Página principal / Documentos / Enlaces / Convocatorias / Publicaciones / E-mail
Declaración política
En los últimos años venimos asistiendo, a escala mundial, a una
intensificación sin precedentes de los procesos de ampliación de los mercados y
globalización económica, dirigidos por criterios neoliberales al servicio del
capitalismo más salvaje, que está suponiendo gravísimas consecuencias económicas,
sociales y ambientales, para los distintos pueblos y territorios del planeta. Estos
procesos están siendo impulsados por las instituciones económicas y financieras
internacionales (BM, FMI, GATTOMC y OCDE, a nivel global; y las instituciones
comunitarias en el espacio europeo), en connivencia con las grandes empresas
transnacionales y el capital financiero y especulativo europeo e internacional, los nuevos
amos del mundo, que son los que fundamentalmente se benefician de los mismos. Estos
últimos operan crecientemente al margen y por encima de las estructuras estatales, siendo
las políticas de los gobiernos cada vez más una prolongación de los intereses del
capital transnacional. La soberanía de los Estados se bate pues en retirada, mientras que
se incrementa la autonomía y hegemonía del poder económico sobre el poder político; lo
que se traduce, entre otras cosas, en la independencia de la política monetaria de los
Bancos Centrales respecto de cualquier tipo de control político y democrático.
Dicha dinámica refuerza la tendencia a la concentración de la riqueza cada día en menos
manos, e induce una expansión creciente de la precarización, el paro, la marginación
social y la exclusión; así como promueve una agudización de los desequilibrios
ecológicos, que adquieren ya una dimensión planetaria (cambio climático,
deforestación, desertización, agotamiento de recursos no renovables...). Todo ello está
generando un mundo plagado de conflictos, en el que va desapareciendo la esperanza de un
mañana para la inmensa mayoría de la humanidad. Esta situación ya no es privativa sólo
del ur, del llamado Tercer Mundo, o de la crítica situación del Este, sino que está
sucediendo de una forma cada vez más patente también dentro de las mismas sociedades del
Norte, incluida la propia Europa comunitaria, que se encuentra condicionada brutalmente
por el Tratado de Maastricht.
En el caso del Estado español, estos procesos se concretan en la progresiva apertura al
llamado libre mercado mundial, y en la integración al denominado "proyecto
europeo". Ambas tendencias están significando una cada día mayor desigualdad en la
distribución de la renta, una expansión sin precedentes del desempleo (que alcanza ya al
23% de la población activa, esto es, a más de 3,5 millones de personas), de la
precarización (que afecta al 40% de la población asalariada), y de la marginación y la
exclusión a todos los niveles. Cáritas menciona la existencia de más de ocho millones
de pobres. Igualmente, los niveles de endeudamiento público y privado se desatan
afectando a los sectores más débiles de la sociedad, mientras que, en paralelo, el pago
de este alto endeudamiento beneficia a los sectores más potentados de la estructura
social, que ven como sus patrimonios se multiplican a costa del tremendo esfuerzo de la
mayoría de la sociedad.
Al mismo tiempo, los desequilibrios ambientales no han hecho sino agravarse en los
últimos años, en paralelo con el desarrollo de un crecimiento y una inversión que no
sólo son incapaces de generar empleo neto (es más, lo reducen y precarizan), sino que
incentivan un uso creciente de recursos y disparan los impactos sobre el entorno de las
actuales formas de producción y consumo, y de la estructura territorial que lleva
aparejada; que se caracteriza por el crecimiento constante de las grandes concentraciones
urbanas en forma de "mancha de aceite".
En el último periodo todos estos problemas están adquiriendo una dimensión que ya es
imposible de soslayar, y el camino hacia la Unión Económica y Monetaria (UEM), definida
en Maastricht, amenaza con agravar aún más los presentes desequilibrios económicos,
sociales y ambientales. Sin embargo, los principales centros de poder económico, estatal
e internacional, los medios de comunicación de masas (controlados asimismo por las
élites del dinero), y prácticamente el conjunto de la clase política (condicionada
igualmente por el poder del capital), nos aleccionan continua y machaconamente con que
este camino hacia el abismo es el único existente, y que por tanto, es ineludible e
irreversible. No existe alternativa, se nos dice.
Es preciso, pues, que superemos la pasividad que se nos quiere imponer, que no nos gane el
desaliento, que impulsemos una reflexión crítica de hacia dónde conducen las vías de
hierro que se nos imponen, y que fomentemos la coordinación y organización de todos
aquellos sectores sociales afectados por los proyectos del poder para desarrollar
estrategias comunes de resistencia ante los mismos, y lo que es más importante
actividades de transformación social con el fin de que, entre todos, podamos construir un
mañana que nos niega la lógica depredadora y socialmente excluyente del capital.
Es hora ya de recuperar la voz y juntos denunciar la construcción de la Unión Europea,
cuyos principales valedores son las élites económicas del continente. Una UE que se
edifica de forma fuertemente antidemocrática y cada vez más de espaldas a las sociedades
de los países miembros, que profundiza las relaciones de dominación y saqueo sobre los
países de la Periferia, y que además contribuye, junto con la globalización económica,
a:
La quiebra del tejido productivo tradicional y el creciente control del
mercado por la gran actividad económica transnacional, lo cual destruye empleo neto:
Desaparición cada día mayor de la pequeña agricultura campesina, en beneficio de las
grandes empresas del agrobusiness, lo que acentúa el impacto ecológico y vital
sobre las áreas rurales y semirrurales, provocando su cada vez mayor despoblamiento. En
los últimos diez años han desaparecido del orden de un millón de empleos en el sector
agrario. A ello han contribuido las duras condiciones impuestas por el ingreso en la CE
(cuota lechera, sacrificio de reses, levantamiento de vides...), y las exigencias
adicionales que está suponiendo la reforma de la Política Agrícola Comunitaria.
Reconversión de la actividad pesquera hacia la pesca altamente industrializada, poco
generadora de empleo y depredadora de los recursos marinos, en detrimento de artes
tradicionales de menor impacto ecológico e intensivas en trabajo.
Pérdida de una parte importante del pequeño y mediano tejido industrial y
deslocalización de numerosas industrias hacia otros países con menores costes de mano de
obra y mayores niveles aún de explotación.
Destrucción de más de un millón de puestos de trabajo en el pequeño comercio durante
los últimos diez años, como consecuencia de la progresión imparable de grandes
superficies comerciales.
Privatización masiva de las empresas públicas, lo que conllevará fuertes reducciones de
plantillas y la apropiación (fraudulenta) de un patrimonio público por los principales
sectores del capital privado estatal e internacional.
Intenso agravamiento del déficit de la Balanza Comercial española, especialmente con la
UE. Se ha llegado a decir que "Europa" ha entrado en el Estado español, más
que a la inversa, lo que fomenta la producción y, en mucho menor medida, el empleo en los
países comunitarios, especialmente centroeuropeos, en detrimento del empleo en nuestro
espacio geográfico. Ello permitiría explicar, quizás, entre otras razones, por qué el
paro es aquí el doble de la media comunitaria.
El "proyecto de progreso" de la UE, genera regresión social:
Creciente desregulación y precarización del mercado de trabajo (nuevos intentos para
abaratar y facilitar aún más el despido, amenaza de suprimir el Salario Mínimo
Interprofesional, propuestas de desregulación de los convenios colectivos...). Hecho que
significa la vuelta paulatina a las condiciones laborales del siglo XlX; vuelta ya
iniciada en los ochenta y que se acelera con la reforma laboral del PSOE (que instauró
los "contratos basura"), impuesta como elemento clave del primer programa de
convergencia hacia la UEM definida en Maastricht.
Reducción adicional de los fondos públicos destinados a prestaciones de desempleo (tras
los propiciados por el llamado "Decretazo" y la Reforma Laboral), cuando del
orden de la mitad de los parados no recibe hoy en día ningún tipo de subsidio. Esto
produce una situación especialmente difícil, pues en la actualidad en un millón de
hogares españoles están todos sus miembros activos en paro y, además, se están
desmontando paralelamente las rentas mínimas de inserción.
Recorte sustancial de los fondos públicos destinados a vivienda social, mientras crecen
las subvenciones y desgravaciones a la vivienda de calidad y a la segunda residencia. Este
hecho, junto con la brutal subida del precio del suelo que se produce por los procesos
especulativos que se originan tras el ingreso en la CE, hace que hoy en día se considere
un "hecho natural" el que la vivienda se haya convertido en un bien prohibitivo
para la mayor parte de la población. El esfuerzo a realizar para comprar una vivienda, en
relación con el salario, se ha duplicado en los últimos diez años. En paralelo, el
endurecimiento del marco legal de la vivienda en alquiler, y la creciente dificultad de
los sectores sociales más afectados por el paro y la precarización para hacer frente a
los créditos hipotecarios contraídos, está derivando en una expansión continua del
colectiv de los "sin techo", especialmente en las metrópolis.
Gravedad de la situación laboral que se ceba particularmente en los jóvenes (40% de paro
y 64% de precariedad), a pesar de su "sobreformación"; lo que prolonga su
dependencia familiar, dificulta su mayoría de edad efectiva, y acentúa su sensación de
ausencia de futuro.
Gradual desmantelamiento y privatización del sistema público de pensiones, que afectará
a los sectores más desvalidos de la sociedad, beneficiando al gran capital. El llamado
Pacto de Toledo supone un profundo recorte del sistema público de pensiones que afectará
a generaciones enteras.
Creciente privatización y mercantilización de la sanidad, que redundará en una
reducción de la cobertura de los servicios de salud pública, un menoscabo de su calidad
y un incremento de su coste para los ciudadanos.
Progresiva reducción del peso de la educación pública, y una cada día mayor presencia
y subvención de la enseñanza privada; dinámica que se ve acentuada por la idiosincrasia
del nuevo gobierno. Los recortes presupuestarios incidirán, asimismo, en una pérdida de
calidad de la enseñanza pública, y en un deterioro de las condiciones laborales de los
enseñantes. Y, en paralelo, se profundiza en una concepción de la enseñanza como
fábrica para generar individuos dóciles, sumisos y acríticos, competitivos entre sí,
orientada exclusivamente a satisfacer las demandas del sistema productivo, donde se
marginan los valores de solidaridad y justicia.
Privatización de la gran mayoría de otros servicios públicos (abastecimiento de agua,
correos, telecomunicaciones, ferrocarriles, transporte colectivo...), lo que derivará en
una creciente reducción de su ámbito de cobertura y un incremento de su tarificación.
Hechos que redundarán en la quiebra de la universalidad y accesibilidad a los mismos,
eliminando su carácter redistributivo. La lógica del beneficio privado es imposible que
satisfaga los intereses del conjunto de la sociedad.
Repercusión especialmente intensa de todos estos procesos sobre las mujeres, pues la
reducción de los gastos sociales hace recaer una mayor carga de trabajo y económica
sobre ellas. El retraimiento del Estado del Bienestar (desaparición de guarderías,
retrocesos en la sanidad, etc.) sin que aparezcan alternativas comunitarias
(injustificadamente descalificadas y dificultadas) está obligando a las mujeres, ante la
inhibición insolidaria de la mayoría de los varones, a enfrentar crecientemente solas
nuevas demandas, especialmente en el campo del cuidado de las personas. Todo ello refuerza
en este momento la tendencia a la progresiva feminización de la pobreza debido a la mayor
dificultad de las mujeres para acceder al mercado de trabajo (el paro femenino es más de
un 65% mayor que el masculino), a hacerlo en peores condiciones laborales y a la
percepción de menores salarios de forma generalizada.
Incremento de la corrupción a todos los niveles, pues al fomentar la desregulación
generalizada y disminuir el control político y democrático, se fomentan enormemente las
posibilidades enriquecimiento rápido de una reducida minoría.
El capital se ausenta de la financiación de un Estado que solo le reporta
baneficios:
Progresivo retraimiento en cuanto a la financiación de las actividades públicas por
parte de las rentas de las grandes empresas y del capital, que encuentran por otro lado
creciente refugio en los llamados "paraísos fiscales", como resultado de la
libre circulación comunitaria y mundial de capitales.
Repercusión creciente de la presión fiscal, con carácter cada día más regresiva,
sobre las rentas salariales, la pequeña propiedad y la actividad profesional. Hasta se
desgrava el consumo de lujo, y se penaliza el consumo de productos de primera neceidad. Y
subvención progresiva, directa e indirecta, de la gran actividad económica, que se
manifiesta cada día más costosa e ineficiente, y menos generadora de empleo.
El agravamiento de los impactos ecológicos (y sanitarios) y los
desequilibrios territoriales:
Expansión imparable de la movilidad motorizada, especialmente viaria, que provoca un
creciente impacto ambiental, un deterioro progresivo de la calidad de la vida urbana en
las grandes concentraciones, una marginación en ascenso de los sectores más débiles de
la sociedad (niños, minusválidos y ancianos) y un cada día mayor coste económico y
humano a consecuencia de su alta siniestralidad.
Futura dedicación de ingentes cantidades de dinero público a satisfacer las necesidades
infraestructurales de la gran producción y distribución transnacionalizada: duplicación
del número de kms de autovías y autopistas; construcción de nuevas líneas de trenes de
alta velocidad, mientras que se deja a proposito morir el ferrocarril convencional;
ampliación de los principales aeropuertos y creación de superpuertos. Actuaciones
enormemente costosas y, además, de elevado impacto ambiental. El Estado (con la «ayuda»
del capital privado) se concentra en la construcción de magnas infraestructuras, mientras
se desentiende progresivamente de la "protección social".
Creciente desplazamiento de la actividad económica, en general, de la "España
Húmeda" a la "España Seca", concentrando en esta última los usos más
consumidores de recursos hídricos, en especial el turismo y la agricultura intensiva. Lo
que agudizará la escasez ya existente en esas áreas del recurso agua, y provocará un
aún mayor contaminación de las disponibilidades actuales, que se intentan paliar con
costosos e impactantes desaladoras y trasvases. Las "guerras del agua" y los
conflictos tipo Itoiz se multiplicarán en el futuro.
Agudización de los ya altos riesgos de erosión, especialmente en la vertiente
mediterránea, y agravamiento del peligro de incendios forestales, debido a la creciente
presión humana sobre ecosistemas frágiles y al fomento (con ayudas comunitarias) de
especies arbóreas de rápido crecimiento y elevado impacto ambiental (eucaliptos,
pinos...).
Crecimiento incontenible de la producción de residuos como resultado de la expansión de
la gran producción y distribución, que incentiva el sobreempaquetado, los envases no
retornables y los productos de usar y tirar.
Creciente pérdida de la biodiversidad, al igual que ya se ha producido en otros países
europeos, resultado de la profundización en las políticas «desarrollistas».
Incremento constante del consumo energético del actual modelo productivo y territorial,
en especial de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural), lo que agudiza el
efecto invernadero, que influirá de forma especialmente negativa en el ámbito
mediterráneo, y recrudece el peligro de las lluvias ácidas. Además, ello acentúa la
dependencia exterior, en un espacio geográfico especialmente apto (por la alta radiación
solar) para el fomento de las energías renovables.
Pérdida de la calidad de la alimentación ("comida basura") en beneficio del
mercado, con consecuencias imprevisibles sobre la salud humana (entre otras, la
proliferación del cáncer, la enfermedad del siglo XX; o la reciente aparición del mal
de las "vacas locas"). Hecho que se agravará con la extensión sin control de
las técnicas de ingeniería genética y biotecnología, que incentivará el que se
patente y mercantilice la vida por grandes transnacionales agroalimentarias,
comercializándose masivamente organismos manipulados genéticamente, lo cual generará
probablemente efectos incalculables sobre el entorno.
Profundizaciónde las diferencias territoriales y regionales, tanto por la concentración
urbana a la que induce el actual funcionamiento del mercado, como porque los nuevos
mecanismos de financiación pública y la concentración del gasto público en los
espacios altamente urbanizados agudizarán los desequilibrios de todo tipo. Lo cual no
derivará en una mayor autonomía real, incluyendo la posibilidad de autodeterminación
política, para los diferentes pueblos del Estado español, sino en un sometimiento aún
mayor a las lógicas supraestatales y mundiales del capital. Además, las estructuras
comunitarias sólo legitiman y reconocen como interlocutores a los gobiernos estatales de
los estados miembros, mientras impiden, conjuntamente con ellos, la expresión política
propia y autónoma de dichas identidades subalternas.
El poder prepara los instrumentos represivos para imponer su
"proyecto europeo" y la mundialización económica:
La exclusión y marginación social, y la falta de perspectivas laborales y sociales
están provocando la proliferación de comportamientos delictivos, y desviados o
patológicos. El número de presos se ha multiplicado por más de tres durante los
últimos veinte años de democracia (y "europeización"globalización),
inundando las prisiones los sectores juveniles provenientes de los barriadas periféricas
metropolitanas, es decir de aquellas áreas más castigadas por el paro, la precarización
y la desintegración social. Las carceles se están convirtiendo en verdaderos lugares de
exterminio donde los derechos humanos brillan por su ausencia. Asimismo, los
comportamientos violentos (violencia gratuita), casi exclusivamente masculinos, se han
disparado en el último periodo, incentivados por el sistema de valores que promueve la
sociedad actual, y por el tipo de productos "culturales" que se difunden a
través de los mass media . Mientras tanto se desarrolla una economía criminal que
enlaza el comercio de drogas, el mundo financiero, sectores de los cuerpos de seguridad y
la corrupción política que campa impunemente y utiliza para su propio provecho la
miseria y desesperación de muchas de las gentes excluidas.
Expansión de los comportamientos xenófobos y racistas, que encuentra el terreno abonado
por la situación extrema que tienen que afrontar amplios colectivos sociales. El poder
utiliza un doble lenguaje, el de la pretendida "igualdad" para el reducido
número de inmigrantes a los que se les permite el acceso para desarrollar los trabajos
peor pagados, más duros y humillantes, al tiempo que "señala" a los miembros
de este colectivo como presuntos responsables de actividades delictivas. De esta forma, se
intenta promover una guerra entre los más débiles, con el fin de que la rabia contenida
no se oriente hacia arriba y cuestione el actual orden de cosas. Ello se ve fomentado por
la proliferación de la violencia neonazi ("Europa Blanca"), protagonizada por
grupos coordinados a escala europea, de oscura financiación, que cabría quizás
relacionar con la necesidad que manifiesta el sistema, de reconsiderar probablemente las
estructuras de democracia formal emparentadas en gran medida con la existencia del Estado
del Bienestar.
Endurecimiento legislativo (Ley Corcuera, nuevo Código Penal tratamiento de la
insumisión, ocupaciones..., próxima implantación de videovigilancia en las calles y
reducción de la edad penal, nueva ley de secretos oficiales) e incremento de los niveles
represivos (expansión de las plantillas policiales públicas y especialmente privadas).
Además, tanto la creación de la europolicía (Europol), como el llamado Sistema
Informático Schengen (SIS), contribuirán a crear el denominado "ciudadano de
cristal", sacrificándose las libertades individuales en beneficio de las actividades
de control comunitarias. Igualmente la creación del espacio judicial europeo
incrementará las posibilidades d persecución penal (y extradición), a escala
continental, de aquellos comportamientos que ponen en cuestión el papel de las
estructuras comunitarias, de los Estadosnación, o simplemente de los intereses
dominantes.
Reforzamiento de la llamada "Europa Fortaleza", que significará la
intensificación de las políticas contra la inmigración, la reducción y eliminación
del derecho de asilo, la limitación de los derechos sociales, cívicos y políticos de la
población no comunitaria, y la progresiva persecución policial y judicial, así como
criminalización de la misma.
Fortalecimiento de las estructuras militares (la OTAN y especialmente la UEO) para
enfrentar la creciente ingobernabilidad en la Periferia Sur (Magreb y mundo árabe en
general) y Este, que la propia expansión del "proyecto europeo" induce en estos
espacios, al fomentar la exclusión de amplísimos sectores sociales. El poder desea,
igualmente, reforzar nuestra vinculación a la OTAN (y a la UEO), modificando
unilateralmente hasta los compromisos adquiridos en el Referéndum de 1986.
El proyecto "europeizador"globalizador se sustenta
progresivamente en el vacío con la ayuda de los mass media:
Control cada día mayor del capital privado estatal e internacional sobre los medios de
comunicación de masas, lo que pone de una forma cada vez más clara el mensaje mediático
al servicio de los intereses de la Economía Global, marginando y aniquilando las culturas
locales, regionales y nacionales.
Capacidad (tremenda) de los mass media , y en concreto de la tv, para moldear formas de
pensamiento y comportamiento funcionales con los intereses económicos dominantes, así
como para desmontar la capacidad de resistencia, organizar la ignorancia planificada,
marginar las voces críticas a la periferia de lo social, y construir artificialmente una
"realidad" que presenta el actual modelo como el único e incontrovertible
escenario de futuro imaginable.
Aumento de la concentración de la propiedad de los medios de comunicación en muy pocas
manos mediante la configuración de grandes conglomerados empresariales transnacionales
sobre los que no existe ningún control político.
Todo ello se verá agravado en gran medida en el futuro por la creación de la moneda
única, la ampliación de la UE y la profundización de los procesos de globalización
económica (GATTOMC). Entre otros efectos, se plasmará la "Europa a distintas
velocidades" (como prevé Reforma en marcha del Tratado de Maastricht), y el
desplazamiento de su centro de gravedad hacia el Norte y hacia el Este, lo que tendrá
importantes repercusiones para los espacios meridionales y periféricos, como es el caso
de la mayoría de los territorios del Estado español. Máxime tras la ampliación a casi
30 miembros que se contempla para la UE del año 2000, que significará una
reestructuración de los presupuestos comunitarios y un recorte sustancial de los fondos
(estructurales especialmente los agrícolas y de cohesión) que llegan de Bruselas.
El mito de la "construcción europea", en su día potente para el conjunto de la
sociedad, se desmorona progresivamente a los ojos de amplios sectores sociales,
especialmente de aquellos afectados por el despliegue del modelo. En concreto el intento
de procurar vender como intereses comunes y universales lo que tan sólo son los intereses
de una minoría. Y más en particular la receta que lo acompaña, esto es, la necesidad de
espolear la competitividad a cualquier nivel, como objetivo supremo en el que deben estar
interesados todos los sectores sociales. Sin embargo, es preciso resaltar que esta
creciente ruptura de la imagen del "proyecto europeo" adopta un carácter
disperso, atomizado, está huérfana de un discurso crítico, y por lo tanto no tiene
ninguna expresión oganizativa, movilizadora o política, que suponga, hasta ahora, un
problema para las estructuras de poder.
Esta creciente quiebra de la imagen del "proyecto europeo" se verá incentivada,
pensamos, como consecuencia de la exigencia del capital al poder político (en la
actualidad al nuevo gobierno del PP), de acceder a costa de lo que sea a la moneda única
(el recorte social ya se ha plasmado sustancialmente en los Presupuestos del Estado para
1997, y continuará de forma contundente en 1998 y 1999). Aunque la sociedad (pues los
excluidos es probable que crezcan como la espuma al filo del siglo XXl) y el entorno
ecológico queden hechos trizas en el camino. Y es de esperar que entremos, quizás, en
una etapa de una mayor disposición para que prospere el pensamiento crítico, y se
promueva una mayor capacidad de movilización social que permita decir basta ya a toda
esta demencia.
Pero esto no acontecerá si no actuamos (es conveniente que tomemos nota de la
movilización social de diciembre del año pasado en Francia, que logró paralizar, en
parte, el Plan Juppé para cumplir con Maastricht). Y para que ello sea así, es preciso
que desarrollemos un movimiento social a escala estatal, lo más amplio posible, contra la
"Europa" de Maastricht y la globalización económica, con un contenido
liberador, es decir no xenófobo ni racista, sino internacionalista, solidario con las
poblaciones de la Periferia, por la equidad y contra la marginación, e igualmente
antipatriarcal. Así como que confluyamos, a escala europea, con movimientos similares que
se están gestando en la mayoría de los países de la UE. Este movimiento debe respetar
la diversidad y autonomía de cada una de las organizaciones que participe en él, como un
aspecto enriquecedor de su configuración y funcionamiento; tiene que conectar con
plataformas sectoriales ya existentes con el fin de conseguir la mayor difusión posible;
y es preciso que impulse plataformas locales, regionales y nacionales para lograr su mejor
articulación. Un movimiento, en suma, que debe profundizar en el discurso crítico sobre
las consecuencias que se derivan de la "europeización" y mundialización de las
relaciones económicas (eso sí, sin caer en posturas de defensa del Estadonación
burgués), posibilitando un amplio debate político y social, y que tiene que desarrollar
estrategias de resistencia y transformación ante las mismas, contribuyendo al mismo
tiempo a la elaboración de alternativas al "pensamiento único" que se nos
trata de imponer a toda costa.
ES HORA DE DECIR: ¡BASTA YA!
Página principal / Documentos / Enlaces / Convocatorias / Publicaciones / E-mail