10.-Conclusión

Insistimos, durante todo el período revolucionario europeo, desde febrero de 1917 hasta enero de 1919, el balance de lo actuado por los bolcheviques salda en que han demostrado ser unos tácticos y estrategas revolucionarios ejemplares, de un valor pedagógico incalculable, algo sin precedentes en la historia del movimiento obrero. A partir de 1920, es cierto que la preocupación por proteger el Estado soviético fue reemplazando cada vez más a la política de promover la revolución mundial. Pero esta actitud no cabe atribuirla a una pérdida de vocación internacionalista -como usted dice- sino a la inexistencia de condiciones para la acción subversiva internacional, al hecho de que la ola revolucionaria europea había pasado.

En tal sentido, las condiciones objetivas que tendieron a inducir la política que antepuso la preservación del poder soviético nacional sobre la necesidad subjetiva de promover la revolución internacional, comenzaron realmente a operar netamente desde que los bolcheviques se propusieros firmar un trato comercial con la burguesía británica que se firmó el 16 de marzo de 1921, días antes del anuncio de la Nueva política Económica (NEP) y un mes después de los levantamientos de Petrogrado y Kronstadt. Para dar fe de sus buenas intenciones, durante su segundo congreso celebrado entre el 17 de julio y el 7 de agosto de 1920, La IIIª Internacional acordó por 58 votos contra 24 la participación de los comunistas ingleses a las "trade unions" y su afiliación al Partido Laborista dentro del juego electoral parlamentario. Fue durante este período que Lenin dio a conocer "La enfermedad infantil del comunismo".

Sin embargo, aunque en general es cierto que la política exterior de cualquier país es la proyección de su política interior al terreno de la lucha de clases internacional, en el caso del Estado soviético no fue así, porque el bloque político histórico directriz del poder estatal soviético, entre la vanguardia revolucionaria y el proletariado, a expensas del campesinado, en términos de política interior permaneció intacto, dado que no dejó de avanzar en dirección al socialismo. En efecto, si como es cierto que el capitalismo de Estado es una instancia histórica progresiva respecto de la pequeña producción mercantil socialmente dominante en la Rusia prerrevolucionaria, la NEP, en esencia, vino a representar ese progreso: la ley del valor políticamente dirigida por la teoría revolucionaria en dirección no traumática de la propiedad privada en el agro, a instancias de un mayor desarrollo relativo de la industria estatizada, dinámica cuyo antecedente inmediato -aunque temporalmente contradictorio- fue el impuesto en especie introducido tras los acontecimientos de Kronstadt. Por lo tanto, la directriz de política interior tendente a reforzar el polo proletario de la contradicción dialéctica básica entre la pequeña producción mercantil y la gran propiedad colectiva, hasta la muerte de Lenin se mantuvo en pleno vigor revolucionario.

En cambio no ha sido este el caso del stalinismo, que lo dio vuelta todo pasando a dominar el Estado soviético mediante el bloque político histórico entre la burocracia estatal consolidada y la pequeñoburguesía agraria integrada en los koljoses: http://www.nodo50.org/gpm/prdcaliforniano/13.htm; todo ello tendente a congelar la contradicción dialéctica entre la propiedad privada capitalista en el agro y la gran propiedad colectiva industrial, lo cual se tradujo en la política exterior de statu quo con el imperialismo o congelación de la lucha internacional de clases. En tal sentido, entre 1920 y 1924 no fue Stalin sino Lenin quien propugnó realmente el socialismo en un solo país. Aunque al coste de negar su propia teoría del partido revolucionario al exterior de la URSS, preparando así las condiciones para el advenimiento del totalitarismo burgués nacional-socialista en Europa.

Esta conclusión, pensamos que avalada por los hechos, no hace más que confirmar la importancia decisiva del partido revolucionario de los asalariados como condición política imprescindible para dirigir cualquier proceso de la lucha de clases con posibilidades de trascender el capitalismo. Condición que usted no parece compartir y es lo único que nos pone en sus antípodas. En todo lo demás, las actuales condiciones del capitalismo nos acercan un poco en cuanto a las tareas actuales inmediatas del poder soviético en países altamente desarrollados o de desarrollo medio, aunque no tanto como para acordar con usted en que hoy es posible simultanear la toma del poder con la supresión del dinero y los precios -incluído el de la fuerza de trabajo-, del mismo modo que tampoco vemos viable en términos políticos tácticamente conducentes a los fines económico-sociales comunistas, ni la proletarización forzosa de la producción mercantil simple y de la pequeñoburguesía -sectores que bien pueden optar por agruparse transitoriamente en régimen cooperativo sin explotar mano de obra asalariada-, ni la drástica sustitución inmediata de ciertos hábitos de consumo por otros, como es el caso de la cultura del automóvil particular.

Un saludo: GPM.

 

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