SOLIDARIDAD


PUNTO DE ACUERDO SOBRE EL KURDISTÁN
Los Grupos Parlamentarios del Partido Revolucionario Institucional, del Partido de Acción Nacional, del Partido de la Revolución Democrática y del Partido del Trabajo de la LVI Legislatura de la H. Cámara de Diputados
Tomando en cuenta la dimensión internacional que ha cobrado la Cuestión Kurda, particularmente en el Parlamento Europeo, la Organización de Seguridad y Cooperación Europea y el Consejo de Europa, en relación a la búsqueda de una solución política negociada al conflicto que desde hace 12 años afecta a los 15 millones de kurdos de Turquía y que ha cobrado más de 30.000 vidas.
Consternados por la cancelación de la inmunidad parlamentaria de los diputados LEYLA ZANA, ORGHAN DOGAN, SELIM SADDAK y HATIP DICLE, del Partido de la Democracia (DEP), sentenciados a 15 años de prisión por haberse dirigido al parlamento en su propio idioma, planteando la fraternidad turco-kurda y la necesidad de encontrar una solución pacífica a la Cuestión Kurda.
Nos unimos a las voces solidarias que en el mundo claman por una solución política en el Kurdistán, por el respeto de los Derechos Humanos y a la autodeterminación del pueblo kurdo.
Nos adherimos a las iniciativas del Parlamento Europeo que demandan la libertad para los parlamentarios del DEP, LEYLA ZANA, ORGHAN DOGAN, SELIM SADDAK y HATIP DICLE y los integrantes del HADEP.

AYUDEMOS A LIBERAR A LEYLA ZANA
Tengo una amiga en la cárcel. Su nombre es LEYLA ZANA. Es kurda y es miembro del Parlamento Turco. Le usurparon su fuero constitucional el 3 de marzo de 1994. Para protestar por este hecho se encerró en el edificio parlamentario. La policía vigiló las salidas. Fue arrestada el 5 de marzo y enfrenta la pena de muerte.
Conocí a Leyla en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, el 10 de mayo de 1993. Decidida, afable e inteligente, Leyla es la primera mujer kurda miembro del Parlamento en la historia de la República Turca. Vino por primera vez a los Estados Unidos para entrevistarse con funcionarios del Departamento de Estado y conocer un poco el país. Durante su estancia, me convertí en su guía y entablamos una gran amistad.
La primera vez que la vi fue a finales de 1991 en Diyarbakir, una ciudad kurda en el sudeste de Turquía. Lanzaba una campaña por los derechos kurdos. Le oí decir: "Trabajaré para levantar la prohibición del idioma kurdo, para abolir la proscripción del trabajo cultural kurdo, para recobrar los nombres kurdos originales de nuestros pueblos y ciudades. Trabajaré para ver levantada la Ley de Emergencia en las ciudades kurdas y la práctica de tener dos tipos de leyes en un país: una para los turcos que viven en el lado oeste, y otra para los kurdos del sudeste".
Turquía, el último remanente del Imperio Otomano que duró 600 años, afirma ante el mundo ser un crisol de culturas. Estambul, sede del antiguo imperio, atrajo todo tipo de nacionalidades. Todavía hoy, un habitante de la ciudad puede identificar a sus vecinos judíos, griegos, armenios, árabes y rusos. Los funcionarios turcos, orgullosos de la diversidad de su ciudad, claman -me temo que equivocadamente- que la diversidad de Estambul prevalece en todo el país. Pero si se toma un autobús hacia el sudeste, o se va a la biblioteca de la Universidad de Estambul y se busca en los mapas otomanos previos a la república, se encontrará que en la zona donde se encuentra hoy la insurgencia kurda, existe una referencia a una provincia llamada KURDISTÁN. El mismo mapa hace referencia a las provincias de Siria y Bulgaria, entre otras. En la actualidad los turcos aceptan el nacimiento de sus otrora provincias y las reconocen como estados nacionales independientes. Para la generación de kurdos a la que pertenezco, ha sido un reto convencer a los turcos por la vía de la analogía, de que si los kurdos quieren la separación, la debieran tener, ya que Siria y Bulgaria optaron por ella y la obtuvieron. Ellos insisten en que no es lo mismo. Nosotros insistimos en que no hay diferencia.
El nacimiento de las naciones por lo general es seguido por cataclismos. Exhausta de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra permitió a la India asumir las riendas de su destino. Los mismos otomanos se liberaron al término de la Primera Guerra Mundial. Para ese entonces, los kurdos no pudieron materializar sus aspiraciones. Antes de la Primera Guerra Mundial, algunos kurdos ya vivían en Irán y, la mayor parte, bajo la dominación otomana. Después de la guerra, además del dominio persa y turco se sumaron otros: el sirio y el iraquí. Ante la caída del Imperio Otomano, una parte de la población kurda se asentó en las montañas, alejada del mundo externo. Allí, los kurdos eran relativamente libres, podían hablar su idioma, ejercer sus derechos culturales y, como en los mapas del imperio, tenían una provincia a la que podían llamar por su nombre: KURDISTÁN.
Todo esto se acabó cuando Ataturk, fundador de Turquía, declaró en Ankara la instauración de la República Turca. Todas las referencias a los kurdos y a KURDISTÁN desaparecieron de los discursos oficiales. Después, se prohibió la realización de las actividades culturales kurdas. Más tarde vino la prohibición de la lengua kurda, que evidentemente no tiene lugar en la prensa. Uno de los periódicos de mayor circulación, el "Hurriyet", todavía tiene como consigna el lema chovinista: "Turquía pertenece a los turcos".
Esta situación prevaleció hasta 1984. El 15 de agosto de ese año, un grupo de kurdos armados con AK-47 atacó dos puestos del ejército turco en Eruh y Semdinili en pleno corazón de Kurdistán. El operativo tuvo por objeto negociar un acuerdo con los dirigentes turcos en Ankara.
Leyla Zana se casó con MEHDI ZANA, el reconocido nacionalista kurdo, Alcalde de Diyarbakir. El 12 de septiembre de 1980 se llevó a cabo un golpe militar en Turquía en el que su esposo fue arrestado. Leyla contaba entonces con sólo 19 años, ya tenía un hijo de 5 años, Ronay, y esperaba a su hija Ruken. Los 11 años siguientes, Mehdi estuvo en prisión. Primero en la militar de Diyarbakir, y después en otras cárceles del país. Leyla viajaba muchas veces al años durante varias semanas, dependiendo de dónde se encontrara su esposo. Ésta era la única vida que podía ofrecer a sus hijos. Alguna vez me dijo: "Éstos fueron los años más difíciles. Como no podía pagar las tarifas aéreas, acompañada de mis libros, viajaba en autobús hasta 24 horas con mis hijos para poder ver a su padre. Había veces que no sabía cómo había llegado a terminar el día, y no sabía cómo iba a hacer para llegar al final del siguiente. Pero sobreviví y vencí".
Leyla es una prisionera política. Al momento de escribir estas páginas, hace 4 meses que está en la cárcel y todavía no ha visto a ningún jurado. En la prensa turca se dice que, entre otras cosas, se le acusará por un viaje de carácter político que hizo a los Estados Unidos. A su esposo le dictaron dos años y medio de sentencia por haber hablado ante el Parlamento Europeo.
Turquía dice ser un país democrático, pero persigue a sus parlamentarios por el hecho de hacer uso de su Libertad de Expresión. Ninguno de los cinco parlamentarios encarcelados ha cometido ningún acto de violencia. Todos estaban abocados a realizar un diálogo político para transformar las leyes, con el objeto de beneficiar a la población kurda. El 17 de junio de 1984, los tribunales turcos cancelaron el registro del Partido de la Democracia, abonando el camino para el arresto de los 11 parlamentarios kurdos. Seis de ellos son exiliados políticos en Europa. Los otros cinco esperan ser arrestados.
Los kurdos que deseen seguir siendo kurdos en Turquía tienen tres opciones: emigrar hacia las ciudades y luego hacia la zona protegida en el Norte de Irak; convertirse en colaboradores del estado, como los 40.000 kurdos que según los oficiales turcos tienen "comprados" como milicias militares; y la última: enrolarse como combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, para perpetuar el nombre de los kurdos y salvaguardar su patria: KURDISTÁN.
En el sudeste prevalece un estado de guerra. El comercio se ha paralizado, las inversiones son inexistentes, el lenguaje que se habla es el de la guerra entre turcos y kurdos. Leyla quería encontrar una solución democrática a la Cuestión Kurda. Me contó que la primera vez que creyó en la eficiencia del cambio democrático fue cuando organizó a las viudas de los presos políticos kurdos, cuando al sentarse al café, obligaron a los hombres kurdos que allí se encontraban a discutir sobre la opresión turca que se había acrecentado más que antes. "Estaban tan apenados por nuestra participación que nos siguieron hasta la puerta de la prisión para hacer uso de nuestro derecho de visita. Temerosas de un mayor alboroto, las autoridades nos dejaron pasar". Ese día fue decisivo en su vida. Había aprendido cómo organizar al pueblo kurdo. Por ello, las autoridades turcas piensan que Leyla es muy peligrosa y pretenden mantenerla encarcelada. Su encarcelamiento no es más que la punta del "iceberg". El problema mayor es la crisis de la democracia, que parece tener hondas raíces en el país.
Si se quiere que Turquía sea un aliado de Occidente, debe ser un aliado en paz consigo mismo, dinámico y próspero en la región. Por ello, se debe alentar el reconocimiento del Kurdistán, respetando las demandas y aspiraciones de su pueblo. Éste debe ser el reto de los defensores de la democracia.
La intolerancia a la disención llevó a Irán a convertirse en un estado paria. Irak tomó un camino distinto para llegar al mismo punto.
Quienes padecemos el temor turco a la diversidad, y su rechazo a darle a los kurdos el lugar que les corresponde, terminaremos diciendo "Yankees váyanse a casa", si no se encuentra una solución política negociada al conflicto.

AYUDEMOS A LIBERAR A LEYLA ZANA ¡AHORA!
ENVIÉMOSLE CARTAS DE APOYO
ESCRIBE A TUS REPRESENTANTES PARA SOLICITAR QUE ELEVEN SUS VOCES ANTE LOS REPRESENTATES TURCOS PARA PLANTEAR LA LIBERACIÓN DE LEYLA ZANA.
ESCRIBE A LEYLA A: ANKARA KAPALI CEZAEVI ANKARA, TURKEY
SU HIJA RUKEN, DE TRECE AÑOS, QUE AHORA VIVE EN ESTADOS UNIDOS, SE ALEGRARÁ Y TE LO AGRADECERÁ.
EL EDITOR.

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U.S.A.