Trotsky y el Leninismo

Capitulo 3

El Método

 

 

Hasta 1905, el marxismo revolucionario había deslindado suficientemente los campos ideológico y político con el populismo, el marxismo legal y el economicismo, corrientes del pensamiento político ruso que tenían en común la negación del papel dirigente del proletariado en la revolución. Para postergar igualmente al menchevismo, que también pecaba de lo mismo, sería necesario más tiempo. Esta lucha, llevada a cabo por los bolcheviques y dirigida por Lenin, duraría 12 años más, en los que ambas fracciones protagonizarían todos los debates políticos importantes desde el punto de vista de los intereses de la revolución. Ya hemos expuesto los elementos fundamentales de sus distintas visiones políticas; también hemos transcrito los de la de Trotsky. Esos elementos nos indican las fuerzas motrices sociales sobre las que se sostiene cada una de esas líneas tácticas: la burguesía, con el apoyo del proletariado, para los mencheviques; el proletariado y el campesinado en estrecha alianza, para los bolcheviques, y el proletariado internacional para Trotsky. Éste último también hablaba del necesario apoyo del campesinado al proletariado ruso cuando esta clase iniciase la revolución desde su país; pero la palabra apoyo referida al campesinado, tiene para Trotsky el mismo sentido subsidiario que para los mencheviques encerraba el apoyo del proletariado al gobierno burgués. Ambas fuerzas son secundarias para esas dos corrientes de la socialdemocracia; la construcción revolucionaria no depende de ellas en lo fundamental; como mucho, juegan algún papel en el primer empuje del proceso: inmediatamente después, pasan a la defensa de sus intereses de clase inmediatos (en su sentido económico más puro). No existe, por tanto, como para Lenin –dada la etapa histórica que atravesaba Rusia–, una comunidad de intereses mínimos entre las clases sobre el que fundar y estabilizar el nuevo poder revolucionario, un programa mínimo de construcción revolucionaria. Lenin, en cambio, insistía en que ese programa era, precisamente, el programa mínimo del POSDR, el programa de la república democrática. No en vano había luchado denodadamente cuando se discutía el primer programa del partido (1903), incluso contra Plejánov, por la introducción, en la parte democrática del mismo ( programa mínimo ), del programa agrario como instrumento para la futura construcción de la alianza del proletariado con las grandes masas del campesinado[12]. La concepción estratégica de la revolución rusa se fue forjando en Lenin desde muy temprano; el año 1905 abría la posibilidad práctica de coronar el diseño arquitectónico de la táctica bolchevique con la instalación en el poder de aquella alianza, dando forma de gobierno provisional revolucionario y de república democrática a la dictadura democrática del proletariado y el campesinado .

¿Cuál es la posición objetiva que ocupa Trotsky en la lucha de dos líneas que enfrenta a la vanguardia del proletariado ruso en la época de la Primera Revolución ? La clave para responder a esto está en la metodología con la que cada una de las corrientes vincula el proceso revolucionario con el papel que en él puede jugar la clase obrera. El problema de la actitud hacia el poder nos permitirá mostrar las diferentes limitaciones que cada una de ellas le impondrá y las consecuencias que de ello se derivará.

“Martínov [dice] que si prosperaba la labor organizadora de la revolución y si nuestro Partido dirigía la insurrección popular armada, nos veríamos obligados a participar en el gobierno provisional revolucionario. Y tal participación es una inadmisible ‘usurpación del poder' (…).

Detengámonos en los razonamientos de quienes comparten dicha opinión. Al entrar en el gobierno provisional, nos dicen, la socialdemocracia tendrá el poder en sus manos; pero como partido del proletariado, no puede tener el poder sin intentar cumplir muestro programa máximo, es decir, sin intentar hacer la revolución socialista. Y en los momentos actuales sufrirá inevitablemente una derrota en esa empresa y no hará más que cubrirse de oprobio, hacer el juego a la reacción. Por eso, según ellos, la participación de la socialdemocracia en el gobierno provisional revolucionario es inadmisible.

Este razonamiento se basa en la confusión de la revolución democrática con la revolución socialista, de la lucha por la república (incluido en ello todo nuestro programa mínimo) con la lucha por el socialismo. En efecto, la socialdemocracia no haría más que cubrirse de oprobio si intentara plantearse la revolución socialista como objetivo inmediato. Precisamente contra semejantes ideas confusas y oscuras de nuestros “socialistas revolucionarios” ha luchado siempre la socialdemocracia. Precisamente por eso ha hecho siempre hincapié en que la futura revolución en Rusia presentará carácter burgués y exigido con energía que el programa mínimo democrático vaya separado del programa máximo socialista. Esto pueden olvidarlo durante la revolución algunos socialdemócratas propensos a dejarse llevar por la espontaneidad, pero no el Partido en su conjunto. Los adeptos de esta errónea opinión se dejan arrastrar por la espontaneidad, creyendo que la marcha de las cosas obligará en esa situación a la socialdemocracia a emprender contra su voluntad la revolución socialista.”[13]

En esta cita, dirigida contra los mencheviques, Lenin describe el error básico que puede provocar todo tipo de desviaciones de la política correcta, tanto por la derecha, con el conservadurismo menchevique que hace el juego a la reacción, como por la izquierda, con el aventurerismo promovido por “ideas confusas y oscuras”. En este sentido, Lenin señala a los socialistas revolucionarios (los eseristas ), los herederos del viejo populismo ruso que quería construir el comunismo en Rusia directamente desde la comuna rural ( obschina ), saltándose la etapa capitalista; sin embargo, no cabe duda de que la teoría de Trotsky también entra en este grupo que ve en el proletariado en el poder “la obligación” de “hacer la revolución socialista”.[14]

El error que critica Lenin es el del espontaneísmo, más complejo y sofisticado en el menchevismo, más burdo y elemental en Trotsky; aunque finalmente ambos se dan la mano. Para los mencheviques, la historia es una sucesión de fases socioeconómicas, cada una de las cuales cumple su función en el desarrollo de las fuerzas productivas. Entienden la idea expuesta por Marx de que ningún modo de producción puede ser superado hasta que no agote en su seno la capacidad de impulsar las fuerzas productivas de una manera tan dogmática que niegan cualquier posibilidad de que en Rusia no domine por todo un periodo histórico el capital y la burguesía industrial; niegan cualquier crédito a toda idea que pueda variar en algo la sucesión clásica entre feudalismo-autocracia y capitalismo-burguesía en Rusia. Esta visión dogmática y mecanicista del materialismo histórico es una forma de economicismo (determinismo) y también una forma –sofisticada, eso sí– de espontaneísmo, según la cual, el proceso histórico sigue una mecánica predeterminada e inconsciente. Pero el espontaneísmo filosófico se torna vulgar cuando se traduce en política: si el proletariado tomara la iniciativa política, “se vería en la obligación de hacer la revolución socialista”; y si esa iniciativa se diera en una fase de la historia en que el protagonismo corresponde a la burguesía, entonces, “no hará más que cubrirse de oprobio”. Es aquí donde Trotsky enlaza con el menchevismo, en la metodología de la mecánica política. Él no es un filósofo dogmático al modo de Martínov; en filosofía, Trotsky ocupa el banco opuesto: no es un determinista, al contrario, es un voluntarista:

“(…) el día y la hora en que el Poder pase a las manos de la clase obrera, depende directamente no del nivel de las fuerzas productivas, sino de los factores de la lucha de clases, de la situación internacional y, finalmente, de una serie de circunstancias objetivas: tradiciones, iniciativas, espíritu combativo…”[15]

Y el poder en manos de la clase obrera le “obligará” a cruzar el umbral de la revolución socialista. Una especie de lógica de las cosas , de impersonal mecánica política, empuja –tanto desde el prisma menchevique, como desde el de Trotsky– al proletariado en una especie de frenética carrera hacia un destino imponente e ineludible. El espontaneísmo consiste, aquí, en identificar el papel histórico-revolucionario de la clase con su papel político en un determinado momento. El salto “espontáneo” es notable.[16] Aunque Trotsky, a diferencia de Martínov y sus amigos, sí acepte el reto del poder para el proletariado, aparentando, con ello, optar por una línea diferente a la menchevique, más cercana a la de Lenin, en realidad, se encuentra atrapado en el mismo microcosmos metodológico que aquéllos. Una especie de fetichismo fatalista permite el dominio del político por la política, del partido y de la clase obrera por el proceso histórico. No hay margen para la creatividad revolucionaria, para la maniobra táctica consciente, para la búsqueda de caminos nuevos. No hay autonomía para el sujeto histórico: terminará siendo engullido por la historia. El método menchevique sustituye la política por la filosofía vulgar, Trotsky también. Ambos expresan dos formas de marxismo vulgar. Finalmente, el menchevismo implica el desarme político del proletariado, porque prefiere la pasividad al temor que le produciría el loco frenesí en el que lo envolvería la lógica de su método si pretendiese acceder al poder. El trotskismo, en cambio, acepta el reto, pero su carrera hacia el socialismo pronto le separará de su base socioeconómica original. La búsqueda de una nueva base de apoyo que permita continuar la carrera le “obligará” a reclamar la revolución proletaria internacional. Si ésta no llega, perderá pie y la caída en el vacío será inevitable. Como esta metáfora fue, efectivamente, la vida política de Trotsky y de su teoría de la Revolución Permanente. Por fortuna, no arrastraron consigo, en su caída, al proletariado de Rusia.

Metodológicamente, por tanto, por su concepción del proceso revolucionario y de la relación de las clases con sus intereses políticos, Trotsky representa una variante del menchevismo. En este sentido, su posición política en el periodo que rodea a la Primera Revolución está más cerca de la línea oportunista del POSDR que de la línea revolucionaria.

[17]Los elementos programáticos introducidos, ante la insistencia de Lenin, por la socialdemocracia rusa en su II Congreso eran del todo insuficientes: sólo hacían referencia a la demanda campesina de los recortes de tierras (porciones robadas por la nobleza con la reforma de 1861). Sólo con la revolución, el ala bolchevique introdujo el principio de confiscación de la propiedad terrateniente, aunque en el IV Congreso de Estocolmo el impacto revolucionario del programa agrario del partido obrero ruso fue rebajado con la aprobación por la mayoría menchevique del principio de municipalización de la tierra. El error fue subsanado en 1917, cuando el Gobierno bolchevique promulgó el programa agrario eserista (el partido campesino) en forma de ukase , programa que, a la sazón, era lo más parecido a los planteamientos que sobre el problema había defendido Lenin en Estocolmo (la nacionalización). Como se ve, la cuestión campesina fue un permanente caballo de batalla en el partido obrero ruso, debido, sobre todo, a la persistencia de Lenin por que la mayoría del pueblo ruso no se quedara fuera de la revolución.

NOTAS

[12] LENIN: O.C ., t. 10, pp. 25 y 26.

[13] Recordémoslo: “Y cuando este último [el proletariado] se hubiera adueñado del poder no habría podido limitarse al aspecto burgués de la revolución” ( Cfr ., supra , nota 9). ¿Por qué no? Trotsky no lo dice.

[14] TROTSKY: La revolución permanente , p. 102. Estaríamos plenamente de acuerdo con la idea que el autor defiende en este pasaje y no lo hubiéramos traído aquí como ejemplo de subjetivismo voluntarista, si hubiese introducido alguna frase que mostrase que, para él, el hecho de que una clase se aúpe en el poder prematuramente no significa que se desentienda del cumplimiento de las tareas que la historia deja pendientes. Como no lo dice, y tratándose del promotor del salto de la revolución por encima de la etapa burguesa y de las fronteras nacionales sin mirar atrás, preferimos aconsejar cautela al lector cuando se enfrente a este párrafo. Además, las “circunstancias objetivas” que aduce como coadyuvantes para el triunfo de la lucha de clase proletaria, no nos parecen muy “objetivas”: más bien pertenecen al campo de los elementos conscientes e inconscientes (subjetivos) que acompañan la lucha proletaria. Hubiera sido más correcto aludir a factores como las crisis económicas o políticas, las guerras, etc. De esta manera, la tentación de imponer nuestra voluntad subjetiva a la marcha de los acontecimientos no se cerniría como un peligro sobre nuestras cabezas.

[15] “El proletariado [en el poder] realiza los objetivos fundamentales de la democracia, y la lógica de su lucha directa por la consolidación de la dominación política le plantea en un momento determinado problemas puramente socialistas” ( Ibídem , p. 137. La cursiva es nuestra). Como se ve en esta formulación ejemplar, el sometimiento de las posibilidades tácticas de la política proletaria bajo el imperativo de una supuesta “lógica” esencialista motivada por la naturaleza y el cumplimiento inmediato de sus tareas históricas como clase revolucionaria (el socialismo) es lo que mejor resume la intención de Lenin cuando califica de “espontaneísmo” las tácticas del tipo de la Revolución Permanente.