¿Hacía la tercera República?

 
En los últimos tiempos el movimiento por la tercera república en el Estado español ha recobrado una fuerza que se apagó durante la llamada transición. Este movimiento ha calado entre la llamada "izquierda radical" pero también en sectores del PCE-IU, PSOE e incluso del PP.
Hechos como la "Ley de la memoria histórica", la recuperación de cuerpos de los fusilados por parte de familiares y asociaciones, la precaria situación laboral y el difícil acceso a una vivienda por parte de la juventud y el comprobar como se derrocha el dinero público en tan caduca institución como es la monarquía, han hecho reverdecer este movimiento republicano. Ultimamente hemos asistidos a distintos hechos que hacen cuestionar la monarquía como modelo estatal: la quema de fotos del rey en Catalunya, la visita a las plazas coloniales de Ceuta y Melilla y la salida de tono autoritaria del Borbón en la última Cumbre Iberoamericana en su ya famoso "porqué no te callas" han supuestos claros ejemplos de lo expuesto.

Aunque hay que tener en cuenta todos estos hechos significativos, la cuestión del republicanismo habría que llevarla más allá de la sustitución de un rey por un Presidente de la República. Se trataría, pues, de cambiar por completo la propia forma de Estado. Sin duda, el modelo republicano es más democrático que el monárquico, pero realmente la cuestión del poder no cambia. El proletariado y el resto de clases populares seguiríamos sometidos al yugo de la dictadura burguesa, pues monárquico o republicano el Estado español seguiría siendo la herramienta de opresión de una misma clase contra los intereses mayoritarios del pueblo. Desde esa "izquierda radical" española se debería fomentar un debate a fondo sobre que significa el republicanismo en la situación actual. Si optamos por un modelo reformista que refuerza la posición dominante de la burguesía monopolista, cambiando al Borbón por González, Aznar, Zapatero o Rajoy, o por contra optamos por un modelo revolucionario en el que la acumulación de fuerzas se tiene que hacer en torno a la toma del poder por el proletariado y sus aliados de clases para instaurar la dictadura proletaria, verdadera forma de democracia para el pueblo.

El efecto causado por la derrota que sufrimos en la Guerra Civil nos ha llevado, en muchos casos, ha mitificar la II República. Creo que es hora ya de hacer una análisis serio de esa etapa de la historia, analizando consecuentemente la correlación de fuerzas de la época y el papel desempeñado por cada una de ellas. Extrayendo los aspectos positivos y aprendiendo de los negativos de ese periodo de la historia. Desde luego, en ningún caso, creo viable el calcar el modelo de la II República e intentar aplicarlo a una tercera. Para empezar los contextos histórico-políticos no son iguales, en tanto en cuanto, en aquel entonces se salía de una monarquía dictatorial, un país pobre y atrasado a la que la mayoría de la clase obrera y popular respondió con un apoyo a la ruptura que significaba la República y que tantas esperanzas suscitó, cosa que hoy en día no se da ni de lejos.

En aquel entonces, desde las organizaciones obreras se respondió de distinta manera. Favorables a la República eran el PSOE y la UGT, contrarios la CNT y la FAI. El PCE inicialmente contrario se adhirió más tarde al republicanismo. Dentro del socialismo se fueron radicalizando sus posturas por influencias del sindicalismo, sobre todo en el campo, y del comunismo lo que les llevaría a dirigir la huelga revolucionaria de 1934, así como un intento de fusión con el PCE. Este intento fraguó entre las juventudes, surgiendo así la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas). La radicalización vino de la mano de la pérdida de derechos laborales y la no ejecución de la reforma agraria. En cuanto a la CNT y la FAI, éstos mantuvieron una posición coherente con su ideología anarquista y anarcosindicalista contra toda autoridad o estado, aunque en sus posicionamientos concretos, tanto en el 34 como durante la guerra después, contribuyeron a generar la enemistad de ciertos sectores populares, sobre todo al aplicar su política de expropiación de tierras a cualquier persona. En cuanto al PCE, paso de una posición erróneamente sectaria de oposición frontal a la República a convertirse en el "partido de orden" y referente de la burguesía republicana, cosa igualmente errónea. A partir del Congreso de Sevilla de 1932 se fue acercando paulatinamente al PSOE y a otros sectores republicanos con una posición de subordinación durante la revolución del 34 y posteriormente durante la etapa del Frente Popular y la guerra.

La subordinación comunista a los intereses de los burgueses republicanos se puede apreciar claramente en como con el V Regimiento, que con la excusa de aunar fuerzas militares contra el ejercito fascista se diluyó en el ejercito burgués republicano rompiendo con el carácter revolucionario y popular que imprime la línea militar general revolucionaria de los comunistas. Cabe también una reflexión sobre la dependencia en la elaboración de la estrategia y táctica revolucionaria del PCE respecto a la línea de la Internacional Comunista, del PCUS y de la URSS, que si bien se puede considerar acertada en la formación de un frente único contra el fascismo, no lo era tanto con respecto a generar las condiciones para un avance revolucionario. En China, en la misma época, el Partido Comunista estaba aplicando otra línea militar revolucionaria que culminaría con la instauración de la República Popular en 1949, sin duda es tarea pendiente el estudiar esta línea y confrontarla con la que se siguió por los comunistas españoles.

Por tanto, es necesario hacer una reflexión crítica de aquellos hechos, valorando lo positivo y desechando los errores cometidos con el fin de no volver a repetirlos. Es necesario, pues, abandonar la simple reivindicación de la tercera república y centrarse en la reconstitución ideológica y política del proletariado revolucionario sobre un balance histórico correcto y luchar por un Estado Socialista, lanzarse decididamente hacia la toma del poder poniendo al pueblo trabajador al frente de la lucha y de la nueva sociedad, y dejarse de "pasos intermedios" como la tercera república con carácter burgués.

Ibai Arrola
Kimetz 20 de Diciembre de 2007