Del pacto de "Punto Fijo" al "Caracazo"

Puede afirmarse, con total certidumbre, que el chavismo es la conclusión política de las hasta hoy inamovibles condiciones objetivas y subjetivas desde que tuvo lugar la sublevación popular de 1989 conocida por el "caracazo". Unas condiciones objetivas completamente maduras para acabar con el capitalismo, contradictoriamente coexistentes con una conciencia política de los explotados completamente desfavorable para esa necesaria tarea.

Durante las cuatro décadas anteriores a ese suceso, los políticos burgueses de Acción Democrática y sus colegas del Copei, en perfecta simbiosis política con la gran patronal agrupada en "Fedecámaras", se hicieron dueños del Estado venezolano y vinieron alternándose a cargo de los sucesivos gobiernos de acuerdo con el "Pacto de Punto Fijo", sellado bajo patrocinio del imperialismo norteamericano tras el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958. Mediante este sistema oligárquico exclusivo, los llamados "adecos" y "copeyanos" compartieron sin mayores contratiempos una especie de populismo clientelista que administró los negocios de la burguesía venezolana sin contratiempos políticos, gracias a las fabulosas rentas petroleras.(1)

Montados sobre la estabilidad de los precios del petróleo al alza, a través del Estado la patronal venezolana tuvo margen para mejorar el nivel de vida de las masas respecto de la segunda preguerra y, a la vez, apropiarse y usufructuar buena parte del ingreso petrolero bajo la forma de subsidios, créditos blandos y contratos jugosos, desentendiéndose casi por completo de procurar emancipar la acumulación del capital industrial, comercial y de servicios del país, respecto de la renta diferencial de la tierra.

La profundización de la crisis económica y la consecuente inestabilidad política mundial, invirtió por completo el signo económico y social de Venezuela, y la alianza obrero-patronal empezó a debilitarse. A principios de la década de los años 80, el mercado petrolero mundial mostraba señales de baja en la demanda, y año tras año la OPEP retrocedió en la fijación de los precios, hasta el colapso del mercado. El barril de petróleo, que en 1983 se cotizaba a 30,80 dólares, bajó a 28,50 dólares en 1984, y a 27,70 en 1985. En 1986, Arabia Saudita rompió con los acuerdos de la OPEP, dejó de respetar las cuotas e incrementó su producción en más del 40%, lo que hizo que el precio disminuyera todavía más, en un 60%, hasta niveles entre 12 y 15 dólares, manteniéndose tendencialmente en torno a estos valores hasta nuestros días. Naturalmente, dentro de esta tendencia general, el mercado registra fuertes altibajos en función de la coyuntura. Por ejemplo durante la "Guerra del Golfo Pérsico", en 1990, volvió temporalmente por encima de los 20 dólares. Y en 1998 con la crisis asiática, la demanda mundial disminuyó fuertemente (ese continente es el que más ha aumentado su ritmo de consumo energético) y el precio cayó por debajo de los 10 dólares. Pero más allá de las fluctuaciones, el valor real del crudo se ha mantenido en 5 dólares (de 1970) lo que significa el doble de lo que teníamos en 1970-71, pero menos de la mitad de 1973.

Dada la fuerte dependencia del proceso de acumulación de capital venezolano respecto de las rentas petroleras, esta inestabilidad en el mercado de ese producto indujo a la incertidumbre de los negocios de la burguesía, que optó por un comportamiento rentista, desinversor y especulativo, en fin parasitario. En 1983, ante una obligada e inminente devaluación del bolívar, evadió más de 20.000 millones de dólares, causó el "Viernes Negro" y logró que el Estado asumiera el costo cambiario de su deuda privada con el exterior: es decir, que le resarciera de los efectos de la crisis provocada por el brusco descenso en los precios internacionales del crudo. Durante el quinquenio siguiente, fue creado el RECADI (Régimen de cambios diferenciales), por el cual se aplicó un tipo de cambio preferente para las importaciones, y el Estado estuvo vendiendo a Fedecámaras al precio de entre 7 y 15 bolívares, los dólares que a los demás venezolanos les costaba 35 y luego 100. Gracias a ello, mediante el fraude por sobrefacturación de importaciones en cohecho con la Comisión de Importaciones -que autorizó operaciones en una magnitud que llegó a exceder los límites de las reservas internacionales- la patronal pudo fugar capitales por valor equivalente a lo sacado del país hasta 1983.(2)

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  1. La "Petroleum Intelligence Weekly" clasifica a "Petróleos de Venezuela sociedad Anónima" (PDVSA) como la segunda empresa petrolera del mundo. El 78% de las divisas de ese país, el 54% de los ingresos fiscales, y el 19% del PBI (26% si se cuenta el ingreso por la venta de derivados) provienen de la exportación de crudo. Del total de la energía nacional, 28% es hidráulica, 45% la origina el gas y 24% el petróleo y la gasolina. Si se produjera como hace 30 años, la producción sería de 10 millones de barriles.volver
  2. En una economía abierta donde impera un tipo de cambio libre, flotante o flexible, el valor de la moneda extranjera fluctúa según la oferta y la demanda, determinada, a su vez, en parte, por la diferencia entre las compras y las ventas de dólares para liquidar el valor de las importaciones y exportaciones de mercancías. En ese supuesto, si las importaciones se incrementan a un ritmo mayor que las exportaciones del país, la moneda extranjera tiende a aumentar de precio, hecho que desestimula las importaciones por encarecimiento, con lo que la balanza comercial tiende al equilibrio. El tipo de cambio fijo (preferencial) se independiza de este mecanismo, propiciando la especulación fraudulenta con moneda extranjera mediante la sobrefacturación de compras al exterior y el recurso al seguro de cambio, lo cual tiende al agotamiento de las reservas internacionales del país y al colapso del sistema económico. volver