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Maastricht, el obligatorio camino equivocado
E n los últimos tiempos
venimos presenciando una intensificación sin precedentes de los procesos de ampliación
de los mercados y de globalización económica. Estos procesos son impulsados por las
instituciones económicas y financieras internacionales (BM, FMI, GATT-OMC, OCDE a nivel
global y por las instituciones comunitarias a niveleuropeo) y benefician a las grandes
empresas transnacionales. El poder económico actúa cada vez más al margen del poder
político y adquiere una autonomía cada vez mayor. La soberanía de los Estados se bate
en retirada y sus políticas se ponen al servicio de los intereses del capital financiero
y especulativo internacional.
- Las consecuencias de estos procesos son muy graves: la progresiva
apertura al libre mercado mundial y la integración en el llamado "proyecto
europeo" han significado una distribución cada vez en menos manos, y un nivel de
desempleo sin precedentes, todo ello acompañado de una precarización y marginación
social a todos los niveles; a lo que hay que sumar los desequilibrios ambientales que no
han hecho sino agravarse paralelamente a un crecimiento económico y una inversión que no
sólo son incapaces de generar empleo neto, sino que lo reducen y precarizan.
- Todos estos desequilibrios han adquirido en el último período unas
dimensiones difíciles de soslayar, y continuarán agravándose de seguir el camino hacia
la Unión Económica y Monetaria definida en Maastricht, camino que nos ha venido impuesto
como el único existente, tal y como nos viene aleccionando la clase política, cada día
más al servicio de los intereses del capital transnacional y del poder económico.
- Es pues, hora ya de recuperar la voz y denunciar la construcción de una
Unión Europea cuyos principales valedores son las élites económicas del continente; una
Europa que se edifica de forma absolutamente antidemocrática y cada vez más de espaldas
a las sociedades de los países miembros; una Unión que, junto a la globalización
económica, profundiza las relaciones de dominación y saqueo sobre los países de la
periferia, y que además:
- Contribuye a la quiebra del tejido productivo tradicional y al creciente
control del mercado por la actividad económica, lo cual destruye empleo neto como hemos
venido comprobando estos diez últimos años en los sectores de la pesca, la agricultura,
la ganadería, la industria y el comercio, en los que se han destruido millones de puestos
de trabajo; a ello habrá que sumarle las reducciones de plantilla que supondrá la
privatización de empresas públicas.
- Genera regresión social: para poder cumplir los criterios de Maastricht,
el gobierno del PSOE nos impuso la "Reforma Laboral" (contratos basura,
facilidades para el despido, reducción del subsidio del paro, etc.); el gobierno PP nos
impone los recortes de presupuesto, que son reducciones en los fondos destinados a
vivienda, pensiones, sanidad, enseñanza, transporte colectivo. Y la privatización de los
servicios públicos supondrá la aplicación de tasas y la subida de tarifas
(abastecimiento de agua, transporte colectivo
). Todo lo cual afectará a los
sectores más desprotegidos de la sociedad, acentuando aún más las desigualdades.
- El capital se ausenta de la financiación de un Estado que sólo le
reporta beneficios, ya que las grandes empresas transnacionales acceden fácilmente a
paraísos fiscales a través de la libre circulación europea y mundial de capitales. El
poder subvenciona la gran actividad económica y hace caer el peso de la presión fiscal
sobre las rentas salariales, la pequeña propiedad y el consumo de productos de primera
necesidad.
- Los desequilibrios ecológicos no han hecho sino agravarse en los
últimos años, en paralelo con el desarrollo de un crecimiento y una inversión que, no
sólo son incapaces de genera empleo, sino que incentivan un uso creciente de recursos y
disparan el impacto ambiental.
El Estado invierte cantidades
astronómicas en la construcción de grandes obras de infraestructuras (autopistas, trenes
de alta velocidad, embalses, macroaeropuertos, etc.) y se desentiende progresivamente de
la protección social. Además, el actual sistema de producción y consumo desmedidos en
los países "desarrollados" se hace a costa del empobrecimiento y la
destrucción de los países "subdesarrollados"; lo que, junto con el incremento
constante de consumo energético, contribuye a la crisis ecológica del planeta (cambio
climático, deforestación, desertización, agotamiento de recursos no renovables, etc.).
- Para encarar la ingobernabilidad que resulta de todos estos
desequilibrios, se recurre cada vez más a la represión; a consecuencia del paro y la
marginación proliferan los comportamientos delictivos, las cárceles se saturan,
convirtiéndose en lugares inhumanos y degradantes; se abona el terreno para que crezca la
xenofobia y el racismo, y se justifica el endurecimiento legislativo contra la
inmigración (deportaciones masivas y en las peores condiciones, eliminación del derecho
de asilo, persecución policial y judicial de la población no comunitaria, etc.)
- Desde las instancia del poder se nos animó a poner la esperanza en aquel
sueño europeo, aquel proyecto de compartir los valores culturales y democráticos de la
vieja Europa, de poner fin al aislamiento y ocupar un sitio en el panorama internacional.
Pero hemos visto que la U.E. es algo muy diferente, que el principal objetivo de
Maastricht es garantizar el funcionamiento de los grandes intereses económicos que
dominan el mercado, aunque la sociedad y el entorno queden hechos trizas en el camino.
- El poder se ha encargado, a través de los grandes medios de
comunicación, de eliminar nuestra capacidad de comprensión de lo que acontece. Nos
intenta vender como intereses comunes y universales lo que sólo son los intereses de la
minoría dominante y nos presenta su modelo como la única realidad posible y deseable.
- Pero es evidente que el mito europeo se va desmoronando poco a poco de
cara a amplios sectores de la población, al igual que ocurre en otros países europeos,
en donde también, de una forma u otra, se están impulsando movimientos contra la Europa
de Maastricht.
- En nuestro caso, el poder económico exige al gobierno acceder a la
moneda única en 1.999, al precio que sea. Sin embargo, y a pesar del ajuste brutal que se
avecina, el Estado español estará probablemente como miembro de segunda en la Europa a
distintas velocidades previstas para la Reforma del Tratado. Además, la ampliación a
casi 30 miembros prevista para la U.E. del año 2.000, significará un recorte sustancial
de los fondos estructurales y de cohesión, y entonces nos quedaremos hasta sin limosna.
Se avecinan tiempos duros, que lo serán más si no actuamos. Es
por eso por lo que es preciso que nos organicemos para luchar contra la Europa de
Maastricht y la globalización, y que promovamos una reflexión crítica sobre las
consecuencias que se van a derivar de la implantación de dicho proyecto, al tiempo que
empezamos a impulsar debates sobre las alternativas que propugnamos ante el
"pensamiento único" que se nos quiere imponer a toda costa.

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