Las prisas nunca son buenas: sobre la teoría y la práctica

Los que nos hemos decidido a constituir este blog, este espacio que busca la unificación de los proletarios más conscientes en torno a las bases del comunismo, constatamos una realidad que no es fácil que pase desapercibida para cualquiera que se cuestione el orden clasista y decadente en que vivimos: lo que hace un lustro vislumbrábamos como futuro inevitable en cuanto a degradación brutal de nuestras condiciones de vida, hoy es ya un hecho irrefutable (que ni siquiera los prebostes de la burguesía se atreven a negar), una cotidianidad que ya nada tiene que ver con “cómo va a estar la cosa en un tiempo” sino con “qué jodida está la cosa”.

La tasa de paro ha llegado a su máximo histórico, sobre todo en territorios del Estado español como Ceuta o Andalucía, donde el desempleo ha superado el límite del 40% y del 35%, respectivamente. El número de pobres ha crecido vertiginosamente, estando -según datos oficiales- el 21,1% de la población española bajo el umbral de la pobreza. Y qué decir de los desahucios, ese monstruoso crimen -consecuencia inevitable del modo de producción capitalista que se manifiesta de la forma más cruda en una necesidad tan básica como la vivienda- que ha provocado que se hayan expulsado de sus casas a más de 170.000 familias proletarias y de capas medias en proletarización vertiginosa en los últimos tres años de crisis. Por último, se constata una realidad aún más sangrante para los explotados: la de los suicidios silenciosos (un silencio que pareció romperse, casi por primera vez en muchos años en España, con la muerte previa al desahucio de un ex autónomo de Granada), esa realidad que siega más vidas en España que los accidentes de tráfico; una realidad que no tiene solo que ver, en la inmensa mayoría de los casos, con la crisis económica y el brutal empeoramiento de las condiciones de vida de nuestra clase, sino además con la lógica intrínseca de un sistema social inhumano que difunde entre la sociedad la atomización creciente, la aceptación de un orden social insoportable y la culpabilización de unas víctimas que son presentadas como individuos “fracasados” e “inadaptados”.

Si a todo esto le sumamos el draconiano ataque, por parte del Estado capitalista y de sus órganos legislativo, ejecutivo y judicial, contra la inmensa mayoría de la población (proletarios, pero también capas intermedias) en forma de brutales recortes del presupuesto estatal en materia de asistencia social básica y de una legislación laboral y política cada vez más represiva, tenemos un cóctel que ya debería haber provocado que al sistema le estallaran las costuras, según predijeron algunos comunistas al inicio de la crisis.

Pero nada de esto ha sucedido. Las masas proletarias aún no han sido capaces de enfrentarse a la ofensiva sin precedentes de la burguesía, el comunismo no es siquiera una alternativa lejana para la inmensa mayoría de explotados,  y nosotros, que somos de la opinión de que lo externo actúa a través de lo interno, entendemos que ya es momento de replantearnos qué estamos haciendo los comunistas hoy en el Estado español. Ya va siendo hora de ser valientes y de reconocer que, como consecuencia de errores larvados durante décadas de revisionismo, los comunistas no hemos estado a la altura de las circunstancias. Echar balones fuera y responsabilizar única y exclusivamente a la burguesía del fracaso de los comunistas para hacer comprender su mensaje ante las masas es, además de indigno, completamente ineficaz, porque tiende a reproducir la misma dinámica que nos ha llevado adonde estamos: en alta mar, a la deriva y sin rumbo fijo.

En nuestra opinión, por eso es imprescindible que hoy surjan espacios de análisis y debate colectivos físicos y virtuales, marcos en los que la vanguardia comunista honesta y consciente de la situación actual del Movimiento Comunista de España pueda trazar las líneas de una reconstitución de la ideología revolucionaria que es, a todas luces, una necesidad acuciante para la Revolución proletaria.

Nos parece cada día un mayor sinsentido pretender -como muchos destacamentos comunistas predican en el Estado español- que se puede ganar a las masas para la Revolución sin antes haber ganado a la vanguardia ideológica para el comunismo. Lanzarse a un practicismo suicida y a la eterna acumulación de fuerzas, sin que exista un basamento ideológico y político sólido de comunistas forjados en la lucha contra toda forma de oportunismo, es poco menos que inducir a honestos camaradas a una ansiedad constante por “trabajar con la clase obrera” o, peor aún, por participar del circo electoral en unas condiciones en que la vanguardia comunista no tiene la capacidad para usar las instituciones de la burguesía como altavoces para la denuncia revolucionaria.

No se trata de deslindar teoría de práctica, sino de fundir ambas caras en la moneda de la praxis, fusión dialéctica de la teoría y la práctica. Por otro lado, teorizar sobre la necesidad de reconstituir el comunismo entre la vanguardia, como requisito indispensable para la recomposición del Partido del proletariado, no es en absoluto convertirse en “intelectuales” alejados de la realidad de nuestra clase. Porque ¿cómo vamos a ganarnos a los mineros o a los proletarios desahuciados para la Revolución, si antes no nos hemos ganado a los revolucionarios para el comunismo? Sería infructuoso, además de una pérdida de energía de valiosos camaradas, seguir perpetuando prácticas que han conducido al fracaso del comunismo como referente para nuestra clase. Hay quien resuelve las relaciones entre teoría y práctica con un “todo es práctica”, como si la sistematización de los conocimientos y verdades obtenidos en conexión con la práctica y su formulación y reflejo en la teoría revolucionaria no fuera nada necesario ni real, sino puro “intelectualismo burgués”. A nuestro juicio, quienes llevan a cabo “práctica sin ideas” ignoran que la teoría, en toda ciencia (y el Marxismo lo es), es el reflejo en la conciencia social de las leyes objetivas descubiertas en un área de conocimiento, sea o no con vistas a la transformación de la realidad; es la expresión por medio de signos comunicables del proceso de abstracción de los datos obtenidos por la ligazón de práctica y teoría.

En este sentido, hay quien, a nuestro parecer, se confunde completamente cuando nos achaca que no hay tal “separación” entre la vanguardia ideológica y la vanguardia práctica, que hay y ha habido genuinos luchadores obreros que están también situados en el campo del comunismo. Esto último, que no deja de ser cierto en muchos casos (esto es algo obvio ya que, a diferencia de los comunistas de otras épocas, la totalidad de los comunistas actuales son de extracción proletaria o popular, y esto hace que inevitablemente se vean envueltos en -y encabecen, en ocasiones- luchas de resistencia económicas), implica un desconocimiento de la naturaleza dialéctica entre vanguardia y masas. Tanto la vanguardia proletaria como las masas explotadas formamos parte de la misma clase, pero esto no significa que seamos la misma cosa. Por tanto, tenemos un desarrollo necesariamente distinto y unos ritmos también diferentes. De hecho, si bien la lucha económica es necesariamente discontinua, la lucha de líneas de la vanguardia debe dotarse de continuidad para poder dirigir esas luchas de resistencia hacia objetivos revolucionarios. Además, los comunistas siempre somos -y hemos sido- necesariamente minoritarios dentro del movimiento de nuestra clase, por lo que no es factible, independientemente de que la línea no sea correcta, “hacer de cada comunista un sindicalista”. Por otro lado, ni la clase obrera necesita comunistas que le “enseñen” a organizar huelgas y luchas de resistencia, ni es la labor de los comunistas convertirse en sindicalistas. El trabajo fundamental de los comunistas pasa por dirigir a los sectores de vanguardia del proletariado hacia la línea y el programa del comunismo.

Por último, que nadie piense que desde espacios como este nos creemos los más “avispados” por haber “descubierto” una verdad que solo los ciegos pueden no ver hoy: los comunistas estamos como estamos porque los revisionistas, esos burgueses disfrazados de proletarios e infiltrados en nuestra clase a nivel material e ideológico, nos han vencido temporalmente. Y todos somos responsables de esta situación, aunque algunos tratemos de volver a construir los cimientos del comunismo desde la lucha de dos líneas. Porque, además, las rencillas y las disputas estériles no solo se dan entre los destacamentos mayoritarios en el Estado español (los que se nuclean en torno al PCPE), sino también entre los grupos minoritarios del hoy disperso, debilitado y carente de perspectiva revolucionaria Movimiento Comunista del Estado español.

Por eso, pensamos que hay que ir sin prisa pero sin pausa, dejando a un lado sectarismos varios o enfrentamientos absurdos entre siglas. Es la hora de pasar al único y verdadero debate: al debate por demarcar las líneas de reconstitución del movimiento comunista. Es mucho lo que nos jugamos: el futuro de nuestra clase, el futuro de toda la Humanidad.

¡Viva la bandera roja del comunismo! ¡Viva la lucha revolucionaria de nuestra clase!