El Martinete - Número 19

Septiembre de 2006

 
Los cuatro problemas principales de la
Tesis de Reconstitución del
Partido Comunista
 

 

En la VII Conferencia (extraordinaria) del PCR, se resolvió realizar un esfuerzo de estudio de análisis crítico de los documentos principales realizados a lo largo de su historia de nuestra organización. Este hecho causa sorpresa y profundo enfado en A. Blanco y sus seguidores, acusando esta línea de actuación de liquidacionismo. Pero como otras muchas acusaciones realizadas, no tiene sentido. Es curioso que se quiera reconsiderar o revisar todo el pensamiento del que llaman "fracasado primer ciclo revolucionario" y pongan el grito en el cielo por el re-examen de los documentos de la organización, sobre todo después de haber sufrido una crisis importante. Pero, ¡claro!, alguno puede creerse un visionario.

El análisis concreto de la crisis de organización está ligado directamente con la lucha de líneas, cuestión que reconocen deformadamente A.B. y Cía, la cual tiene unas bases ideológicas. Y digo deformadamente puesto que nos achacan intencionadamente una falsa línea espontaneísta, cuando de sobra saben que no es real, esta idea es sólo una nueva ilusión de nuestro visionario. Esta crisis, que hemos definido en la citada Conferencia como provocada por una desviación sectaria e izquierdista, tiene unas raíces internas que se han ido desarrollando en el proceso de crecimiento del partido, las cuales hay que buscarlas en nuestros documentos más importantes, que se han considerado como asumidos. Extirpar los posicionamientos ideológicos que han definido la desviación que nos ha conducido a la crisis, realizar la autocrítica, sin miedo, después de haber descubierto la desviación es fundamental para poder avanzar en el proceso de reconstitución; descubrir las raíces ideológicas de la crisis y de la desviación son fundamentales para propiciar la elaboración de la línea proletaria. Sin un sentido autocrítico ni se hubiera desarrollado históricamente la teoría marxista, ni los partidos comunistas, ni las políticas revolucionarias.

Con el interés de ajustar cuentas con nuestro propio pasado, presento unas observaciones sobre algunos problemas de la Tesis de Reconstitución y su relación con la "Nueva Orientación". Creo que esta relación es importante para ver la evolución ideológica, aunque la Tesis de Reconstitución no es probablemente la génesis de los planteamientos teóricos que han desarrollado la desviación, pero sí es un documento básico del primer período del PCR y que, en cierta medida, ha imposibilitado el desarrollo de la línea proletaria, porque a través de esta Tesis se impuso un muro de abstracción y mecanicismo en el proceso de reconstitución: la teoría de las fases.

 

1.- La primacía de la ideología

El desprecio absoluto de los partidos revisionistas a la teoría marxista-leninista y su aplicación a la realidad de la lucha de clases, la exaltación por los mismos del espontaneísmo y la anulación total de la formación ideológica de los militantes, con lo que no se podía discernir correctamente lo revolucionaria o no de la línea política de masas, nos situó a muchos de los que luchamos dentro de esas organizaciones (a principios de los años 90), a pelear por la recuperación de las señas de identidad del marxismo-leninismo y sus principios ideológicos. De esta manera, colocamos la formación como la tarea fundamental y de ahí se situó en el PCR a la ideología como centro. Asumir la ideología se impuso como requisito principal para poder continuar en el proceso de reconstitución del PC: "El PC debe fundarse desde la ideología", "el primer requisito...consiste en recuperar y reasumir la ideología revolucionaria, formulándola y definiéndola nuevamente hasta sintetizar todos sus progresos" (ambas en la Tesis de Reconstitución, LF 10, p. 17), "el elemento del que hay que partir es la ideología... como algo que hay que formular y asumir antes de ser llevado a las grandes masas de la clase" (p. 11) o "...la ideología debe estar al mando del proceso" (p. 12). De esta manera, se comenzaba a teorizar de manera ideologista. Pero ya se había profundizado anteriormente en estos contenidos señalando que "el marxismo-leninismo es la concepción del mundo del proletariado, que consiste en un sistema ideológico de explicación de la realidad" (LF 3, p.14), olvidando todo su contenido de práctica política revolucionaria, su contenido realmente transformador de la realidad objetiva. Es más, se llega a identificar a ideología con la verdad universal (repetido varias veces en LF 3, pp. 14 y 15). Definitivamente se abre el camino al idealismo, colocando a la idea (el pensar) por encima de la objetividad (el ser).

La culminación idealista que representa hoy la Nueva Orientación (N.O.), ya se dejaba ver en la Tesis de Reconstitución e incluso antes. La N.O. puede representar la culminación de un proceso inconsciente que se hizo definitivamente consciente. En ella se insiste con "la ideología al mando" (p.5), se multiplica la trascendencia del proceso ideológico-consciente (p. 29), el camino hegeliano de la conciencia hacia autoconciencia como Idea Absoluta (Plan de Formación para la VI Conferencia) y con "la asimilación mental de la concepción marxista-leninista es un prolongado y larvado proceso de sedimentación intelectual, y, además, en primera instancia, un proceso individual" (p. 29). El marxismo-leninismo se convierte en mera abstracción, en una teoría contemplativa.

Hablando de los utopistas, escribía Engels, "el socialismo es, para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta, de la razón y de la justicia, y basta con descubrirlo para que por su propia virtud conquiste el mundo...", y menciona las condiciones en las que se basa el desarrollo de la verdad absoluta para los utopistas, "...por la inteligencia personal, las condiciones de vida, el estado de la cultura y la disciplina mental..." ("Del socialismo utópico al socialismo científico", Ed. Castilla. Madrid 76. Pág. 53). Este análisis de Engels dedicado a los socialistas utópicos es perfectamente aplicable a las concepciones sobre el socialismo planteadas en la N.O..

No basta con creer haber descubierto la verdad. La base ideológica sin plasmación objetiva no tiene sentido. En nuestra organización no se ha tenido en cuenta la concatenación de todos los elementos que componen la lucha de clases, elementos imprescindibles para la demostración de la asunción ideológica. Es necesaria esta asunción para poder afrontar con criterio la práctica revolucionaria, pero la ideología se demuestra en lo concreto, sólo se puede demostrar en la misma práctica política revolucionaria y no con la resignación a la mera adoración del concepto, pues el marxismo-leninismo está concebido para la acción revolucionaria, en otro caso no tendría sentido. La reclamación de la ideología como base previa de la unidad, es una reclamación con un contenido meramente abstracto que no sitúa una vinculación concreta de propuestas y acción transformadora concreta. En estas propuestas es donde se verá la verdadera unidad ideológica; sobre la realidad objetiva se verán las bases reales ideológicas de cada propuesta y de cada acción política, demostrando de qué situación de clase son reflejo las concepciones ideológicas de cada uno. No basta con la unidad ideológica, éste era el problema que se planteaba en la polémica sobre el Artículo I de los Estatutos del POSDR, en su IIº Congreso. Martov y sus aliados querían mantener la organización sectaria y la pertenencia al partido de los llamados intelectuales socialdemócratas por su vinculación ideológica. Lenin y los bolcheviques polemizaron con esta idea, no admitiendo la exclusiva vinculación ideológica, la pretendida unidad abstracta ideológica separada de la vinculación política y organizativa. Es imposible y utópico pretender un paso previo ideológico sin su demostración política. La reconstitución se convierte en una utopía, en una idea, en una abstracción.

 

2.- Esquematismo de los procesos

En toda la historia de nuestra organización se ha vivido en el esquematismo y en la absolutización de los procesos. El proceso de Reconstitución se ha visto como la necesidad absoluta de culminación de unas fases sucesivas predeterminadas: primero solucionar el aspecto ideológico, después culminar el político y, por último, el organizativo (LF. 7, p. 10). Según este proceso, es necesario culminar cada premisa para poder pasar a la siguiente premisa, una sucesión lineal de contradicciones sin apreciar la multiplicidad de las contradicciones en un mismo proceso que genera tendencias de desarrollo; sin apreciar la interrelación de los elementos que se encorsetaron en una sucesión predeterminada; sin ver que el proceso de evolución no es independiente de lo concreto, de la realidad de la lucha de clases con sus acumulaciones cuantitativas y sus saltos cualitativos.

El proceso de Reconstitución se plantea como un camino del que no cabe otra posibilidad. Así en la Tesis se sitúan las fases de la ideología (p. 12), las fases separadas por un muro de la Línea y el Programa (p.13) o se dice que la "Tesis de Reconstitución versa sobre los requisitos mínimos objetivos que hay que lograr para que se considere cumplida la existencia del PC" (p. 14). Este esquematismo concebido como fin en sí mismo se profundiza en la NO, por ejemplo, con la teoría de los círculos concéntricos: "asimilación del comunismo a través de círculos concéntricos cada vez más amplios, cuyos radios van incluyendo paulatinamente a sectores tanto más extensos de las masas avanzadas de la clase" (p. 15). Si recordamos la obra "¿Qué hacer?", y otros trabajos anteriores y posteriores al IIº Congreso del POSDR, Lenin definía esta posición como "táctica-proceso", pero en ello entraremos en otro momento.

La rígida progresividad no tiene en cuenta la multiplicidad de contradicciones y sus relaciones, ni que un salto cualitativo en el curso del desarrollo es realmente la ruptura de la progresividad. Cuando predecimos de manera absoluta o vemos un proceso como universalidad no caemos en la cuenta de la realidad de los saltos sin posibilidad de predicción, ni tampoco podemos darnos cuenta de la posibilidad positiva de una experiencia de una lucha, aunque a priori la hallamos previsto como error. Desde el limbo de la persecución ideal de la autoconciencia no podremos nunca estar preparados para la lucha revolucionaria. La experiencia de la lucha de clases nos da datos sobre este asunto. Marx haciendo una observación sobre los críticos de la Comuna de París de 1871 explica: "Desde luego, sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se pudiese emprender sólo en condiciones infaliblemente favorables. De otra parte, la historia tendría un carácter muy místico si las 'casualidades' no desempeñasen ningún papel. Como es natural, las casualidades forman parte del curso general del desarrollo y son compensadas por otras casualidades. Pero la aceleración o la lentitud del desarrollo dependen en grado considerable de estas 'casualidades', entre las que figura el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse éste" (Carta de Marx a Kugelmann del 17 de abril de 1871, OE, t. 2, p. 445. Ed Progreso 1986). Y Lenin explicaba a propósito de estas afirmaciones: "Marx consideraba esta historia desde el punto de vista de quienes la hacen sin poder tener en cuenta por adelantado y de modo infalible las probabilidades, y no desde el punto de vista del filisteo intelectual que viene con la moraleja de que 'era fácil prever... no se debía haber empuñado...'" ("Prefacio a la traducción al ruso de las cartas de Marx a Kugelmann", OC, t,14, p. 406).

Es fundamental un plan, trabajar siempre sobre la base de un plan, pero no podemos obsesionarnos con una esquematización cerrada, donde no existan los saltos ni la casualidad. Para todo ello debemos estar preparados. Pero lo que se plantea en la Tesis de Reconstitución, con su teoría de las fases, y en la "Nueva Orientación", con su teoría de los círculos concéntricos, realmente no es un plan pues no concibe objetivos concretos, sino un proceso esquematizado y, a la vez, cerrado (imposibilidad de salto sin "concluir" la fase), un proceso mecánico desarrollado sobre una línea recta. Un buen plan siempre se ve en su propia necesidad de modificación. Pero para no ver las premisas o requisitos como elementos cerrados con la necesidad de 'concluirlos' para pasar al siguiente, debemos actuar sobre la realidad de la lucha de clases del proletariado, que es fluctuante y nos preparará para cualquier situación, a todo el proletariado (incluidos nosotros). No es cuestión de querer saltar etapas, ni de estar esperando lo inesperado, pero los saltos son posibles y dependen de las circunstancias objetivas, si no estamos en el movimiento de la lucha de clases no será posible actuar ni sobre lo objetivo ni sobre los saltos inesperados. Los esquemas y las premisas (el plan) no son universales sino concretos y hay que demostrarlos en lo concreto y renovarlos en lo concreto. No se demuestran en el concepto, pues el concepto es reflejo de lo concreto.

 

3.- La identidad y el antagonismo absoluto

La Tesis de Reconstitución está plagada de afirmaciones de carácter absoluto, expresadas en definiciones del Partido en varios estadios que en vez de concretar la unidad y lucha de contrarios en las contradicciones, aparenta la identificación de los dos elementos de la contradicción. En su afán de definir aparece ya la tendencia de la búsqueda de la totalidad, de la concepción de un sistema, que después hemos comprobado en la N.O.. Cuando, por ejemplo, se define al PC como la "relación" o la "tendencia" sin aclarar en lo concreto tal definición, se elimina su existencia objetiva, se convierte el Partido sólo en idea (en concepto), en un hecho meramente subjetivo. Por el contrario, Lenin define a la socialdemocracia como la fusión del socialismo con el movimiento obrero, pero en seguida aclara en lo concreto tal afirmación: "su tarea es introducir en el movimiento obrero espontáneo determinados ideales socialistas, ligarlo con las convicciones socialistas" (OC, t. 4, p. 201), unifica el elemento objetivo con el subjetivo. Este es el modo de proceder con las afirmaciones si, evidentemente, se tienen las cosas claras.

Acertadamente decía Plejanov que "el materialismo reconoce la unidad del sujeto y el objeto, pero de ningún modo su identidad" ("Cuestiones fundamentales del marxismo". Premia Editora. México 76, p. 26). En la Tesis hay una permanente tendencia a la identidad que conduce en la N.O. al antagonismo absoluto. ¿Cómo?. Precisamente en el sistema hegeliano, la identidad de dos elementos conduce a la supresión de uno de ellos identificando al suprimido con el conservado. Por ejemplo, en la N.O. la contradicción de la materia y la conciencia no se resuelve con la unidad y lucha de contrarios, sino con la identificación de la materia en la conciencia (la conciencia es el estado superior de la materia), en realidad es lo mismo que la supresión de la materia. En el idealismo hegeliano la identidad y el antagonismo son las dos partes de un todo, que 'resuelve' la contradicción con la supresión de uno de los elementos constitutivos y no con la superación como la teoría marxista-leninista nos enseña.

 

4.- Sobre la teoría y la práctica

Desde el comienza del proceso que se inició después de la ruptura con el revisionismo, se cometió el error, por parte de las dos fracciones que se originaron entonces, de apartarnos de la clase. Tanto la teoría de la práctica teórica como la de la primacía de la ideología, aunque tuviesen distinta raíz (una cientifista y otra filosofista) rompían la necesaria unidad de la teoría y la práctica. Ambas se apartaban del movimiento de la lucha de clases para, la primera, elaborar teoría política sin la clase; la segunda, para estudiar con el objeto de asumir la ideología sin la clase. La primera se extinguió y la segunda originó la desviación izquierdista-idealista-sectaria de la que ahora queremos salir.

Se veía la relación de la teoría y la práctica como dos elementos separados sin conexión dialéctica, a priori, para en un futuro concebir la fusión, la unidad de los dos. En realidad, una parte (la teoría) conducía a la otra (la práctica), en un proceso de evolución mecánica. Y, aunque en la Tesis, al igual que en otros textos, se insiste en la unión, al formular la prioridad de la ideología y su asunción fuera del movimiento (poniendo esta asunción como la primera fase), la unión se traslada al futuro incierto, se deja de lado la unidad y se convierte en un proceso mecánico. La teoría marxista-leninista queda reducida a crítica contemplativa al no tener vinculación directa activa con la realidad social. La relación teoría-práctica se dejaba como formulación general y abstracta, sin desarrollar las formas concretas de la unidad de la teoría marxista con la práctica del movimiento obrero. "Fuera de la lucha de clases, el socialismo es una frase vacía o un sueño ingenuo" (Lenin. "Socialismo pequeño burgués y socialismo proletario". OC, t. 12, p. 45).

La teoría y la práctica forman una unidad (no una identidad) que interactúa en el proceso del conocimiento, de la práctica revolucionaria, de la transformación revolucionaria. "La teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaria no alumbra su camino" (Stalin: "Fundamentos del Leninismo", en Cuestiones del leninismo, Ed. Lenguas extranjeras. Pekín 1977. P. 20). Esta unidad conduce a la superación de niveles. La teoría planifica la práctica y ésta (en acierto o error) demuestra o corrige el conocimiento (movimiento progresivo en espiral ascendente, aunque sin suprimir los saltos descendentes dados por la casualidad o el error), actúa directamente en la generación de teoría revolucionaria (la clase en su desarrollo de la lucha de clases interviene directamente en la producción de teoría revolucionaria).

Como decíamos más arriba, la N.O. veía la unidad como identidad y la lucha de contrarios como antagonismo absoluto. Y así concibió la relación teoría-práctica, como la relación escisión-fusión. En principio esta teoría podría ser correcta si se viese como una relación dialéctica en la que la escisión significase el no entrar en la dinámica de seguidismo del movimiento espontáneo, para realizar la fusión de la teoría revolucionaria con un amplio movimiento revolucionario. Pero no era así. De nuevo se aplicaba el método metafísico: primero la escisión completa, para, cuando se completase la fase predeterminada, realizar la fusión. Mientras tanto, se apelaba a la práctica de masas como la realización de crítica teórica. Se identificaba teoría y práctica, en realidad suprimiendo la práctica (o anulándola y condenándola a práctica contemplativa).

"Si el estudio del comunismo consistiera sólo en asimilar lo que dicen los trabajos, libros y folletos comunistas, esto nos proporcionaría con excesiva facilidad exégetas o fanfarrones comunistas, lo que muchas veces nos causaría daño y perjuicio, porque esta gente, después de haber leído y aprendido lo que se expone en los libros y folletos comunistas, sería incapaz de coordinar todos esos conocimientos y obrar como exige realmente el comunismo. "...sería una gran equivocación limitarse a asimilar simplemente lo que dicen los libros del comunismo. Nuestros discursos y artículos de ahora no son una simple repetición de lo que se ha dicho antes respecto al comunismo, pues están ligados a nuestro trabajo cotidiano en todos los terrenos. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento libresco del comunismo, adquirido en folletos y obras comunistas, no tiene absolutamente ningún valor, por cuanto no haría más que continuar el antiguo divorcio entre la teoría y la práctica, ese divorcio que constituía el más repugnante rasgo de la vieja sociedad burguesa". (Lenin: "Tareas de las uniones de juventudes", OC, Ed. Progreso, t. 41, págs. 307-308).

 

21 de octubre de 2005