Conciertos      
  • IV GarabeRock
  • 4 de agosto de 2007
  • Luey, Cantabria
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Ir de festivales mola. Ir a pequeños pueblos perdidos donde la vista se te pierde entre prados montañas también. Por otro lado, el negocio de la música apesta y ver en todos lados la misma mierda con apellido “Rock” es, como poco, cansino.
Suerte que uno se encuentra festivales como el GarabeRock. Tras un año de parón, volvía la gente del pequeñísimo pueblo cántabro de Luey a currarse este festival autogestionado. En esta edición, cobrando una entrada ridícula (5€) por ver a seis grupazos de punk y hardcore, algunos de ellos con muchísimo tirón como es el caso de Los Muertos de Cristo.


El caso es que por el recinto de conciertos que se “estrenó” este año (un prado vallado y acondicionado para la ocasión) pasó buena cantidad de gente, pero sin agobios, en un ambiente más parecido al de un concierto en un centro okupado o similar que al típico de los festivales veraniegos. Pero, dando toda una lección, mostrando que no hace falta renunciar a un buen sonido e iluminación ni irse de petenaras con los horarios, que se cumplieron dejando tocar a los grupos hasta el hastío.


De la difícil tarea de abrir fuego cuando aún pega el sol se encargaron los grupos locales Astakazos y M-13, a los que me quedé sin ver enteros... ya sabéis, a veces la pereza cuando se está de risas en el césped y encontrándose amigos y conocidos de otras ocasiones puede.


Así pues, el primer grupo que ví tocar fue a los asturianos Escuela de Odio, mientras el público comenzaba una absurdamente cómica y ridícula competición de banderas en las primeras filas (lo que no quita que siempre dé subidón ver una bonita A circulada ondeando al viento...y esto lo dice uno que todo el festi llevó en la cintura una bandera cántabra del lábaro). Sonidazo contundente, e increíble la forma de enganchar y hacer moverse al público... porque sólo me sabía dos temas (destacando con la que cierran, la brutal “Asturies arde”) y aun así me pareció un conciertazo.


Tras el espectáculo de fuego llegó la hora para las estrellas de la noche, Los Muertos de Cristo, que volvían en su gira de despedida al Garaberrock donde ya triunfaron hace unos años. La gente como loca, muchos rozando el más patético groupismo, subiéndose a la valla, al escenario y tal para demostrar que son más anarquistas que nadie imagino que sería. Dieron un concierto larguísimo dando un muy buen repaso a toda su discografía, con clásicos como “Ni Dios ni amo”, “Lágrimas de sangre” o “Cualquier noche puede salir el sol” y temas más actuales de los dos volúmenes de “Rapsodia libertaria” como la genial versión de Iggy Pop “El pasajero”, “Los gritos del silencio” o “Dios salve al rey”. Por supuesto, no faltaron los disfraces (de milicianos y de novia) y las muecas, la cría del cantante interpretando “Para Elisa” y los discursos, claro.


Después, con bastante menos gente, tocó el turno a los madrileños Bajo Klero dándole caña al punk-Oi! y con alguna versioncilla para rematar la faena, como la de “Victoria” de Parabellum.


Y con la siempre difícil papeleta de cerrar la noche, los leoneses Hachazo. Comentar que en principio la organización no tenía la idea de que fueran ellos los que acabasen la cuarta edición del GarabeRock, pero hay grupos a los que les mola eso de torear al resto. Pero para mí fue una gran noticia que cerrasen ellos. Las fuerzas empezaban a flaquear y ellos me las sacaron de donde hizo falta. Abriendo con una versión más trallera del tema acústico que viene como bonus track en su último trabajo, repasando ese “Ladran luego cabalgamos” casi entero, rompiendo cuerdas de guitarras a cada rato, haciendo el indio e invitándonos a hacerlo a los demás con decenas de botes de espuma... y sobre todo, acordándose de esta nuestra revista STRASSE en la dedicatoria de la canción “Construyendo el odio” (junto al portal de contrainfo Alasbarricadas.org, en pleno conflicto con la SGAE y su jefecillo Ramoncín). Una chorradilla pero que siempre hace ilusión.
En resumen, un gran pequeño festival al que, por poner pegas a cosas que no dependen directamente de su organización, la faltaba algo de implicación por parte de los escasos hosteleros de la zona. Como puede ser que no vendieran bocatas calientes por la tarde ni, sobre todo, hielo en ningún sitio cercano... ¡las caminatas bajo el sol que llegó a pegarse la gente! ¡Qué poca visión comercial! Por lo demás, organización, sonido, ambiente, zona y grupos, de 10. Vivan los festivales rurales y viva la autogestión.

SANTI