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POR UN SINDICALISMO ALTERNATIVO

 

El sindicalismo, todo el sindicalismo, ha dejado de ser un instrumento para organizar y expresar el conflicto social y la voz de los desheredados.

El sindicalismo, hasta la fecha, se ha mostrado impotente ante la precarización y el aumento de las diferencias en la clase obrera. Los contingentes de trabajadores "prestados" por las ETTs, los pertenecientes a contratas y subcontratas, los autónomos por cuenta ajena, meritorios, becarios y un sinfin de estatutos diversos, aumentan en el interior de las empresas. Estos contingentes soportan condiciones inferiores a las de los fijos, ponen la mayoría de muertos y heridos en los accidentes de trabajo y, fuera de toda protección sindical, deben competir ferozmente entre ellos para mantener su "trabajo basura". Todo esto ante la frecuente indiferencia y el consentimiento de la plantilla estable, incluidas las representaciones sindicales.

El precario percibe el sindicalismo como peligroso. Sabe que reivindicar sus derechos legales equivale a la pérdida del empleo. Tiene la libertad de elegir entre tragar lo que le echen, olvidándose de sus derechos, o exigirlos y perder el favor de la gerencia, única garantía de continuidad de su contrato.

El sindicalismo no sabe, o no quiere enfrentarse con el hecho de que más de 7 millones de asalariados están precarizados. Entran y salen del mercado de trabajo, hoy parados y paradas, mañana, eventuales. Hoy eventuales y mañana, parados. Entre parados, precarios y contratos a tiempo parcial, más de la mitad de la llamada "clase obrera" mantiene una relación salarial inestable. Esto supone no sólo una gran inseguridad en sus condiciones de vida, sino también una exterioridad respecto a la dinámica sindical.

La proporción de precarios crece a expensas de los estables y, sin embargo, el sindicalismo continúa aferrado a sus rutinas, sus formas organizativas y sus símbolos.

La retórica radical de algunas corrientes sindicales, con ser algo positivo, se disuelve en la práctica frente al avance de la precarización y la indefensión de los eventuales, las prácticas ilegales generalizadas de los empresarios y el desencuentro creciente entre los distintos sectores de asalariados.

LA DESPOLITIZACIÓN DEL SINDICALISMO

Todos los sindicalistas, hombres y mujeres, saben que si se contextualizan los problemas, si se desvelan sus raíces, si, en definitiva, se politiza el discurso sindical, te separas de la gente. Hablar de más cosas que las reivindicaciones locales supone el aislamiento de la mayoría de los trabajadores.

Paradójicamente, sin una mirada general de las relaciones sociales, es imposible comprender lo que sucede en el interior de una empresa. Incluso los sindicalistas radicales tienen un compartimento para las reivindicaciones de los trabajadores, para el convenio, y otro para los discursos más políticos. Es difícil hablar de algo más que de los "intereses" o de fútbol, pero no hacerlo agrava la situación cada día.

Cuando decimos "nadie quiere saber nada", estamos trasladando a los demás nuestra falta de convicción. Reaccionar ante la barbarie no depende de las condiciones externas, sino de las convicciones internas. Luego se hará lo que las circunstancias den de sí. La peor derrota es la de la batalla que no se libra.

Sin embargo, la despolitización del sindicalismo es sólo aparente. El vacío de luchas que interrumpan el despliegue de las relaciones mercantiles en la sociedad y la debilidad del discurso crítico al capitalismo actual, se llena con las ideas y la subjetividad del enemigo.

La mayoría de la clase obrera, en su supuesta despolitización (que es la excusa de los sindicalistas "pragmáticos y experimentados") ve bien la integración en Europa y la moneda única, vota al PP, PSOE, PNV y CiU, y a CCOO y UGT, y piensa que con la globalización económica, la competitividad y la flexibilización de los mercados, mantendrá un alto nivel de consumo, o lo recuperará si lo ha perdido, o lo conseguirá si es joven. Identifica bienestar con la opulencia individual, mira con recelo a los inmigrantes que ocupan parte de los puestos de trabajo escasos y desconfía de tanta presencia de mujeres en el mercado de trabajo. Consideran que la libertad consiste en poder elegir entre el menú de opciones que el mercado le brinda y tiene como principal exponente de pertenencia social el fútbol, el consumismo o las campañas del poder contra alguno de sus enemigos.

Algunos sectores radicales se oponen al discurso del poder, reproducido por los sindicatos colaboracionistas, con un rechazo a la política y un refugio en las esencias obreristas. Suponen que haciendo funcionar las reivindicaciones obreras se pone en marcha un mecanismo interno, inherente a la naturaleza revolucionaria del proletariado, que garantiza la radicalización y extensión de las luchas. Este obrerismo sirve como refugio a la ignorancia y al sectarismo. A veces coexiste con dinámicas de lucha radical, más bien debidas a la brutalidad de las patronales y la corrupción del sindicalismo mayoritario, que a su propia capacidad de clarificar, organizar y movilizar con una perspectiva de futuro y contemplando la complejidad de los problemas.

La ausencia de un discurso político complejo, construido y asumido por los sectores más combativos, que se plantee la crítica de la forma de explotación y dominio del capital en la actualidad y que contemple el poder como una estrategia difusa que comparten no sólo los beneficiarios sino también las víctimas del orden actual, es una de las principales carencias del sindicalismo que se autoproclama alternativo. No estamos hablando de un discurso elaborado y comprendido por unos pocos dirigentes, sino de una teoría que impregne la práctica sindical cotidiana, que combine lo general con lo particular, lo abstracto con lo concreto. Ese mensaje trasladado a los trabajadores y trabajadoras muestra otra visión, otra explicación de la realidad y abona la posibilidad de la rebeldía.

La falta de explicación de lo que pasa, deja un hueco que es inmediatamente ocupado por el discurso y la ideología del poder. Así se cierra el plano de lo que es la realidad con el plnao de lo que se dice de la realidad, contribuyendo a la apariencia de que dicha realidad es inmodificable. Esta apariencia es fuente de desaliento para quienes quieren luchar contra el orden actual de la realidad.

El sindicalismo, pues, no está despolitizado tras su apariencia de concentrarse en las reivindicaciones de los trabajadores. Por acción o por omisión muestra que el único discurso político es el del Capital.

 

EL LOCALISMO. EL CORPORATIVISMO

La incomunicación entre los numerosos núcleos de militantes que protagonizan, aquí y allá, dinámicas de lucha, dificulta la acumulación de fuerza necesaria para visualizar la resistencia existente. Una organización que no sirve eficazmente para est función ha pasado a ser un fin en sí misma. A partir de ahí cualquier rumbo es posible.

Estas dinámicas resistentes se dan no sólo en luchas sindicales clásicas. También se dan en grupos contra el paro y la precariedad, movimientos de parados, movimientos de okupación, movimientos contra la exclusión, por los derechos de los presos y contra la represión, etc.

El aislamiento de las movilizaciones tiene que ver con la visión corporativa de la mayoría de los sindicalistas, con el desgaste de las guerras internas de las organizaciones, el envejecimiento de los sectores asalariados estables y con ellos de los sindicalistas.

Pero el aislamiento tiene que ver, sobre todo, con el agotamiento teórico de todas las familias de la izquierda tradicional que es la que ocupa las instituciones políticas y sindicales. La falta de conocimientos sobre la globalización del capital, la degradación ambiental, la pérdida de soberanía alimentaria, la indiferencia ante la suerte de millones de campesinos enfrentados a la muerte en todo el mundo por la globalización capitalista, son el caldo de cultivo para la falta de vigor del sindicalismo.

Los sindicalistas más combativos carecen de estímulos prácticos y teóricos para mantener la tensión y acaban cayendo en las filas del sindicalismo colaboracionista. La única salida para estos militantes es la formación teórica y el trabajo de convergencia entre las distintas dinámicas de lucha.

El desgaste de las personas más activas es enorme sólo con organizar la defensa ante las avalanchas flexibilizadoras de las patronales y del Estado. Este trabajo es necesario pero no suficiente. Sin prestar atención al conflicto potencial de los abusos que sufren los precarios, cada éxito en defensa de los estables, ahondará las diferencias y la desconfianza ente protegidos y desprotegidos. Sin redes de conexión cada lucha se extinguirá en sí misma, sin la oportunidad de confluir con otras.

 

LA ESQUIZOFRENIA SINDICAL

Enfrentarme con el capital globalizado cuando amenaza mi puesto de trabajo y cooperar de forma entusiasta con el mismo capitalismo global, como consumidor comprando en las grandes superficies, o como inversor de los fondos de pensiones, es contradictorio.

Sólo moderando voluntariamente el consumo superfluo puede hablarse de políticas alternativas al capitalismo. Considerar el bienestar social como tener empleo para todos los hombres y unas cuantas mujeres, con un buen salario que permita un alto consumo, es el exponente de la inanidad del discurso de la izquierda tradicional.

La riqueza es una relación social no una cosa. El reparto de la riqueza no es Corte Inglés para todos, sino la garantía de lo esencial. La riqueza es una vida en común estable y segura. Eso exige tener en cuenta a los otros y a la naturaleza en los propios deseos. La riqueza material no depende de tener mucho, porque eso es imposible para todos, sino de desear poco.

Un sindicalismo que no se plantee estos problemas, o es colaboracionista, o se mueve en la esquizofrenia o se refugia en las verdades teológicas de la clase obrera revolucionaria, operando sólo en el intangible reino de la ideología y contribuyendo, eso sí, al divisionismo, y la guerra de sectas, para mayor gloria de los grandes aparatos sindicales, que son los que tienen los pies en el suelo -y en el poder-.

Salir con estas cuestiones hacia la gente se nos antoja un mundo, no sólo porque la gente está a años luz de estas ideas, sino porque nosotros mismos no sabemos casi nada de ellas. El sindicalismo es un asilo de ignorancia.

Sin embargo, sin incorporar estas nociones y esta cultura a la acción sindical cotidiana, no hay sindicalismo alternativo que valga.

Lo importante es empezar a incorporar estos contenidos en los sectores más activos, en nosotros y nosotras mismas. Así, poco a poco, a medio plazo, podremos pensar en una crítica coherente a la lógica del Capital y en volver a generar dinámicas de libertad desde la clase obrera.

 

 

INTERESES Y RAZONES

La noción de "interés" forma parte de la lógica del poder. La economía liberal nos dice que los empresarios al perseguir sus intereses egoístas construyen la riqueza de las naciones y el bienestar de la sociedad.

La izquierda tradicional, también heredera de la Ilustración, piensa que el proletariado, al perseguir sus "intereses de clase" redimirá a toda la humanidad, construyendo la sociedad comunista.

Tan falso es el argumento del Capital, incapaz de dar empleo y sustento a miles de millones de personas, como el argumento del comunismo teológico. ¿Cómo es posible construir la vida en común mirando sólo hacia el interior de uno mismo (sea una persona, un consejo de administración o una clase social?)

Lo que sale de los "intereses" es la lucha de todos contra todos. El desorden resultante exige aparatos externos a la sociedad que limiten las agresiones de todos contra todos y de paso, que mantengan los privilegios de los beneficiarios. La gestión de los "intereses" como única estrategia, rompe la relación entre la acción y sus consecuencias, fomenta la ilusión de que existe un orden natural que otorga a la clase obrera un destino revolucionario. Así ya no hace falta estudiar, ni pensar, ni investigar, ni construir a la clase obrera como una realidad política autónoma. Sólo con ser obrero y defender los "intereses de clase" es suficiente. Pero ¿qué intereses? ¿Los del parado de larga duración que desea que se flexibilice a los fijos para tener más oportunidades? ¿Los del fijo que se beneficia del colchón de los precarios para que la inestabilidad de la empresa no le alcance a él?

Defender los intereses es necesario pero es un viaje dentro de la lógica del mercado. Además, hay que incorporar razones, críticas, discursos y debates. Todo eso hay que hacerlo desde la militancia. Sin defender los legítimos "intereses" negados, sólo quedan los discursos ideológicos, pero olvidarse del discurso impide transformar las conciencias, unir lo diverso contra el enemigo común, acumular fuerzas.

Estas razones nos van a separar de un sector de la gente, pero son los que nos constituyen como algo alternativo, como una referencia para la lucha contra la violencia de la competitividad entre "intereses" contrapuestos, incluso dentro de nosotros y nosotras mismas.

No hay un hilo conductor entre los "intereses" y una vida en común segura y libre para todos y todas. El único hilo conductor entre la esclavitud y la libertad es la aspiración de lo común, tejer el vínculo social, la lucha práctica y teórica de los que se atreven a rebelarse y llaman a la rebelión general contra la injusticia y la mentira.

La mejor inversión del liderazgo sindical producto de la defensa íntegra de los intereses de los trabajadores, es la dinamización de ideas y comportamientos que no broten de unos intereses obreros colonizados por el mercado y el capital. Es en esa tensión donde aparece la línea divisoria entre el sindicalismo alternativo y el sindicalismo del poder.

 

POR UNA PRÁCTICA CONVERGENTE

Sin conocimiento no hay posibilidad de convergencia ni solidaridad.

Si no conocemos la realidad de la precariedad y la ilegalidad patronal en nuestra porpia empresa ¿cómo vamos a luchar contra ellas? Si esperamos sólo a que la dirección nos dé esa información no es suficiente.

Organizarse para investigarla ya es una tarea solidaria. El inicio de un camino ¿para qué queremos las horas sindicales? ¿Para ir a oir charlas como si fuéramos al cine?

Sin poner en comunicación los numerosos grupos y plataformas que en barrios y pueblos intentan organizar a parados y precarios, estamos perdiendo muchas oportunidades.

Sin prestar atención a los vigorosos movimientos que desde dentro de la exclusión se autoorganizan para sobrevivir o promueven campañas en defensa del respeto a los derechos humanos de los presos o muestran lo tapado ante la opinión pública. ¿Cómo vamos a conocer el verdadero rostro del capitalismo despiadado que vivimos?

Manteniendonos al margen de los movimientos juveniles que okupan espacios urbanos, perdemos la oportunidad de conocer formas de lucha y de militancia de una gran potencialidad.

El trasvase de información y de militantes , el conocimiento para el apoyo mutuo, la confianza que el roce y la cooperación conllevan, son el camino para la convergencia de lo disperso y la acumulación de fuerzas.

 

LA MOVILIZACIÓN DE LOS PRECARIOS, ELEMENTO PRINCIPAL

La libertad de movimientos de los empresarios se ampara en la connivencia, cuando no en la abierta complicidad, del Estado. Pero tiene su condición en la incapacidad del sindicalismo.

El libertinaje empresarial se ceba en la indefensión de los precarios y desborda las leyes laborales vigentes creando situaciones frecuentes de ilegalidad en las condiciones de trabajo.

Este es un terreno para la intervención en profundidad del sindicalismo alternativo. Las ventajas institucionales del sindicalismo (tiempo sindical, derechos sindicales, etc) deben utilizarse para abrir una brecha en la lucha contra esta situación.

Las dificultades son abundantes y las leyes impiden que los representantes sindicales actúen de oficio. Al obligar a que sea el trabajador eventual quien, durante la vigencia de su contrato, denuncie las presuntas irregularidades de su relación laboral, enfrenta a este con la elección entre denunciar y perder su empleo o tragar y conservarlo.

Lo primero que hay que hacer es explicar la situación político-social de coacción que hace aparecer como "libre" la decisión de millones de precarios de tolerar "voluntariamente" la violación de sus derechos laborales y políticos. Esta situación es una metáfora sobre el verdadero contenido de la Libertad cuando se confunden Democracia y Capitalismo.

No obstante, si hay algún eventual, alguien dispuesto a pagar el precio del despido y si la representación sindical está bien organizada y dispuesta, se puede comenzar el proceso. Si tenemos éxitos legales, podemos empezar a agrupar a los sectores precarizados que sufren este abuso. Ya tenemos experiencias en este terreno. Lo que hace falta es la generalización de este trabajo y su coordinación para elevar el desafío en el terreno legal y de movilización más allá de las fronteras de cada empresa. El objetivo es hacer visible el conflicto en la sociedad y marcar un camino para los millones de precarios que sufren solosy se amoldan y para que miles de activistas sindicales organicen e impulsen esta lucha.

 

POR UN SINDICALISMO MÁS VIVO Y MÁS INTEGRADO EN LO SOCIAL

El espacio del sindicalismo alternativo está ocupado por el sindicalismo oficial. Pero los sindicalistas radicales no tenemos el derecho natural del espacio alternativo porque compartimos muchas de lasconcepciones, acciones y omisiones del sindicalismo oficial. Sólo reconociendo esto podremos emprender las tareas necesarias. Estas tareas, y sólo ellas, son las que nos pueden constituir en algo alternativo. No se es alternativo por criticar a otros, sino por construir un proyecto propio, un discurso propio y una dinámica de lucha real. Todo esto no está en ningún manual, ni es patrimonio de ninguna estructura organizativa, ni de ninguna ideología o corriente, por muy heroica que haya sido.

Hay que ser héroes ahora y aquí. Ser héroes es sustraerse al envilecimiento colectivo, ser beligerante con la vaguería intelectual y con los discursos radicales en tiempo sindical, dichos con tanta fuerza como las discusiones sobre fútbol en los bares.

Nadie tiene la implantación, ni los conocimientos, ni los militantes necesarios para asumir un proyecto de refundación del sindicalismo radical, antes de que el radicalismo que queda se jubile o se pase al enemigo.

Crear espacios de comunicación para favorecer la cooperación y el apoyo mutuo y para formularnos preguntas en común es imprescindible.

• Si para casi todo el mundo tener un empleo es la única forma de subsistencia ¿cómo explicar que cuando pedimos un empleo estamos diciendo "necesito un explotador que me robe la vida"

• ¿Cómo convencer de que la opulencia de las sociedades desarrolladas, compartida por millones de asalariados, es la causa del hambre de mil millones de personas y del envenenamiento del aire, del agua y de la tierra?

• ¿Cómo luchar contra el capitalismo sin tener en cuenta que nuestra concepción del bienestar y nuestros deseos son capitalistas?

• ¿Cómo combinar la defensa de los intereses (legítimos), empezando por los sectores más perjudicados, con un trabajo cultural, de ideas, que muestre la verdadera dimensión de los problemas?

• ¿Cómo conseguir que las personas más activas, agotadas por la lucha contra las constantes agresiones patronales, inicien además un camino que, al menos al principio, supone más tareas todavía?

• ¿Cómo combinar la legítima construcción de proyectos organizativos, políticos, ideológicos -cada uno de ellos incapaz de abarcar la diversidad social, limitado por la calidad de sus militantes y de sus conocimientos teóricos- con la creación de espacios de encuentro y convergencia para el crecimiento del todo pero también de las partes?

• ¿Cómo superar el dogmatismo y el sectarismo como reflejos indeseables de la impotencia ante un enemigo aparentemente inalcanzable y todopoderoso?

• ¿Cómo combinar el debate y la formación con la generación de dinámicas de lucha que incorporen a miles de personas aisladas al enfrentamiento social?

• ¿Cómo conseguir que miles de jóvenes activistas de movimientos alternativos, víctimas de los contratos basura, se incorporen a la lucha sindical y la enriquezcan con su fuerza y sus valores?

Estas preguntas no sólo son válidas para el sindicalismo, pero nos las hacemos ahora desde el sindicalismo.

COMO APORTACIÓN A ESTE DEBATE Y A MODO DE CONCLUSIÓN DE ESTAS NOTAS, NOS ATREVEMOS A PROPONER ALGUNAS LÍNEAS DE TRABAJO PARA LA REFUNDACIÓN DE UN SINDICALISMO ALTERNATIVO, RADICAL Y REVOLUCIONARIO.

1) Nada de irse a casa o esperar la jubilación. Nada de que "estamos en la era del fin del trabajo y por lo tanto del sindicalismo". Nunca hemos estado en una sociedad salarial más pura. El trabajo (como producción de plusvalor), su calidad (basura para millones), su ausencia (paro masivo), condiciona de manera determinante la vida de las multitudes de trabajadores.

El Capital muestra cada vez con más transparencia, su oferta de miseria y terror para la mayoría y de embrutecimiento y corrupción moral para una minoría de trabajadores.

El sindicalismo, un sindicalismo alternativo, es más necesario que nunca. Y nosotros somos sindicalistas.

2) La vía del sindicalismo tradicional está bloqueada. Tenemos que partir de la fuerzaque nos queda para iniciar un camino nuevo. Los millones de personas desprotegidas, sometidas a abusos constantes constituyen una justificación y una exigencia para sobreponernos a la derrota, iniciar un camino en el desierto y romper la paradoja de que cada vez hay más injusticia y menos rebelión.

3) Nadie tiene la patente, ni los conocimientos, ni la fuerza, para realizar este camino en solitario. Hay que combinar las organizaciones y movimientos radicales existentes con la creación de espacios de convergencia basados en el respeto, la voluntad de cooperación, de sumar para la lucha contra el enemigo común y el aprendizaje y la ayuda mutua, las relaciones horizontales y las decisiones basadas en el consenso, no en mayorías o imposiciones.

4) Desde el sindicalismo, el camino prioritario debe ser la lucha contra la precarización, el prestamismo, la desigualdad, el despojo de derechos sindicales, políticos y humanos que sufren los hombres y mujeres eventuales.

La movilización de los precarios no está al principio de nuestro trabajo, sino al final, o al menos en un punto del proceso donde vean que tienen alguna posibilidad.

Este trabajo exige la coordinación y el intercambio de experiencias de los núcleos que lo protagonicen.

5) Los debates, artículos, estudio colectivo, sobre la globalización, la moneda única, la crisis ideológica, la pérdida de soberanía alimentaria, la problemática del campo, la defensa de la pequeña producción y de la distribución en circuitos cortos, la crítica implacable al consumismo, al individualismo como ideología o a la veneración del progreso tecnológico y económico, son componentes necesarios de un discurso sindical alternativo. Estamos en mantillas y hay que empezar ya.

6) La dedicación de esfuerzos a la convergencia. El apoyo a las luchas, el intercambio de documentos, la asistencia recíproca a reuniones y asambleas, la creación de espacios de coordinación horizontal, temporales y permanentes, son tareas necesarias. No se hacen solas.

7) Estos rasgos del sindicalismo alternativo, del sindicalismo realizado por militantes sindicales locales, son un elemento necesario para la reconstrucción de una fuerza social revolucionaria.

No basta con que estén escritos en un papel. No basta con participar en campañas generales o en manifestaciones de fecha fija. Estas actividades son necesarias y positivas siempre que impulsen las dinámicas de transformación local, de expresión local del conflicto, de incorporación de militantes en el ámbito local.

Cómo se van a potenciar las movilizaciones generales hasta crear una marea humana que impida el funcionamiento de esta máquina de miseria y terror que es el capitalismo global? Sin la potenciación y el enriquecimiento del trabajo de base no es posible crecer. Sin millones de venas de agua y de riachuelos, no se puede conseguir un cauce imparable. Sin la vida de lo local no es posible la armonía, la autogestión, la libertad sin tutelas.

8) UIÓN MONETARIA Y SINDICALISMO.

La moneda única no será un hecho beneficioso para el sindicalismo. Ni siquiera será un hecho neutral. La estabilidad monetaria exigida para estar entre los once países del Euro, ha supuesto paro masivo, contención salarial, precariedad, ataque a las jubilaciones y a la sanidad pública. Pero una vez dentro del Euro, los sacrificios para no salirnos y para evitar las sanciones si se incumplen las condiciones monetarias, serán mayores.

Las condiciones del Euro son decisiones políticas que favorecen el orden monetario que requiere la inversión y el movimiento del capital. Sin embargo se presentan como límites infranqueables para las políticas económicas y sociales.

El orden monetario implica el desorden social. Más bien el desorden y la inseguridad en la vida de millones de ciudadanos y ciudadanas son la condición para el orden monetario, para la buena marcha de los negocios.

El sindicalismo, si quiere modernizarse, debe interiorizar estas normas. La defensa de las necesidades de los trabajadores y trabajadoras tiene como condición el aumento, siempre insuficiente, de los beneficios de las empresas. Cuando hay crisis no se pueden pedir reivindicaciones porque hay que salir de la crisis. Cuando no hay crisis, es decir, cuando hay reactivación, no se pueden pedir mejoras porque se pone en peligro la continuidad del ciclo expansivo.

En una declaración de la Comisión Europea queda claro el porvenir del sindicalismo: "La Unión Monetaria comportará un cambio global en el que los requerimientos macroeconómicos se dirigen, clara y creíblemente hacia la estabilidad de la nueva moneda. Este nuevo marco macroeconómico afectará a la forma en que se establecen en el mercado laboral los salarios y las condiciones de empleo.

En la Unión Monetaria, al darse cuenta los sindicatos y empleadores de que ya no existe la posibilidad de devaluar monedas nacionales, los acuerdos de salarios variarán acordemente. Por lo tanto, en la hipótesis de unos sindicatos racionales completamente adaptables, se puede esperar la aparición de una conducta sobre salarios compatible con el empleo".

Esto significa varias cosas. Primero, la convergencia es monetaria, no de salarios ni de condiciones de vida. Segundo, lo racional es plegarse a esto. Pretender que los precarios y eventuales con salarios de miseria tengan una remuneración digna es una quimera. Tercero, si aceptamos la moneda única, aceptamos el control de la inflación, luego no se puede mejorar la capacidad adquisitiva. Si aceptamos la moneda única, aceptamos la contención del déficit público, luego no se puede pretender que los parados cobren un subsidio, ni que los jubilados mantengan, ni mucho menos mejoren, la estructura actual de las pensiones de jubilación. Partiendo de aquí, el sindicalismo que lucha por mejorar las condiciones de la gente, sin más, será el culpable de la pérdida de competitividad y por lo tanto del paro, causará el aumento del déficit público y con el de las multas de la Unión Europea y de la inestabilidad monetaria, con lo cual, se retendrá la inversión y aumentará el desempleo.

9) LA CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA DE CONVERGENCIA. DINÁMICAS ACTUALES.

Muchos colectivos hemos participado activamente en la campaña por las 35 horas (por ley, sin reducción salarial y en cómputo semanal) y por el Salario Social. Lo hemos hecho desde un encabezamiento que trataba de mostrar los diversos planos en juego: "Acción Directa contra el Paro. por el reparto del trabajo y la riqueza. Contra la moneda única. Por la libertad".

Tras la magnífica manifestación de Madrid del 20 de Junio, es necesario dar continuidad a esta campaña unitaria. Para ello hay que partir de la presencia de fuerzas que intenten repartir el paro y no el empleo, aumentando la precariedad. Estas fuerzas se verán más presentes cuanta más fuerza adquiera este movimiento. Por eso es fundamental, sin excluir a nadie, clarificar con más extensión e intensidad nuestros contenidos.

También existe el riesgo de que la campaña se convierta en una recogida de firmas, más o menos reglada, que culmine en una iniciativa parlamentaria.

Estas iniciativas son positivas, siempre que no reduzcan la campaña unitaria exclusivamente a eso.

Por otro lado está en marcha un "Debate general sobre el problema del paro", promovido por Comunidades Cristianas de Base, que puede servir para impulsar la sensibilización social sobre estos problemas.

También se está produciendo la coordinación en Madrid del Plataformas Unitarias de barrios y pueblos contra el paro y la precariedad, y ha habido una experiencia muy positiva de lucha social y ocupación de la calle en la última semana de mayo.

Esta campaña, llamada "Siete días de lucha social. Rompamos el silencio" ha permitido hacer visible la exclusión social en Madrid, y ha sido posible por la lucha de diversas redes de militantes sociales, bajo la iniciativa de la Coordinadora de Barrios, la Coordinadora de solidaridad con presos y presas y Madres Unidas contra la Droga.

Tener en cuenta todas estas iniciativas y participar en ellas, en la medida de lo posible, es un esfuerzo constructivo y conveniente.

Ort. CAES.

agosto 1998


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