Un modelo insostenible de ciudad.
Este NPG refleja en todos sus apartados una gran
contradicción entre su declaración de intenciones y las propuestas
concretas. De este modo podemos llegar a leer en su documento sobre criterios
y objetivos la siguiente afirmación:"La Política medioambiental
se ha convertido en una de las más necesarias estrategias urbanas
en la época actual en la que la creciente concienciación
a este respecto lleva a los Gobiernos a poner en entredicho las bases del
modelo económico internacional".
Unas líneas más adelante se observa
cómo esta idea dista mucho de ponerse en práctica e incorporarse
al planeamiento y se dice con claridad:"La intervención cotidiana
en la ciudad, pública o privada, se caracteriza por la primacía
de actitudes sectoriales, impuesta por la urgencia de los problemas a resolver
o la rentabilidad económica o política a corto plazo".
En este sentido el Plan tiene como objetivo casi
exclusivo "agotar" el suelo del término municipal de Madrid; agotar
sin motivo un bien "finito" como es el territorio (para especular, claro
está) demuestra la incapacidad de aplicar un concepto de desarrollo
sostenible que no suponga el consumo indiscriminado de recursos no renovables.
Se intenta por lo tanto con este Plan construir
una ciudad donde todo esté urbanizado. En este sentido no debemos
olvidar la interrelación que existe entre los objetivos del NPG
y los de otros instrumentos de planeamiento a otras escalas; estamos refiríéndonos
al Plan Director de Infraestructuras diseñado por el Ministro
de Obras Públicas José Borrell en 1993, o el Plan Regional
de la Comunidad de Madrid, todos ellos orquestados acompasadamente por
las estrategias que se dictan desde el Libro Blanco de Delors para conseguir
los objetivos de convergencia, y a su vez con la batuta imprescindible
de los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco
Mundial, Organización para la Cooperación y el Desarrollo
en Europa y Organización Mundial del Comercio), guiados todos ellos
por las necesidades del gran capital internacional, para los que el Estado
español no deja de ser una delegación más en la inmensidad
del planeta.
Este capital internacional demanda de los países
objetivo de ubicación, no recursos naturales para explotar sino
otra serie de componentes entre los que se encuentran:- mano de obra concienciada
con el cumplimiento de los índices de convergencia: sumisa y obediente.-
suelo para ubicar delegaciones sin necesidad de una relación a largo
plazo, para lo cual el suelo deberá ser lo más barato posible
(por lo tanto la oferta de este suelo deberá estar alejada de los
núcleos centrales de las ciudades y devora territorio)- suelo barato,
pero eso sí dotado de accesibilidad de transporte de alta velocidad,
es decir, cercano a las grandes infraestructuras de gran capacidad (nudos
de autopista o autovía) y bien comunicado con grandes puertos o
aeropuertos. Parece que el modelo territorial que se nos impone vislumbra
un modelo económico que es el que realmente determina la concepción
del Nuevo Plan General. Una idea que se expresa continuamente en el NPG
es la de la "competitividad" de la ciudad, es decir la necesidad de estar
preparada para que esos capitales internacionales que pululan en la globalidad
del planeta vean recursos suficientemente atractivos en la ciudad de Madrid
como para poder ubicarse en su espacio urbano. La desesperación
de la Administración debe ser inmensa cuando desde el aparato burocrático
europeo se califica a la ciudad de Madrid como la menos dotada de infraestructuras,
la que padece mayor congestión viaria o la que más sucia
está; porque lo que ocurre es que a pesar de los esfuerzos no dejamos
de ser más que una ciudad de segunda categoría, poco interesante
para los capitales financieros internacionales.
Por lo tanto este Plan no consigue su objetivo,
y tampoco consigue contentar a l@s propi@s ciudadan@s madrileñ@s
que padecen los resultados negativos de este modelo de ciudad. Este sistema
territorial se basa en dos pilares fundamentales: por un lado en una red
sobredimensionada de infraestructuras de transporte de gran capacidad y
por otro en una política de vivienda apoyada en recalificaciones
masivas de suelo, aspectos ambos que desarrollaremos a continuación.La
propuesta de transporte del NPG hace a la ciudad más insostenible.
La política de tranportes para el futuro
se basa casi exclusivamente en el fomento del vehículo privado a
través de la construcción de más infraestructuras
para el automóvil.
Se generaliza sobre la ampliación de la red
de Metro, sin hacer estudios pormenorizados sobre la demanda real en cada
una de las situaciones; de tal forma que en algunos casos la necesidad
de sobredimensionar la red (1) es una forma encubierta de volver a dar
valor a partes del territorio que no estaban dotados de transporte, mientras
otras áreas ya consolidadas carecen de una dotación suficientemente
accesible. En la línea de seguir fomentando el transporte en vehículo
privado se diseñan aparcamientos "disuasorios" en destino (que curiosamente
se encuentran localizados en el interior de la M-30), de escasa y dudosa
utilidad, ya que los ciudadanos de la periferia que se trasladan a la capital
en automóvil es bien probable que decidan llevarlo directamente
a su lugar de destino. Y por último hay una falta de sensibilidad
total y absoluta a los modos de desplazamiento no motorizados, el andar
o utilizar la bicicleta para nuestros desplazamientos cotidianos son las
formas más ecológicas de trasladarnos, pero a las que el
Ayuntamiento de Madrid no presta ninguna atención.
Un Plan para que todo siga peor.
Es curioso que para justificar la propuesta del NPG,
se realiza un análisis de la evolución de la población
madrileña para el siglo XXI, en la que se espera equilibrar los
efectivos demográficos. Se dice que se necesitarán entre
1993 y el año 2000 más de 150000 viviendas nuevas como consecuencia
de los nuevos emparejamientos, de tal forma que se propone realizar 20000
viviendas al año durante estos 7 años. Este planteamiento
es de ciencia ficción. Recordemos que durante los pasados años
del "boom inmobiliario" en la ciudad de Madrid no se superó el ritmo
de 5000 viviendas al año, y ahora se pretende incrementar el número
de viviendas, en un momento de crisis económica y con un nivel de
precariedad laboral entre los jóvenes desconocido en otros momentos,
a lo que habría que añadir el descenso demográfico
que experimenta, ya no solo el Ayuntamiento madrileño, sino el conjunto
de la Comunidad Autónoma.
Nos preguntamos, ¿de dónde saldrán
los futuros compradores de esas potenciales viviendas nuevas? ¿es
que una expedición marciana nos sacará de este callejón
sin salida, o serán las hordas de los "cachorros del PP" las que
se reproducirán sin límite para dar solución al problema?
Mientras tanto, los colectivos verdaderamente necesitados
de vivienda siguen sin solucionar su problema; no se hacen propuestas que
potencien el uso residencial del patrimonio existente (más de 150000
viviendas vacías en el Municipio de Madrid), que daría una
solución real en muchas ocasiones a los problemas de alojamiento.
De cumplirse las previsiones de crecimiento en lo
referente a transporte y vivienda para el Madrid del siglo XXI, nuestra
ciudad se convertirá en un claro foco de insostenibilidad. Este
es un modelo energéticamente despilfarrador y consumidor del escaso
espacio libre del municipio. Pilar Vega (Comisión de Urbanismo de
Aedenat, Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza)
Notas: 1) Hay que tener en cuenta que un kilómetro de
Metro cuesta más de 4000 millones de pesetas y que su impacto ambiental
es muy significativo. En este despilfarro económico las constructoras
encuentran una buena fuente de ingresos.