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MONEDA UNICA POLITICA Y SOCIEDAD

I N D I C E

1.- EL LARGO PROCESO DE CONSTRUCCION EUROPEA

2.- LA RECTA FINAL DEL EURO

3.- LA CRISIS DE LO SOCIAL

4.- LA CRISIS DE LO POLITICO

5.- LA OPERACION NECESARIA

 

EL LARGO PROCESO DE CONSTRUCCIÓN EUROPEA

Tras la Segunda Guerra Mundial se inició una convergencia entre los países más poderosos de Europa, con un doble objetivo. En primer lugar, se buscaba un proyecto político común que comprometiera a Francia y Alemania, las dos potencias cuya rivalidad había producido dos guerras con 80 millones de muertos en menos de 40 años. En segundo lugar, crear un espacio económico superior al de cada Estado, que mejorase la competitividad Europea en un Mundo bipolar y cambiante por la descolonización acelerada y la emergencia de EE.UU. como nueva potencia económica occidental.

También se trataba de colonizar el propio espacio interior eliminando los obstáculos que frenaban el impulso de la producción y distribución a gran escala.

El largo y complejo camino recorrido, tiene como momentos más representativos la constitución de la Europa de los 6 (Benelux, Italia, Francia y Alemania) mediante el Tratado de Roma de 1957, el Acta Unica Europea que en 1986 establece como objetivo el Mercado Unico y el Tratado de la Unión Europea, o Tratado de Maastricht, que en 1992 pone en marcha el proceso de la Moneda Unica como verdadero cemento unificador de Europa. En él se fijan unas condiciones de convergencia que no hablan de Bienestar Social, ni siquiera de convergencia Económica, sino exclusivamente de Estabilidad Monetaria.

En estos 40 años, los países miembros han pasado de 6 a 15, incorporándose el Estado Español en 1986. Los cambios en el escenario político, económico y social han sido profundos. Se ha pasado del crecimiento sostenido de los 50 y 60 y el aumento de la inflacción y el desempleo de los 70, a las políticas monetarias de los 80 y 90, que han cronificado el paro y multiplicado la precariedad, aunque han contenido la inflación. Al final de este período, se han desplomado las economías planificadas del Este de Europa.

La salud del capitalismo, en un proceso de Globalización galopante, contrasta con el crecimiento de la pobreza y la desigualdad. A pesar de ello, el acuerdo político generalizado de los años 50 y 60 acerca del capitalismo regulado, se ha trocado en acuerdo, también casi general, en torno al capitalismo neoliberal.

La Cumbre de Amsterdam de Junio de 1997, no solo ratificó los plazos y condiciones de la Moneda Unica, sino que ha sido incapaz de resolver ninguno de los problemas políticos e institucionales de la Unión Europea, tanto en el orden interno como en el de sus relaciones exteriores.

Las victorias Laborista en Gran Bretaña y de la coalición de Izquierda-Verdes en Francia, ha propiciado el debate sobre los 18 millones de personas que están paradas en los países de la U.E. Para debatir este problema se celebró la Cumbre sobre el Empleo de Luxemburgo, en Noviembre de 1997. De ella salió lo único que puede salir en un proceso donde el único sujeto es el Capital: Contra el paro masivo, precariedad masiva y reducción de los subsidios que preservan a los parados de trabajar según las leyes de Mercado.

 

LA RECTA FINAL DEL EURO

El primer fin de semana de Mayo del presente año, se hará la criba de los países que accederán a la Moneda Unica. El Estado Español estará, sin duda, entre los "afortunados". A partir de aquí, las duras políticas monetarias que se han aplicado para cumplir las condiciones del Tratado de Maastricht, se intensificarán para sostener dicho cumplimiento.

Tras Enero de 1999, las paridades de las monedas europeas integradas en el proceso serán fijas. Con ello, los ajustes de competitividad recaerán casi en exclusiva sobre los salarios directos e indirectos.

El Déficit Público deberá mantenerse por debajo del 3% del PIB aunque en el caso de España la tasa de paro doble la media europea y el "invierno demográfico" genere un número creciente de pensionistas y jubilados. El Plan de Estabilidad, incorporado a la legalidad del Tratado de la Unión Europea, prevee multas del 0,2% del PIB a los países que superen el límite de Déficit Público y de un 0,1% más, por cada punto que dicho incumplimiento exceda de dicho límite. Estamos ante una discriminación negativa hacia los países más débiles.

Dado que el aumento de la presión fiscal y la lucha contra el fraude se desestiman porque pueden retraer la inversión de Capital, el control del Déficit Público, conduce inexorablemente al ahorro en gastos de protección social. Es decir, la homogeneidad monetaria que requiere la permanencia en el Euro, tiene como condición la degradación social.

Para preparar este horizonte de renovadas penurias para los de abajo, el régimen ha puesto en marcha una descomunal campaña "informativa". El Euro se presenta como la llave para un crecimiento de la Economía a través del comercio y la inversión. Se explican los billetes y las monedas y su relación con la peseta, las ventajas de eliminar los cambios de moneda en los viajes al extranjero, las facilidades bancarias y la protección de los consumidores, etc.

La campaña dá por hecho, no solo que tendremos Euro, cosa que parece cierta, sino también que será positivo para la gente, lo que es más discutible. Sin embargo, cualquier debate de fondo sobre la conveniencia o las desventajas de adoptar la Moneda Unica, ni se plantea. Es curiosa la unanimidad de la opinión publicada, con los estamentos políticos y económicos, sobre un acontecimiento que, a pesar de su importancia, no ha sido objeto de consulta popular alguna, y que en las encuestas, no cuenta con la mayoría de opiniones a favor.

Más bien, estamos ante lo que ya se anunció por parte de las autoridades de la Unión Europea. A la vista del distanciamiento de la opinión pública ante el Tratado de Maastricht, se vió la necesidad de "acercar" a la opinión pública los siguientes pasos de la Unión Económica y Monetaria. Dicho de otra manera, desplegar enormes campañas de adoctrinamiento para ocultar la relación entre la Construcción Europea y las dinámicas lesivas que genera dicha construcción..

Esta unificación de "la política" a favor de la Moneda Unica, impide que las protestas apunten contra el proceso en general, sitúa en la marginalidad cualquier discrepancia y reduce las reclamaciones a aspectos parciales, como la crítica sobre lo mal que se negoció tal o cual aspecto, pedir más subvenciones o la necesidad de que se construya una Europa más "social" o más "ecológica".

 

LA CRISIS DE LO SOCIAL

En la economía globalizada, la competitividad exige el máximo de producción con el mínimo coste de trabajo humano. No hay empleo para quienes lo necesitan para sobrevivir, sino exclusivamente, para el número de personas necesario para producir plusvalor.

La Economía de Mercado no persigue la satisfacción de las necesidades sociales, sino el intercambio rentable como un fin en sí mismo. La producción capitalista no está sujeta a fines sociales. El producto por excelencia de la Economía de Mercado es el beneficio del Capital.

Las personas solo cuentan como productores de plusvalor o como consumidores de mercancías. El auténtico sujeto de derechos no es la sociedad, ni los individuos, sino el Capital.

Millones de asalariados estables pisan el freno de la globalización al defender sus puestos de trabajo de los ajustes competitivos y al tiempo pisan el acelerador de la misma globalización al colocar sus ahorros en fondos de Inversión y comprar en las grandes superficies.

Aceptar la Moneda Unica y reclamar a un tiempo una Europa social y respetuosa con el medio ambiente, es lo mismo que pedir la cuadratura del círculo. Defender la competitividad, al tiempo que se defiende el pleno empleo y la tutela del Estado sobre los derechos sociales, supone unificar propuestas contradictorias.

Los beneficios del Capital globalizado crecen simétricamente a la degradación social, y no pasa nada. Ante esta falta de respuesta, el poder económico se crece y sus propuestas son cada vez más agresivas y osadas. Se debilitan las instituciones sociales del Estado para traer a la esfera de los negocios privados la protección social. Se flexibilizan las condiciones de trabajo para que las personas nos comportemos como mercancías, adaptables a las inestabilidades del Mercado.

El poder ya ni siquiera promete nada. Hay que obedecer porque sí. Los sacrificios para llegar a la Moneda Unica no han sido nada para los que nos esperan, una vez dentro, para no ser expulsados. No hay propuestas políticas positivas, de agarrar los problemas y solucionarlos entre todos. Solo el cumplimiento de las condiciones macroeconómicas, las amenazas, el miedo.

Cuando la estabilidad monetaria es lo principal, podremos hablar de orden en la medida, en que el cálculo sea posible en términos de dinero. La racionalidad depende de la estabilidad de los índices monetarios (inflación, tipos de interés, paridad de las monedas). El orden social no depende de la voluntad de las personas sino del dinero. Los individuos no somos sociables, lo que es sociable es el dinero, el Capital.

Los derechos sociales solo se respetarán si coinciden con las expectativas de los dueños del dinero. Sin embargo, esa coincidencia, no se produce para amplios sectores de la población. El desempleo masivo y permanente y el aumento de la desigualdad social así lo atestiguan.

Se produce así una ruptura entre el ORDEN formal basado en el dinero y el ORDEN material basado en las personas. En la sociedad, la crisis no es la crisis de la gente sino el descontrol de las magnitudes monetarias. Este es el significado de considerar que "estamos en el momento de mayor estabilidad económica de los últimos 40 años", cuando siete millones de trabajadores en el Estado Español hombres y mujeres, están parados, eventuales o subempleados.

Se ha roto el momentáneo espejismo que conexionaba beneficio privado y bienestar social. Volvemos a la normalidad del capitalismo. La Moneda Unica se impone aunque tenga como condición el paro y precariedad irreversibles y la pérdida de la protección social. Ahora, el pleno empleo y la estabilidad social ya no son la condición para el crecimiento económico, sino un obstáculo para el mismo.

La única posibilidad de reducir el paro en un futuro (no de eliminarlo), pasa por garantizar las condiciones que hagan segura la inversión de Capital. A partir de aquí, la culpa del paro y la pobreza será exclusivamente de quienes obstaculizan el funcionamiento del Mercado y las condiciones del beneficio capitalista. A saber, los trabajadores que se niegan a ser flexibilizados y los parados con subsidio que se niegan a aceptar las draconianas condiciones que fija el Mercado de Trabajo.

Lo progresista y lo solidario, es favorecer la secuencia que tiene su origen en las expectativas de beneficio que, a través de la inversión y el crecimiento de la economía, creará puestos de trabajo (solidaridad activa). Lo anacrónico, es el egoísmo de los trabajadores estables en la defensa de sus "tremendos" privilegios y la solidaridad (pasiva) de garantizar protección a los expulsados, o no admitidos por el Mercado de Trabajo.

La secuencia Beneficio-Inversión-Crecimiento-Empleo, es la base del fundamentalismo liberal. Pero, a pesar de la libertad de movimientos del Capital y de la consideración del empresario como una especie a proteger, la Economía de Mercado no es capaz de evitar que haya mil millones de muertos de hambre en el mundo, ni de dar una mínima seguridad a extensos sectores sociales de los mismos países ricos.

Toda la sociedad se sujeta a esta "verdad" que se presenta como científica y sin embargo, no resiste la prueba de la realidad. Más bien se tata de un veredicto, de una "verdad dictada" por el poder, que prospera en el vacío que deja la ausencia de una crítica, práctica y teórica. Una crítica que ponga de manifiesto las falacias de la Economía de Mercado e impida su despliegue en la sociedad.

 

LA CRISIS DE LO POLÍTICO

La Unificación Europea se establece a partir del hecho económico. Hablar de Europa es, sobre todo, hablar de Mercado Unico y de la condición para su pleno funcionamiento, la Moneda Unica.

Las instituciones políticas tienen un papel subalterno. Los arts. 105, 109a y el Protocolo 3 del Tratado de la Unión, constituyen al Banco Central Europeo en el guardián de la estabilidad monetaria, al margen de cualquier interferencia política. Este orden jerárquico expresa la subordinación de la Política a la Economía, que se configura como la base de la vida social. La política no es lo que funda el orden social, lo que establece los fines, sino unicamente, una técnica para administrar un orden cuyo fundamento es la lógica económica.

La sociedad regida por la Economía, parte del individuo libre. Sin embargo, esa libertad solo es posible dentro de las leyes del Mercado. La centralidad del individuo conlleva, paradójicamente, la exclusión de muchos y la impotencia del resto para remediar dicha exclusión.

La política depende de la voluntad de la gente, pero debe adaptarse a un orden de relaciones sociales previamente determinado por la Economía. De esta manera, la constitución de la sociedad aparece dividida en dos planos. Uno de ellos, el de la economía, que como principio de realidad contiene los límites y otro, el de las opiniones políticas que, para ser viables, necesitan adaptarse al principio de realidad económica.

La Europa de la Moneda Unica es, sobre todo, un mecanismo de globalización del Capital. Cuanto más se acrecienta el volumen y la escala del Capital, más aumenta la supremacía de éste sobre las personas y sobre las instituciones políticas.

La Europa de Maastricht y la Moneda Unica no es el origen de esta lógica, pero sí un impulso a la misma. También sirve de coartada para legitimar las políticas liberales ante los sectores sociales perjudicados. Los gobiernos, prisioneros voluntarios de esta lógica, no sólo no defienden los derechos sociales consagrados en la constitución, la soberanía alimentaria y el medio ambiente, sino que, al impulsar activamente la globalización del Capital, colaboran en su permanente violación.

Cuando lo social se constituye desde la centralidad de lo económico, el dinero se transforma en la fuerza principal de la síntesis social. La Mercantilización creciente de las relaciones sociales, acentúa la función del dinero como equivalente general. Este proceso, no solo determina la constitución de lo social, sino también, de lo cultural, del pensamiento y del deseo.

Para que funcione este proceso, el Capital necesita un alto grado de concentración y de abstracción. Esta abstracción, no le convierte en algo ideal sino, por el contrario, muy real. Al igual que Dios, cuyo origen está en el pensamiento humano, se presenta a su vez como creador de lo humano, el Capital, producto del trabajo parece ser el creador del trabajo.

La creación humana llega a absorber la fuerza de sus creadores y al hacerse autónoma de estos, llega a condicionar su vida. De ahí la expresión falaz, y comúnmente aceptada, "los empresarios (el Capital), crean puestos de trabajo", cuando en realidad, es precisamente al revés, es el Trabajo el creador del Capital, son los trabajadores los que crean puestos de empresario.

La abstracción del Capital tiene su fuerza en negar la vida que no reconoce. La fuerza constructiva, y destructiva, del Capital, es la furia de la abstracción real que

le constituye. Esta fuerza tiene su origen en la producción y su condición en el intercambio. Su furia es mayor cuanto mayor es la escala de dicho intercambio.

La Globalización Económica y su versión Europea, la Moneda Unica, expresa la unificación del Capital en una escala casi continental. Desaparecen los límites de los Estados Nación sin que aparezca cualquier otro límite para su despliegue.

Se produce así un aumento de su fuerza cada vez más incontrolable, y más capaz de apartar, tapar o destruir, todo aquello que no le sirva para su reproducción ampliada. Coloniza al poder político y mediático y aumenta su capacidad para penetrar en los intersticios sociales y en las voluntades, impregnándolo todo de la lógica del beneficio privado. Es la culminación de la Historia. Un tiempo vacio donde todos seremos funcionarios del Capital y donde no caben más deseos que el consumo. Una servidumbre voluntaria. Un infierno a la medida de nuestros deseos.

Sin embargo, el deterioro social y medioambiental son el producto necesario de una enloquecida carrera hacia adelante del Capital. La persistencia del paro, y la desigualdad aunque lamentables, les confiere la apariencia de inevitables. Los sentimientos son impotentes para conjurar tanto sufrimiento, solo cabe confiar en las leyes del Mercado. La política realmente existente, rigurosamente separada de la vida cotidiana, es cómplice necesaria de este orden que se presenta como natural.

En el fascismo, la vida social estaba determinada por un poder externo y totalitario. En la Europa de Maastricht, la libertad se presenta como el cumplimiento de un destino inscrito en las leyes del Mercado y la Estabilidad Monetaria.

Llamar fascismo al régimen de la Moneda Unica, es una inexactitud histórica porque el fascismo se construía contra la democracia y tenía como condición el aniquilamiento de las organizaciones de izquierda. Por el contrario, el orden actual

se construye en nombre de la democracia y con el apoyo de las organizaciones de izquierda.

Sin embargo, en el fascismo la lucha de clases era condenada como disolvente del orden político e impedida por la Brigada Político-social y hoy, la lucha

de clases es también condenada como atentatoria del orden económico e inviable por la modernización de la izquierda.

 

LA OPOSICIÓN NECESARIA

La Europa de la Moneda Unica aparece como un hecho natural e inevitable y sus numerosos apologistas como respetables portadores de la verdad. Todo marcha mientas los peces grandes, cada vez más grandes, se comen a los más pequeños y estos, no solo se dejan comer, sino que se comportan "racionalmente", es decir, se comen entre sí para intentar la quimera de salvarse haciéndose grandes.

En un contexto de paz social y comportamientos "racionales", es decir, de dominio del Capital y aumento de la lucha entre los pobres, cualquier individuo o grupo que se oponga a la Moneda Unica, aparece como irracional y patológico. Su comportamiento solo puede ser objeto de ninguneo y ridiculización. Pero si insiste, e incluso intenta pasar a la acción, lo que se impone es el linchamiento público a cuenta de los espadachines a sueldo de los "Mass Media". Y si llega el caso, la represión directa. Eso sí, represión democrática. Porque las medidas tienen en el fondo un carácter terapéutico y solo buscan la defensa de la democracia, que se identifica con la Moneda Unica.

La enorme dificultad para abordar una crítica sin concesiones en una situación tan monolítica, debe ser leída al revés por quienes aún quieren luchar contra ella. La voluntad puede convertir la ausencia en necesidad y la necesidad en posibilidad y en potencia. Es el vacío de crítica y la invisibilidad de lo excluido lo que explica el impetuoso despliegue del totalitarismo.

Es necesario llevar al límite la ruptura con la noción del interés privado como motor de la sociabilidad, del Mercado como una relación "natural" y del Estado como unica forma política representativa.

La fuerza del dinero está en su abstracción, pero sobre todo en el hecho de ser aceptado como organizador de la vida social. Su debilidad es que la abstracción puede ser reconocida como tal y esto haría imposible su fuerza. Lo que la abstracción deja aparte, lo que subyuga, puede volverse contra ella.

La crítica no solo debe basar su fuerza en el análisis de los mecanismos que

constituyen la realidad social sino, también, en la irrupción de lo excluido como negación del orden excluyente. La exclusión debe ser considerada, no como lo que

debe volver a la inclusión, no como un peligro para la Democracia de Mercado, sino como potencia constituyente que impida el funcionamiento del Capital como sujeto.

Una negación radical de la miseria física y moral que originan el paro y la exclusión social, requiere también la negación de una "inclusión" donde la vida gira en torno a un trabajo cuya única finalidad es la de engordar al Capital.

El descompromiso político y el autismo social son formas de exclusión aunque se tenga un empleo. No solo somos un estómago. La naturaleza humana se constituye por el lenguaje, que viene dado por la vida social y la actividad política. O todos/as o ninguno/a. Sin contar con los otros activamente, la naturaleza humana está en entredicho.

Las propuestas para combatir el paro y la desigualdad, ofrecen un doble carácter. Pretenden mejorar la condición de los perjudicados, pero se presentan como compatibles con el orden de relaciones sociales que origina paro y desigualdad.

Cuando se admite que la competitividad es la única racionalidad posible, se admite también que dicha competitividad está más allá de las opiniones políticas. La defensa de la competitividad es un terreno en el que se disuelven las diferencias políticas. La distinción entre las propuestas de Izquierda y de Derecha, se produce en zonas externas a la consideración de la Economía como principio de realidad.

Para salir de este atolladero es necesario concentrar la crítica no solamente en las consecuencias sociales de la lógica mercantil, sino también en el hecho de que dicha lógica ordene la sociedad.

La intervención del Estado en el ciclo económico intenta corregir las disfunciones económicas y sociales que produce el mercado, pero no le niega su facultad de constituirse en el unico principio de realidad.

Tanto el capitalismo liberal como el capitalismo regulado aceptan el Mercado como un hecho natural. Participan de la noción de la Economía Clásica que propugna un orden social basado, no en la política, sino en la administración del principio de realidad fundado en la Economía. Esto supone la visión de la política como una técnica neutral, al margen de las relaciones de poder.

El Estado de Bienestar no persigue la eliminación de la pobreza y la desigualdad sino el auxilio de los más débiles. Impulsa la retroalimentación entre la lógica del Mercado y la corrección de sus disfunciones. Compagina Democracia y Mercado.

Los neoliberales confían al Mercado la solución del paro y la exclusión social. Los Keynesianos a la Política. Pero ambos aceptan al Mercado como principio constituyente de las relaciones sociales.

Si concentramos la luz en el distinto tratamiento que Keynesianos y Liberales dan a las consecuencias del funcionamiento del Mercado, dejaremos en la sombra su coincidencia en aceptar un orden social sustentado en la lógica del Mercado y la centralidad de la Economía.

La Política así, no es más que la administración de las cosas en un orden determinado previamente por la economía. La Política no se coloca al principio de la relaciones sociales, sino al final.

La separación entre el plano de la Economía como principio de realidad y la Política como una técnica para administrar, desde aparatos separados de la sociedad, una realidad determinada por la Economía, contribuye a la apariencia de un mundo inmodificable y por lo tanto, al desaliento.

Poner estos problemas sobre la mesa a la hora de analizar la Moneda Unica, puede suponer un camino del desierto para quienes lo hagan. Pero en todo caso, un camino necesario. Aunque no suficiente.

CAES

Marzo de 1998

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