Nunca, en el Estado español, se ha realizado un uso tan extremo y devastador del territorio. El auge inmobiliario, de la última década, ha favorecido que el urbanismo haya perdido su finalidad social y se haya convertido en un gran negocio. Así, lo que debía ser un uso racional del suelo se ha transformado en una ocupación “cuanto más mejor” del territorio, generando graves problemas ambientales y sociales, fomentando todo tipo de procesos especulativos y propiciando un estado de corrupción generalizada.
Hoy el urbanismo y la construcción son las principales causas de destrucción del territorio. El propio Parlamento Europeo, calificó, el año pasado, de “enladrillado” y “expolio de una cultura” la actividad urbanística que se realiza en algunas zonas de España.
Esta marea urbanizadora arrasa con todo. La degradación del litoral mediterráneo es un ejemplo que se extiende a las costas del norte. Pero la transformación del territorio no sólo afecta a las costas, la marea está llegando al interior. Los resort de montaña y nuevas estaciones de esquí en el Pirineo o, el macroproyecto Gran Scala, en Los Monegros, en Zaragoza, son algunos ejemplos.
Estos problemas se agravan con el despilfarro de agua y otros recursos asociados al nuevo modelo imperante de ciudad dispersa, donde los campos de golf son un reclamo esencial.
En Extremadura, una región con elevados valores naturales y poco transformada, hasta la fecha, se deberían plantear alternativas de mejora socioeconómica que no caigan en los mismo errores. Sin embargo, la Junta de Extremadura, desde hace algo más de un año viene autorizando y amparando complejos turísticos consistentes en macroproyectos urbanísticos que bajo el paraguas de Interés Regional, se ejecutan en enclaves de elevado valor natural y sobre suelo protegido. Uno de estos proyectos es Marina Isla de Valdecañas, su construcción se inició en agosto de 2007, a pesar de las denuncias y de los recursos interpuestos en los tribunales.
Con esta acampada pretendemos que también se oiga la otra voz, la que se pretende acallar de todas las formas posibles: con amenazas, con agresiones, con medida policiales, sin conceder autorizaciones. Una voz que quiere reivindicar un desarrollo sostenible, una vida digna para los habitantes de los pueblos de Extremadura y del resto del Estado, pero que al mismo tiempo reclama respeto para el territorio, la cultura y la historia de cada lugar.
Ha llegado el momento de la movilización, de que los ciudadanos salgamos a la calle exigiendo cambios radicales en la política urbanística. Es necesario frenar la destrucción ambiental del territorio y exigir y trabajar por modelos de desarrollo alternativos que traigan bienestar pero no destrucción.
Es el momento de exigir responsabilidades a las administraciones, a los partidos políticos y a la Justicia que con su inadecuada gestión, falta de alternativas o complacencia con la actividad urbanística ilícita, están favoreciendo la consolidación de un sistema ineficaz y corrupto. Es necesario:
- Recuperar la función social del urbanismo, planificando el territorio no en base a intereses empresariales sino a las necesidades reales de la población. Las ciudades deben diseñarse de acuerdo a los principios de eficiencia (suelo, energía, agua, movilidad, calidad de vida…)
- Garantizar la transparencia en todos los procedimientos urbanísticos. Permitir a la ciudadanía el acceso a la información, a la participación y a discrepar libremente, sin amenazas, ni presiones.
- Desarrollar un turismo que fortalezca la economía y la capacitación locales y que los beneficios reviertan sobre las poblaciones.
ES NECESARIO UN CAMBIO DE MODELO ¡YA!, ¡NO TE DEJES ENGAÑAR! ¡MOVILÍZATE AHORA! ¡
