La convocatoria de Huelga General del 29-M y
la
necesidad de la Revolución
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Tras varios pasos en falso,
declaraciones altisonantes y trapicheos en las altas esferas de los sindicatos
del Estado capitalista (CCOO y UGT, el «Dúo dinámico» de los vende-obreros en
España), por fin se ha hecho efectivo algo que para algunos estaba más que
cantado: los sindicatos «mayoritarios» (?) anuncian la convocatoria de una
Huelga General para el 29 de marzo como respuesta a la Reforma Laboral
aprobada, al gusto del capital, por el Gobierno del PP.
A
raíz de toda la polvareda mediática y social levantada por el anuncio de Huelga
General, y ante la confusión reinante en las filas de muchos obreros llevados
al absurdo antinatural de elegir entre el capital monopolista y la burocracia
vende-obrera, considero imprescindible, para quienes nos situamos en las
trincheras de la clase explotada, hacer un análisis y una contribución con el
objetivo de que todos los proletarios conscientes podamos entender cuáles son
los intereses y motivaciones reales de esta nueva pantomima y, lo que es más
importante aún, cuáles deben ser los planteamientos
y consignas a defender por los revolucionarios para esta nueva farsa de Huelga
General y para el periodo político, social y económico en que nos encontramos.
El
discurso oficial de CCOO y UGT frente a las
motivaciones reales
de
la convocatoria de Huelga General
Desde
hace días, en prensa, radio y televisión se nos bombardea de forma machacona
con el discurso de las llamadas “centrales sindicales mayoritarias” en relación
a la convocatoria de Huelga General. Los grandes medios del capital de la
llamada «izquierda» (es decir, la socialdemocracia de El País, La Sexta, RTVE o
Público que alienta las guerras imperialistas en Afganistán, Libia o Siria)
reproducen diariamente las palabras de los ínclitos Toxo y Méndez, en un alarde
de cinismo que nos recuerda que la democracia del capital solo puede funcionar,
además de mediante la represión y el terror, haciendo uso de la mentira y la
manipulación.
Pues
bien, en sus discursos oficiales el tándem UGT-CCOO declara que esta Reforma
Laboral «pretende instaurar un estado de excepción en las relaciones laborales».
Es obvio que la Reforma Laboral –la enésima de una larga lista de decretos,
reales decretos, leyes y reformas, en muchos casos aprobados con el sello de
UGT y CCOO-, confeccionada por uno de los dos partidos políticos del gran
capital en España, es sin duda el mayor y más brutal ataque contra el
proletariado, no solamente porque abarata aún más el despido y precariza hasta
el extremo las condiciones de trabajo de los obreros, sino porque además
liquida completamente los Convenios Colectivos y el Derecho Laboral. Ahora
bien, esta no es exactamente la reforma de «un Gobierno que ataca a
trabajadores y sus derechos» (¡como si el PSOE no hubiera allanado el camino de
esta reforma con leyes y reformas anteriores!), tópico al uso de sindicaleros,
socialdemócratas y sus comparsas situadas a la izquierda; esta es una reforma hecha por y para la burguesía en un contexto de
crisis internacional en la que, de manera inevitable, necesita soltar lastre de
capital sobrante con el propósito de afrontar la recuperación de la tasa de
ganancia del capital, para lo cual es imprescindible desvalorizar la mercancía
más importante que existe: la fuerza de trabajo.
Tras el discurso oficial de CCOO y UGT (el lema
oficial para la huelga reza: «Quieren acabar con todo, con los derechos
laborales y sociales»), se esconden las motivaciones reales de ambas organizaciones
del Estado capitalista para la convocatoria de esta huelga. Solo desde la ignorancia –o, peor aún,
desde la defensa reaccionaria de unos intereses ajenos a los de los explotados-
se puede no entender cuáles son las razones reales de esta convocatoria.
Dos son los intereses reales que mueven a CCOO-UGT a convocar esta Huelga
General:
En primer lugar, estamos ante un lavado de cara a la desesperada de sus
aparatos ante el descrédito lógico y creciente que sufren a ojos de la
inmensa mayoría del proletariado, por haber actuado, durante años y años, como
comparsas del capital y gestores copartícipes junto con la Patronal en las
condiciones míseras de trabajo y de vida que padece nuestra clase. Aquí
conviene aclarar que la inercia lógica de CCOO y UGT por defender ante la
«opinión pública» la de idea de que aún representan a los «trabajadores» se
acabará estrellando contra la realidad: nada
pueden hacer por recuperar a unos obreros que perdieron para siempre por
haberlos vendido al mejor postor.
En segundo lugar, no debemos olvidar que esta Reforma Laboral, como expresión de
las necesidades del capital financiero fundamentalmente (bancos, grandes grupos
industriales, de inversión, etc.) y, en menor medida, de la burguesía no
monopolista (las PYMES, con Jesús Terciado a la cabeza como presidente de
CEPYME, han saludado efusivamente la nueva ley), choca frontalmente con los intereses del entramado burocrático de CCOO
y UGT, el cual forma una fracción dentro de la clase dominante que Marx,
Engels y Lenin denominaron «aristocracia obrera». Es fundamental entender que
este segmento social, incardinado históricamente en el aparato del Estado
imperialista español, ve seriamente erosionados sus intereses y amenazadas sus
prebendas como negociadores -siempre a la baja- de las condiciones de venta de
la fuerza de trabajo con esta Reforma Laboral. Para entenderlo es necesario
aclarar antes la naturaleza de clase de estos sindicatos del Estado burgués.
El carácter de clase de CCOO y UGT es de sobra
conocido por todos los proletarios conscientes y revolucionarios. Ambos
sindicatos no solo se dedican a gestionar cuantiosas subvenciones del Estado –a
cambio de vender a la clase obrera y de subordinarla a los intereses del
capital-, sino que además actúan directamente como patronos al participar en
diferentes sociedades de capital (aseguradoras, agencias de viajes, asesorías
jurídicas, fondos de pensiones o centros de «formación» forman parte del
negocio sindical), o al estar presentes en Consejos de Administración de Cajas
de Ahorros en comandita con sus colegas los capitalistas. Pero, debajo de este
entramado de la alta dirección sindicalera, subyace toda una extensa red de
cargos intermedios que funciona al más puro estilo clientelar y caciquil. Están
incluidos aquí representantes de comités de empresa de cierta envergadura,
secretarios generales de los dos sindicatos a nivel provincial o de Comunidades
Autónomas, miles de liberados sindicales al servicio de la Patronal o
insertados en la Administración del Estado, etc. Estos, junto con los asalariados directamente asociados a ellos y
plegados al aparato sindical -por interés o por someterse al chantaje de la
burocracia sindical- conforman la única
y auténtica base social de UGT y CCOO.
Esto no significa, evidentemente, que no haya entre las filas de estos
dos sindicatos trabajadores honestos y combativos, pero tan tremendamente
confundidos que llegan a formar parte de un entramado ajeno por completo a los
intereses de su clase.
¿En qué sentido
erosiona la última Reforma Laboral los intereses de CCOO y UGT? En una doble vertiente. En primer lugar, elimina de
facto el poder de negociación de estos dos sindicatos a la hora de fijar
condiciones laborales y salariales con la Patronal (pierden, por tanto, su
capacidad para cogestionar la explotación de la fuerza de trabajo a nivel de
Convenios Colectivos sectoriales o de ámbito provincial/estatal). A partir de
ahora, por necesidades del capital monopolista, la Patronal se deshace de un
intermediario -necesario para mantener la paz entre explotados y explotadores
pero, al fin y al cabo, costoso por entorpecer los procesos de decisión del
capital- a la hora de imponer a los obreros salarios y condiciones de trabajo
cada día más paupérrimas. En segundo lugar, el espíritu de esta Reforma encarna
la nueva exigencia del capital financiero de adelgazar el Estado administrativo
a su mínima expresión, hecho por el cual UGT y CCOO han visto –y verán aún más-
reducida una buena parte del dinero que reciben con cargo a los Presupuestos
del Estado. Los dirigentes sindicales que son accionistas y/o directivos de un
entramado empresarial muy amplio, lógicamente, no son los afectados, pero sí
sus correas de transmisión en los aparatos de ambos sindicatos.
Si este hecho resulta incomprendido, las
explicaciones que se den sobre la naturaleza de clase de estos dos sindicatos
serán falsas y desenfocadas por su subjetivismo: «han traicionado a la clase
obrera» es una clara deformación de la realidad. Toxo y Méndez no pueden
traicionar a la clase obrera porque ni forman parte de la clase obrera ni la
representan. Las «cúpulas sindicales» no
«traicionan» al proletariado movidos por una especial «perversidad» o por una
«línea» equivocada, como sostienen muchos compañeros claramente errados; lo
hacen porque son la cúspide de organizaciones del Estado capitalista,
completamente ajenas a los intereses de la clase explotada.
Aquí es donde cobran sentido dos hechos capitales
imprescindibles para entender el trasfondo material de todo este sainete
sindical. Para empezar, la pérdida de
poder de CCOO y UGT y de su base social -como fracción de la clase dominante-,
frente al ímpetu arrollador del capital financiero, es la verdadera fuerza
motriz y la razón fundamental y última para la convocatoria de esta Huelga
General. Y, en segundo lugar, el otro aspecto que reviste especial
importancia sobra la huelga del 29-M y CCOO-UGT es la ofensiva creciente y
decidida de los arietes mediáticos ultraderechistas del capital (con El Mundo e
Intereconomía compitiendo por ser los más furibundos opositores de la
burocracia sindical). Con respecto a esto último, flaco favor le haríamos al
proletariado si no nos diéramos cuenta de que, detrás de este ataque contra los
Toxo y Méndez, se esconde un ataque por parte del capital con su careta
fascista (que es la más idónea para tiempos de crisis económica y social) a las
luchas de resistencia que la clase obrera, más temprano que tarde,
protagonizará en el Estado español.
Ahora la pregunta es: ¿qué hacer ante este panorama?
¿Qué debemos hacer los proletarios conscientes y los comunistas, hoy dispersos
en diferentes grupos e individualidades sin fuerza real sobre la clase obrera?
La propuesta, en mi opinión, no puede ser otra que defender incondicionalmente
los intereses del proletariado y, sobre todo, la necesidad de la Revolución
Socialista.
Contra el seguidismo sindical, por la
defensa incondicional de la lucha de clases y la reconstitución ideológica y
política del Comunismo
Desde multitud de organizaciones e
individualidades situadas a la izquierda del PCE-IU (ya se autodenominen
comunistas, anarquistas o «anticapitalistas»; ya sean del PCPE,
Anticapitalistas y demás organizaciones trotskistas, de pequeños sindicatos
como CGT, CNT, etc.), se viene haciendo un seguidismo –aunque se disfrace de
«crítico»- de la convocatoria de huelga lanzada por los infames Méndez y Toxo
(cuando no escuchamos a determinados elementos «comunistas» felicitándose por
la convocatoria o tratando de «presionar» a las direcciones de UGT y CCOO para que
abandonen la política del «pacto social», ¡como si el pactismo fuera una
decisión voluntaria de los buró-sindicatos y no una necesidad como fracción de
la clase dominante!).
Esto, por otra parte, no sorprende a quienes venimos expresando la necesidad de
reconstituir, antes de pasar a darles una dirección revolucionaria a las luchas
de resistencia de los explotados, el Comunismo como teoría e ideología de
vanguardia. Es obvio que, en la actualidad, ninguno de los llamados “Partidos
Comunistas” a la izquierda del PCE son capaces de entender que, sin una
vanguardia comunista depurada de oportunismo, no puede haber movimiento
revolucionario ni Partido Comunista como producto de la fusión más elevada
entre la vanguardia comunista y el movimiento obrero.
Fruto de esta línea marcadamente
espontaneísta y economicista, muchos compañeros honestos van a remolque de una
estrategia fracasada de intento de construcción artificial de un movimiento de
masas (¡como si la inmensa
mayoría de proletarios no fueran capaces, por sí mismos, de generar sus propios
órganos de lucha independientes de la burguesía y sus aparatos sindicales!,
¡como si nos correspondiera a los proletarios comunistas el papel de crear las
luchas de resistencia de la clase obrera!), demostrando en casos como este un
seguidismo que perjudica seriamente los intereses de la clase obrera. Ante
tanta pobreza de argumentos, no es de extrañar que, quienes osemos denunciar
esta línea anticomunista, seamos tachados de «izquierdistas» por quienes
manipulan a su antojo las palabras y la obra del camarada Lenin, rechazando de
plano el espíritu del marxismo que llama a «analizar la situación concreta
partiendo de la realidad concreta». La
labor fundamental y determinante de los comunistas no es generar luchas inmediatas,
sino constituirse en vanguardia sólida para tener la capacidad de dar una
conducción revolucionaria a esas luchas.
Con respecto a la que debe ser la postura de los
comunistas consecuentes en esta pantomima de huelga, a mi juicio los proletarios no podemos oponer a la
pseudo-movilización de CCOO y UGT la desmovilización, por lo que, a pesar de
que nosotros sí nos jugamos nuestro precario puesto de trabajo (a diferencia de
los burócratas de turno y de sus correas de transmisión en las empresas y en el
Estado), hemos de secundarla sin engañarnos sobre el propósito y el sentido de
esta convocatoria. Por el hecho obvio de la agresión brutal de la Reforma
Laboral –pero, sobre todo, porque el capitalismo avanza día tras día aplastándonos
sistemáticamente y de forma creciente-, los proletarios no podemos hacer de
esquiroles ese día. Pero hay que dejar una cosa clara: nada de “apoyo crítico”
a los burócratas-burgueses de UGT y CCOO. Más aún que contra la Patronal, los
proletarios que defiendan a su clase deben hacer propaganda ese día en contra
de los mayores enemigos de la clase obrera –precisamente por hacerse pasar por
sus defensores y representantes-, que son CCOO y UGT. Y, por supuesto, hay que
dejar bien claro que esta huelga no
responde a la iniciativa y al ímpetu de una clase obrera que aún no ha hablado
en el Estado español de forma contundente y masiva.
Por último, hay que aclarar la cuestión de la
magnificación de la Huelga General por parte de algunos elementos del oportunismo,
que en un alarde de ciego espontaneísmo ven en la huelga el paso previo a la
revolución o a la toma del poder. Nuestros hermanos de clase en Grecia llevan
una docena de huelgas generales en dos años y, no solamente es que la
oligarquía financiera no haya cedido lo más mínimo, sino que además se ha
crecido y ha seguido imponiendo sus planes de miseria. Al final, se impone de nuevo la innegable realidad: la única
alternativa, por muy utópica que pueda parecer a ojos de los revisionistas,
sigue siendo la construcción de un Movimiento Comunista Internacional que
derroque a la burguesía del poder. Hoy más que nunca para cambiar algo es
imprescindible cambiarlo todo. «Salvo el poder, todo es ilusión» (Lenin).
En cualquier caso, incluso para la convocatoria de
Huelga General, las tareas más importantes y acuciantes de quienes apostamos
por la Revolución Proletaria siguen pasando por unificar y fortalecer a los
diferentes destacamentos de vanguardia, hoy dispersos y enfrascados en disputas
estériles y en luchas parciales que no van a ningún lado, para que vuelvan a
levantar la alternativa del Comunismo ante los explotados. Mal que les pese a
los espontaneístas varios y a los que pretenden “movilizar” a la clase obrera
por reformas parciales, la primera y más importante labor de nuestros días
sigue siendo de índole ideológica y teórica. Porque, desarmados de teoría
revolucionaria, los revolucionarios no seremos capaces ni de articular la
reconstitución del Partido Comunista ni de conducir a la clase obrera al
triunfo.
Marzo de 2012
Lazaro Carpentier, proletario por la reconstitución del Partido
Comunista.