Vivienda, lucha contra los desahucios y vanguardia comunista en el Estado español (y 2).

3. La solución revolucionaria al problema de la vivienda.

El problema del acceso universal a vivienda por parte de las masas populares, sobre todo en el caso de las clases trabajadoras, que son siempre las más susceptibles de caer en la pobreza (que no es sino la falta de acceso a la riqueza social con la que se satisfacen las necesidades de todos y cada uno de los seres humanos) no puede ser separado del resto de problemas de acceso de los trabajadores a los frutos del trabajo social, que son los que constituyen dicha riqueza.

Al fin y la cabo, la vivienda no es más que uno de esos frutos, uno que además satisface una necesidad humana absolutamente esencial para una vida digna y sana, hasta el punto de que el acceso a la vivienda es reconocido a nivel mundial como un derecho humano básico, fundamental.

Siendo así, la vivienda es tratada en cada forma de sociedad como es tratado en general todo fruto del trabajo; esto es, en función del régimen de propiedad imperante, el cual es determinado por el modo de producción social.

En el caso del capitalismo, ese régimen es el de propiedad privada en manos de la burguesía de los medios de producción, la clase social poseedora y parasitaria, que los pone a disposición de los trabajadores, del proletariado (mediante determinadas condiciones y relaciones sociales de explotación), para que produzcan mediante esos medios la riqueza social, de la que la burguesía se apropia tras descontar la parte de dicha riqueza producida por el proletariado que constituye los salarios, que entrega al proletariado bajo formas mercantiles propias del capitalismo y en condiciones que están desarrolladas para satisfacer los intereses de la burguesía ante todo, incluso cuando sea dando acceso a los trabajadores a los bienes correspondientes a sus propios salarios.

La burguesía en todo momento está entregada a la tarea de apropiarse de toda la riqueza social, salvo de la que mantenga con capacidad productiva al proletariado. Y lo hará en cada fase y cada acto del proceso de producción y distribución de la riqueza social. Necesita hacerlo para seguir existiendo y subsistiendo como tal burguesía, como clase social propietaria y parasitaria. Si no lo hace y además con éxito, perece como tal clase social.


La vivienda, lejos de ser una excepción en este esquema, por mucho que satisfaga una necesidad fundamental de cada ser humano y, por ello, del proletariado, es un fruto del trabajo social que llega a producir enormes beneficios monetarios para la burguesía, tanto en el proceso de su producción, como en el de su venta y distribución, siendo además especialmente útil para operaciones especulativas.

Eso son hechos incontrovertibles, como también es un hecho que, al menos en los países imperialistas, hay viviendas construidas y a la venta en  número muy superior al necesario para alojar en ellas a toda la población. Pero se han producido, no para satisfacer las necesidades de las masas proletarias, sino como medio de producir beneficios para la burguesía, como un medio más (y especialmente lucrativo) de los que emplea esta clase social parasitaria para apropiarse de toda la riqueza social que pueda mientras no llegue a anular la capacidad productiva del proletariado ni a romper el marco de las relaciones sociales capitalistas, la maquinaria social de producción de Capital para sus manos. Y para asegurarse de ello, la burguesía dispone del poder del Estado.

Partiendo de estas bases, las luchas populares sectoriales que pretenden forzar una solución política al problema de acceso a la vivienda por parte de las masas proletarias, dentro del marco de las relaciones sociales burguesas, capitalistas, no podrán conseguir su objetivo, ya que la burguesía empleará otros métodos, dentro del control que tiene de todas las fases del proceso de producción y distribución de la riqueza social, para apropiarse de la mayor parte de esta. Si se le cierra la vía de las hipotecas-estafa y los desahucios, desarrollará otros mecanismos especulativos y de diversa índole para lograr su objetivo, consiguiendo a lo más las luchas sectoriales populares el favorecer a uno u otro sector particular de la burguesía, haciendo que la riqueza robada vaya a un sector en mayor medida que a otro, pero sin poder parar el proceso de latrocinio burgués de la riqueza social producida por el trabajo de las masas proletarias.

La única solución posible pasa por expropiar a la burguesía de todos los medios de producción y de distribución de la riqueza (siempre producto del trabajo exclusivamente), echarla, arrojarla a la fuerza del poder del Estado y sustituir este por un Estado de la Dictadura del Proletariado que, avanzando en la construcción del Socialismo y el Comunismo, haga del suelo y de las viviendas propiedad estatal en un principio y luego propiedad social y las distribuya desde el primer momento entre las masas trabajadoras, de manera planificada, según criterios de satisfacción de las necesidades sociales e individuales de acceso a la vivienda, garantizándolo de verdad así como un derecho inalienable y efectivamente realizado en los hechos.

Para ello, cada Estado Socialista o en tránsito al Socialismo en concreto podrá desarrollar sus formas particulares apropiadas, de acuerdo a sus necesidades, características, nivel de desarrollo y costumbres populares concretas, como podrían ser los alquileres proporcionales al nivel de ingresos de cada residente o la cesión gratuita a cambio del trabajo aportado a la sociedad, por ejemplo.

 Cualquier otra forma de tratar de solucionar el problema de la vivienda, dentro del sistema capitalista, estará abocado al fracaso o, en el menos malo de los casos, a proporcionar a los trabajadores acceso a viviendas de poca o de ínfima calidad, de bajo coste para la burguesía pero que le produzcan alta rentabilidad y usadas en todo caso por ella como lazo que ate al proletariado a las necesidades de producción de Capital para la burguesía, como parte de los eslabones de la cadena de la explotación del proletariado por parte de la burguesía, en un sistema social que lleva inevitablemente a aumentar de manera constante y cada vez más brutal el nivel de dicha explotación.

No hay otro camino que ponernos a la labor de constituir el Partido Comunista y articular en torno a él la lucha por el Comunismo.

¡Desahuciemos a la burguesía para detener los desahucios a los trabajadores! ¡Hagamos que toda vivienda sea una vivienda social!

¡Para garantizar el derecho a una vivienda digna, construyamos el Nuevo Poder, la Dictadura del Proletariado!

Revolución o barbarie
Noviembre 2012