La política de los revolucionarios

Los asalariados conscientes no padecemos ese tipo de psicopatología del pequeño burgués; no tenemos vocación política por la fotografía social; nuestro interés no pasa por congelar las contradicciones entre el pequeño y el gran capital sino por contribuir a su resolución desde la perspectiva del desarrollo sin trabas de las fuerzas productivas que sintetizan lógicamente en el comunismo. Y la pequeña propiedad capitalista, junto con la renta territorial, constituyen las mayores trabas al desarrollo de las fuerzas productivas en el agro dentro del sistema de vida actuamnete existente. Por lo tanto, ante la actual dinámica cierta de muerte económica y social del pequeño capitalista rural -anunciada hace más de 150 años por Marx y que se está haciendo realidad en la actual etapa del capitalismo tardío- los comunistas estamos en contra de esperar pacientemente a que se complete la centralización de los capitales agrarios; luchamos desde siempre contra esa tendencia objetiva, pero no para prolongar la dolorosa agonía social y humana de la pequeña explotación agraria del trabajo asalariado, sino para acabar cuanto antes con esa y cualquier otra forma de explotar trabajo ajeno.

En consecuencia con esta conclusión científica en el ámbito económico y social, en el terreno político los asalariados comunistas seguiremos luchando para que nuestros hermanos de clase rompan definitivamente con esa especie de matrimonio en que viven con la pequeña burguesía urbana y rural que fueron y siguen siendo los frentes policlasistas propugnados por los reformistas. No sólo porque actualmente la ley del valor no depara a estos sectores patronales ningún futuro dentro del sistema, sino porque la historia ha demostrado hasta la saciedad, que, cuando los proletarios son arrastrados por la realidad a llevar la lucha del frente contra el gran capital hasta sus últimas consecuencias, sin romper formalmente su vínculo matrimonial, los pequeños propietarios capitalistas se echan en brazos del hasta entonces enemigo común. Y como ha venido ocurriendo invariablemente a lo largo del pasado siglo, los trabajadores, encima de cornudos, resultan apaleados.

Para evitar que se repitan aquellos escenarios de derrota, es necesario que los trabajadores concientes empecemos a trabajar para superar la actual dispersión política del resto de los asalariados, constituyéndonos orgánica y programáticamente como clase independiente de los demás sectores burgueses. El primer paso en tal sentido debe darse en dirección de crear opinión pública basada en la única ciencia social que merece el calificativo de tal: el materialismo histórico. Tal como se demuestra con la EEB o la liberación de uranio empobrecido sobre amplios espacios geográficos densamente habitados, el dominio de la ciencia sobre las fuerzas de la naturaleza en medio de un recrudecimiento sin precedentes de las contradicciones del capitalismo, llevan consigo demasiados riesgos de catástrofes como para que la sociedad siga siendo gestionada por élites minoritarias francamente inescrupulosas, que encima actúan al socaire de intereses particulares con frecuencia incidiendo en cuestiones decisivas para la segurudad y la salud colectivas, con independencia unas de otras, siguiendo las leyes ciegas del mercado y completamente de espaldas al conjunto de la humanidad.

El referendum sobre la reforma política del régimen franquista en España se convocó a fines de 1976, cuando las élites políticas que la elaboraron, negociaron y acordaron entre bambalinas mediante los métodos de la diplomacia secreta, se pusieron de mutuo acuerdo en conseguir que se aprobara comicialmente durante ese curso magistral para párvulos políticos llamado "transición democrática". Esta maquinación completamente opuesta al concepto de soberanía popular, es la típica manipulación política oligárquico-conspirativa de la conciencia colectiva con fines opuestos a los intereses y aspiraciones sociales de las mayorías. En efecto, aquel referendum fue anunciado profusamente mediante el siguiente slogan: "REFERENDUM NACIONAL para la Reforma Política, 15 Diciembre", donde el vocablo "para" ya induce subliminalmente a la respuesta afirmativa. Es como si se tratara de decidir acerca de la pena de muerte y en vez de anunciar la realización de la consulta diciendo "Referendum sobre la pena de muerte" se dijera "Referendum para la pena de muerte", slogan que lleva implícita la intención y ventaja previa de quienes están a favor.

Teniendo en cuenta semejante antecedente político, y dada la enorme proyección social de la enfermedad provocada por la manipulación cometida con el alimento del ganado para consumo humano, es lógico y razonable que los asalariados concientes de la UE debamos exigir ahora un referendum acerca de la Enfermedad Espongiforme Bovina que se anuncie así: "Referendum para expropiar a los causantes de la EEB por razones de salud pública". A esta propuesta se la puede calificar de subversiva, lo cual es cierto; y naturalmente que a la inmensa mayoría de patrones les parece un disparate; también -dados los tiempos reaccionarios que corren- a millones de asalariados inconscientes que todavía ponen la vesanía galopante que predomina en la sociedad capitalista postrera, por encima no ya de tales o cuales intereses políticos sino de su propia vida y la de los suyos.

A esos trabajadores inconscientes les parece natural que encima que a los trabajadores se nos explote y que hoy día trabajemos gratis para la patronal durante más del setenta por ciento de cada jornada laboral; encima que nos sancionan severamente de distintas formas -incluso con la perdida de nuestros empleos y a veces hasta con la cárcel- cuando a su juicio hacemos mal las cosas que nos mandan; a pesar de todo esto, apelando al prejuicio malthusiano de que "somos muchos", la mayoría de nosotros juzgan razonable que en cada compra diaria paguemos por la muerte a plazos contenida en los productos envenenados que nos venden. Y como si esto fuera poco, en nombre de la famosa tolerancia estos asalariados contemplan resignados y hasta complacientes, cómo se destina el dinero que nos quitan en concepto de impuestos, para compensar debidamente a los fabricantes de los piensos envenenados, de modo que así puedan recuperar sus capitales y reciclarlos convenientemente para seguir atentando contra el derecho a la vida con otro producto rentable.

Respecto de los pequeños capitalistas agrarios, les decimos que nosotros no estamos dispuestos a mover ni un dedo para prolongar su agonía dentro de la sociedad capitalista actual, porque esa es una lucha por la causa del atraso relativo que no tiene futuro, ni siquiera a mediano plazo. Y el compromiso de los trabajadores asalariados conscientes no está con el atraso relativo ni con el pasado, sino con el futuro y el progreso absoluto e incondicionado de las fuerzas productivas. Nosotros luchamos para sacudirnos las condiciones de explotación presentes e históricas a que nos somete el gran capital, pero no para retroceder a las condiciones propias del pequeño y mediano capital, porque por ahí ya pasaron nuestros antecesores y ya está bien de tropezar otra vez en la misma piedra.

Vosotros estais abocados a dos únicas alternativas políticas: seguir aferrados a vuestra pequeña explotacíón de trabajo ajeno o uniros al proletariado para crear una sociedad dirigida por y para los trabajadores libres asociados. Cualquiera sea la decisión que adopteis, vuestra actual condición de explotadotres capitalistas está condenada. Si elegis la primera, en el supuesto de que el capitalismo prolongue su vigencia otros cincuenta años, pasareis por las más dramáticas vicisitudes antes de ser definitivamente proletarizados, como ha venido ocurriendo con muchos de vosotros tras dolorosas desgracias personales y familiares. Si elegis la segunda no os podemos prometer más que estar a vuestro lado luchando con inteligencia y determinación codo a codo por la libertad social común.

  1. Porque el triunfo de la lucha contra el capitalismo no depende de las gentes comprometidas con la revolución en un país, sino que tiene que ser producto de un movimiento internacional y para eso hay que trabajar en lo inmediato.
  2. Porque una vez tomado el testigo político de la humanidad, como en la primera gran internacional triunfante en 1917, queda casi todo todo por hacer, aunque aquella rica experiencia y otras, en el marco de la ciencia social y el portentoso estado actual del progreso tecnológico en todas las parcelas del trabajo social, facilitan grandemente la tarea respecto del pasado, y nos sugieren con mas certidumbre y garantías que nunca por dónde empezar.
  3. Porque si os prometiéramos algo más que esto, seguiríamos en el paternalismo clientelista del capitalismo, algo con lo que hace ya tiempo nos hemos propuesto romper para siempre.

Gpm. Febrero de 2001.

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