texto publicado en el número 1 de la revista Contra (el) Poder en invierno del 97
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OKUPACIONES, CENTROS SOCIALES, NUEVO CÓDIGO PENAL

Caleidoscopio del momento actual del movimiento

    Contraelpoder se gestó en medio de la tormenta que provocó en Madrid el desalojo del Centro Social "La Guindalera". Los importantes cambios que se están produciendo en torno a la práctica desobediente de las okupaciones han provocado, entre otras muchas cosas, que alguno de los artículos que teníamos preparados sobre el tema hayan quedado desfasados. Hemos tratado de buscar nuevos escritos que pudieran servir de momentos de reflexión desde el interior del movimiento, pero la coyuntura actual de tanta represión y al mismo tiempo de tanta potencia creativa del mismo, es inaprensible en un solo artículo, en un único análisis.
    Precisamente es esta multiplicidad de análisis y discursos del movimiento, la radical heterogeneidad que se ha instaurado, lo que hemos tratado de reflejar en estas páginas, en las que reproducimos fragmentos de textos y panfletos, fragmentarias ideas recogidas aquí y allá en las revueltas aguas de Centros Sociales, casas okupadas, asambleas, etc... Todos estos escritos, salvo el último, aparecieron en su momento sin firma, y sin firma los reproducimos.

1) " Y diferentes son los caminos y estrategias que desde los diversos poderes se han lanzado contra los okupas. La primera y más vieja ha sido la estigmatización. La palabra okupa es en sí un estigma lanzado por la prensa, una palabra equívoca que trata de separarnos, de excluirnos de la ciudadanía "normal" y normalizada, del pueblo. A la palabra okupa se le atribuyen todo un repertorio de imágenes y conductas perniciosas: punkis, drogadictos, vagos (nos acusan de vagos los que nos someten al terrorismo estructural del paro), sucios (guarros nos llaman los nazis), ácratas, violentos y últimamente hasta satánicos nos califican los peperros, perdón los peperos. Durante años los okupas eran una tribu más, cuyo control se concedió a la Brigada de Tribus Urbanas. Separados del entramado social, convertida nuestra propuesta en una mera pose juvenil, en manifestación degradada de marginalidad urbana, el peligro okupa quedaba conjurado y no había nada que temer... El anterior Gobierno nos dejó su bomba de relojería, consensuada por todas las fuerzas parlamentarias (incluída IU): la reforma del Código Penal. Hasta ahora los okupas estábamos en la contradictoria línea que separa la legalidad del delito. La usurpación temporal del uso de edificios abandonados no era un delito. Digamos que éramos sólo alegales. Ahora nos han colocado en el borrascoso territorio del delito. Somos pues delincuentes, otro estigma, otro intento de cancelar nuestra rebeldía y nuestra existencia misma".

2) "... casi espontáneamente hemos sabido convertir la experiencia de derrota en algo constructivo y positivo. Dos días después de salir de las celdas del neoliberalismo podemos decir que la experiencia que hemos vivido ha sido radicalmente enriquecedora: en las celdas, en sus apestosas comisarías, hemos resistido, hemos discutido, nos hemos unido gente de muchos barrios, de distintas edades, ideologías, y nos hemos conocido, y nos hemos querido con ternura revolucionaria, nos hemos querido más cuanto más odiábamos a los vasallos que pretendían humillarnos, más cuanto más odiábamos un orden que necesita vasallos...
    Pero estamos en la calle y es necesario que transmitamos la experiencia de unidad que hemos sabido construir en las celdas... estamos divididos, peleados, fracturados entre "viejos" y "jóvenes", entre barrios, entre "autónomos organizados" y no organizados, entre comunistas y anarquistas, entre pacifistas pacíficos y pacifistas no pacíficos (todas/os queremos que nos dejen en paz, sólo diferimos en los medios para alcanzarla), entre hombres y mujeres..., no hay duda de que somos muy diferentes, pero eso al poder no le importa, estos días hemos visto como se llevan por igual a un hippie que a un punki, a una pacifista que a otra que no lo es tanto... Estamos seguras de que nuestra división le interesa mucho al Estado y a la policía".

3) "La implantación de un nuevo Código Penal que considera delito la okupación y algunos momentos de represión brutal han afectado tanto como el propio deseo de tener experiencias más abiertas para tener que plantearnos de nuevo la forma en la que se pueden llevar adelante las okupaciones: parece cada vez más difícil el proceso en el que un pequeño grupo abría y ponía a disposición de lo social los espacios vacíos y que por tanto es más pertinente que nunca la implicación inicial de esas iniciativas sociales que consideran una experiencia de interés la autogestión de espacios urbanos. Se trata ahora de no condicionar con identidades prefiguradas lo que esto puede ser: de dar margen al acontecimiento, al imprevisto...
    Pongamos que estamos en medio de un proceso que no quiere terminar y que para eso cualquier definición debe quedarse escasa, cualquier lenguaje insuficiente. Pongamos que se trata también de inventar un nuevo lenguaje que no sabemos hasta qué punto constará también de palabras antiguas, de modos de organización tradicionales, de formas de vida convencionales, de categorías sexuales de siempre. Hágase ese lenguaje como una cooperación antagonista, créese con palabras de otr@s, no se anticipe su final... Del acoso, de la especulación, del horror, del dominio, del capital, de la metrópoli mercantil y dolorosa... hablaremos también: otros días. Ahora hablamos de nosotr@s: de desobediencia, de insumisión, de recuperar el tiempo de vida, de libertad, de autonomía, de cooperación, de creatividad. Las okupaciones viven mucho antes que en sus desalojos".

4) "En los Centros Sociales okupados se encuentran las periferias del vivir insumiso. En ellos tratamos de crear espacios donde nada está previamente definido, demostrar que hay posibilidad de romper con las formas dominantes de la metrópoli capitalista; dentro o fuera de la ciudad, en okupas urbanas o rurales, constituir espacios de libertad, autogestión, investigación, reapropiarnos de nuestra capacidad de producción social y material. En ellos producimos otra subjetividad, otras formas de individualidad, capaces de sostenerse sobre la cooperación y que se manifiestan en otro tipo de relaciones sociales y personales, respetuosas y conscientes de sus diferencias. Una política diabólica que tratan de arrojar a los márgenes del sistema: unos márgenes no siempre vividos como algo dramático, sino como un espacio de autodeterminación y autogestión, donde el consumo no es el elemento central, espacios donde estar sin consumir, espacios de encuentro y de lucha, donde la comunicación tiene otras formas que la oral y la escrita, espacios de intercambio y de trueque, donde el dinero pierde el monopolio del valor y del cambio".

5) "Quizá ahora el primer objetivo del movimiento es seguir construyendo, pero no se debe olvidar que existe un tipo de acuerdo tácito entre el poder y nosotr@s: "espacios a cambio de paz social". La ofensiva que se inició con el David Castilla, Lavapiéx y que culminó en La Guindalera, se ha frenado porque ha generado unas contradicciones que nos han alimentado, que han expandido nuestra influencia social, pero sobre los que planean los desalojos,  pesa una amenaza del movimiento, simbólica pero no sólo: l@s okupas somos "buen@s" en nuestras casas y Centros Sociales, pero muy "mal@s" cuando nos echan de ellas. Y si lo realmente importante de nuestro movimiento es la creatividad que desplegamos en los espacios arrebatados temporalmente a la lógica del mercado, no hay que desdeñar el hecho de que estos espacios existen y perduran gracias a esa otra cara oscura, condena da y estigmatizada de nuestra lucha: la capacidad de conflicto y de violencia simbólica que espontáneamente somos capaces de desplegar, como personas, imperfectas donde las haya, que sienten RABIA".

6) "No hay okupas buenos y malos, hay buenos y malos momentos".

7) "Mucha gente nos pide definiciones ¿sois ácratas, o marxistas? ¿sois pacifistas? ¿cómo os organizáis?... todas estas preguntas se plantean desde unos esquemas preconcebidos de lo que es "hacer política", de lo que es la militancia, unos esquemas que es lo primero que rechazamos. Una de las pocas cosas en que estamos de acuerdo casi todos/as es en el rechazo a cualquier mediación institucional de nuestra lucha, de ahí que nos separemos conscientemente de cualquier partido y/o sindicato. Una separación externa (respecto de las organizaciones de la vieja izquierda) e interna.  En el sentido de que procuramos no repetir la estructura partidaria y jerárquica en el seno de nuestras organizaciones. Hay una patología social inherente al poder que sólo puede ser controlada por medio de la profundización de la democracia (con minúscula) y la descentralización. Por eso nos organizamos en asambleas, en las que se procura no votar y romper la diabólica dinámica que aplasta a las minorías (y que divide a los grupos) mediante la toma de decisión por consenso. El trabajo de llegar al consenso es duro, largo, imperfecto, por eso nuestras asambleas son largas y poco operativas, por eso nuestro movimiento no propone programas salvadores ni recetas mágicas, pero nuestras asambleas son auténticas escuelas de democracia de base, de responsabilidad y de comunismo, nuestras asambleas son fragmentarios experimentos sociales o microsociales, experimentos utópicos en su proyección hacia el futuro, pero cargados de presente..., una vivencia que no nos puede arrebatar ningún juez, ningún código penal y es que ¡hasta en comisaría hacemos asambleas!.
    Tampoco sirven los esquemas de militancia tradicionales para entender la "militancia okupa". La militancia no es, no puede ser sinónimo de sacrificio, de aplazamiento del deseo para un futuro inconcreto, no puede ser disciplina limitante, no se puede caer en la esquizofrenia de la separación de lo público y lo privado... El militante clandestino de una organización armada comparte con el dulce funcionario de un partido socialista una concepción de la política y la militancia como trabajo, como sufrimiento..., nosotras/os ya sufrimos suficiente en el paro, la escuela y la empresa de trabajo temporal como para ponernos a sufrir también en la militancia. La política no es sinónimo de sacrificio más que cuando hablamos de política capitalista, para nosotras/os la política, nuestra política, es el ancho espacio donde se despliegan nuestros deseos, nuestros amores, amistades, donde encontramos oídos que nos oyen y bocas que nos hablan de igual a igual. No nos creemos que se pueda separar lo público y lo privado, lo político y lo personal, lo íntimo de lo social, todo está interrelacionado, nuestra propia existencia es producto de esta interrelación..., y llegamos a considerar que todo es político: la sexualidad, el derecho, las drogas, la comunicación, la enfermedad, la cultura... Así que más que apolíticos somos superpolíticos, lo que ocurre es que no nos creemos que la política se reduzca a la estrechez de votar cada cuatro años, y estamos explorando poco a poco las múltiples dimensiones que tiene la palabra POLITICA en cuanto a construcción de la Polis, del espacio público, de lo comunitario, de la esperanza..."

8) "Si como los zapatistas queremos un mundo donde quepan muchos mundos, es lógico que en el "mundo okupa" quepan muchos mundos, muchas personas, muchos deseos, muchas frustraciones, muchos proyectos políticos..."

9) "Las tomas de conciencia ecológicas, feministas, antirracistas, etc, han de alcanzar los modos de producción de la subjetividad, es decir de conocimiento, de cultura, de sensibilidad y de sociabilidad. La ecología social deberá trabajar en la reconstrucción de las relaciones humanas a todos los niveles del socius, sin perder de vista que el poder capitalista se ha deslocalizado, desterritorializado, en extensión al extender su dominio de la vida social, económica y cultural del planeta, y en intensidad al infiltrarse en el seno de los estratos subjetivos más inconscientes. Por lo que no sólo hay que enfrentarse a ese poder en lo político o sindical, sino que hay que luchar en los dominios de la ecología mental: la vida cotidiana, individual, doméstica, conyugal, de vecindad, de creación y de ética personal... La subjetividad capitalista busca evitar o controlar la individualidad. De este modo se esfuerza en gestionar el mundo de la infancia, del amor, del arte, así como todo lo que es del orden de la angustia, de la locura, del dolor, de la muerte, del sentimiento de estar perdido. A partir de estos elementos existenciales el Capitalismo Mundial Integrado constituye sus agregados subjetivos masivos, aferrados a la raza, a la nación, al cuerpo profesional, a la competición deportiva, a la virilidad dominante...
    Las nuevas prácticas ecológicas se articularán en estos frentes imbricados y heterogéneos, logrando hacer procesualmente activas singularidades aisladas, rechazadas, que giran sobre sí mismas. Se organizarán nuevas prácticas micropolíticas y microsociales, nuevas solidaridades, un nuevo bienestar conjuntamente con nuevas prácticas analíticas de las formaciones del inconsciente. No se debe homogeneizar luchas a gran escala, con las praxis ecológicas y las micropolíticas del deseo, antes bien conviene entrar en procesos de heterogénesis, hay que dejar que las culturas particulares se desarrollen, inventando otros contratos de ciudadanía".                 "Las tres ecologías". Felix Guattari.

10) Declaraciones del Delegado del Gobierno en Madrid a "El País", en entrevista del 18/5/97.
"Pregunta: ¿Volvería a permitir que se repitieran desalojos como el del Ayuntamiento de Aranjuez o el de la casa okupada de la Guindalera (150 detenidos)?
Respuesta: Sí. En ambos casos la actuación policial fue proporcionada. Pero lo que es una realidad es que La Guindalera ha tenido un eco favorable, y el otro, desfavorable. Algunas veces no se sabe explicar los hechos y sólo queda la primera impresión.
P: ¿Teme que se radicalice el movimiento okupa?
R: No lo temo porque creo sinceramente que el movimiento okupa es consciente de que puede estar siendo utilizado.
P: ¿Por quién?R: Por otros movimientos que en la sociedad madrileña serían impresentables como tales y que por tanto tienden a camuflarse en un movimiento que tiene una cierta aceptación.
P: ¿Abertzales?
R: Movimientos extremistas que en otros lugares pueden tener una cierta receptividad".
 

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