Nuestra primera respuesta

Madrid 3 de julio de 2002

Estimada Oriana:

Ante la pregunta tan directa que nos hace sobre si somos los autores del documento que le anunciamos llamado: "La historia política de la familia Chávez, una vez como tragedia y otra vez como farsa", le tenemos que decir que somos los autores íntegros de dicho documento. No sólo lo hemos elaborado y difundido, sino que, además, defendemos todos los argumentos que en él se vierten.

Entendemos perfectamente que haya personas que, en función de sus intereses, tengan un punto de vista divergente del nuestro, pero no pretenda que nosotros adivinemos por ciencia infusa cual es el suyo y cuales nuestras "ideas erradas", porque no las señala en ningún pasaje de su carta. Partiendo de esa base, entenderá que no podamos entrar a discutir el contenido de nuestras diferencias.

Lo que sí apreciamos de su misiva, es su recelo a tomar en serio las noticias que publican los medios de difusión burgueses. Nosotros también somos partidarios de mantener la guardia en alto y desconfiar de las opiniones que dichos medios difunden, porque la práctica totalidad de ellos obedecen a intereses contrapuestos a los de la clase obrera, y los periodistas, como formadores de opinión que son, no pueden dejar de ser "la voz de su amo", porque, por regla general, estos son trabajadores en relación de dependencia, y cuando un trabajador entra a prestar servicios en cualquier parte a cambio de un salario, la idea de lo que hay que hacer y cómo, está por completo fuera de sus atribuciones, es algo que sólo decide el patrón, consejo rector o dirección de la empresa. Una vez que el trabajador de cualquier oficio acepta trabajar por una paga, debe ajustarse estrictamente a lo que su empleador o empleadores quieren que haga para producir la mercancía que la empresa de su propiedad se dedica a fabricar y vender. Lo mismo pasa con los medios de comunicación. Los productos o -para decirlo más precisamente- las mercancías que fabrican los llamados "mas media", son ideas. Y los periodistas empleados por un salario las trasmiten. Pero el carácter ideológico y político particular de esas ideas no lo determinan ellos sino sus patrones, que son quienes trazan la "línea editorial" en los distintos periódicos, emisoras, etc. de su propiedad. Pero, además de ajustarse a la línea editorial de la empresa que le emplea -y por lo general la orientación política de los medios de comunicación más importantes casi siempre tienen un referente partidario- el periodista que se gana la vida con ello debe reflejar los contenidos ideológicos y políticos predominantes en la sociedad de su tiempo; las ideas que trasmite no sólo deben coincidir con los intereses específicos de la fracción burguesa que representa el medio en que trabaja, sino que deben reflejar los valores filosóficos, sociales y políticos generales de la clase capitalista en su conjunto. Porque los periodistas de Venezuela, como los de cualquier país, no se dedican a vender simples cosas ideológicamente neutras, como zapatos, comida enlatada o automóviles. Los objetos que venden son valores de uso ideológicos y políticos por excelencia. Y el periodismo venal, en tanto no sólo informa sino que crea opinión pública, es un poder de Estado, el llamado cuarto poder; constituye el más importante y poderoso aparato ideológico de los Estados capitalistas. Hoy día, las contradicciones económicas del capitalismo han alcanzado tal grado de explosividad social potencial, que si el estamento periodístico dejara de ejercer la importantísima función de intoxicar y manipular la conciencia colectiva de los explotados, la burguesía internacional sería incapaz de seguir gozando del consenso social necesario para la reproducción del capital en condiciones óptimas, y el recurso permanente a la barbarie represiva sería el único modo de prolongar un poco de tiempo más su agonía como clase dominante. Quien mantuviera un compromiso irrenunciable con la verdad social y al mismo tiempo se empecinara en ganarse la vida como periodista en relación de dependencia, es decir como asalariado, antes de realizar esa pretensión se moriría de hambre tras haber sido despedido sin contemplaciones de todos los medios donde lo intentara.

Ahora bien, que la mayoría de las empresas poseedoras de los medios de difusión de Venezuela estén en manos del sector burgués menos interesados en el proyecto que representa Chávez, y que éstos, a su vez, mantengan una descarada guerra sucia contra él, no quita para que se pueda recurrir a ellos como fuente de datos necesarios, que no opiniones, para poder elaborar un artículo con criterio sobre la realidad venezolana, por qué los datos son los datos y las argumentaciones que se tejen en torno a ellos en nada cambiarían si en vez de un 41% de pobreza extrema en 1995, según Unicef-Cordiplan, fuera un 40% o un 42%.

Al hilo de todo esto, cae usted en una contradicción al recomendarnos que destaquemos a un "enviado especial" al estilo de cómo envían las redacciones de los periódicos a sus corresponsales con el fin de que transmitan las noticias "in situ". No sabemos qué idea tendrá usted de la capacidad logística de nuestra organización. Desde ya le aseguramos que no tenemos la más mínima posibilidad material de hacer tal cosa. Pero, aunque la tuviéramos, tampoco esto garantizaría el rigor de la verdad sobre lo que acontece en Venezuela o en cualquier otro lugar, por que a lo más que podría llegar dicho enviado, sería a interpretar los hechos y en toda interpretación esta la semilla del equívoco.

Nosotros estamos comprometidos con la tarea imprescindible e impostergable de dar sentido y dirección a las luchas que los asalariados mantienen en todo momento, con mayor o menor intensidad, contra su enemigo de clase, y para ello utilizamos el materialismo histórico como guía o herramienta para la acción. Y el materialismo histórico es una ciencia, que, como tal, no se puede valer de interpretaciones, sino de certezas. Es por ello, que nosotros no tratamos de interpretar la sociedad que nos ha tocado vivir o describir, sino de reproducirla en nuestras mentes con la intención de prever y avisar a los revolucionarios bienintencionados del chavismo, que están sumando sus esfuerzos en un proyecto que no es el suyo. Tal es el enorme grado de responsabilidad social que supone la militancia política.

Según su razonamiento, de lo que pasa con la lucha de clases en cada país, solo pueden opinar los residentes. ¿Cómo casa usted este infundio suyo tan extendido en otras muchas partes, con las condiciones en que Copérnico descubriera las leyes de la mecánica celeste aun vigentes hoy? Lo hizo entre 1507 y 1515 sin moverse de la ciudad polaca de Lidzbark, cuando la idea de navegar por el espacio sideral ni siquiera se consideraba como quimera porque no había capacidad para imaginar semejante posibilidad. Tampoco Marx necesitó vivir a principios del siglo XX en Inglaterra o Alemania para poder opinar con toda certeza científica acerca de la futura centralización internacional de los capitales, o describir con precisión la desaparición de la renta territorial y de la ganancia comercial, que recién hoy muestra sólo indicios de que el capitalismo va precisamente por ahí. Y que nos dice usted de Lenin, ¿podemos dudar de la corrección de sus análisis políticos que permitieron dirigir gran parte del proceso que desembocó en la revolución rusa opinando desde Suiza? ¿Y no condujo Perón la "resistencia" desde su exilio en Venezuela y España? Podemos extendernos en testimonios históricos "ad nauseam", que desmienten semejante recurso suyo al romanticismo del terruño, como numen insustituible del saber acerca de lo que en cada país sucede a sus gentes. O acaso cree usted que los problemas de los obreros argentinos, venezolanos o españoles tienen un origen distinto y sólo atañen a los implicados dentro de unas fronteras que nosotros no hemos establecido. Por muy particulares que se nos manifiesten los distintos procesos en los que los revolucionarios se ven envueltos, estas particularidades mismas no deben hacer perder el objetivo de la lucha sin cuartel contra el trabajo asalariado y la propiedad privada que le da sentido.

Nosotros coincidimos con Bolívar en la eliminación de las fronteras y en la formación de una sola nación, pero esa sola nación debe de ser la de los proletarios sin distinción de origen, de ahí que podamos considerarla hermana sólo en el caso de que unos y otros estemos en el camino revolucionario correcto.

Un fraternal saludo del Grupo de Propaganda Marxista.

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