intervienen en la revolución en función de la situación y de la correlación de fuerzas y a la incorporación progresiva de destacamentos nacionalistas al campo de la contrarrevolución, permiten a los sectores del partido dirigidos por Mao cierta libertad de movimientos para ir estableciendo una manera hasta ese momento inédita de hacer la revolución. Mao irá modificando la línea de la revolución proletaria que hasta entonces era el modelo seguido por la Internacional Comunista.

Como ya hemos visto, según el esquema general de la construcción del partido, ésta consta de cuatro etapas que se dividen en dos fases diferenciadas. La primera fase es la que ha de resolver los dos primeros problemas estratégicos de la revolución, la conquista de la hegemonía de la teoría revolucionaria entre la vanguardia y la de la organización en torno a la línea y el programa de la revolución. Cuando ambas posiciones estén suficientemente extendidas y consolidadas se puede decir que el partido comunista está constituido y puede dar comienzo la segunda fase que es la de la guerra de clases, la Guerra Popular de masas revolucionarias militarmente organizadas. En la Guerra Popular la línea militar pasa a ser el centro de la línea del partido.

El desarrollo desigual de las cosas hace que estas etapas se entremezclen y se produzca la paradoja de que se vayan cumpliendo los parámetros de la línea revolucionaria sin que estén presentes todos los requisitos necesarios. La dialéctica de la revolución permite comprender este desarrollo, no lineal, pero que se ajusta en cambio correctamente a las condiciones de la revolución en China. Precisamente, la confrontación exitosa de la línea maoísta con esta realidad permite comprobar el acierto en el cumplimiento de las tareas en cada momento e identificar al final las etapas y las fases de cumplimiento de la línea de la revolución proletaria. Tanto los maoístas como el resto de los comunistas chinos beben, en aquel tiempo, del bagaje teórico internacional que se establece de la asimilación de la revolución rusa por parte de la IC. Así, como los elementos de lo nuevo y de lo viejo se entrecruzan, también se interviene con un lenguaje y unas ideas que luego entran en contradicción con lo que se hace. En estos primeros tiempos, no se es del todo consciente de la práctica que se está llevando a cabo. Es a posteriori cuando Mao irá definiendo las bases de la nueva línea de la revolución sobre las conclusiones de sus experiencias propias, sus decisiones y análisis de sus errores.

Mao, a principios de 1926, situará en el lugar que le corresponde el problema central de la revolución china, el problema de la revolución agraria. Todas las tendencias que intervienen en el partido reconocen este problema de palabra, incluso algunos reconocen la necesidad de resolverlo para que la revolución pueda triunfar, mientras otros la posponen a etapas posteriores de la revolución; pero nadie se aplica en situarlo en el centro del proceso revolucionario y en definir el papel que ha de desempeñar en él. El problema de la revolución china es el problema de los aliados del proletariado en la revolución, ya que éste solo no dispone de las fuerzas suficientes para ello. Chen Tu-siu, ahora oportunista de derecha, se inclina decididamente por la cooperación con el KMT, relegando el papel del campesinado e inclinando hacia la derecha la línea de cooperación establecida por la IC. La otra tendencia, oportunista de izquierda, rechaza todo acuerdo con el KMT, contando sólo con el movimiento obrero para la revolución democrática y desatendiendo también al campesinado. Sólo la Internacional tiene seriamente en cuenta el problema de la revolución agraria 26, pero le da carácter secundario, meramente táctico y de apoyo y subordinación al proletariado: “ El proletariado es la única clase... en situación de llevar adelante la política agraria radical que es una condición para... el ulterior desarrollo de la revolución 27. Se sigue, así, el esquema legado por la revolución de Octubre. Por el contrario, la dirección de la revolución por el proletariado no significa, como dejará sentado Mao, que la revolución la hace en la práctica el proletariado como sujeto concreto y actor principal, siendo el resto de clases revolucionarias subordinadas, acudiendo en apoyo de la primera. El proletariado, clase dirigente de la revolución, ejerce este papel situando a su partido al frente de la misma, siendo el campesinado la clase principal del proceso revolucionario, sobre la que recae la parte fundamental de la acción revolucionaria.

Mao, miembro del Comité Central desde la celebración del III Congreso en 1923, en que ya combatió las tendencias oportunistas 28, se puso a estudiar, a fines de 1924, las condiciones rurales en la provincia de Junán, poniéndose a la cabeza de sus luchas. Fruto de este trabajo y estudio entre los campesinos es su conclusión de que ellos son la principal fuerza aliada de la revolución 29. Mao, en 1926, dirige la escuela de formación de cuadros campesinos para preparar a la vanguardia para la revolución agraria. Durante todo un año, los maoístas se encargan de fortalecer y dirigir el movimiento campesino que aceleró su desarrollo incentivado por la expedición al Norte del ejército nacionalista, pues veía en ella su liberación de la opresión feudal. La lucha de dos líneas en el partido se intensifica, para lo cual Mao prepara, a principios de 1927, un Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán 30, donde, aparte de mantener el papel principal de los campesinos en la revolución, apoya la necesidad de establecer las fuerzas armadas campesinas y de movilizarlas en apoyo de la revolución. En medio de la agudeza de la lucha de líneas en el PCC y de los graves errores que se cometen con respecto al KMT de izquierda y el gobierno nacionalista afincado en Wuhan, en abril de 1927 se reúne el V Congreso, que expulsará a Mao del Comité Central sin resolver los problemas de oportunismo de derecha, refrendando la dirección de Chen Tu-siu en el partido. El desastre ya estaba cantado, el partido había roto con la última oportunidad para enderezar la situación. A mediados de julio, el KMT de izquierda atacaba oficialmente al PCC y rompía la alianza formada en 1924, uniéndose al ala derecha dirigida por Chan Kai-shek.

Mao, mientras interviene en el desarrollo de la lucha de dos líneas en el partido, presta atención al campesinado y a su estrecha relación con la revolución. La experiencia le permite ir desarrollando su teoría de la revolución agraria. Mao se apoyará en el movimiento campesino, que se ha levantado al ponerse en marcha la expedición al Norte. Según la línea de la revolución proletaria, durante la primera fase de la construcción del partido, la de su constitución efectiva, ésta no se produce como unidad de la vanguardia estrictamente, cuyo resultado organizativo tomaría la forma de una estructura de partido, sino que se realiza sobre la base de la unidad de la vanguardia con las masas, quedando determinada por la fusión entre la vanguardia y las masas revolucionarias a través de las distintas formas orgánicas e ideológicas que establece la vanguardia para ello. El partido es, pues, el movimiento revolucionario organizado desde la teoría de vanguardia. La vanguardia genera movimiento revolucionario a través de su línea de masas. La línea de masas es la que permite a la vanguardia intervenir en cada etapa en la lucha de clases, siendo así como, a través de la lucha de clases, se constituye el partido. La vanguardia genera, pues, movimiento consciente a través de los vínculos que va estableciendo con las masas. Esta tarea la realiza Mao junto a sus seguidores en las zonas campesinas que en un primer momento se han levantado en el curso de la revolución democrático-burguesa 31, espoleadas por la posibilidad que les ofrece poder liberarse del yugo de la opresión feudal. Por supuesto, la actuación maoísta no se corresponde linealmente con el orden de los componentes de la fase de constitución descrita anteriormente como esquema general. Acertadamente, Mao no sigue las consignas de la dirección oportunista del partido y se aprovecha de un terreno ya abonado en parte por la revolución de liberación nacional. La revolución democrática despierta al campesinado del letargo de milenios de opresión feudal, predisponiéndole positivamente en su mayoría ante las ideas revolucionarias. Sin embargo, cuando las fuerzas maoístas tienen que abandonar las bases rojas por la persecución de la contrarrevolución, el partido mediante el Ejército Rojo va atrayendo y organizando a las masas a su paso, creando nuevas relaciones sociales y políticas por las zonas blancas por las que se desplaza 32. Esto garantizará, por ejemplo, el éxito final de la Larga Marcha, a pesar de todos los contratiempos sufridos durante el trayecto. En el momento que nos atañe, es Mao el que se apoya en la situación y toma la iniciativa para establecer la primera zona liberada y organizarla a despecho de las directrices contrarias del partido:

La política del Comité Especial de la Región Fronteriza y del Comité del Cuerpo de Ejército era entonces la siguiente:

Luchar resueltamente contra el enemigo, establecer el Poder en el sector central de la cordillera Luosiao y combatir la tendencia a la huida;

Profundizar la revolución agraria en las zonas bajo el régimen independiente;

Desarrollar las organizaciones locales del Partido con la ayuda de la organización del Partido en el Ejército y desarrollar las fuerzas armadas locales con la ayuda del ejército regular;

Concentrar las unidades del Ejército Rojo para golpear, en el momento oportuno, al enemigo que las enfrentara, y oponerse a la división de las fuerzas a fin de evitar que fuesen derrotadas por partes; y

Seguir la política de avanzar en oleadas para extender el territorio bajo el régimen independiente, y oponerse a la política de avance temerario .” 33

Esto ocurre entre abril y julio de 1927, antes de la derrota final de agosto y, como puede verse, ya ha creado una organización administrativa y un ejército a pesar de que oficialmente para el partido las únicas tropas que hay dirigidas por comunistas no son independientes, sino que forman parte del ejército nacionalista del Kuomintang y están sometidas a su dirección. Mao, para llegar hasta aquí, se ha encargado de ir generando movimiento nuevo y armado sobre la base de la movilización de los campesinos, arrebatándolos así de la influencia inicial del nacionalismo. Lo que hará revolucionarias a las masas es que sus organizaciones las forma el partido bajo la dirección política correcta: “ Para que el Poder rojo pueda existir por largo tiempo y desarrollarse, se requiere, además de las condiciones arriba mencionadas, otra condición importante: la organización del Partido Comunista debe ser fuerte, y su política, correcta .”

Pero, veamos cómo el mismo Mao describe las dos etapas de la lucha revolucionaria que permiten vincular a la vanguardia con las masas:

Por lo que respecta a los distritos del centro y del Sur de Junán, donde el movimiento campesino ha tomado fuerza, el desarrollo de éste se puede dividir, a grandes rasgos, en dos períodos. El primero, comprendido entre enero y septiembre del año pasado, fue un período de organización. Dentro de ese período, los meses de enero a junio constituyeron una fase de actividad clandestina y los de julio a septiembre, cuando el ejército revolucionario expulsó a Chao Jeng-ti, una fase de actividad abierta. En ese período, las asociaciones campesinas no contaban con más de trescientos o cuatrocientos mil miembros, las masas bajo su dirección inmediata sumaban poco más de un millón de personas, apenas si había lucha en el campo, y, por consiguiente, en los demás sectores de la población casi no se criticaba a las asociaciones campesinas. Debido a que sus miembros servían como guías, exploradores o cargadores para el ejército de la Expedición al Norte, ocurría incluso que oficiales de este ejército hablaban en términos favorables de esas asociaciones. El segundo período, comprendido entre octubre del año pasado y enero de este año, fue un período de acción revolucionaria. El número de miembros de las asociaciones campesinas aumentó vertiginosamente a los dos millones, y las masas bajo su dirección inmediata ascendieron a diez millones. Ya que los campesinos, al ingresar en las asociaciones, generalmente inscriben sólo un nombre por familia, a los dos millones de miembros corresponde una masa de unos diez millones. Casi la mitad de los campesinos de Junán ya están organizados. Y en distritos como Siangtan, Siangsiang, Liuyang, Changshá, Liling, Ningsiang, Pingchiang, Siangyin, Jengshan, Jengyang, Leiyang, Chensien y Anjua, casi todos los campesinos han ingresado en asociaciones campesinas o se encuentran bajo su dirección. Contando con organizaciones tan amplias, los campesinos entraron inmediatamente en acción y, en el término de cuatro meses, realizaron en el campo una gran revolución nunca vista en la historia. 34

Aquí ya se apunta el proceso en que habrá de sintetizarse la línea de la revolución proletaria en sus dos fases, la primera de constitución del partido y la segunda de toma del poder. Primero una etapa de “organización” en que el partido se vincula con las masas a través del trabajo con las vanguardias campesinas locales organizadas, que son escasas teniendo en cuenta a la escala en la que se desenvuelve el escenario de la revolución tanto en kilómetros como en habitantes. Esta tarea se realiza por iniciativa de Mao y del partido bajo su dirección en el campo 35. Posteriormente, una etapa de paso a la acción para derrocar al opresor feudal y crear el Nuevo Poder a través, en este caso, de las asociaciones campesinas. Las etapas del esquema general que constituyen cada una de las dos fases están embutidas la una en la otra todavía. La unidad ideológica está asegurada en líneas generales por la IC y su estado mayor lo forman los cuadros del partido encabezados e instruidos por Mao y los suyos, siendo la estrategia de vinculación con las masas fruto del estudio que les permite acometer las tareas que les llevarán sobre el terreno a organizar las vanguardias campesinas para, una vez conquistadas, dar el salto a la acción de conquista de las amplias masas, lo que representa el paso a la Guerra Popular. Aquí vemos que es la labor del partido la que hace que los campesinos se organicen y levanten, aunque esto ocurrió en pocos lugares, dada la escasa y concentrada fuerza del PCC en el campo 36.

Cuando el KMT de izquierda da el paso definitivo de atacar a los comunistas y reprimir en masa a obreros y campesinos, el partido no está en condiciones de responder. Quince días después de haber comenzado la purga anticomunista, las unidades comandadas por los comunistas del ejército nacionalista se levantan en Nanchang 37. Es el 1 de agosto de 1927 y la primera vez que unidades militares del partido actúan independientemente en el terreno militar. Es también la fecha oficial en que se considera la fundación del Ejército Rojo.

Esta acción marca el inicio de la Guerra Popular. Mao se sumará a esta nueva etapa pocos días después sublevando a los campesinos entre las provincias de Chiangsi y Junán, donde ya se había estado realizando trabajo previo un año antes. Mao proviene de la reunión urgente del Comité Central del PCC celebrada el 7 de agosto en que se condena el oportunismo de derecha de Chen Tu-siu, que es desplazado de la secretaría general. Sin embargo el intento de corregir los errores cometidos hasta el momento no supondrá la resolución de los problemas al abrirse un periodo de desviación izquierdista. En realidad, todo el partido se había implicado en mayor o menor grado en la anterior dirección y los mismos que habían pecado de oportunismo de derecha con Chen Tu-siu ahora, desbancado éste, tomarán las riendas en su lugar para pecar de oportunismo de izquierda. Incluso el propio Mao estuvo al frente de la criticada Asociación Nacional de Campesinos 38 para cumplir con las órdenes del partido de intentar frenar los excesos que cometía el campesinado.

Lo verdaderamente trascendental de los hechos de agosto es que suponen el inicio de la Guerra Popular y por primera vez la cuestión militar pasa al primer plano de la revolución, iniciándose la segunda guerra civil. Según la línea general de la revolución proletaria, el comienzo de la Guerra Popular presupone la constitución del partido. Aunque quedan años para que el maoísmo tome las riendas efectivas del PCC, la estrategia de la Guerra Popular ya está definida en sus líneas básicas y en marcha, sólidamente anclada a través de las organizaciones del partido que dirigen los maoístas en el campo. Se ha alcanzado un equilibrio en el partido entre las fuerzas revolucionarias y el oportunismo en la organización. Mao no siempre obedecerá completamente las consignas de la nueva dirección que, desde la reunión de agosto caerá en el insurreccionalismo izquierdista, incentivando una sucesión de levantamientos armados que serán aplastados uno tras otro creando graves problemas a la revolución. Habrá tres periodos de inclinación izquierdista durante la segunda guerra civil revolucionaria que marcarán todo el periodo hasta 1935 39.

Desde este momento, Mao se encargará de ir desarrollando la Guerra Popular. Cualquier alianza que pueda volver a establecer será táctica y no estratégica, como la del Frente Único Antijaponés de nuevo con el KMT. A partir de ahora, la verdadera alianza viene representada por la lucha, adquiriendo un nuevo significado. Es la Guerra Popular, moviéndose por el campo chino, la que en lucha continua impone la alianza del proletariado con el campesinado para crear organización militar y Nuevo Poder. La Guerra Popular se inicia con el movimiento guerrillero, siendo el Ejército Rojo el instrumento de la línea de masas de la revolución. Así, como la línea de masas es el instrumento de enlace con la lucha de clases, ahora la línea de masas se convierte en línea militar y el Ejército Rojo es el instrumento de militarización de las masas y de creación del Nuevo Poder en base a las masas armadas. La línea militar pasa a ser el centro de la línea política del partido. La Guerra Popular va creando condiciones nuevas provocando la crisis en las relaciones feudales por donde pasa. Detrás de la Guerra Popular está el partido y esta relación es la que da unidad y coherencia a todo el proceso revolucionario en China, mostrando el vínculo entre las distintas etapas, y entre las tareas teóricas e ideológicas y las tareas prácticas de la construcción revolucionaria. Para Mao, a partir de 1927, “ en China, la forma principal de lucha es la guerra; y la forma principal de organización es el ejército ”. 40

Hemos llegado pues, al problema cardinal de la revolución, al establecimiento correcto de la línea militar del partido.

La tarea central y la forma más alta de una revolución es la toma del Poder por medio de la fuerza armada y la solución de las cuestiones por medio de la guerra. Este principio marxista-leninista tiene validez universal, tanto en China como en los demás países 41.

Sin embargo, el PCC mantuvo descuidado y en un segundo plano la cuestión de la línea militar.

Casi desde sus primeros momentos, la tarea principal del partido del proletariado chino ha sido la de unir la mayor cantidad posible de aliados y la de organizar la lucha armada contra la contrarrevolución armada del interior o del exterior, de acuerdo con las circunstancias, por la liberación nacional y social. En China, sin la lucha armada, el proletariado y el Partido Comunista no hubieran podido ocupar el puesto que les correspondía ni resolver ninguna tarea revolucionaria.

    Nuestro Partido, en los cinco o seis años transcurridos desde su fundación, en 1921, hasta su participación en la Expedición al Norte, en 1926, no ha comprendido del todo este punto. En aquel tiempo, no comprendía la suprema importancia que tiene en China la lucha armada; no se preparó para la guerra ni organizó en serio las fuerzas armadas y descuidó el estudio de la estrategia y la táctica militares. Durante la Expedición al Norte, al concentrar su atención unilateralmente en el movimiento de masas, descuidó la tarea de ganarse las fuerzas armadas, resultado de lo cual fue que todo el movimiento de masas se derrumbara en cuanto el Kuomintang se hizo reaccionario. Durante mucho tiempo después de 1927, numerosos camaradas siguieron realizando, como tarea central del Partido, preparativos para las insurrecciones en las ciudades y labores en la región blanca 42.

La política que prevalecía en el PCC en aquella época era la que provenía de la IC, que a su vez procedía de la experiencia del movimiento obrero revolucionario en Europa y que hacía depender la revolución de la insurrección en las zonas industriales urbanas, habiendo conquistado previamente a las masas proletarias. La experiencia de la revolución de Octubre era esencial. Lenin había sido muy claro y contundente al respecto:

Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución . Esto en tercer lugar .” 43

Todas las sublevaciones en las ciudades chinas entre 1925 y 1927 se realizan siguiendo este patrón y están coordinadas directamente con la guerra que libra el KMT contra los señores feudales 44. El partido y las revueltas por él promovidas se guían por el esquema de la revolución anticolonial dirigida por la burguesía. A pesar de las continuas derrotas para el proletariado, la dirección del partido seguirá insistiendo en el esquema insurreccional de Octubre hasta 1935.

Para la IC, lo importante es la conquista de la mayoría: “ lograr una influencia comunista en la mayoría de la clase obrera y conducir al combate al sector decisivo de esta clase ” En relación con ello, “ en los países coloniales y semicoloniales, la Internacional Comunista tiene dos tareas: 1) crear un embrión de partido comunista que defienda los intereses generales del proletariado y 2) apoyar con todas sus fuerzas al movimiento nacional revolucionario dirigido contra el imperialismo, convertirse en la vanguardia de ese movimiento y fortalecer el movimiento social en el seno del movimiento nacional 45. Esta política será la que llevará a cabo el PCC, inclinándose cada vez más hacia el apoyo “ con todas sus fuerzas ” al KMT, hasta sus últimas y desastrosas consecuencias en 1927.

La falta de cohesión en el partido que, entre otras cuestiones, dificultaba la comprensión del problema de la línea militar, permitió que las fuerzas dirigidas por Mao, que ya habían advertido sobre el asunto, pudiesen actuar con autonomía para salvaguardar al partido del desastre absoluto:

Durante un período de tres o cuatro años, desde 1921 (en que fue fundado el Partido Comunista de China) hasta 1924 (en que se celebró el I Congreso Nacional del Kuomintang), nuestro Partido no comprendió la importancia de ocuparse directamente de los preparativos para la guerra y de la organización de un ejército, y en el período de 1924-1927 e incluso durante algún tiempo más, siguió careciendo de una comprensión suficiente al respecto; sin embargo, con su participación en 1924 en la fundación y el trabajo de la Academia Militar de Juangpu, entró en una nueva etapa y comenzó a comprender la importancia de los asuntos militares. Ayudando al Kuomintang en las guerras en Kuangtung y participando en la Expedición al Norte, consiguió controlar una parte del ejército. Habiendo sacado una amarga lección del fracaso de la revolución, organizó el Levantamiento de Nanchang, el Levantamiento de la Cosecha de Otoño y el Levantamiento de Cantón, con lo cual entró en el nuevo período de creación del Ejército Rojo. Ese fue el período crucial en que nuestro Partido llegó a comprender a fondo la importancia del ejército. Si no hubiera existido en aquella época el Ejército Rojo, ni hubiera éste sostenido ninguna guerra, es decir, si el Partido Comunista hubiese adoptado la línea liquidacionista de Chen Tu-siu, serían inconcebibles la actual Guerra de Resistencia contra el Japón y su prosecución durante largo tiempo 46.

Mao habla de insurrección siguiendo la tradición de la IC, para la cual “ El proletariado tiene que llegar a la insurrección armada 47, pero en la práctica se encarga de hacer algo nuevo. Por una parte, Mao dice en marzo de 1927, que “ Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra 48. Y más de un año después, en noviembre de 1928, vuelve a afirmar:

Desarrollar la insurrección mediante la fuerza armada es un rasgo característico de la revolución de China, país donde predomina la economía agrícola. Sugerimos al Comité Central que dedique grandes esfuerzos al trabajo militar 49.

Al mismo tiempo, la IC, en 1928, sigue insistiendo en que “ el partido debe prepararse para las insurrecciones armadas en vistas de la inevitable llegada de una nueva marea ascendente revolucionaria ”, y que “ en China, el futuro crecimiento de la revolución, pondrá en el partido, como tarea práctica inmediata, la preparación de la complementación de las insurrecciones armadas, como único camino para la complementación de la revolución burguesa-democrática y el derrumbamiento del poder de los imperialistas, terratenientes y burguesía nacional: el poder del Kuomintang 50.

Por el contrario , durante este tiempo Mao se dedica a aplicar la defensiva estratégica militar de la Guerra Popular. Como en todo proceso de transformación de lo viejo en lo nuevo, existen elementos de ambos que se entrecruzan, lo que se refleja sobre todo en el mantenimiento de un lenguaje viejo a la hora de explicar los nuevos conceptos. Así mismo, mientras todos los levantamientos que se producen a instancias de la dirección del partido terminan en fracaso y la IC sigue pensando en el modelo insurreccional, Mao, por el contrario, prosigue elaborando su línea de masas militar:

El curso de la guerra civil puede dividirse, a grandes rasgos, en dos períodos estratégicos. En el primer período, lo principal fue la guerra de guerrillas, y en el segundo, la guerra regular. Pero la guerra regular aquí mencionada era de tipo chino, regular tan sólo por la concentración de las fuerzas para hacer una guerra de movimientos y por cierto grado de centralización y planificación en el mando y en la organización. En los demás aspectos, conservaba aún el carácter guerrillero, constituía un tipo inferior y no podía equipararse con la de los ejércitos extranjeros; también presentaba alguna diferencia con la del ejército del Kuomintang. Así, en cierto sentido, este tipo de guerra regular representaba sólo una guerra de guerrillas elevada a un nivel superior .” 51

El peso de la tradición revolucionaria europea impone el modelo insurreccional como el método adecuado para la revolución proletaria y se inscribe dentro de la línea revolucionaria de la Internacional. La experiencia de Octubre, analizada desde la misma premisa, parece cumplir a la perfección con esa tradición arrastrada por la experiencia del movimiento obrero revolucionario desde el siglo XIX, a lo que Octubre le añadiría los Soviets como los órganos adecuados para llevarla a efecto. Esto exigiría una conquista previa de las masas, esto es, una conquista previa de los Soviets para obtener un consenso mayoritario por la insurrección. Stalin en respuesta al camarada Marchulin decía el 9 de mayo de 1927:

¿Habrá que formar en China Soviets obrero s y campesinos? Sí, habrá que formarlos necesariamente .”

Todo el problema se reduce a cuándo crearlos, en qué condiciones, en qué situación .”

Los Soviets de diputados obreros son órganos de lucha de la clase obrera contra el Poder existente, órganos de la insurrección, órganos del nuevo Poder revolucionario, y sólo como tales pueden desarrollarse y robustecerse .”

Llamar ahora a la formación de Soviets de diputados obreros y campesinos en esta zona (se refiere a la zona de Wuhan gobernada por el Kuomimtang de izquierda) significa llamar a la insurrección contra el Poder del Kuomintang revolucionario. ¿Esto es conveniente? Claro que no lo es.”

¿Cuándo será preciso formar en China los Soviets de diputados obreros y campesinos? Habrá necesidad imperiosa de crearlos en China en el momento en que la revolución agraria triunfante alcance su máximo desarrollo, cuando el Kuomintang, como bloque de los populistas revolucionarios de China (Kuomintang de izquierda) y del Partido Comunista , no responda ya a la nueva situación, cuando la revolución democrático-burguesa, que todavía no ha vencido y que tardará aún en vencer, empiece a poner de manifiesto sus rasgos negativos, cuando del actual tipo kuomintanista de organización de Estado haya que ir paulatinamente al tipo nuevo, proletario, de organización del Estado .” 52

Stalin habla de Soviets de obreros porque en China hay clase obrera, por eso le rebate a Marchulin que no puede haber sólo Soviets de campesinos 53. Para Stalin, como la revolución burguesa ha de preceder a la revolución proletaria, no pueden crearse Soviets porque eso representaría ir contra el poder del Kuomintang, que encarna la revolución burguesa, es decir, en el caso de China, la revolución agraria antifeudal. Deja, pues, en manos de la burguesía el desarrollo de la revolución agraria en lugar de arrebatársela y ponerla bajo la dirección proletaria. Pero, además, Stalin también revela su visión esquemática y mecanicista del desarrollo social al describir el paso de un modelo de Estado a otro con el adverbio paulatinamente , mostrando una concepción gradualista del proceso revolucionario, en lugar de la dialéctica que implica el salto revolucionario de paso de un modelo al otro. La errónea interpretación del papel que han de desempeñar los soviets le impide ver su función como bases de apoyo de la revolución. La interpretación evolutiva del paso del poder de la burguesía al poder proletario, antes mencionada, no le permite comprender que el doble ejercicio que realizan los soviets como órganos de lucha y órganos de poder a la vez, les hace precisamente útiles como bases de apoyo para la revolución. Stalin ya está mostrando indicios claros de la esclerosis que está atenazando a la ideología de la Komintern, cuyas primeras consecuencias prácticas, como la derrota de la revolución en China en 1927, son avisos claros que pronostican la agudización de los síntomas que arrastrarán al comunismo hacia el desastre del final del ciclo.

Stalin sigue insistiendo todavía el 28 de julio, cuando ya se ha producido la ruptura definitiva entre los comunistas y el KMT de izquierda:

Por eso, ya ahora, antes de que llegue el ascenso a la par que se lucha por sustituir la actual dirección kuomintanista por una dirección revolucionaria, se debe emprender entre las vastas masas trabajadoras la más amplia propaganda de la idea de los Soviets, sin adelantarse demasiado y sin formarlos ahora mismo, teniendo presente que los Soviets sólo pueden prosperar cuando existe un poderoso ascenso revolucionario .” 54

Ni con el golpe de Chiang Kai-shek, ni con la traición del Kuomintang de izquierda un año después, momento en el que se reconoce que la burguesía nacional ha abandonado el camino revolucionario y que la revolución china entra de lleno en la fase de la revolución agraria, y mientras se está aplicando el terror blanco, que está pasando literalmente a cuchillo a los miembros del partido y de sus organizaciones revolucionarias, incluso en estos dramáticos momentos, a pesar de describir los éxitos del PCC en este periodo en que millones de campesinos “ se han agrupado estrechamente en torno al proletariado ”, los dirigentes de la Internacional insisten en que no se dan las condiciones para la creación de los Soviets para la insurrección, porque

...hay una condición obligatoria, que una política acertada debe observar siempre y en todos los casos. Esa condición es que la política del Partido eleve la combatividad del proletariado, multiplique sus lazos con las masas trabajadoras, aumente el prestigio del proletariado entre estas masas y haga del proletariado la fuerza hegemónica de la revolución .” 55

Luego, “ la consigna de formación de los Soviets podrá ser verdaderamente una consigna revolucionaria, si (¡si!) en un porvenir próximo se produce un nuevo y poderoso ascenso revolucionario .” 56

Un ascenso revolucionario poderoso que no depende más que de hacer propaganda de la idea de los Soviets es un ascenso que se deja en manos de la espontaneidad, justamente lo opuesto a los planteamientos que dieron origen al partido leninista de nuevo tipo. Sí, seguramente tienen algo de razón los que afirman que Stalin adolecía de insuficiente información e intervenía en las cuestiones de China más en la clave de combatir a la oposición en la URSS, con la que mantenía un contencioso sobre la revolución china como argumento, que en interés de la propia revolución china 57, amén de las deficiencias de tipo ideológico apuntadas anteriormente y que ya estaban aflorando manifiestamente.

M. N. Roy, el delegado de la IC durante la decisiva primera mitad del año 1927, conocido por la ponencia complementaria a la de Lenin en el II Congreso de la IC sobre la cuestión colonial, llevando sus posicionamientos todavía más hacia la izquierda, no difiere mucho en esencia de Stalin. Todavía en 1930, mantiene que el centro de la revolución ha de girar en torno a los centros urbanos donde radica el proletariado y que el modelo a seguir sigue siendo el de la insurrección, supeditando los levantamientos campesinos a los proletarios. Critica despreciativamente la creación del Ejército Rojo de campesinos y su instalación en las zonas rojas como una huida desesperada del partido al campo por la sangrienta represión en las ciudades. Explica cómo se estrellan las fuerzas campesinas al acudir a las ciudades para apoyar insurrecciones que no se producen, corroborando el efecto del seguimiento de las consignas izquierdistas del partido en el periodo de la segunda guerra civil. Afirma que el ejército campesino es impotente en las ciudades, y que los Soviets jamás los podrá crear una insurrección campesina. Asegura que la rebelión campesina sólo puede ser útil a la reconstrucción capitalista del país, pero nunca servirá para el comunismo porque, como “ los campesinos no pueden emanciparse a sí mismos ”,

...el factor decisivo de la situación es la actividad revolucionaria del proletariado,...

y culpa al partido de haber caído en la tradición militarista china, en una clara alusión a la Guerra Popular maoísta, y condena al movimiento campesino por ser una base harto inestable para el movimiento revolucionario, por lo que, refiriéndose a las tareas de los comunistas, éstos

...deben sobreponerse a su fatal preocupación militarista y conceder mayor atención a la clase obrera urbana. En el transcurso de la lucha con exigencias inmediatas y parciales, las fuerzas del proletariado derrotado y desmoralizado había que reunirlas como se pudiera a fin de emprender la lucha por la conquista del poder .” 58

Como se pudiera , es una buena receta para corregir línea tan descarriada. Roy no reconoce a estas alturas el papel del partido. No sólo no conoce la tarea que está llevando a cabo, la cual ni tan siquiera cree posible pueda llevarse por su desprecio genético a los campesinos, sino que no concibe al partido comunista como portador de la ideología proletaria a no ser que haya obreros en él.

La insurrección no es, pues, una forma de Guerra Popular, porque no cumple los requisitos de ésta. Para una insurrección hay que tener en disposición a las masas para poder armarlas. Según el modelo de la Guerra Popular, se parte sin las masas y éstas se conquistan con la intervención armada del partido revolucionario. Se obliga a escoger a las masas entre la revolución y la contrarrevolución sin dar otra opción, no existe una labor previa pacífica de propaganda entre las masas para convencerlas de la necesidad del levantamiento. La propaganda se realiza a la vez que se ejerce el Poder rojo y se organiza el movimiento de las masas revolucionarias. Mao rompe en la práctica con la estrategia de preparación para la insurrección relegándola a un segundo plano, a la posibilidad de levantamientos en los centros urbanos para su incorporación al proceso de la Guerra Popular y no al revés, a que los movimientos campesinos sirvan de apoyo a las insurrecciones obreras en las ciudades, como concibe la tradición en Europa. En 1930, cuando el PCC aún está sometido al izquierdismo de la dirección, ya está dejando bastante claro que, en las condiciones de China, el Ejército Rojo y el Nuevo Poder en el campo son los principales requisitos para el éxito revolucionario en las ciudades. Al pesimismo en que caen algunos en el partido debido a los fracasos izquierdistas, Mao les realiza la crítica porque

“... pretenden ampliar nuestra influencia política recurriendo a un método más fácil: las acciones guerrilleras errantes y, una vez cumplida enteramente o hasta cierto punto la labor de ganarse a las masas en todo el país, iniciar un levantamiento armado en toda China, levantamiento que, con la participación del Ejército Rojo, desembocaría en una gran revolución de amplitud nacional. Esta teoría sobre la necesidad de ganarse primero a las masas a escala nacional y en todas partes, y establecer después el Poder, no corresponde a las condiciones reales de la revolución china .” 59 Ni de ningún sitio, como comprobaremos más adelante.

La línea política y la línea de organización trazadas por el VI Congreso Nacional del Partido son correctas: la revolución en la etapa actual es democrática, y no socialista; la tarea actual del Partido (aquí debería haberse agregado: 'en las grandes ciudades') consiste en ganarse a las masas y no en organizar insurrecciones inmediatas. Pero, la revolución se desarrollará con gran rapidez, y debemos adoptar una actitud positiva en la propaganda y la preparación para las insurrecciones armadas. En la caótica situación actual, podremos dirigir a las masas sólo a base de consignas y actitud positivas. Igualmente, sólo adoptando tal actitud, el Partido podrá recuperar su capacidad de combate… La dirección del proletariado constituye la única clave para la victoria de la revolución. Asentar al Partido sobre una base proletaria y establecer células en las empresas industriales de los centros urbanos, son en este momento importantes tareas en el terreno organizativo; pero al mismo tiempo, el desarrollo de la lucha en el campo, el establecimiento del Poder rojo en pequeñas zonas, la creación y engrosamiento del Ejército Rojo son, antes que nada, los principales requisitos para ayudar a la lucha en las ciudades y promover el auge revolucionario. Por consiguiente, es erróneo renunciar a la lucha en las ciudades; pero, en nuestra opinión, también se equivocará todo miembro del Partido que tema el desarrollo de la fuerza campesina, creyendo que la revolución será perjudicada si esa fuerza supera a la obrera. Pues en la China semicolonial, la revolución fracasa inevitablemente cuando la lucha campesina no cuenta con la dirección de los obreros, pero jamás se perjudica porque la fuerza de los campesinos se torne, en el curso de la lucha, mayor que la de los obreros .” 60

En la práctica ocurrirá que será el Ejército Rojo el que decida cuándo se libera un territorio o una ciudad y cuándo ha de abandonarse por las contingencias de la revolución. En los hechos, durante la segunda guerra civil, de 1927 a 1936, las insurrecciones sólo aportaron represión masiva y desgajamiento de elementos revolucionarios que en su huída se refugiaban en las zonas rojas y se incorporaban al Ejército Rojo, como le pasó a la dirección del partido en 1933, huyendo del último fracaso insurreccional y de la presión contrarrevolucionaria. Mao ya ha establecido, pues, la tarea de cercar las ciudades desde el campo como estrategia de la revolución china 61. El insurreccionalismo queda descartado y es sustituido por el trabajo paciente y planificado para preparar la toma de las ciudades por el Ejército Rojo:

De esto se desprende que los enemigos de la revolución china son extremadamente fuertes. Entre ellos se cuentan no sólo el poderoso imperialismo, sino también las poderosas fuerzas feudales y, en ciertos períodos, hasta los reaccionarios de la burguesía, que, confabulados con el imperialismo y las fuerzas feudales, luchan contra el pueblo. Por eso, es incorrecto subestimar la fuerza de los enemigos del pueblo revolucionario chino .”

Stalin dice: ‘En China, la revolución armada combate a la contrarrevolución armada. Tal es una de las peculiaridades y una de las ventajas de la revolución china'. Esta formulación es del todo justa. Por eso, es incorrecto menospreciar la lucha armada, la guerra revolucionaria, la guerra de guerrillas y el trabajo en el ejército.

 Frente a tales enemigos, surge la cuestión de la base de apoyo revolucionaria. En vista de que los poderosos imperialistas y sus reaccionarios aliados chinos se hallan desde hace mucho atrincherados en las principales ciudades de nuestro país, los destacamentos revolucionarios, si se niegan a transigir con el imperialismo y sus lacayos y quieren perseverar en la lucha, si quieren acumular fuerzas, templarse y evitar, mientras no dispongan de suficiente poderío, una batalla decisiva con el poderoso enemigo, tienen que convertir las atrasadas zonas rurales en avanzadas y sólidas bases de apoyo, en grandes baluartes militares, políticos, económicos y culturales de la revolución desde donde luchar contra el fiero enemigo, que ataca las zonas rurales utilizando las ciudades, y llevar paso a paso la revolución a la victoria completa a través de una lucha prolongada. En estas circunstancias, la desigualdad del desarrollo económico de China (ausencia de una economía capitalista unificada), la inmensidad de su territorio (que proporciona a las fuerzas revolucionarias espacio para maniobrar), la desunión del campo contrarrevolucionario y las contradicciones de todo género que en él abundan, y el hecho de que la lucha de los campesinos, contingente principal de la revolución china, esté dirigida por el partido del proletariado, el Partido Comunista, todo esto, por un lado, hace posible que la revolución china triunfe primero en las zonas rurales, y, por el otro, determina la desigualdad del desarrollo de la revolución y hace necesaria una lucha prolongada y ardua para lograr la victoria total. De este modo, resulta claro que la larga lucha revolucionaria sostenida desde dichas bases de apoyo revolucionarias constituye, en lo fundamental, una guerra de guerrillas de los campesinos dirigida por el Partido Comunista de China. Por eso, es erróneo desatender la utilización de las zonas rurales como bases de apoyo revolucionarias, el trabajo arduo entre los campesinos y la guerra de guerrillas.

    Sin embargo, hacer hincapié en la lucha armada no significa renunciar a las otras formas de lucha; por el contrario, la lucha armada no podría triunfar si no se coordinasen con ella estas otras formas. Hacer hincapié en el trabajo en las bases de apoyo rurales no significa renunciar al trabajo en las ciudades y en las extensas zonas rurales que todavía se encuentran bajo la dominación enemiga; por el contrario, sin el trabajo en las ciudades y en dichas zonas, nuestras bases de apoyo rurales quedarían aisladas y la revolución fracasaría. Además, el objetivo final de la revolución es tomar las ciudades, bases principales del enemigo, y este objetivo no puede conseguirse sin suficiente trabajo en ellas.

    De ahí se deduce que para que la revolución triunfe tanto en las ciudades como en el campo, es indispensable destruir al ejército del enemigo, principal instrumento en su lucha contra el pueblo. Por lo tanto, aparte de aniquilar a las tropas enemigas en el campo de batalla, es importante el trabajo de desintegrar al ejército enemigo.

    De ahí se deduce también que, en el trabajo de propaganda y de organización en las ciudades y zonas rurales ocupadas durante largo tiempo por el enemigo y sumidas en las tinieblas de la reacción, el Partido Comunista no debe seguir una precipitada política aventurera, sino adoptar la política de mantener clandestina la organización del Partido y hacerla compacta, selecta y eficaz, acumular fuerzas y esperar el momento propicio. Al dirigir al pueblo en la lucha contra el enemigo, el Partido debe adoptar la táctica de avanzar paso a paso y de combatir sobre un terreno seguro, siguiendo el principio de luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse, y utilizando toda posibilidad de actividad abierta que permitan las leyes y decretos y las costumbres sociales; el griterío vacuo y las embestidas ciegas jamás podrán conducir al éxito.” 62

Aportación universal de la revolución china

La revolución China es el proceso por el cual la línea de la revolución proletaria adquiere la concreción que le permite elevarse a línea general de carácter universal. Siguiendo el proceso dialéctico de que lo general se manifiesta desde lo particular, en la experiencia china incurren los dos tipos de acción revolucionaria para la conquista del poder, la insurrección y la Guerra Popular, produciéndose el salto de una a la otra. El desarrollo del movimiento proletario revolucionario incorporó en sus inicios, a su bagaje de acción, el método de la insurrección, importándolo de la tradición de las luchas de la burguesía revolucionaria y de los levantamientos campesinos a lo largo de la historia. Las masas se levantaban y entregaban el poder a una nueva clase emergente y dirigente por su posición dominante en las nuevas relaciones de producción. El movimiento obrero, en el siglo XIX, hará lo mismo recogiendo toda esta experiencia y participando en las últimas revoluciones burguesas del siglo como fuerza principal de choque en unión con la burguesía. La Comuna es la manifestación mas significativa de este modelo mientras, a su vez, expresa la naciente tendencia a la independencia del proletariado por crear un sistema nuevo de relaciones sociales.

En Rusia, a principios de siglo, recogiendo la tradición, se persigue la misma aplicación insurreccional. Sin embargo, el partido de nuevo tipo ha desplazado el eje central de la revolución de la espontaneidad hacia la conciencia, abriendo la posibilidad de dotar a la insurrección de otro contenido que hará que se transforme en un nuevo modelo que por primera vez permitirá tener éxito al proletariado. El partido es el que dirigirá la sublevación con sus propias armas, sus organizaciones y destacamentos y con el consenso de la mayoría de las masas revolucionarias. Sin embargo, el proceso de aceleración histórica de la revolución mundial, que se inicia con la I Guerra Mundial y la revolución de Octubre, impedirá sacar las lecciones del novedoso proceso soviético que, por primera vez en la historia, ha conseguido tomar el poder y mantenerse en él, gracias a la dirección del nuevo partido proletario. La necesidad de la revolución proletaria mundial y de la defensa de la URSS no dan para muchos análisis cuando casi todo podía explicarse recurriendo al método tradicional de la insurrección masiva. El proceso de gestación y lucha y de definición del partido de nuevo tipo no tuvo su equivalente en la puesta en práctica de un proceso revolucionario de nuevo tipo, convirtiéndose la revolución bolchevique en una experiencia de transición entre la vieja táctica insurreccional y la configuración de un nuevo tipo de revolución proletaria.

Engels, ya en 1895, después de indicar que han cambiado las condiciones del enfrentamiento armado entre las clases, al hacerse más favorables a las tropas regulares de los ejércitos burgueses que a las masas revolucionarias, revisa la vieja táctica insurreccional sosteniendo incluso que “ hasta en la época clásica de las luchas de calles, la barricada tenía más eficacia moral que material 63. Pero esto no significa que los combates de calle no vayan a tener ninguna utilidad en el futuro, sino que “ se producirán con menos frecuencia en los comienzos de una gran revolución que en el transcurso ulterior de ésta y deberá emprenderse con fuerzas más considerables ”. Se relega, pues, el método insurreccional al desempeño de un papel secundario, de apoyo táctico 64. Las revoluciones, hasta entonces, habían servido siempre a una minoría que implicaba a las masas del pueblo en su causa, colaborando éstas, más o menos conscientemente, en colocar en el poder a esa nueva minoría explotadora. Pero al entrar en escena el proletariado, fruto de la revolución industrial, la situación de clases se clarifica, siendo eliminadas muchas de las capas intermedias, definiéndose mucho más la confrontación. Ahora, la revolución ya sólo puede servir a la mayoría de la población, eliminándose la posibilidad de sustitución de una capa explotadora por otra: “ la época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado 65. Sin embargo, en este mismo prólogo, Engels introduce la idea de conquistar previamente a esas masas inconscientes, incluyendo de manera indispensable al campesinado, a través de un trabajo paciente de propaganda, avanzando lentamente, de posición en posición. No se renuncia a la revolución porque “ no en vano el derecho a la revolución es el único ‘derecho' realmente ‘histórico'” 66; pero, si por una parte la nueva situación socioeconómica, con la nueva estructuración de clases, relega a la insurrección a un segundo plano en detrimento de la labor de conquista previa de las masas, esta labor condiciona y pospone la acción revolucionaria a su realización, introduciéndose abiertamente la posibilidad de desviación revisionista de derechas, como así mismo sucedió 67. El nuevo problema estriba en encontrar la fórmula por la que debe de ser conquistada la masa. Así, Engels también introduce la posibilidad de la lectura correcta, de izquierda, revolucionaria. El que el “ ejército del proletariado ” al encontrarse “ lejos de poder conquistar la victoria en un gran ataque decisivo ” tenga que “ avanzar lentamente, de posición en posición, en una lucha dura y tenaz ”, anticipa, sorprendente, concisa y claramente, la necesidad de elaborar un nuevo tipo de desarrollo revolucionario que desembocará, treinta años después de escrito, en el comienzo y elaboración de la Guerra Popular Prolongada.

En las dos primeras décadas del siglo XX, se producen los dos acontecimientos más importantes para la elaboración de la línea de la revolución proletaria: la formación del partido de nuevo tipo y la revolución de Octubre, que dará origen al primer gran ciclo revolucionario, elevando al leninismo a justo continuador del marxismo que, teóricamente, venía siendo “ reconocido por todos 68 desde finales del siglo XIX. De la lucha entre las dos líneas, la revolucionaria y la revisionista, en el seno de la II Internacional, se gestará el nuevo partido que permitirá por primera vez alcanzar la victoria en Octubre de 1917. De este periodo y sus dos hitos más destacados, Mao extraerá las enseñanzas de carácter universal para forjar la línea general de la revolución proletaria. Mao se presenta así como recuperador del genuino leninismo anticipando las leyes universales de la Guerra Popular. Mao parte de lo concreto, las condiciones de la revolución en China, para ir configurando la estrategia de la Guerra Popular de la que se desprenderán las aportaciones generales para la revolución. Desde sus inicios, la revolución china intentará legitimarse en la revolución rusa. A ella recurrirán tanto el Kuomintang como la Internacional Comunista, que intentará aplicar en China las enseñanzas que de ella había extraído hasta ese momento. La dificultad en ver y comprender lo nuevo, tanto de la revolución rusa como de la china, será superada por Mao en lucha de dos líneas dentro del PCC, estableciendo la Guerra Popular como ley universal de la revolución. El cambio, en la situación de la conformación, estructura y relaciones entre las clases que había apuntado Engels en 1895, se crearon las condiciones para la fundación del partido de nuevo tipo leninista. Esta nueva situación y este nuevo partido permitirán, a su vez, elevar la teoría revolucionaria, elaborando la línea general para la realización de la revolución de nuevo tipo, que supone un salto cualitativo en el esquema tradicional de la lucha revolucionaria de las masas por la transformación social, modificando las teorías, conceptos y métodos que hasta entonces venían siendo incorporados en la línea de la revolución proletaria de las revoluciones sociales anteriores. La revolución de nuevo tipo es posible porque en ella se produce el vínculo entre el sujeto, el proletariado, y el elemento consciente, la vanguardia, generándose el Partido. Esta nueva situación, que no se había dado nunca hasta entonces, permite, en la acción, generar las nuevas leyes de la revolución. Será Mao quien las extraerá del análisis y la experiencia del periodo que se inicia con la revolución de Octubre, en Rusia, y se completa en la revolución China. Es pues el nuevo sujeto, el proletariado elevado a la categoría revolucionaria organizándose en Partido, el que al actuar sobre el objeto social lo transforma, generando la Guerra Popular como ley nueva por medio de la cual se establece la relación entre ambos elementos. La ley no puede surgir antes de que exista el partido de nuevo tipo. No existe ley separada de la materia y es la materia social en movimiento la que genera sus propias leyes. Es la lucha interna de la materia social, la lucha de clases, la que mueve la sociedad y le permite progresar cualitativamente. Las leyes de la revolución proletaria no pueden, por lo tanto, existir antes de que exista el proletariado y la sociedad esté determinada por él como sujeto revolucionario. El sujeto se eleva en lucha contra lo establecido y transforma las leyes del desarrollo social, modificando las relaciones y las luchas entre las clases.

Sin embargo, aún existen destacamentos de vanguardia, como el nuevo Partido Comunista Italiano [(n)PCI], que defienden ideas como que “ el desarrollo de un fenómeno sigue sus propias leyes aunque los hombres las ignoren ”, por lo que, como “ el marxismo-leninismo-maoismo es una ciencia ”, de lo que se trata es de “ analizar la experiencia de las revoluciones proletarias y de elaborarla para descubrir las leyes que han seguido en su desarrollo ”. Este planteamiento les lleva a decir que “ si es verdad que la GPP es la forma universal de las revoluciones proletarias, eso quiere decir que cada revolución proletaria que ha tenido lugar hasta ahora se ha desarrollado según sus leyes universales, aunque sus protagonistas no las conocieran todavía. Si esas revoluciones proletarias han tenido éxito, es porque sus protagonistas han seguido esas leyes universales, aunque fuese a ciegas, instintivamente, sin saberlo, mediante sucesivos intentos. Por el contrario, si han fracasado, ha sido porque sus protagonistas, a pesar de su buena voluntad, entrega y heroísmo, se han obstinado en trabajar en desacuerdo con esas leyes que no conocían ”, con lo cual lo único que queda por hacer es “ intentar descubrirlas 69. Con este alegato se han cargado de un plumazo el papel del sujeto en el desarrollo social, la actividad transformadora de la conciencia y de la dirección revolucionarias para reducir a los comunistas a meros científicos en busca de unas leyes preestablecidas que, una vez descubiertas, actuando sin contravenir sus pautas, permitirían obtener la victoria. Sin embargo, las enseñanzas del materialismo histórico y la misma dialéctica materialista indican todo lo contrario. La práctica revolucionaria del sujeto es el motor que modifica tanto al objeto como al propio sujeto. Ésta es la clave para comprender el sentido de la Tercera tesis sobre Feuerbach de Marx sobre la sociedad entendida como producto de la actividad humana. Así lo confirma también la ciencia moderna, cuando, incorporando los últimos avances de la investigación, confirma que el objeto investigado está influenciado por la subjetividad del investigador (causa y consecuencia, al mismo tiempo, del principio de incertidumbre que rige todo el amplio campo de la moderna física cuántica). El movimiento es una de las principales características de la materia, luego, la humanidad, como materia que es, en su desarrollo, en su movimiento, genera nuevas leyes que permiten los saltos cualitativos que la hacen avanzar. Las leyes de la biología no existían antes de que de la materia in erte se diera el salto a la materia viva. De igual modo, no podían existir las leyes de la sociedad antes de la existencia de las primeras comunidades humanas. Ahora, el Partido, como sujeto colectivo consciente, es capaz de conocer las leyes que rigen una humanidad dividida en clases cuya sola lógica la hace reproducirse continuamente. Es la primera vez que una clase, el proletariado, se lanza a la toma del poder político sin detentar previamente un determinado poder económico que le enfrente directamente a la clase hasta entonces dominante. Es el proletariado revolucionario el que a través de la lucha de clases establece nuevas leyes sociales, las leyes de la sociedad de transición que rigen el desarrollo hacia el Comunismo, que sólo brotarán en el curso de la lucha, de la práctica revolucionaria por transformar la sociedad entera, eliminando las leyes antiguas de la división en clases. La práctica revolucionaria es la práctica correcta porque transforma el objeto sobre el que el Partido incide revolucionarizándolo junto a su entorno, revolucionarizando las relaciones que los vincula en ese momento. Es por ello distinta a la práctica no revolucionaria, que es la que niega la posibilidad o no desea transformar el objeto sobre el que se incide y las relaciones que le vinculan con su entorno. Por esto último, el (n)PCI, en la primera fase del desarrollo de la Guerra Popular, asume una actitud pasiva por no revolucionaria, ejerciendo una práctica de sometimiento a las condiciones objetivas y espontáneas del momento a la espera de que se “ produzcan cambios radicales e inesperados en la situación, cuando cambie el estado de ánimo y la actitud de las masas populares 70, cediendo con ello el control de los acontecimientos a la clase dominante. El (n)PCI deja en manos del enemigo la primera fase de la Guerra Popular, con lo que su desarrollo está condenado de antemano. El (n)PCI sustituye el materialismo dialéctico por el determinismo idealista, reduce el papel de la dirección revolucionaria a la búsqueda de leyes preestablecidas, separa la práctica de la conciencia, sustituyendo la práctica revolucionaria por el seguidismo espontaneista de las masas sujetas a las condiciones del momento, y hace dejación de la iniciativa revolucionaria esperando para pasar a la acción a una excitación espontánea de las masas y al descubrimiento de las leyes de la revolución que les permitiese, con su única aplicación, alcanzar sin posibilidad de error, por ser supuestamente leyes objetivas independientes de la acción del hombre, un éxito asegurado de antemano. Por el contrario, éste no fue el proceder analítico de Mao en el trascurso del desarrollo de la Guerra Popular en China, ni son las enseñanzas que sobre la Guerra Popular extrajo acertadamente.

En China, las sublevaciones triunfantes, que siguen sin excepción el patrón insurreccional, son derrotadas militarmente sin excepción por el ejército nacionalista. Sin embargo, en medio de la derrota se va gestando, a través de un núcleo reducido de miembros del partido encabezados por Mao, la que acabará siendo la línea de la revolución proletaria, la Guerra Popular Prolongada. La línea de la Guerra Popular se abrirá paso a codazos, haciendo frente a su propia novedad, a la ruptura con la tradición y a las zancadillas que esta incomprensión, que adquirirá la forma de desviaciones de todo signo, le interpondrá, provocando graves consecuencias que llegarán a poner la propia existencia de la revolución y del partido en peligro 71. Es la revolución de nuevo tipo basada en la Guerra Popular la que más clara y exitosamente ha podido desarrollar la revolución china porque ha sabido conjugarse adecuadamente con las condiciones propias, como describe extensa y claramente Mao en sus textos. Las masas, en algunas ciudades industriales, estaban preparadas para la insurrección, pero la línea que las guiaba no era la correcta: en ella predominan las decisiones contradictorias, el espontaneísmo y la descoordinación, ya que el partido comunista sólo existía en realidad formalmente, como organización, pero con grandes deficiencias ideológicas que limitaban la capacidad de establecer una dirección firme y unificada. Así pues, las ideas basadas en el nacionalismo antiimperialista ejercerán una mayor motivación y servirán de guía predominante en los levantamientos de masas, en detrimento de la dirección que debería ejercer el PCC, quedando éste subordinado, a despecho de su creciente influencia. Esto favorecerá que sea el propio Kuomintang nacionalista quien derrote a los comunistas, asistido en la tarea por la lenta y desorientada capacidad de respuesta de la dirección del PCC, que se encuentra realmente huérfano de línea. La derrota del año 27 abrirá una nueva etapa en la que la línea revolucionaria seguirá un prolongado y sacrificado camino, implantándose progresivamente, de congreso en congreso y de derrota en derrota. Junto al recurso insistente, por parte de las facciones dominantes en el seno del partido chino, en pro de la acción de masas urbana para asaltar el poder, se irán introduciendo elementos cada vez más importantes de concreción y elevación de la revolución agraria configurándose la nueva línea militar de la revolución.

Dos líneas generales conviven, pues, durante todo el periodo en el partido, una moribunda y en decadencia representada por el relevo alternativo en la dirección del partido del oportunismo, tanto de izquierda como de derecha, y otra línea revolucionaria en gestación, que dará lugar a la Guerra Popular. No era suficiente, como afirmaba Stalin, apoyarse exclusivamente en las tesis generales de la IC sin tener en cuenta las particularidades nacionales de la revolución china. El problema siguiente, una vez admitido esto, era ser capaces de apreciar correctamente esas particularidades. Mao, como prueban los hechos, hará aún más. En la segunda revolución, los levantamientos ya no sólo obedecen al encabezonamiento por mantener la tradición a falta de nuevas ideas, sino que suponen una degradación de la propia tradición insurreccional, poniendo en entredicho la propia línea de la IC. Poco tiempo después, ésta abandonará el método insurreccional por los frentes populares. El espejo de la Revolución Rusa, en la que se refleja la revolución china al intentar seguir sus patrones, tendrá como consecuencia la fase final del proceso de gestación de la revolución de nuevo tipo que empezó a andar en Octubre. En una fuga hacia adelante, cada vez más a la desesperada, la insurrección degenerará en putschismo. Mao tendrá que hacer frente durante bastante tiempo a esta tendencia, que llegó a instalarse también en las unidades del Ejército Rojo 72. Sin embargo, mientras tanto, sabrá controlar correctamente el escenario concreto sobre el que se desenvuelve la revolución en China, irá configurando la estrategia general de la revolución proletaria mundial. La lucha fue muy dura, larga y sostenida y durante todo el proceso las dificultades creadas por los errores tuvieron consecuencias funestas para la revolución. Según el mismo Chen Po-ta, las perdidas en efectivos del partido, del Ejército Rojo y del territorio de las bases de apoyo llegó a alcanzar hasta el 90%. 73

La revolución de nuevo tipo, establecida sobre la base de la nueva línea general de la revolución proletaria, gira pues en torno a la dirección consciente de la construcción del partido y del manejo de las especificidades del lugar por dónde transcurre la revolución. Los elementos objetivos ya no son un lastre que condicionan irremediablemente la revolución proletaria, son el sustrato sobre los que la revolución se mueve, conforman el escenario donde se desarrolla el proceso revolucionario. En la revolución china, desde el primer momento, el papel principal está llamado a desempeñarlo la clase campesina. Sin embargo, la Guerra Popular ya no se corresponde con las características generales de las guerras campesinas, pues aquélla surge de la transformación proletaria de éstas por medio de la acción y dirección del partido comunista. En esto, la revolución china es el mejor ejemplo. El proletariado ejerce su dirección porque su partido dirige al campesinado, clase inmensamente más numerosa y en mejor disposición para actuar por las condiciones particulares de china. El partido es el eje central de todo el proceso revolucionario y en él radica la esencia del mismo, él es el estratega y toma las decisiones sobre cómo, cuándo y dónde actuar. Tradicionalmente, las rebeliones campesinas han sido dirigidas por otras clases o elementos de éstas ajenos al campesinado, limitadas en los movimientos por su apego al terreno en el que moran sus protagonistas y limitadas también en sus objetivos, reducidos al anhelo por liberarse de las cargas jurídicas y económicas que les son impuestas. Un reciente ejemplo del escaso calado revolucionario del movimiento campesino lo representa el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuya dirección es ejercida por elementos urbanos, pero cuyos objetivos se han circunscrito a la justicia campesina sin salir de Chiapas, no existiendo entre sus planteamientos ni la revolución mexicana ni la participación en el poder central. Siguiendo en México, ésta también era una profunda diferencia entre el ejército revolucionario del norte, comandado por Pancho Villa y el ejército campesino del sur, dirigido por Emiliano Zapata, en la revolución mexicana de principios del siglo XX: “ Desde el punto de vista militar, el ejército zapatista, a diferencia del de Villa, no estaba capacitado para desplazarse fuera de su territorio natural. En realidad, el ejército de Morelos no era más que una ‘liga armada de las municipalidades del Estado'. Y cuando volvió la paz, a fines del verano de 1914, la gente de los pueblos volvió a fundar la sociedad local con criterio civilista. De este modo, Zapata no podía aportar más de lo que había aportado: la liberación del sur En el norte, en cambio, surgió un movimiento social cuya dimensión popular predominaba sobre las puramente agrarias. En los ejércitos del norte, particularmente en los de Pancho Villa, fue reclutada una población indócil y errática, cuyas relaciones de producción habían sido ya destruidas para siempre 74. Esta base villista era fundamental para poseer unos objetivos revolucionarios más elevados y garantizaba una mayor independencia de acción del ejército del norte con respecto al de Zapata, lo que representaba una ventaja a la hora de abordar la campaña para conquistar la victoria y arrebatar el poder central de manos del reaccionario Huerta. Derrotas provocadas precisamente por esta característica propia del campesinado sufrió el ejército comunista sublevado en Nanchang el 1 de agosto del 27. En su camino hacia el sur para restablecer una base revolucionaria en la zona de donde había partido la revolución unos años antes y poder arrancar una nueva Expedición al Norte, la columna comunista iba enflaqueciendo debido a los combates con los ejércitos nacionalistas y a las continuas deserciones de unidades que se sentían cada vez menos implicadas en el proyecto y de soldados, mayoritariamente campesinos, que volvían a sus hogares. Mientras, del inicial radicalismo agrario se pasaba a la desesperada supervivencia militar, incapaces de conectar con las masas campesinas de la provincia en trayecto, insuficientemente organizadas y aleccionadas políticamente. Así, en el campo, la base económica sujeta a la tierra dificulta grandemente la independencia de movimientos en el terreno militar y limita las demandas políticas a la satisfacción de las necesidades del agro. Estos tres niveles, el económico, el político y el militar son los que Mao manejará para unificarlos en el establecimiento de la nueva estrategia de la Guerra Popular.

En el plano económico, Lenin se encargó de demostrar que no existe ningún determinismo que obligue a cumplir unos requisitos previos para poder hacer la revolución. La minoritaria clase obrera en Rusia es buena prueba de ello. No es necesario que la mayoría de la sociedad esté proletarizada, la clase obrera no tiene porqué representar la mayoría cuantitativa de la población para lanzarse a la acción, y menos cuando el propio sistema capitalista genera burguesía continuamente: “ Es muy natural que así suceda, y así sucederá siempre hasta llegar a la revolución proletaria, pues sería un profundo error pensar que es necesario que la mayoría de la población se proletarice ‘por completo' para que esa revolución sea posible 75. En lo concerniente a este nivel económico, no se puede albergar ninguna duda de que, en la época del imperialismo, la posibilidad de la revolución proletaria no depende del aspecto cuantitativo de la estructura de clases ni del absoluto predominio de las relaciones de producción capitalistas: la cuestión está en manejar las particularidades de cada lugar y momento concretos, pero no se imponen como condicionantes generales para toda revolución. Todas las revoluciones proletarias exitosas se han encargado de demostrar la inexistencia de este determinismo, especialmente las revoluciones rusa y china, las dos más importantes de todo el ciclo.

En cuanto al factor político, tampoco es necesario tener convencida a la mayoría de la población para empezar la revolución:

En cualquier país capitalista, la fuerza del proletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masa general de la población. Y esto es así porque el proletariado domina económicamente en el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, y también porque, bajo el capitalismo, el proletariado expresa, económica y políticamente, los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores.

Por eso, incluso cuando constituye una minoría de la población (o cuando su vanguardia consciente y verdaderamente revolucionaria constituye una minoría de la población), el proletariado es capaz de derribar a la burguesía y de ganarse después muchos aliados entre esa masa de semiproletarios y pequeños burgueses que antes no se habría manifestado jamás a favor del dominio del proletariado, que antes no comprendería las condiciones y las tareas de ese dominio y a la que sólo su experiencia ulterior habrá de convencer de que la dictadura del proletariado es inevitable, acertada y necesaria 76.

Así, la minoría revolucionaria puede lanzarse a tomar el poder, manejando las contradicciones de la situación concreta, arrebatárselo a la burguesía y dejar para después el atraerse al resto de clases susceptibles de ello. Esto es, sobre todo, válido para el campesinado que, en el caso de la revolución rusa, primero es atraído en favor de los bolcheviques cuando éstos entregaron la tierra y desmovilizaron a los soldados; posteriormente, se pasa a la contrarrevolución, al forzar el comunismo de guerra la entrega de los excedentes de la producción agrícola, y, finalmente, al comprobar las consecuencias del retorno del dominio terrateniente que supone el avance de las tropas reaccionarias de los generales blancos, vuelve a virar hacia los bolcheviques, dando la victoria final al poder soviético. Esto es así en cuanto a la cuestión del grado de hegemonía política del proletariado para iniciar la revolución: no es imprescindible convencer a la mayoría de la sociedad, ni tan siquiera a la mayoría del proletariado, para que la vanguardia decida tomar la iniciativa revolucionaria. Sin embargo, el ciclo revolucionario iniciado en Octubre se encuentra en situación de transición entre el modelo tradicional insurreccional y el nuevo modelo de revolución que se está gestando bajo la dirección del partido de nuevo tipo leninista. Este periodo de transformación de lo viejo en lo nuevo adolece de contradicciones de las que tampoco Lenin consigue librarse. En este proceso, el papel de la iniciativa espontánea de las masas en el desarrollo de la revolución experimenta un cambio debido a la dirección revolucionaria de un colectivo consciente, constituido en vanguardia del proletariado, que ha sabido atraerse a un sector de la clase desde la ideología y la política revolucionarias. El paso de la tradicional concepción revolucionaria basada en el espontaneísmo de las masas a la de una revolución fundada en la dirección consciente de la vanguardia tiene lugar sobre la marcha, cuando con la propia práctica revolucionaria emergen las contradicciones de los viejos métodos insurreccionales en el contexto de la nueva época revolucionaria. El pensamiento bolchevique, y en particular el pensamiento de Lenin, reflejarán en ocasiones esas contradicciones en que se desenvuelve la gestación de los nuevos métodos revolucionarios:

Por otra parte, la idea, común entre los viejos partidos y los viejos lideres de la II Internacional, de que la mayoría de los trabajadores y explotados puede adquirir completa claridad de conciencia socialista y convicciones y carácter socialistas firmes bajo la esclavitud capitalista, bajo el yugo de la burguesía ( que asume una infinita variedad de formas, tanto más sutiles y al mismo tiempo más brutales y despiadadas, cuanto más elevado es el nivel cultural en determinado país capitalista), es también una idealización del capitalismo y de la democracia burguesa, así como un engaño a los obreros. En realidad, sólo después que la vanguardia del proletariado, apoyada por toda o por la mayoría de esta clase, la única revolucionaria, derroca a los explotadores, los aplasta, emancipa a los explotados de su situación de esclavitud y mejoran inmediatamente sus condiciones de vida a expensas de los capitalistas expropiados; sólo después de esto y en el proceso real de una aguda lucha de clases, pueden las más amplias masas de trabajadores y explotados ser educadas, instruidas y organizadas en torno del proletariado, bajo cuya influencia y dirección pueden liberarse del egoísmo, de la desunión, los vicios y la debilidad engendradas por la propiedad privada, y convertirse en una libre unión de trabajadores libres .” 77

En un mismo párrafo, Lenin admite primero la imposibilidad de alcanzar la conciencia socialista, o sea revolucionaria, por parte de la mayoría de las masas proletarias bajo el capitalismo, para, acto seguido, afirmar que es imprescindible el concurso de esa mayoría para derrocar a la burguesía. Esta contradicción se plasmará políticamente en la elaboración de una línea política, por parte de la Internacional –el Frente Único–, que supondrá una dualización, una separación entre el problema de la conquista del poder y el problema de la conquista de las masas en la estrategia revolucionaria del proletariado. Y fue con la distinción drástica de esos dos momentos que se terminó de consolidar la línea insurreccionalista en la doctrina de la Komintern, como la solución militar más coherente con el imperativo de la hegemonía entre las masas –como resultado de todo un periodo pacífico de acumulación de fuerzas– como premisa del asalto al poder. Recogiendo las verdaderas enseñanzas de la revolución soviética, Mao recuperaría el verdadero espíritu leninista de la política proletaria al reunificar aquellos dos aspectos y demostrar que tampoco el comienzo del derrocamiento de los explotadores por la vía armada está supeditado al apoyo político mayoritario de las masas, sino que éste también es imposible bajo las condiciones normales del dominio capitalista, si la vanguardia, constituida en Partido Comunista, no inicia las hostilidades con el fin de confrontar la dictadura de los explotados a la dictadura de los explotadores mediante la Guerra Popular. La Guerra Popular es la verdadera línea proletaria porque en ella el problema de conquistar a las masas y el problema de conquistar el poder son uno solo y el mismo problema.

Es, pues, típico de todo el periodo de consolidación revolucionaria en Rusia y de organización del partido internacional de la revolución, el continuo solapamiento entre las ideas de determinismo masista , importado como rutinaria consigna de la II Internacional, y las nuevas concepciones que brotan directamente, en plena lucha, de la dirección consciente de la revolución por parte del partido de nuevo tipo al enfrentarse a las nuevas condiciones anteriormente ya apuntadas por Engels. Por esto, conviven afirmaciones categóricas del mismo Lenin, como la siguiente:

La dictadura del proletariado es la forma mas decisiva y revolucionaria de la lucha de clase del proletariado contra la burguesía. Sólo puede tener éxito cuando en la vanguardia más revolucionaria del proletariado es respaldada por la aplastante mayoría del proletariado .” 78

Junto a afirmaciones de signo contrario tales como ésta:

El abismo de la miseria humana y de la ignorancia es insondable. Todo sector que se yergue deja detrás suyo otro que apenas intenta levantarse. Pero la vanguardia no debe esperar a la masa compacta de la retaguardia para iniciar el combate. La clase obrera aprenderá la tarea de despertar, estimular y educar a su sectores más atrasados cuando llegue al poder .” 79

Y es precisamente en este estado del forjamiento de la línea revolucionaria cuando su componente decisiva, la razón militar, adquiere toda su importancia y se torna el método principal a la hora de abordar la manera de extender la hegemonía de la revolución proletaria entre las masas. Frente a la dictadura de la burguesía, sólo la dictadura del proletariado puede oponérsele con éxito. Para atraer a las masas no bastan la propaganda y la agitación, es además imprescindible el empleo de la fuerza para que las masas, expertas en sortear y acostumbradas a sufrir la dictadura burguesa puedan experimentar a su vez las ventajas que les aporta la dictadura del proletariado ejercida por el partido comunista organizado militarmente, siendo eje principal de su militarización el Ejército Rojo. Ésta es la única manera en que las masas pueden experimentar ambas dictaduras. Ésta fue la experiencia que adquirió el campesinado ruso y le hizo decantarse definitivamente por los bolcheviques. En Rusia, sin embargo, el poder central ya estaba en manos del proletariado revolucionario y ejercía su dictadura política desde él, mientras el Ejército Rojo centraba su acción en la derrota militar de la reacción. En China, por el contrario, es a través de la Guerra Popular como se va creando el nuevo poder a medida que se avanza en la revolución. La Guerra Popular es la estrategia que el PCC maoísta sistematizará para extender sus áreas de influencia e ir creando las bases de apoyo que permiten generar el nuevo poder. “ En términos concretos, y especialmente desde el punto de vista de las operaciones militares, cuando hablamos de la población de la base de apoyo como una condición, queremos decir que contamos con un pueblo armado 80. La Guerra Popular tiene como método la imposición de la nueva dictadura. La Guerra Popular impone el nuevo poder a medida que se va extendiendo. Las masas pueden conocer de primera mano en qué consiste la dictadura del proletariado, cómo se organiza, cuál es su papel en ella y contra qué clases se ejerce. La Guerra Popular viene a resolver el problema del vínculo entre la vanguardia revolucionaria y las más amplias masas en el curso del desarrollo de la revolución. Se parte en defensiva estratégica, lo que significa que no se posee ni mucho menos la mayoría de las masas. Y aquí reside la principal diferencia entre el modelo revolucionario insurreccional y el de la Guerra Popular. La insurrección requiere un apoyo mayoritario previo para abalanzarse a la toma del poder. Una vez conquistado éste, la insurrección representa la aplicación táctica del arte de la guerra, reduciéndose el aspecto consciente al empleo de la técnica y al manejo de la dirección militares. La Guerra Popular, por el contrario, permite que lo consciente sea lo político. El Partido ejerce la dirección política al organizarse como Ejército Rojo teniendo como estrategia la aplicación de la línea de masas militar a través de la Guerra Popular. Para que esto sea así, el Ejército Rojo debe de ser independiente del medio sobre el que se mueve y no puede estar supeditado a superestructuras administrativas o a territorios definidos. Incluso las bases de apoyo nunca son fijas, ancladas en un territorio o población:

La inestabilidad de los frentes de operaciones conduce a la inestabilidad del territorio de nuestras bases de apoyo, que se dilatan y se contraen constantemente. Sucede a menudo que mientras aparece una base de apoyo, otra desaparece. Esta variabilidad de nuestro territorio está condicionada enteramente por la movilidad de las operaciones militares.

La movilidad de las operaciones militares y la variabilidad de nuestro territorio dan a todo el trabajo de construcción en nuestras bases de apoyo un carácter variable. Todo plan en este sentido que abarque varios años está fuera de consideración. Los frecuentes cambios en los planes son para nosotros un fenómeno corriente .” 81

La principal baza de esta forma de guerra es la autonomía y movimiento continuo de las fuerzas rojas. Han de moverse continuamente sobre un sustrato cambiante, para lo cual no pueden establecerse rígidas relaciones que las sujeten económica y afectivamente al territorio y a la población de las zonas por las que actúan. Esta tarea se ve facilitada porque una gran proporción de los elementos que componen el Ejército lo constituyen desarraigados, vagabundos, fugitivos, bandoleros y desertores de los ejércitos nacionalistas o feudales. Esta variopinta composición de elementos desclasados incorpora toda una serie de problemas, que Mao define como de “ mentalidad de insurrectos errantes 82. Estos problemas deben de abordarse principalmente con la educación, llevada a cabo de cerca por los miembros del partido, los comisarios políticos, que representan el elemento consciente, y cuyo papel principal es establecer la dirección política y la formación ideológica y militar adecuada de los soldados, creando en ellos un mismo vínculo cuya principal característica inicial es que les es ajena a todos ellos y a la que hacen frente juntos, aprendiendo nuevos comportamientos, por medio de la instrucción política del partido en el Ejército 83. Efectivamente, Mao está haciendo prevalecer el factor consciente por medio de la voluntad sobre los condicionamientos objetivos, los cuales han de ser amoldados a los objetivos que se persiguen, en este caso, la independencia del Ejército Rojo. Mao, al rememorar la lucha en las montañas Chingkang, en donde se estableció la primera base de apoyo en 1927 después de la derrota de agosto y el fracaso del levantamiento de otoño, describía como sigue la formación de la tropa del Ejército:

El Ejército Rojo está compuesto en parte de obreros y campesinos, y en parte de lumpemproletarios. Por supuesto, no es bueno que haya un número demasiado grande de lumpemproletarios en sus filas. Pero son combativos, y como la lucha prosigue día tras día y sufrimos grandes bajas, ya no es fácil llenar los claros ni siquiera con ellos. En estas circunstancias, la única solución es intensificar la educación política.

La mayoría de los soldados del Ejército Rojo provienen de las tropas mercenarias, pero una vez en el Ejército Rojo, se transforman. En primer término, no se practica en el Ejército Rojo el sistema mercenario, y por eso los soldados sienten que no luchan para otros, sino para sí mismos y para el pueblo. Hasta ahora no se ha establecido en el Ejército Rojo un sistema de paga regular; sólo se da una ración de arroz, una asignación para aceite, sal, leña y hortalizas, y una pequeña suma para gastos menores. Se ha entregado tierra a todos los oficiales y soldados del Ejército Rojo nativos de la Región Fronteriza, pero resulta bastante difícil dársela a los que proceden de otras partes.

Gracias a la educación política, los soldados del Ejército Rojo han adquirido conciencia de clase y un conocimiento básico en lo que atañe a la necesidad de distribuir la tierra, establecer los órganos de Poder, armar a los obreros y campesinos, etc. Saben que están luchando para sí mismos, para la clase obrera y el campesinado. Por lo tanto, soportan sin quejarse las penalidades de la lucha. Cada compañía, batallón o regimiento ya tiene su comité de soldados, que representa los intereses de éstos y realiza el trabajo político y el de masas.

La experiencia ha demostrado que el sistema de representantes del Partido no debe ser abolido. El representante del Partido desempeña un papel de singular importancia a nivel de compañía, porque a ese nivel se organiza la célula del Partido. Le corresponde impulsar el trabajo de educación política del comité de soldados, orientar el trabajo relativo al movimiento de masas y servir al mismo tiempo de secretario de la célula .” 84

Mao introduce, así, la conciencia en el plano militar:

No cabe duda que el desenlace de una guerra está determinado principalmente por las condiciones militares, políticas, económicas y naturales en que se encuentra cada una de las dos partes beligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinado también por la capacidad subjetiva de las partes beligerantes para dirigir la guerra .” 85

Mao, por medio de la Guerra Popular consigue vincular la estrategia y tácticas militares con el objetivo político llevando a cabo la lucha de clases en un entorno en primera estancia hostil, o en el mejor de los casos indiferente, del que se nutre sin caer en dependencia. Para ello el principal vínculo que establece es el de la conciencia después de forzar las transformaciones de clase necesarias por la imposición militar manejando las contradicciones clasistas del campo. El Ejército Rojo no es un ejército que se aproveche de la población por donde pasa, sino que, por el contrario, a través de la movilización política de masas explica la verdad de la situación de guerra y de la necesidad de las tareas a emprender por duras que sean 86.

Un buen ejemplo de esta independencia del partido y de línea de masas honrada y transparente, se refleja en la exposición que este pasaje de Mao recoge a la hora de explicar el abandono de una base de apoyo por el Ejército Rojo:

La desconfianza del pueblo en la necesidad de una retirada estratégica, desconfianza determinada por su inexperiencia, nunca fue mayor que durante la primera contracampaña en Chiangsí. En esa época, todas las organizaciones locales del Partido y las masas populares de los distritos de Chían, Singkuo y Yungfeng se oponían a la retirada del Ejército Rojo. Pero después que adquirieron experiencia en la primera contracampaña, este problema no volvió a presentarse en las contracampañas siguientes. Todo el mundo comprendió que la pérdida de parte del territorio de la base de apoyo y los sufrimientos del pueblo eran temporales, y tuvo la convicción de que el Ejército Rojo podía desbaratar las campañas de “cerco y aniquilamiento” .” 87

Por el contrario, la irrupción, auspiciada por la IC, de la línea oportunista de izquierda en 1931, encabezada por Wang Ming, consiguió retirar a Mao de la dirección del Ejército Rojo variando así la táctica guerrillera y flexible que había conseguido aumentar considerablemente su potencia, número y áreas de influencia. Ahora, la nueva táctica impulsada por la Komintern debía basarse en el apego al terreno conquistado, las zonas rojas, y la defensa de la población bajo la administración de la República Soviética de Kiangsi, - creada provisionalmente en febrero de 1930 por Mao en la base de apoyo asegurada del mismo nombre y efectivamente institucionalizada en noviembre por los enviados de Moscú. La táctica militar de Mao es sustituida por la idea burguesa de choque entre Estados sobre la base de la lucha de poder a poder entre el gobierno soviético y el nacionalista chinos, adecuándose así a la nueva estrategia revolucionaria decretada por la IC de confianza en el desenlace próximo de la crisis general del capitalismo iniciada en el 29 88 y que representaba la utilización del modelo burgués de guerrear. Ésta será la causa principal del desastre que facilitó el éxito relativo de la quinta campaña de cerco y aniquilamiento de Chian Kai-chek contra las bases rojas y que provocó la disolución de la República Soviética, el abandono de la base de Kiangsi y el inicio de la Larga Marcha para escapar al cerco. Una vez iniciada la Marcha, en enero de 1935 en Tsunyi, Mao volverá definitivamente a la dirección del PCC y del Ejército, retomando la Guerra Popular como forma de llevar a cabo la revolución.

Las masas, antaño sacralizadas, ahora sólo son revolucionarias si se encuadran detrás del Partido. No se puede esperar a tener la mayoría de la población de parte de la revolución para empezarla; por ello, la Guerra Popular es la estrategia revolucionaria adecuada a cada condición concreta. La Guerra Popular es el principio general de la revolución, lo que implica que la tarea para adecuarla a cada situación pasa por comprender las condiciones concretas de la misma, el problema de la vanguardia, su relación con las masas y la implicación de las clases y las relaciones entre ellas. Confundir la Guerra Popular con cercar las ciudades desde el campo es interpretar la Guerra Popular mecánicamente, no comprender su esencia y buscar suplir la incapacidad para comprender la línea de la revolución proletaria con recetas trasladadas mecánicamente al presente.

Durante todo el ciclo revolucionario anterior, el problema de las masas y su correcta ubicación en la revolución seguirá siendo un problema que, aunque la nueva línea revolucionaria ya permite solucionar conscientemente, no logrará resolverse e independizarse de toda la idealización tradicional del movimiento revolucionario a lo largo de la historia y del que el maoísmo no será capaz de librarse. El partido de nuevo tipo es el depositario de la ideología y es la clase organizada políticamente para la revolución, no es ya sólo un partido más entre el resto de partidos proletarios, como anunciaba el Manifiesto Comunista : es, en mayúsculas, El Partido.

Con la ventaja que nos da el poder abordar el periodo del ciclo revolucionario de Octubre concluido, deberíamos ser capaces de abordar la experiencia del comunismo sin prejuicios, profundizando en la esencia del proceso, sin dejarnos confundir por la pantalla de las categorías políticas tradicionales que dominaban las mentes de los protagonistas. En el paso de lo viejo a lo nuevo se mezclan además de los hechos los conceptos. El nuevo modelo revolucionario que abrirá el próximo ciclo ha de aportar una nuevo desarrollo conceptual del discurso revolucionario que permita depurar al marxismo de los elementos ajenos que lo han contaminado. Para esto también es imprescindible realizar el balance del ciclo de Octubre.

Desde la revolución rusa, el método insurreccional no ha vuelto a tener éxito. La revolución bolchevique ya introduce elementos ajenos al modelo insurreccional tradicional. Desde entonces, todos los levantamientos populares han estado asociados a ejércitos regulares como el Ejército Rojo Soviético o a ejércitos guerrilleros potentes como el griego durante la Segunda Guerra Mundial, y siempre bajo la dirección del Partido. Desde hace tiempo, la insurrección ya no es una opción para el proletariado desde el punto de vista de su estrategia revolucionaria; queda reducida a recurso táctico de apoyo a la Guerra Popular.

Se puede objetar que las especificidades de la revolución en China, el conflicto de clases que hace que la revolución sea de nueva democracia, los errores y desviaciones del partido, que no le permiten cumplir con el trabajo adecuado en el ejército nacionalista ni mantener una política independiente en la primera guerra civil revolucionaria, son las condiciones optimas para el desarrollo de la Guerra Popular. Quizá el fracaso de la revolución en Occidente se deba a no haber sabido, como en China, zafarse de la tradición revolucionaria insurreccional del siglo XIX y no haber comprendido el significado claro del partido de nuevo tipo, que aporta un nuevo tipo de revolución hasta entonces inédita, y a no comprender los cambios sufridos en la estructura de clases desde el paso a la época del imperialismo. A 80 años vista, tenemos que discernir entre lo particular y lo universal de la larga experiencia de la revolución china, pues son esas lecciones de carácter universal las que precisa asimilar actualmente el movimiento comunista.

El partido de nuevo tipo da lugar a la revolución de nuevo tipo. Esta nueva revolución gira en torno a la Guerra Popular y, como intentamos demostrar, es de aplicación universal.

Mao hablará de la revolución en Occidente y de su preparación para encarar la inevitable guerra civil revolucionaria; pero toca a los comunistas de Occidente aplicar las aportaciones universales de la Guerra Popular en la boca del lobo del sistema imperialista mundial.

 

NOTAS

1Jacques Guillermaz, Historia del Partido Comunista Chino . Ediciones Península. Barcelona, 1970; pág. 34.

2Chou Yang, Un gran debate en el frente de la literatura. E.L.E. Pekín, 1958; pág. 13.

3S. Schram, Mao-Tse-Tung . Ediciones Cid. Madrid, 1967; pág. 53.

4 Li Sin, La revolución de nueva democracia en China . E.L.E. Pekín, 1979; pág. 5. Ju Chiao-mu, Treinta años del Partido Comunista de China . E.L.E. Pekín, 1957; pág. 11.

5 Guillermaz, op. cit ., pág. 32. Brandt, Fairbank, Schwartz, Historia de la China comunista . Editorial A.H.R. Barcelona, 1957; pág. 59.

6 Guillermaz, op. cit ., pág. 78.

7 La utilización de las contradicciones interimperialistas era uno de los cuatro principales aliados del Poder Soviético (ver el discurso de Stalin en la XIII Conferencia provincial de la organización de Moscú del PC(b) de Rusia, el 27 de enero de 1925, en Obras , E.L.E. Moscú, 1954; tomo 7, págs. 25 y ss.).

8 Ju Chiao-mu, op. c it ., pág. 53.

9En el Primer Congreso del partido, en 1921, participaron 12 delegados representando a 57 afiliados. Una proporción irrisoria en un país del tamaño de China en todos los aspectos (ver Guillermaz, o p. cit ., pág. 32).

10Mao Tse-tung, Sobre la Nueva Democracia , en Obras Escogidas . E.L.E., Pekín, 1976; tomo II, pág. 356.

11 Mao, ibídem , pág. 362.

12Guillermaz, o p.cit ., pág. 86.

13Brandt, o p. c it ., pág. 59.

14 Guillermaz, o p. cit ., pág. 76.

15Tesis generales sobre la cuestión de Oriente , en Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista . Ed. Siglo XXI. México, 1977; vol. II, pág. 230.

16S. Schram, op. cit ., pág. 77.

17Tesis generales , p ág. 230.

18En octubre de 1923, la IC procedió a crear la Internacional Campesina.

19Nacionalismo, democracia y prosperidad.

20 S. Schram, op. cit ., pág. 90.

21S. Schram, o p. c it ., pág. 96.

22Guillermaz, op. cit ., pág. 131.

23 J. Stalin, Obras , t. 10, pág. 18.

24 S. Schram, op. cit ., pág. 111.

25 S. Schram, op. cit ., pág. 113.

26 Chen Po-ta, Lucha de clases en el campo chino . Schapire Editor S.R.L. Buenos Aires, 1974; pág. 5.

27 Brandt, o p. cit ., pág. 89.

28 Ju Chiao-mu, op. cit ., p ág. 19.

29 Mao Tse-tung, Análisis de las clases de la sociedad china , en O. E. , t. I, pág. 12.

30 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán , en ibídem , pág. 19.

31 Mao Tse-tung, ¿Por qué puede existir el poder rojo en China? , en ibid ., pág. 66.

32En la Guerra Popular, las relaciones entre el Ejército Rojo y las masas se establecen entre dos elementos de la revolución que se desconocen en un principio. El Ejército Rojo fuerza la situación, no sin dificultades, al intervenir y modificar la organización de las zonas campesinas, reorganizándolas para romper el dominio feudal, incorporarlas a la revolución y ponerlas bajo las órdenes de la línea del partido por medio del Ejército, militarizándolas, creando milicias y destacamentos de guardias rojos. En 1928, Mao establecerá las Tres Reglas Cardinales y las Seis Advertencias, a las que se añadirán dos más un año después, por las que se establecía cómo debía el Ejército revolucionario tratar con las masas y resolver sus problemas internos (ver Li-Sin, o p. cit ., pág. 50).

33 Mao Tse-tung, ¿Por qué puede existir el poder rojo en China? , en O. E ., t. I, pág. 68.

34 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán, en ibídem , pág. 20.

35 Mao era el encargado de las cuestiones campesinas por el PCC. Había estado un tiempo dirigiendo en Cantón el Instituto Nacional para el Movimiento Campesino a principios de 1926 y ahora era secretario general de la Asociación Nacional de Campesinos de Wuhan.

36J. Guillermaz, op. cit ., pág. 166.

37 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrategia . E.L.E. Pekín, 1961; pág. 26, en nota 17.

38Brandt, Fairbank, Schwartz, Historia de la China comunista . Editorial AHR. Barcelona, 1957; pág. 114.

39Tchen Po-ta, La théorie de Mao Tsé-toung sur la révolution chinoise . E.L.E. Pekín, 1964; pág. 34.

40Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrategia , pág. 3.

41Ibídem , pág. 1.

42Ibid ., pág. 5.

43 Lenin, El Marxismo y la insurrección, en Obras Completas . E.L.E. Moscú, 1985; tomo 34, pág. 250.

44 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrategia , pág. 3.

45Resolución sobre la táctica de la Internacional comunista , en Los cuatro primeros congresos , vol. II, pág. 186.

46 Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrategia , en O. E ., t. II, pág. 232.

47 Ver Resolución sobre el papel del Partido Comunista en la Revolución proletaria aprobada en el II Congreso de la IC, en Los cuatro primeros congresos , vol. I, pág. 166 y ss.

48 Mao Tse-tung, Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junan , pág. 25.

49 Mao Tse-tung, La lucha en las montañas Chingkiang , en O. E., t. I, pág. 104.

50Brandt, Fairbank, Schwartz Historia de la China comunista , pág. 142.

51Mao Tse-tung, Problemas de la guerra y de la estrategia . E.L.E. Pekín, 1961; pág. 13.

52 J. Stalin, Acerca de los problemas de la revolución china , Obras , t. 9, págs. 241-244.

53Ibídem , p ág. 239.

54 J. Stalin, Notas sobre temas de actualidad , ibid ., pág. 370.

55Ibid ., p ág. 355.

56 Ver supra , nota 40.

57Brandt, Fairbank, Schwartz, op. cit ., pág. 105.

58 M. N. Roy, Revolución y contrarrevolución en China . Ediciones Roca. México, 1972; págs. 152-156.

59Mao Tse-tung, Una sola chispa puede incendiar la pradera , en O. E. , t. I, pág. 125.

60Ibídem , pág. 131.

61 Ju Chiao-mu, op. cit ., pág. 43.

62Mao Tse-tung, L a revolución china y el partido comunista de china , en O. E ., t. II, pág. 327 y ss.

63K. Marx, Las luchas de clases en Francia, de 1848 a 1850 . Editorial Progreso. Moscú, 1979; pág. 19.

64Ibídem , pág. 21.

65Ibid ., pág. 22.

66Ibíd ., pág. 23.

67 P. Souyri, El marxismo después de Marx . Ediciones Península. Barcelona, 1971; pág. 16.

68 K. Marx, op. cit ., pág. 13.

69Es preciso distinguir las leyes universales de las leyes particulares de la guerra popular prolongada , en La Voce , nº 17, julio de 2004.

70Ibídem .

71 Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China , en O. E ., t. I, pág. 210.

72 Mao Tse-tung, Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el partido , en ibídem , pág. 121.

73Tchen Po-ta, La théorie de Mao Tsé-toung sur la révolution chinoise . E.L.E. Pékin, 1964 ; pág. 35.

74 Fernando Mires, La rebelión permanente. Las revoluciones sociales en América Latina . Ed. Siglo XXI. México, 1988; pág. 214.

75Lenin, Marxismo y revisionismo , en O. C. , t. 17, págs. 25 y 26.

76 Lenin, Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la Dictadura del proletariado , en O. C. , t. 40, pág. 24.

77Lenin, Tesis para el II Congreso de la Internacional Comunista , en Obras Completas . Ed. Akal. Madrid, 1978; tomo XXXIII pág. 313.

78Ibídem , pág. 316.

79Manifiesto del II Congreso de la Internacional Comunista. El mundo capitalista y la Internacional Comunista , en Los cuatro primeros congresos , vol. I, pág. 206.

80Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China , pág. 257.

81Ibídem , pág. 259.

82Mao Tse-tung, Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido , p ág. 120.

83 S. Schram, op. cit ., pág. 139.

84 Mao Tse-tung, La lucha en las montañas Chingkang , pág. 84.

85Mao Tse-tung, Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China , pág. 205.

86Ibídem , pág. 226.

87Ibid ., p ág. 241.

88 S. Schram, op. cit ., pág. 187.