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FMI: EL BOMBERO PIRÓMANO

Todo lo que quería saber sobre la crisis financiera internacional y nunca se atrevió a preguntar

(por Ramón Fernández Durán de Aedenat-Ecologistas en Acción)

Ya nadie lo duda. Un fantasma recorre el planeta: la crisis financiera global. Una deflación-depresión sin precedentes amenaza la globalización económica. El pensamiento (y coro) único está paralizado, sin capacidad para reaccionar. El pánico se va adueñando de las élites económico-financieras y políticas. El sueño de un porvenir radiante de la mundialización se ha hecho añicos. La inestabilidad económica, financiera, social, política y hasta militar crece por doquier. El orden económico mundial (impulsado por el FMI, BM, OMC, OCDE y G-7) estalla (estaba ya estallando en muchos países periféricos desde hace tiempo) produciendo una explosión generalizada de desorden a todos los niveles. Nos hallamos al borde del abismo en EE.UU. y la UE, principalmente, el resto ya está en él. Así como también el "Cuarto Mundo" de la propia UE y EE.UU. Nadie permanecerá indemne. Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Se está produciendo todo esto por casualidad o son las políticas que impulsan las instituciones de Bretton Woods, y muy en concreto el FMI, responsables en gran medida de lo que acontece? ¿Son estas políticas neutrales o benefician descaradamente a los intereses del capital transnacional económico y financiero especulativo (especialmente este último), en detrimento de la inmensa mayoría de la Humanidad y del entorno ecológico planetario? Intentaremos, brevemente, responder a estas cuestiones.

El orden diseñado en Bretton Woods en 1944, fue generando, poco a poco, un entorno económico mundial que posibilitaba, en el área occidental y bajo la hegemonía de EE.UU., una expansión continuada de la gran actividad productiva transnacional de los países del Norte, mientras que los territorios periféricos del Sur se iban integrando paulatinamente, de forma dependiente, en la nueva economía-mundo. Muchos de los países africanos y asiáticos que estaban saliendo del orden colonial previo, tras un breve período que intentaba romper con la bipolaridad Oeste-Este, son reconducidos otra vez y de forma más acentuada a la lógica de la dependencia. En los años 70, la quiebra del patrón dólar-oro, el fin del sistema de cambios fijos, las crisis del petróleo, el inicio de la Nueva División Internacional del Trabajo -NDIT- (con la deslocalización industrial hacia ciertos países de la periferia, principalmente del sudeste asiático) y la reestructuración productiva en el Norte, marcan un brusco cambio en los procesos de mundialización, activándolos aún más hasta llegar a lo que hoy se conoce como globalización económica. En paralelo, se produce la crisis del keynesianismo y el ascenso del neoliberalismo, procesos que se aceleran durante los ochenta con el progresivo desmontaje del Estado del Bienestar en los países del Norte.

Mientras tanto, en el Sur, el fuerte endeudamiento externo inducido por las políticas del BM y el reciclaje hacia este espacio de los petrodólares a través del sistema financiero internacional, genera un efecto de bola de nieve que hace reventar, a primeros de los ochenta, la llamada crisis de la deuda externa de los países periféricos, al tiempo que los países del Norte van acumulando, también, una muy abultada deuda pública. Esto hace que desde los centros rectores de la economía mundial, y muy en concreto desde el FMI, se impulsen los llamados Planes de Ajuste Estructural (PAS), a cambio de aportar créditos a corto plazo para hacer frente a la posible crisis del sistema financiero internacional, una vez que la amenaza de quiebra se extiende a todo el "Tercer Mundo". Estos planes basados en la devaluación de las divisas periféricas, la abrupta reducción del gasto público, las privatizaciones salvajes, la orientación del sistema productivo hacia la exportación..., generan un empobrecimiento brutal de la inmensa mayoría de la población de los países afectados, al tiempo que crean las condiciones para una mayor expansión de la actividad productiva transnacional a escala planetaria, de acuerdo con las exigencias de la NDIT.

Sin embargo, los PAS no atajan la escalada de la deuda externa, sino que, junto con los proyectos y actividades del BM, la van agrandando aún más. En paralelo, la titulación de ésta en los principales mercados financieros mundiales, la expansión simultánea de las privatizaciones de empresas y servicios públicos, y de los planes de pensiones privados, así como la creciente libertad de circulación de capitales que se va instaurando en todo el mundo, bajo la presión, entre otros, de las instituciones de Bretton Woods, van alimentando la llamada burbuja financiera especulativa mundial. Esta burbuja, que se expandía hasta hace poco de forma que parecía imparable, actúa como un verdadero Frankestein sin control (Ontiveros). Este monstruo, que ha venido creciendo durante los últimos años a ritmos varias veces superiores a la evolución de la economía real, encontraba en la libre circulación mundial de capitales y en el sistema de cambios flotantes que se instaura a nivel mundial tras la quiebra del patrón dólar-oro, el caldo de cultivo ideal para su multiplicación incontrolada. Hoy en día, los grandes actores en la escena financiera internacional, los grandes fondos de inversión y pensiones de EE.UU. y Europa, obtienen (obtenían) las principales rentabilidades actuando, a muy corto plazo y de forma irresponsable, en los mercados financieros desregulados de los "países emergentes" y, en especial, especulando contra las diferentes divisas mundiales.

Desde finales de los ochenta, asistimos a ataques especulativos contra las paridades de las monedas, tanto del Sur (y Este) como del Norte. Nadie parece estar a salvo, excepto quizás (hasta ahora) el dólar, por su carácter de divisa de reserva mundial y por la dimensión de la economía norteamericana. Y algo similar puede estar ocurriendo (también hasta ahora) con el Euro y los países que han accedido a la moneda única. Después de los ataques especulativos contra las divisas nórdicas y, más tarde, el desarbolamiento del Sistema Monetario Europeo, con la salida de éste de la libra esterlina y la lira, le tocó el turno a México (1994). Michel Camdessus calificó la crisis financiera de este país, por su dimensión, como la primera crisis del siglo XXI, apuntando, ya por aquel entonces, la posibilidad de riesgos de crisis sistémicas en el futuro. Es decir, de posible colapso del sistema financiero mundial. En aquella ocasión fue preciso inyectar del orden de 40.000 millones de dólares para "cubrir" los desaguisados ocasionados por el "dinero caliente", y el llamado "efecto tequila" afectó a gran parte de las economías del cono sur. Los ciudadanos mexicanos se enfrentan hoy en día, atónitos, al problema del pago de los 10 billones de pesetas que costó reflotar el sistema bancario, mientras los principales responsables se encuentran a salvo de salpicaduras fuera del país.

El año pasado el ataque especulativo contra el bath tailandés inició un proceso que acabaría arrastrando al conjunto de los dragones asiáticos a una crisis profundísima. Hasta entonces, esta zona era puesta como ejemplo a seguir por el conjunto del planeta, por parte del FMI y el BM. En esta ocasión fue preciso aglutinar más de 120.000 millones de dólares para acudir al "socorro" de la región. Fue por eso por lo que el FMI ya lanzó la voz de alarma en 1997 en Hong Kong. El FMI se estaba quedando sin fondos y era preciso que los países miembros, especialmente los del Norte, habilitasen nuevos fondos para que pudiera cumplir la función de "bombero" del sistema financiero internacional. El "bombero" se estaba quedando sin agua, o más bien cabría afirmar, sin gasolina, pues estas inyecciones que suministra más que destinadas, según dice, a "salvar" la economía de esos países, están diseñadas para garantizar los intereses de la élite financiera internacional; al tiempo que precipitan a los países a los que se les aplica la amarga medicina del ajuste en una aguda recesión, y que apechugan con sus nefastas consecuencias no sólo la inmensa mayoría de los ciudadanos de esos países, sino también los contribuyentes del Norte. Son éstos, en última instancia, los que proporcionan pasivamente a las élites, la gasolina para que el FMI actúe de esta guisa.

La libertad de movimientos de capitales es una de las principales razones subyacentes a la profundidad de la crisis del sudeste asiático, y a su rápida expansión por toda la zona y al resto del mundo. A pesar de esta evidencia, el presidente del Comité Interino del FMI declaraba en abril de este año que "la globalización (y la libre circulación de capitales) debe seguir adelante a pesar de que aumenta la vulnerabilidad externa e interna de los sistemas financieros internacionales" (Pérez, 1998). De hecho se aprobaron, entonces, medidas para garantizar una aún mayor libertad al capital especulativo internacional. Pero esta defensa de los intereses financieros especulativos está afectando ya de lleno a la economía real, y ello a su vez incide en que se esté desinflando de forma acelerada la burbuja financiera especulativa mundial. El juego de la pirámide toca a su fin, se derrumba como un castillo de naipes ante el asombro de los que nunca pudieron imaginar que tan sólo era un espejismo, un ídolo con pies de barro.

Japón ya lo estaba experimentando en sus propias carnes desde principios de los noventa. El pinchazo de la burbuja especulativa inmobiliaria que se inició entonces, arrastró tras de sí al conjunto del sistema financiero y bursátil. Y en éstas llegó la crisis del sudeste asiático. La recesión profunda en la que se había precipitado la zona como resultado de las políticas de "salvamento" del FMI, ha provocado una aguda depresión en Japón, el principal exportador a dicha región, crisis a la que no se le ve fin a corto y medio plazo. Ello hace, a su vez, que el efecto telúrico que se inició en Tailandia en el verano del año pasado, se proyecte aún con más intensidad sobre el conjunto del planeta. Efecto que se ha visto amplificado como consecuencia de la agudización de la crisis rusa -espoleada por la caída del precio del petróleo, incentivada por la depresión asiática- y la consiguiente depreciación del rublo. Aquí, otra vez, vemos cómo actúan conjuntamente el FMI y la élite financiera mundial -en connivencia con las mafias locales-, estableciendo un camino impracticable para el tránsito al libre mercado en el Este.

Las bolsas occidentales, que habían experimentado un auge espectacular a lo largo de los últimos tiempos, y en especial en el último año, como resultado del refugio del capital especulativo en los mercados "seguros" de EE.UU. y la UE, no han resistido el miedo creado por el fantasma de los impagos internacionales (FMI) y han iniciado una caída libre a la que parece que no se le ve fin. A ello se añade el que el efecto contagio está contaminando a los países latinoamericanos (con el epicentro en Brasil), amenazando con precipitar al inmenso espacio al sur del Río Grande en una aguda depresión. El "dinero caliente" abandona a marchas forzadas los mercados latinoamericanos, y esta amplia zona que había cumplido con las recetas del FMI y el BM, de la noche a la mañana ve que los enormes esfuerzos acometidos (especialmente por los sectores más débiles) para iniciar otra vez la senda del crecimiento, no sirven absolutamente para nada y se encuentran al pairo de lo que dictaminen los mercados financieros internacionales.

Además, la especulación es favorecida por el crédito, porque se puede comprar sin pagar y vender sin tener, produciéndose una especie de creación de dinero ex nihilo -es decir, de la nada- por parte del sistema financiero. Como ha dicho el premio Nóbel Mauride Allais (1998) "La creación de dinero por los mecanismos de crédito es ciertamente el cáncer que corroe irremediablemente las economías de mercado de propiedad privada". Esto permite explicar la tremenda repercusión que han tenido los "accidentes financieros" creados por la repentina falta de liquidez de varios fondos de alto riesgo -o Hedge Funds- (como LTCM, Tiger...), que amenaza con crear crisis bancarias de proporciones desconocidas. Es el fantasma a escala planeraria de lo que ha ocurrido en Japón.

En el caso del fondo de alto riesgo LTCM -Long Term Capital Management-, donde se exigía un depósito mínimo para entrar de 10 millones de dólares (esto es, los partícipes eran exclusivamente grandes fortunas), con un capital de 4.000 millones de dólares se consiguieron créditos por valor de 200.000 millones de dólares, para realizar posteriormente operaciones por una cuantía de 1.300.000 millones de dólares (Kohr, 1998). Lo cual permitía multiplicar por más de 320 veces el capital inicial. El temor a las repercusiones del colapso de este fondo -que se ha visto obligado a hacer frente a obligaciones que no podía atender-, ha hecho que acudiera a su rescate hasta la propia Reserva Federal de EE.UU., lo que ha sido denunciado como el "capitalismo de amiguetes" -o crony capitalism-. El miedo generado por estas quiebras está provocando lo que se ha definido como contracción del crédito -credit crunch-, hecho que repercute asimismo en la economía real, agravando aún más la recesión.

De repente, pues, el "efecto riqueza" que habían experimentado las clases medias de EE.UU. y la UE., como resultado de la revalorización exuberante de las bolsas (Greenspan), se ha venido abajo. El "capitalismo popular" ha recibido probablemente un golpe de muerte y el crecimiento de estas zonas, y por ende del resto del mundo, amenaza con tocar a su fin, precipitando aún más el efecto deflacionario de los mercados financieros mundiales. Es decir, pinchando el globo de una riqueza ficticia. "Nunca he visto algo así", ha dicho Greenspan. Y es en esta coyuntura, cuando los centros del neoliberalismo internacional (FMI, Wall Street, The Economist...) se acuerdan de los tan denostados estados para intentar superar los "riesgos de desintegración del sistema capitalista mundial" (Soros, 1998).

Se le pide a Japón que inyecte sumas astronómicas de dinero público (100 billones de ptas.) para salvar sus bancos y relanzar su economía. Se demanda que los principales estados del Norte proporcionen nuevos fondos al FMI para que acuda en "ayuda" de los países latinoamericanos, seguramente los próximos en caer; Rodrigo Rato ya ha ofrecido rápidamente una cifra muy abultada (casi un billón de ptas) al FMI para "ayudar" a la zona, que en definitiva no es sino un apoyo (in)directo a los bancos y empresas españoles que han acudido a esa zona a hacer negocios "fabulosos", y cuya valoración y cuentas de resultados se ven ahora afectadas por la crisis. Y se reza para que China no devalúe el yuan, con el fin de no asistir a una nueva ronda de devaluaciones y a una profundización de la depresión en el área del Pacífico. Al tiempo que, por otro lado, se siguen dando vueltas de tuerca adicionales a los procesos de liberalización del comercio y de las inversiones a nivel mundial (Acuerdo Multilateral de Inversiones, nueva ronda de desregulación del comercio mundial e inversiones en la OMC, Nuevo Mercado Transatlántico). !Más madera!

Por otro lado, las políticas que impone el FMI para "solventar" la crisis del sudeste asiático, están favoreciendo de forma patente los intereses del gran capital productivo transnacional, que se está haciendo con la propiedad y el control de las empresas y grandes conglomerados industriales de la zona (entre ellos los famosos chaeboles coreanos). Lo mismo se podría decir en relación al sistema financiero de estos países, que está cayendo en manos de los grandes bancos europeos y especialmente americanos. Al igual que las recetas que desde el FMI, el gobierno de EE.UU. y Wall Street se le están exigiendo a Japón para sanear su sistema financiero, están destinadas a facilitar el desembarco de los grandes bancos y fondos de inversión norteamericanos dentro del mismo. Y una vez que éstos tomen el control de los bancos japoneses se lanzarán también al control de la industria (los keiretsus) del país del sol naciente. Recientemente han arreciado las denuncias de que el FMI actúa como una prolongación de los departamentos del Tesoro y del Comercio de EE.UU (Bhagwati, 1998). Una de las propuestas que está encima de la mesa para la reforma del FMI es, aparte de reforzar su estructura y fondos propios, una involucración del sector privado en las actividades del mismo. Esto es, la creación de un Consejo Asesor del Sector Privado ("Private Sector Advisory Council"), que podría ser entendido como una forma de que el capital financiero especulativo participe directamente controlando la actividad del FMI, saltando por encima de su presente estatus como organismo intergubernamental (Chossudovsky, 1998).

Todas estas medidas, junto con las bajadas de tipos de interés en EE.UU. (y quizás en la UE), se justifican en aras de paliar la presente crisis financiera global y relanzar el crecimiento mundial. Un crecimiento que cada vez genera menos empleo (asalariado), con carácter crecientemente precario; destruye más actividad económica tradicional (intensiva en factor trabajo); polariza la distribución de la riqueza y genera procesos de exclusión social en ascenso en el Norte y especialmente en el Sur y Este; y demanda una cantidad cada día mayor de recursos, generando impactos ecológicos en aumento. El crecimiento continuo es impracticable en un espacio finito como es la Biosfera, pero es que, además, este crecimiento está provocando un endeudamiento generalizado de la inmensa mayoría de la Humanidad, en beneficio de una minoría progresivamente exigua.

Si el "casino financiero" no es sostenible en el corto plazo, la economía real transnacionalizada no lo es en el medio y largo plazo. La potencia (virtual) de la globalización económica se va esfumando poco a poco. A muchos gobiernos les resulta muy difícil aplicar las recetas ortodoxas del FMI, por el rechazo social que suscitan, y sufren una erosión política sin precedentes al llevarlas a cabo, al tiempo que se dispara la ingobernabilidad social. Y en algunos casos (Rusia, Indonesia...) han caído gobiernos y hasta regímenes como consecuencia de ellas. Se ha pasado de "es la economía, imbécil", a "es la política, gilipollas". Nadie, en su sano juicio, piensa que esto puede continuar mucho tiempo. Es hora ya de que abramos una reflexión profunda acerca del oscuro futuro que se nos avecina, y de que intentemos coger las riendas de éste en nuestras manos.

Ramón Fernández Durán

(miembro de Ecologistas en Acción y del Movimiento
contra la Europa de Maastricht y la Globalización Económica)

 

Bibliografía

 

ALLAIS, Maurice: "La Crise Mondiale d'Aujourd'hui". En Le Figaro, 19-10-1998.

BHAGWATI, Jagdish: "El FMI Debe Pagar sus Errores en la Crisis". En EL PAIS, 11-10-1998.

KOHR, Martin: "El Casino Financiero". Cumbre Ciudadana contra el AMI. París, octubre 1998.

CHOSSUDOVSKY, Michel: "Guerras Financieras". En Viento Sur. En prensa.

PEREZ, Manel: "La Nueva Arquitectura Financiera Internacional".En EL PAIS, 18-4-1998.

SOROS, George: "Intervención ante el Comité de Banca y Servicios Financieros". Cámara de Representantes. Washington, 1998.


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