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PRISIÓN POLÍTICA UNA APROXIMACIÓN REFLEXIVA.

 

Quisiéramos que el lector nos acompañe por un breve recorrido a través de una realidad en la que nos encontramos inmersos y que es, a la vez, fruto y parte constitutiva del Movimiento Popular Chileno, nos referimos a la Prisión Política.

La lucha constante de distintas expresiones populares, en múltiples formas que van de lo más simple a lo más complejo, en contra de la explotación capitalista y sus instituciones, ha dado origen, al ser aquella reprimida, al fenómeno de la Prisión Política, tornándose así la represión, el control y el castigo, un problema vital y estratégico a resolver por el sistema de dominación. Ello implica por la magnitud de lo que está en disputa, una concentración y apuesta fundamental por parte de los sectores populares y progrecistas en este universo presente y operante.

Desde las más sencillas movilizaciones reinvidicativas hasta las modalidades más radicales de enfrentamiento social, incluyendo expresiones armadas, han generado un amplio espectro de fuerzas que constituyen el denominado Movimiento Popular. Ese, al cuestionar el sistema capitalista a través de etapas y procesos históricos, riquísimos experiencia y aprendizaje, se ha visto enfrentado a la dura y, ala mismo tiempo, exigente realidad del encarcelamiento. Ya es largo el recorrido de luchadores y organizaciones en prisión, fieles al ideario del cambio social.

Y este devenir ha llevado a sectores del Movimiento Popular desde el sistema penitenciario común a un presidio de alta seguridad, único en su género en nuestro país, imitando el ejemplo de los gobiernos europeos, y que otros países han implementado o lo están haciendo, para enfrentar las aspiraciones más sentidas de las mayorías y minorías, sobre todo en el ámbito específico del combate al accionar subversivo, légitimo instrumento de expresión de marginados y explotados.

Al revisar la historia reciente nos encontramos con la larga noche de la dictadura militar, inmersa dentro de un proceso global hemisférico tendiente a instalar un determinado modelo de dominación, más eficaz para enfrentar los nuevos cauces abiertos por el empuje del Movimiento Popular, impulsado por el imperialismo estadounidense, dando curso de esta manera a una brutal experiencia fascista. EN este período el Movimiento Popular fue perseguido y diezmado, institucionalizándose la tortura y el asesinato como instrumentos de la nación, llevándola a cambios sustantivos en la política, social y cultural.

Cumple el encarcelamiento en este período varios objetivos fundamentales para la dominación: en los inicios de la dictadura busca quebrar y neutralizar a todo el cuerpo social que se había generado para la transformación estructural de la sociedad, propuesta por el gobierno de la Unidad Popular, y ampliamente respaldado por importantes sectores nacionales. Cuerpo social expresado en el conjunto de dirigentes que llevaban adelante este proceso, los partidos políticos y organizaciones armadas, clase obrera y campesinado organizado, sectores estudiantiles y poblacionales, entre otros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante este período, paralelamente a los presidios comunes, la más alta expresión de la Prisión Política fue el Campo de Concentración. Antecesor directo de la búsqueda de exterminio y derrota, que ahora releva la Cárcel de Alta Seguridad, aunque de una brutalidad más develada y sin la sofisticación técnica que posee esta última, basada en la noción de panóptico y que tiene a la segregación como uno de sus pilares básicos.

Y una vez impuesto el modelo neoliberal por la dictadura militar, la prisión cumple el rol de mantener una de las facetas de control represivo sobre la rearticulación del Movimiento Popular. Especialmente a partir de la década de los ochenta, con un Movimiento Popular en abierta disputa con el sistema, la prisión busca doblegar nuevamente a las expresiones más antisistémicas, sobre todo aquellas que incluyen un accionar armado.

Pero ni siquiera en esta fase se dio curso a la implementación de la noción de Cárcel de Alta Seguridad, ya que ésta ha estado muy ligada a la experiencia de las democracias liberales parlamentaria europeas, y al constituirse en nuestro continente una forma más sofisticada de dominio económico, político y militar, con una reestructuración del bloque en el poder, que ha reciclado incluso a antiguos referentes de izquierda, que recuerda en gran medida a los regimenes citados, se hizo necesario al poder una cualificación de la prisión, sobre todo ante el extendido fenómeno de la subversión.

Y hoy en día, el objetivo a cumplir por la prisión en los gobiernos de la "transición" es el de derrotar y destruir a las organizaciones político-militares, de importantísmo rol en el término de la dictadura militar y en la construcción de una alternativa popular de nuevo cuño.

Ya no existe la figura del prisionero político de la dictadura, aún en deuda con quienes hoy sí lo son, ahora se puede hablar del prisionero político de la dictadura, aún en deuda con quienes hoy sí lo son, que no es otra cosa que el producto mayor de la dictadura y el relevo en la implementación de los mecanismo de dominación. Al hacer una comparación analítica entre ambas figuras se pueden detectar cambios sustanciales, y que son el reveladoras de la búsqueda y sujetos del Movimiento Popular, en por ejemplo, la filiación política del prisionero, la disminución de la edad de éste y podría citarse como otra característica importante, que en alguna medida se insinúa ya en los últimos años de la dictadura.

No olvidaremos mencionar un aspecto de ribetes altamente preocupantes, que debe llamar a reflexión, el de la indefensión jurídica, a lo que hay que sumar la falta de solidaridad nacional e internacional, y que habla de la debilidad y aislamiento actual de un destacado sector del Movimiento Popular, que durante la dictadura cumpliera un señero papel en la lucha antisistémica, el movimiento de D.D.H.H., cuyos principales contenidos aún no se toman la coyuntura nacional en la medida que se requiere.

Y es en este contexto que surge la Cárcel de Alta Seguridad, cuyo principal objetivo es tratar de quebrar a las organizaciones en prisión y a sus militantes. Al interior de éstas, y estrechamente ligado con lo que ha venido ocurriendo en el exterior se va gestando un proceso de autocrítica, desmembramiento y rearticulación, que ha dado origen a dos formas de ver y entender la Prisión Política: por un lado la denominada Prisión Combatiente, y que, en líneas generales, ve a la prisión como un motor del proceso revolucionario. Y por otro una definición de la prisión como un ámbito más de lucha y aporte, sin pretensiones de hegemonismo y menos aún de constituirse en vanguardia, insertada en el ámbito de los D.D.H.H. y que tiene a la DIGNIDAD Y LIBERTAD como ejes centrales. A esta última suma sus esfuerzos constructivos y críticos LIBELO.

Pensamos que las movilizaciones de prisioneros y familiares en estos años han sido el principal factor en la generación de un cuadro favorable para relacionarnos productivamente con amplios sectores del Movimiento Popular, dándose de esta forma pasos altamente necesarios en la instalación de la legitimidad de la opción revolucionaria, como forma de vida y propuesta de cambio. Elementos sintomáticos de esta nueva realidad son el acercamiento de diversas organizaciones e instituciones, universitarias y de defensa de derechos, por ejemplos; el rompimiento, en alguna medida del cerco informativo; la denuncia solidaria de nuestras reivindicaciones y problemas a través de medios de alta difusión, sobre todo para el extranjero, léase Internet; y también, la modificación semántica, área que abarca significantes y valores, vital en construcción de discursividad.

Todo esto abre posibilidades amplias de comunicación e intercambio, y LIBELO es una apuesta en ese sentido.

 

LIBELO, Nš 2; JUNIO 1997. Santiago de Chile.