El Martinete - Número 17

Septiembre de 2004

 
¿Elegir a nuestros opresores o liberarnos de toda opresión?
 

 

Para el día 14 de Marzo de 2004, nuevamente, nos hablan de una cita con la libertad y la democracia. Pero todas las elecciones pasadas han servido realmente para elegir al partido de los opresores de turno. En las próximas elecciones, los intereses de la dictadura capitalista son defendidos, principalmente, bajo dos posiciones: los imperialistas herederos de la burocracia franquista pro-yanqui, representados por el PP, y los imperialistas europeístas, representados por el PSOE. Otros intereses presentes son los de la pequeña burguesía y la aristocracia obrera (representados por IU) o los partidos BNG, ERC, PNV, etc., que procuran estrujar el coto de su nacionalidad. Pero todos están de acuerdo en defender el yugo del sistema burgués, en mantener a la mayoría de la población como esclavos asalariados. Todo implica que no hay ni libertad ni democracia para la mayoría. Es así de evidente para cualquier oprimido o trabajador mínimamente consciente. No hay ni tan siquiera una minoría parlamentaria que represente la lucha de resistencia del proletariado, cuando mucho menos sus intereses esenciales.

 

Desgraciadamente, hoy es un hecho contrastable, que la mayoría de los trabajadores y proletarios no sienten que son una clase en lucha, no tienen conciencia de su situación, aunque observen la ofensiva del capital. No son tampoco conscientes de que son potencialmente una fuerza política decisiva: así, eligen a la fracción burguesa “menos mala” contra las otras “peores”.

 

Las aspiraciones de liberación de la clase obrera no van a ser conseguidas mediante unas elecciones en las que no tiene ningún papel. Es más, causan el efecto de diversión para los proletarios más conscientes, los cuales entregan en esos momentos sus mejores fuerzas a la “realpolitik”, en lugar de analizar seriamente por qué nuestra clase no tiene conciencia de su misión histórica.

 

EN ESTAS ELECCIONES, EL PROLETARIADO CON CONCIENCIA DE CLASE HA DE ABSTENERSE. Participar en la farsa electoral, por muy buenas intenciones que se tengan, supone:

•  Distraer a la precaria vanguardia actual de su actividad específica que la eleve políticamente y la convierta de una vanguardia potencial en una vanguardia real.

•  Ayudar con su participación en las elecciones a la sumisión de las masas al régimen político burgués, ya sea por apoyar a tal o cual partido, ya sea por postularse como una opción más.

 

Sólo existe una alternativa para cambiar la situación actual, para liberar al proletariado y a la humanidad de su miserable existencia . Esta alternativa no pasa primordialmente por acumular luchas de resistencia sin perspectiva revolucionaria; luchas, la mayoría de las veces, de demandas sindicales o pacifistas que, al no lograr avances significativos frente a la actual contraofensiva del capital, desmoralizan a sus participantes y acaban favoreciendo la penetración de la ideología capitalista entre las masas.

 

Es precisa la fusión de una vanguardia realmente revolucionaria con el movimiento de las masas proletarias (en otras palabras, reconstituir el Partido Comunista) y, para ello, lo que sobre todo falta es lo primero: la existencia de una vanguardia suficientemente consciente, que asuma la teoría más avanzada y revolucionaria.

 

Es necesario que el marxismo-leninismo se estudie a fondo entre la vanguardia de la clase obrera (y no con cuatro frases o conceptos manidos), en relación con las experiencias y desarrollos del movimiento comunista a lo largo de los últimos cien años. Es así como podemos comprender las causas de la derrota del Ciclo Revolucionario de Octubre (1917-1990) y descubrir que están relacionadas con concepciones ajenas a la concepción del mundo genuinamente marxista que se acumularon al desarrollo de la teoría socialista. De este modo es como volvemos a prestigiar al propio marxismo como la única ideología capaz de explicar nuestros fracasos y de alumbrar el camino de la emancipación social, a la vez que superamos su forma anterior y lo desarrollamos cualitativamente, incorporándole –coherentemente con su cosmovisión- las enseñanzas de la práctica histórica. Así es, en definitiva, como podemos dar el primer paso hacia la apertura de un Nuevo Ciclo de la Revolución Proletaria Mundial.

 

La alternativa pasa, pues, obligatoriamente, por reconstituir la teoría revolucionaria. La construcción de dicha teoría es la tarea más urgente y más práctica de la vanguardia.

 

En definitiva, en la vanguardia actual es necesario revolucionar el concepto de práctica: la reconstitución de la ideología comunista será el fruto de la lucha de clase del proletariado, pero no en su manifestación sindical o política, sino en el plano teórico, mediante la Lucha de Dos Líneas en el seno de la vanguardia teórica de la Clase, es decir, entre los componentes de vanguardia que se preocupan ante todo por los problemas fundamentales de la Revolución.

 

Sólo cuando hayamos resuelto este problema será posible que la vanguardia práctica abrace la causa comunista y la lucha de los obreros se vuelva revolucionaria. De esta manera, el partido ya reconstituido se transforma en el motor que genera el movimiento de la sociedad hacia el comunismo.