¡Abajo el centrismo!
¡Viva el internacionalismo proletario!

 

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En las últimas semanas, el Comité Proletario Internacionalista (CPI) y los camaradas del colectivo Odio de Clase (ODC) han sufrido una serie de graves ataques por parte de las fuerzas de la línea centrista en Europa y el Estado español, y que se reclaman del maoísmo. En nuestra opinión, como ya decíamos en nuestra intervención en la Conferencia de Madrid, estos ataques son una muestra de la hipocresía del centro, que no duda en atacar con saña a la izquierda, aún cuando ésta apenas empieza a rodar, mientras se gastan todo tipo de excusas y fórmulas para conciliar e integrar a la derecha abiertamente oportunista, con un probado historial liquidador y traidor. Sirva este documento para, además de solidarizarse totalmente con los camaradas de ODC, tomar posición respecto a algunas cuestiones que se han planteado en dicha controversia y alrededor del internacionalismo.

 

Las premisas internacionalistas de la actividad comunista y la última controversia

Un deber inexcusable que impone el carácter internacionalista del marxismo es la obligación de la atención, el posicionamiento y el apoyo respecto a lo que ocurre en otras partes del globo en el proceso de la Revolución Proletaria Mundial (RPM), aunque ocurra a miles de kilómetros de distancia. Lenin mostró claramente que la verdadera posición internacionalista es la que parte desde la RPM como proceso unitario y orgánico, cuya máxima expresión política es la Internacional Comunista (IC). El líder bolchevique dedicó toda su ironía y desprecio a quienes, en nombre de los obreros, se limitaban exclusivamente a sus problemas nacionales[1]. Lo mismo puede aplicarse a los que hoy, en nombre del marxismo, desgraciadamente mayoritarios en las filas del comunismo, desprecian los problemas de definición y posicionamiento respecto a los problemas internacionales (el carácter de China –socialfascista a todas luces—, definición del lugar donde está la avanzada de la RPM, posicionamiento en las controversias internacionales, etc.), bajo la excusa de que eso “no le importa a los obreros”. Demuestran la clase de “vanguardia” que son, limitando los intereses de los obreros a su estómago, a sus problemas inmediatos, y propagando el liberalismo y la alergia por la alta política entre el proletariado, demostrando la identidad del economicismo y el sindicalismo dominante respecto a la burguesía en el interés de mantener a los obreros alejados de los problemas políticos y de todo lo que vaya más allá de los estrechos y embrutecedores límites de la subsistencia y la lucha por el nivel de vida.

            Sin embargo, el marxismo siempre ha tenido vocación universal, por lo que uno de los deberes que impone el internacionalismo es la atención a todas las problemáticas internacionales de la RPM. Si no reconocemos el lugar donde está la avanzada de la RPM, no nos posicionamos y no lo estudiamos, ¿cómo vamos a sacar las lecciones que nos permitan el avance y desarrollo de la revolución en nuestros respectivos nichos estatales? ¿No ha impuesto siempre, en sus mejores momentos, el Movimiento Comunista Internacional (MCI) la obligación de aprehender y defender las experiencias más avanzadas, como imponía, por ejemplo, la decimocuarta condición de ingreso en la IC? Así pues, muy lejos está el liberalismo economicista dominante hoy día entre la vanguardia respecto al verdadero espíritu del marxismo y del internacionalismo.

            Sentado el verdadero carácter del internacionalismo, opuesto totalmente a la miope estrechez dominante entre la vanguardia, pasemos a tratar una de las controversias internacionales que se ha desatado en los últimos tiempos y que tiene por escenario el Estado español y el carácter del apoyo internacionalista a la revolución en India, aunque su epicentro sigue estando en el Himalaya, y en el devastador terremoto que para el sector más avanzado del MCI supuso la traición prachandista, cuyos ecos aún reverberan entre los distintos destacamentos comunistas de avanzada, especialmente en el seno del campo maoísta.

            El pasado julio se constituía en el Estado español, de la mano de diferentes grupos, el CPI. Desde entonces, ha iniciado su rodar, con acciones de propaganda y la traducción y difusión de importantes documentos del Partido Comunista de India(Maoísta) –PCI(M). Es de notar la heterogeneidad de sus integrantes, no exclusivamente maoístas, como muestra nuestra presencia y la de otros camaradas, lo que no ha impedido que una de las señas de identidad del proyecto, espoleado por la terrible experiencia de la traición en Nepal, sea la oposición frontal al revisionismo prachandista, y la negativa a que se limite a ser un proyecto seguidista, que se circunscriba a ser eco de lo que sucede en India. Creemos que el proyecto va enrumbado por el correcto camino internacionalista, lo que impone, tanto el apoyo y el aprendizaje para entresacar lo que de universal hay en la particular experiencia revolucionaria india, como la vigilancia revolucionaria, atenta a posibles desviaciones y que sirva como plataforma de refuerzo a la línea roja en la inevitable lucha de líneas en el seno del PCI(M).

            Sin embargo, cuando el organismo apenas ha empezado a andar, sin tiempo aún para que haya un bagaje de actividad suficiente, el CPI y, significativamente, el colectivo ODC, principal promotor del organismo, han sufrido un aluvión de ataques y críticas provenientes de organizaciones maoístas de Europa y del Estado español. Estos ataques han tenido lugar a finales del pasado septiembre, aunque se han vuelto a reeditar durante este octubre. Como decimos, los protagonistas del ataque son destacados grupos de lo que podríamos denominar corriente centrista del maoísmo y del MCI: Correo Vermello en el Estado español y el Partido Comunista Maoísta de Italia (PCMI) desde Europa. Al menos en el primer caso, la actividad de este grupo se limita a ser sucursal de esta corriente centrista y de la resurrección acrítica del, liquidado por el oportunismo, Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI).

 

Algunas características universales del centrismo

Antes de tratar algunos de los argumentos de estos ataques, conviene abundar en la caracterización del centrismo, pues precisamente en su último ataque a ODC los señores de Correo Vermello, no sabemos si ostentando su ignorancia o intentando despistar al auditorio, decían  Cuando todos los comunistas revolucionarios tenemos claro que el principal enemigo es el revisionismo, en sus dos formas (Liquidador y Dogmatico) este colectivo [ODC], descubre como peligro principal el CENTRISMO y bajo esta etiqueta califica a todos aquellos que no comparten sus `correctos análisis metafísicos’[sic]”. Es decir, los gallegos insinúan que la lucha contra el centrismo es una ocurrencia de los camaradas de ODC, ajena a la tradición del MCI.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Echemos un somero vistazo al Primer Congreso de la IC. En la Resolución sobre la posición ante las corrientes socialistas y la conferencia de Berna se establecen tres tendencias fundamentales en el seno del socialismo internacional durante la primera guerra mundial interimperialista, a saber, la mayoritaria derecha social-chovinista, el centro y la izquierda revolucionaria o comunista; y prescribe muy claramente el carácter y la actitud a tomar respecto a este Centro:

 

            “Desde el comienzo de la guerra, el ‘Centro’ (…) se puso a predicar la ‘amnistía recíproca’ con respecto a los jefes de los partidos social-patriotas de Alemania y Austria, de un lado, de Francia y de Inglaterra, del otro. El ‘Centro’ preconiza esta amnistía aún hoy, después de la guerra, impidiendo así a los obreros formarse una idea clara sobre las causas del hundimiento de la Segunda Internacional.”[2]

 

            Un párrafo, si se nos permite el comentario, que casi parece escrito para adaptarse perfectamente a la actitud de los actuales centristas respecto al PCNU(m), al que gustarían “amnistiar” por gracia de esa supuesta “fracción roja” que dicen hay en su seno, “fracción” que ha permanecido en el partido en cada una de las repetidas ocasiones en que éste ha cometido traición flagrante a la causa de la RPM. Además, también se adapta a la perfección a la política que estos grupos quieren imponer de resurrección del MRI, sin declarar su bancarrota y realizar el correspondiente balance para depurar los errores, “impidiendo así a los obreros formarse una idea clara sobre las causas del hundimiento” del MRI. Es evidente la naturaleza universal del centrismo, conciliador de la lucha de clases y promotor de la subordinación de los marxistas a los oportunistas, como se refleja en tan diferentes momentos históricos.

            Frente a este centrismo la prescripción del comunismo revolucionario siempre ha sido clara:

 

            “La ruptura organizativa con el ‘Centro’ es una necesidad histórica absoluta. La tarea de los comunistas de cada país es determinar el momento de esa ruptura según la etapa que haya alcanzado allí el movimiento.”[3]

 

            Más aún, en el Segundo Congreso de la IC, donde se aprueban las 21 condiciones, al menos cuatro de ellas (segunda, sexta, séptima y novena) hablan explícitamente de la necesidad de luchar contra el centro, sus representantes y la forma ideológica social-pacifista que éste ha adoptado durante la guerra. De hecho, la séptima condición está dedicada en exclusiva a la lucha y deslinde con el centrismo:

 

            “Los partidos deseosos de pertenecer a la Internacional Comunista tienen el deber de reconocer la necesidad de una ruptura completa y definitiva con el reformismo y la política de centro y de preconizar esta ruptura entre los miembros de todas las organizaciones. La acción comunista consecuente sólo es posible a ese precio.”[4]

 

            Nótese que estamos hablando de las 21 condiciones, las tesis políticas que resumen la experiencia de lucha bolchevique y que darán lugar al nacimiento de los partidos comunistas y del MCI como realidad tangible, un documento fundacional de la máxima importancia, cuyo valor es imposible disminuir, y que dedica un buen espacio a la denuncia y lucha del centrismo.

            Y es normal, pues la característica del centrismo es esa conciliación de los revolucionarios con los oportunistas, la subordinación de los primeros a los segundos, el enterramiento de la teoría y la política revolucionarias en el magma amorfo del liberalismo y la falta de firmeza en los principios. Precisamente, y en especial en los momentos en los que el movimiento revolucionario, tras décadas de permanecer larvado en el seno de un movimiento más amplio y menos definido (como necesariamente sucedía hace noventa años), o tras décadas de profunda crisis, dispersión y confusión (como ocurre ahora), pugna por independizarse, por adoptar unos contornos y un perfil definido que puedan prestarse a desarrollar en aras de la RPM, es fundamental la lucha contra este centrismo, dogal que busca impedir el consecuente despliegue del movimiento revolucionario, manteniéndolo atado a las viejas formas putrefactas del revisionismo y el reformismo. El centrismo es fundamentalmente una enfermedad de nacimiento, de parto, más grave aún, si se nos permite, que ese “izquierdismo”, fetiche favorito del centro y de la derecha, que es una enfermedad de crecimiento (así la definía Lenin), cuando el movimiento ya se ha independizado y pugna por desarrollar una política propia en toda su amplitud. No es extraño, pues, que la lucha contra el centrismo adquiera una particular importancia en esos periodos históricos que anuncian y demandan el nacimiento de un nuevo movimiento revolucionario, o de una nueva forma del mismo, tras décadas de existencia larvada o crisis.

 

“Todo vale” contra la izquierda

            Caracterizados los ataques contra el CPI y contra los camaradas de ODC como una maniobra del centrismo en contra de la izquierda del MCI, haremos breve comentario de lo que nos atañe particularmente como MAI, siguiendo el documento de los italianos, que recitan las mismas posiciones que antes habían expresado los gallegos. A estos últimos no nos volveremos a referir, pues sus documentos carecen de ningún valor ideológico o político. Sirva de muestra su primer ataque contra los camaradas de ODC (¡Denunciar el oportunismo del colectivo Odio de Clase! del 28 de septiembre de este año), donde, tras proclamar solemnemente que se van a centrar en la crítica de los “aspectos políticos” de la actuación de ODC sin “facilitar datos que puedan servir a los servicios de información de la burguesía”, pasan a continuación a una retahíla de chismorreos y dimes y diretes sin ningún valor político, para al final, como colofón, dar datos sobre el periplo de un camarada de ODC y su anterior actividad política, datos que no tienen ninguna utilidad ni valor en la controversia política en curso, aunque sí puedan ser útiles a los perros de la burguesía. Pero en fin, así es esta gente, y nosotros nos negamos a acompañarles por el fango ni un solo minuto.

            Respecto a nosotros, el PCMI repite el mantra aprendido de los gallegos: “(…) el MAI, que considera el maoísmo superado (…)”, lo que denota, evidentemente, que no se han molestado en estudiar alguno de nuestros documentos y que actúan efectivamente como la artillería pesada de los gallegos en su lucha contra la izquierda del movimiento comunista en el Estado español. No es éste el lugar donde extendernos en nuestra posición respecto al maoísmo[5], pero desde luego que no es reducible a tan burdo resumen. Para nosotros, lejos de estas insinuaciones, el maoísmo es, a día de hoy, el único discurso revolucionario articulado con  incidencia real en el mundo, sin embargo, y aquí empiezan nuestras reservas, tal y como está articulado aún no ha sido capaz de culminar una revolución con la conquista total del poder y, menos aún, llegar al máximo estadio que alcanzó el anterior Ciclo revolucionario. Además, en los países imperialistas, desde hace más de treinta años, se muestra incapaz de articularse como referente para un sector más o menos amplio de la vanguardia, algo que no nos extraña cuando, amén del desgaste objetivo de la teoría revolucionaria, vemos que sus representantes son gentes como el PCMI o Correo Vermello. Todo esto son consideraciones que tienen su origen en la práctica, inapelables con sólo echar un vistazo alrededor. Por eso planteamos la necesidad de un Balance integral de la experiencia de la RPM, pero éste se encuentra en realización, aún, incompleto como está, no ha dado como resultado un discurso completamente articulado, aunque ya se vayan adelantando algunos de sus elementos. Por eso nos basamos en buena parte en el maoísmo, aunque críticamente, porque lo reconocemos como expresión más elevada de la teoría revolucionaria durante el pasado Ciclo y creemos que hacemos un mejor uso de él que muchos autodenominados maoístas, especialmente los señores de Correo Vermello y su gran hermano italiano.

            Tratado este asunto que nos atañe exclusivamente como MAI, pasemos someramente a ver algunos de los argumentos que se esgrimen contra el CPI. Aunque corresponde a este organismo dar la respuesta oficial a estos ataques, como MAI también vamos a posicionarnos respecto a algunas cuestiones, con el afán de demostrar que el ataque de los italianos no sólo es absolutamente destructivo, sino que carece de base, y parte de prefiguración apriorística de lo que es el CPI en los deseos de los italianos, y de su aislada sucursal gallega, no de lo que aquél es realmente.

            Como se sabe, uno de los principios maoístas en el tratamiento de las contradicciones se basa en la Unidad-Lucha-Unidad. Es decir, se parte de lo que es común, para desde ahí, resaltando la unidad y la camaradería, pasar a tratar y combatir los errores que se piensan han cometido los receptores de la crítica, buscando con ello sentar las bases de una nueva unidad más elevada, basada en la superación de esos errores a través del debate entre camaradas. Ése es el estilo de trabajo maoísta, independientemente de que nosotros estemos más o menos de acuerdo, lo realmente paradójico es que quien hace bandera del maoísmo y usa esa definición como garrote doctrinal (tristemente, sólo la definición nominal de maoísmo), hace absoluta dejación de ese principio maoísta. Hablando llanamente, es evidente que la crítica de los italianos está cogida con pinzas, buscando, no partir de la unidad, sino agarrarse a cada frase, expresión o palabra aislada para desatar una crítica destructiva que no busca la superación de supuestos errores, sino, como decimos, la confirmación de esa definición apriorística, en este caso “izquierdismo infantil”, que es como los muy escorados a la derecha italianos quieren ver al CPI para poder encajarlo en su discurso prefabricado.

Esto se ve claramente cuando se analiza y critica una Declaración de poco más de dos páginas de un organismo que tiene apenas un par de meses de vida, como si fuera la crítica de un largo trabajo político. Siendo así, no se puede acabar en otro lugar que no sea la banalidad y, dicho sea de paso, el más absoluto descrédito. Un par de muestras; dicen los italianos: “Es verdad que el PCI(maoísta) y la GP representan, ahora, un punto de referencia para los maoístas, lo revolucionarios y el proletariado del mundo, pero para hablar del PCI(M) como "un verdadero faro en el mundo" es una de esas apologías que quieren demostrar que los que les escriben no  pueden ser más rojos [sic][6]. Es decir, nada menos que un “punto de referencia para los maoístas, los revolucionarios y el proletariado del mundo” resulta que no es un “faro” (punto de referencia en la costa para la navegación), o decirlo es una exageración. ¿Disquisición semántica –vemos que ni siquiera? ¿Crítica vacua sin ningún contenido? Pero continuemos, otro ejemplo: “retomemos íntegramente del la posición de los compañeros de india; "la GP enfrenta exitosamente los ataques sin precedentes del enemigo y es capaz de expandirse y avanzar", que es diferente que hablar, como hace el documento del CIP, de "grandes triunfos". Este lenguaje exagerado, autocomplaciente, es ajeno al costumbre, al método y a la línea de PCI(M), que incluso en esto, es un partido MLM serio [sic]. Así pues, es una “payasada” hablar de “grandes éxitos” cuando los revolucionarios indios “enfrentan exitosamente ataques sin precedentes y son capaces de expandirse y avanzar”. Y podríamos seguir con más ejemplos, pero con esto queda claro el cariz caricaturesco de la “crítica” y su absoluta vacuidad, lo que les obliga a rebajarse a reproches tabernarios sobre “quién es más rojo”.

 

Algunas cuestiones concretas del ataque al CPI

Mucho se podría criticar del documento de los italianos, desde la concepción indefinida y ecléctica que se entreve de la Guerra Popular (¿universal o sólo para los países oprimidos? los italianos parecen decantarse por la primera opción –la correcta—, pero al final marcan la segunda) o la recurrente crítica de un supuesto “extremismo infantil”, fetiche secular de todo oportunismo de derechas, hasta la infundada acusación de militarismo (que no pueden apoyar siquiera en una frase suelta y descontextualizada) que les lleva a hacer la inadmisible insinuación de que el CPI colabora, aunque sea indirectamente, con la campaña de justificación de la sangrienta represión desatada por el Estado indio contra los revolucionarios. Palabras muy gruesas que enconan unas diferencias ya de por sí muy profundas, inconciliables, que se refieren a dos concepciones del mundo contrapuestas.

Como decimos, mucho se podría hablar, pero para no hacer innecesariamente largo este posicionamiento, trataremos fundamentalmente dos cuestiones. En primer lugar, la cuestión de los compromisos. Es cierto que el PCI(M) no reniega de la posibilidad de acuerdos y negociaciones con el viejo Estado, como es igualmente cierto que ha condenado el liquidacionismo del PCNU(m). Los italianos, fieles a su eclecticismo centrista, marcan estas dos cuestiones, pero ellos no se definen, y simplemente señalan “es cierto que el PCI(M) crítica la línea y la práctica de los acuerdos y negociaciones de paz aplicada por al PCN-U(m), pero no sobre la base de declaraciones de principios o imperativos absolutos [sic]”. Para contextualizar, debemos recordar que esta posición viene de la principal organización promotora del nefasto Comunicado de este 1º de Mayo, en que se define la liquidación de la guerra popular y los acuerdos de paz “como un avance para la revolución”. Así pues, les preguntamos con toda rotundidad a los italianos, ¿no es un “imperativo absoluto” –nosotros preferimos decir principio— del marxismo que la revolución se consuma mediante la destrucción violenta del viejo aparato del Estado? ¿Es posible implantar el socialismo a base de negociaciones y mediante reformas desde el viejo aparato del Estado, como pomposamente declaraba el PCNU(m) hace poco? El marxismo dice rotundamente que no, aunque viendo el embrollo caricaturesco de la crítica italiana y su “flexibilidad táctica” la cosa ya no queda tan clara.

Es cierto que los italianos consiguieron arrastrar al PCI(M) a la firma de ese comunicado, pero eso no convierte en justo lo injusto, sino que más bien ha tenido la virtud de recordarle a la izquierda del MCI la sencilla verdad dialéctica, resultante de ese famoso uno se divide en dos, de que todo partido comunista está atravesado por la lucha de dos líneas, expresión en su seno de la lucha de clases que estremece la sociedad, que es una lucha continua, a veces soterrada, a veces abierta, pero permanente. Por eso, no estamos de acuerdo con algunos camaradas maoístas que centran la explicación de la participación del PCI(M) en ese oprobioso comunicado como fruto de los manejos y las malas artes de agentes externos, como pueden ser los italianos del PCMI, sino que esa participación es la expresión de la lucha de dos líneas que está atravesando, con toda seguridad, no sabemos a qué nivel de enconamiento, al propio PCI(M). Es ir contra la dialéctica explicar la firma de los naxalitas exclusivamente por factores externos, sino que éstos, las malas artes del centrismo internacional, se han manifestado a través de un sector del Partido indio que, inevitablemente, no quiere cerrar la puerta a darle una solución “a la nepalesa” a su propia guerra popular. Esto es algo absolutamente coherente con el marxismo y que no debería escandalizar a ningún revolucionario. El problema no es que exista la lucha de líneas, todo lo contrario, pues el Partido se fortalece y desarrolla a través de su despliegue; el problema en todo caso es negarla o manejarla incorrectamente, que es lo que más espacios va a conceder al revisionismo, como nos enseña la experiencia de la RPM.

Ello nos lleva a la cuestión de “reflejar” la línea política del PCI(M), como parecen exigir los italianos al CPI. Y no se trata de reflejar ampliamente en una Línea General común a todo el MCI, como es imperativo del internacionalismo proletario, sino de seguir al PCI(M) en cada posicionamiento concreto y paso táctico, como demuestran en su caricatura “crítica” enfrentando frases de similar significado porque no se ciñen palabra por palabra a las del PCI(M). De ello se deduce una posición seguidista, de apoyo externo y simple “reflejo” en una realidad y un contexto muy diferente. Ese tipo de apoyo, rígido y seguidista, es la otra cara de la moneda del desenfrenado liberalismo, donde, como hemos visto, no se sabe qué son principios y qué es su aplicación táctica. “Dejar hacer” y “seguir rígidamente” son dos aspectos de la misma actitud que sólo puede acabar desembocando en las nefastas teorías de los marcos de actuación (teoría revisionista y nacionalista que defiende por ejemplo Correo Vermello) y de las vías nacionales al socialismo. Reflejar rígida y dogmáticamente la línea que se implementa en otros lugares, cuyas posiciones son inaplicables en mi propio marco por mor de las “condiciones concretas”, concepto que se estira para ir más allá de las lógicas diferencias que nos encontraremos en un país imperialista frente a un país oprimido, convirtiendo la Línea General de la RPM en una abstracción vacía y el internacionalismo en apoyo externo y no injerencia, propio de cualquier ONG imperialista.

Frente a ello, el verdadero internacionalismo parte de la RPM como proceso unitario y orgánico, en la que el apoyo y la solidaridad está condicionada por el respeto a la Línea General de la RPM y que obliga a la vanguardia a un trabajo de asimilación y traducción de esa experiencia concreta para traer lo que de universal hay en ella a su propia revolución; algo ante lo que el “reflejo” seguidista italiano se queda muy cortito. A falta de esa Línea General que vertebre el MCI, los componentes del CPI, como refleja su Declaración, nos impusimos como punto político básico del desarrollo de nuestra actividad internacionalista la denuncia firme y sin ambages del prachandismo y la vigilancia, desde ese prisma, del proceso revolucionario indio para contrarrestar, en la medida de nuestras posibilidades, la nefasta influencia del vecino revisionismo nepalí que, abiertamente, intenta incidir sobre los naxalitas. Ésa es la base del acuerdo que permitió reunir a grupos de procedencia y tradición diversa, lejos de la “confusión” y el “eclecticismo” del que acusan los italianos al CPI por integrar organizaciones no maoístas. Muy lejos de ello, en la base del CPI está la amarga experiencia de la traición en Nepal y la firme convicción de que un verdadero internacionalismo debe combinar dialécticamente solidaridad y vigilancia. El verdadero internacionalismo es revolucionario, no “refleja” una externidad inasimilable (dogmatismo cuyo reverso es el liberalismo), sino que emana de un sujeto que es parte del proceso de transformación y que ve la solidaridad como una forma de revolucionarse a sí mismo (adopción y asimilación de lo universal de una experiencia revolucionaria concreta), a la par que plantea su actividad como creadora de transformación, no sólo en su ámbito de actuación inmediato, sino incluso en el propio lugar con el que se establece la solidaridad (por ejemplo, un polo inequívoco de izquierda anti-revisionista del MCI reforzaría indudablemente la posición de la línea roja del PCI(M) en la inevitable lucha de líneas en su seno). Ésa es la dialéctica del internacionalismo proletario.

No obstante, hay que decir que el ataque del PCMI porque el CPI fuera “ecléctico” y no se compusiera únicamente de autoproclamados MLM, viene complementado por la crítica a un supuesto “extremismo infantil esquemático” que restaría el apoyo de sectores no abiertamente comunistas o maoístas. Con esta crítica, los italianos acaban, como bien han señalado algunos camaradas, de convertir el internacionalismo en un galimatías: ya no sabemos si hay que “reflejar” una línea que es punto de deslinde, si esa línea no necesariamente sirve a ese deslinde (los italianos pasan de decir la obviedad de que apoyar una genuina revolución es un punto de deslinde con el oportunismo a, en su peculiar estilo, decir que no necesariamente); o si el apoyo debe partir y ser organizado exclusivamente por los MLM o ser más amplio para incluir a gentes fuera del MCI. Vemos en la práctica el mismo eclecticismo y los mismos bruscos balanceos del dogmatismo más sectario al liberalismo más difuso que se pueden apreciar en la concepción teórica del internacionalismo que subyace en el documento del PCMI. ¿Con esta claridad y definición se pretende construir un movimiento internacionalista?

La confusión se extiende incluso a la comprensión del devenir del proceso histórico de la RPM, cuando convierten en su contraria la afirmación del CPI de que el triunfo de la revolución india crearía las condiciones ideales para, a través del trabajo de la vanguardia en torno a las condiciones subjetivas, dar un impulso decisivo a la RPM en todo el mundo. Por el contrario, se acusa al CPI de exactamente lo contrario de lo que dice, de mantener una mera actitud expectante y de subjetivismo, no sabemos si por usar el término condiciones subjetivas (ideológicas y políticas) de la revolución. ¿O tal vez pretenden los italianos que la vanguardia cree las condiciones objetivas de la revolución, esto es, la clase proletaria y el imperialismo? ¿¡Puede haber mayor subjetivismo que ése!? ¿Acaso el triunfo de la revolución en un gran país no ha sido siempre un acicate para la extensión de la misma por todo el globo?

Sin embargo, ya al principio de su documento los italianos confiesan cuál es el verdadero pecado del CPI, que no es otro que “(…) no tomar en cuenta las posiciones reales y el contexto político actual en el que se desarrolla este apoyo (…)” a la revolución en India. Es decir, el problema es no hacerlo bajo la dirección del centrismo y del PCMI. A partir de ahí, todo vale, tanto una cosa como su contraria, para intentar desprestigiar a quien ha cometido el terrible pecado buscar un internacionalismo libre de las servidumbres y de la unidad con el revisionismo que impone el centrismo, hegemónico, a través de PCMI, en el Comité Internacional de Apoyo a la Guerra Popular en India, como demuestra el ataque injusto y partidista de éste contra los camaradas de ODC.

 

Contra el eclecticismo y el confusionismo: por un debate en torno a la Línea General

En fin, los italianos nos han servido en apenas tres páginas todo el cóctel ecléctico y confusionista del centrismo, además de una actitud destructiva que a los únicos que pone en evidencia y desacredita es a ellos mismos. Demuestran que son, objetivamente, un obstáculo para el desarrollo de la izquierda del MCI y que se deben combatir sus posiciones desde todos los ángulos.

Por nuestra parte, seguiremos intentando contribuir a este combate y saludamos la iniciativa de sacar adelante un debate en torno al conjunto de la Línea General de la RPM. Ése nos parece un punto muy acertado para buscar la unidad revolucionaria del MCI, y más cuando los mejores maoístas ya reconocen, algo con lo que estamos plenamente de acuerdo, “que la dispersión y confusión del MCI ha removido el piso de los antiguos agrupamientos y que las siglas de los nombres de los partidos no son expresión fiel de su línea”, lo que, siendo consecuentes, no debería llevar a hacer de este debate una “propiedad sectaria” de los MLM, sino que, en coherencia con el “removimiento del piso” y la existencia de un vasto sector revisionista y centrista dentro del maoísmo, no se debería excluir a otras fuerzas, no declaradas maoístas pero que llevan adelante esta lucha contra el revisionismo y el centrismo consecuentemente. No se busca reconocimiento, sino alertar de que esa visión “exclusivamente MLM” del debate no se corresponde con el “removimiento del piso” (señal para nosotros de que la izquierda del MCI va avanzado, si no en el reconocimiento del Ciclo y su final, sí al menos en el de sus consecuencias), y deja fuera fuerzas valiosas para el comunismo, a la par que da un protagonismo inusitado a otras dudosas, no contribuyendo a clarificar realmente las posturas y los campos de deslinde. Como decimos, apoyamos ese debate sobre la Línea General, haciendo notar que, desde nuestro punto de vista, la actividad del CPI, centrado sobre la base de la denuncia política del prachandismo, tiene una íntima relación con ese debate; debate que ineluctablemente deberá atender a la historia del MCI, de la RPM y de sus principios, contribuyendo necesaria y positivamente a ese Balance imprescindible de su experiencia que hoy debe acometer de forma universal el MCI.

 

 

  Movimiento Anti-Imperialista
Noviembre de 2011

Notas

[1] “Todos los pequeños burgueses y todos los patanes sandios e ignorantes razonan exactamente igual que los renegados –kautskianos, lonquetistas, Turati y Cía.—, o sea: el enemigo está en mi país, lo demás no me importa. (…) No debo razonar desde el punto de vista de ‘mi’ país (porque ésta es la manera de razonar del pequeño burgués nacionalista, desgraciado cretino que no comprende que es un juguete en manos de la burguesía imperialista), sino desde el punto de vista de mi participación en la preparación, propaganda y acercamiento de la revolución proletaria mundial.” LENIN, V. I.: “La revolución proletaria y el renegado Kautsky.” Obras Escogidas. Progreso. Moscú, 1977, tomo IX, págs. 59 y 60.

[2] Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista (1919-1923). Pluma. Buenos Aires, 1973. Tomo I, pág. 86.

[3] Ibídem.

[4] Ibid., pág. 144.

[5] A este respecto remitimos al lector a nuestros documentos: “Algunas consideraciones sobre el maoísmo” en El Martinete, número 21, septiembre de 2008, “Carta a la UOC(mlm) de Colombia” en El Martinente, número 23, mayo de 2010 y, finalmente, más reciente, sintetizado y precisamente en respuesta a este tipo de ataques por parte de Correo Vermello, “Sobre el Ciclo revolucionario, el maoísmo y el internacionalismo”, en  http://www.nodo50.org/mai/Documentos/MAI/C_Vermello2011/sobre%20el%20Ciclo%20revolucionario.html

[6] PCMI: A propósito de la Declaración del Comité Internacionalista Proletario del Estado español. Septiembre de 2011. Documento al que nos referiremos todas las veces que citemos a los italianos.