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EL PLUSVALOR Y LOS TRABAJADORES DEL SECTOR SERVICIOS
todo el texto en word y en zip.

  1. Trabajadores de la publicidad
  2. trabajadores del comercio y la banca

    1. El empleado comercial de una empresa industrial
    2. Empleados del comercio al servicio del capital comercial

  3. Los asalariados de la intermediación financiera
  4. Ejemplos de trabajador productivo inmaterial
  5. Los trabajadores del transporte
  6. Supervisores, administradores y gerentes

 

EL PLUSVALOR Y LOS TRABAJADORES DEL SECTOR SERVICIOS

La posición de los "camaradas anónimos respecto a este tema es la siguiente:

<<Cada vez es mayor el número de la aristocracia obrera en los países imperialistas que no solamente ya no producen plusvalía sino que las empresas tienen que poner una parte de los superbeneficios imperialistas para pagarles>>

Es de suponer que se refieren a los trabajadores de una parte del sector servicios, como son los que pertenecen a la esfera del comercio, la banca o la publicidad. Cierto, en los países de la cadena imperialista, los asalariados de estos sectores parecen crecer más rápidamente que los afectados a la creación directa de plusvalor. La idea de que este crecimiento supone un descenso de los sectores que producen plusvalor, y de que responden a los intereses de la burguesía, es un embeleco que viene desde los tiempos de Bernstein, pero cuyo mérito mayor tal vez haya que atribuirselo a Baran y Sweezy. En el capitulo de su conocida obra titulada "El capital monopolista", donde reflexionan acerca del fenómeno del imperialismo, estos autores combinan la ilusoria capacidad del capitalismo monopolista de producir un plusvalor ilimitado, con el supuesto de los costes de distribución crecientes, para llegar a concebir la posibilidad de un <<crecimiento desproporcionado de la esfera distributiva>> respecto de las ramas productoras de valor. De esta conclusión deducen una creciente desagregación del proletariado reforzada por el supuesto de que los trabajadores de la esfera de la circulación del capital (servicios) devienen en "nuevas clases medias".

Esta impugnación del proletariado como clase revolucionaria fundamental en los países imperialistas, apoyada en su disminución respecto de las "nuevas clases medias", aparece por primera vez expresada por Sweezy en su "Teoría del Desarrollo Capitalista". Aquí Sweezy introduce esa denominación para referirse a trabajadores de las esfera de la circulación y del aparato de Estado que considera aliados objetivos del capital monopólico y del Estado imperialista, como un elemento de diferenciación social en el seno del proletariado tradicional:

<<El ascenso en la productividad del trabajo y el crecimiento desproporcionado de la esfera distributiva a que conduce bajo el capitalismo de monopolio, constituye una evolución con implicaciones sociales y políticas de gran alcance. La llamada "nueva clase media" de burócratas industriales, profesionales, maestros, empleados de gobierno, etc., que inevitablemente se desarrolla como fruto de la centralización y el ascenso del nivel de vida, es acrecentada por el ejército de vendedores, agentes de anuncios, publicaciones y empleados que forman una proporción tan grande de aquellos que se dedican a actividades de distribución. Estos elementos de la población están relativamente bien pagados y, por lo tanto, disfrutan de un nivel de vida que, desde el punto de vista subjetivo, los liga más o menos estrechamente a la clase gobernante de los capitalistas y propietarios. Más aun, como bajo el capitalismo una gran parte de ellos derivan sus ingresos directa o indirectamente de la plusvalía, de modo que una disminución de la plusvalía repercutiría necesariamente sobre ellos de forma desfavorable, existe también un lazo objetivo que liga sus intereses a los de la clase gobernante. Por esas dos razones la nueva clase media tiende a dar apoyo social y político a los capitalistas más bien que a los trabajadores; sus miembros constituyen, por así decirlo, un ejército de masas que acepta fácilmente la dirección de los generales capitalistas.>> (P.M. Sweezy: "Teoría del Desarrollo Capitalista" Cap. XV:"El Monopolio y las Leyes del Movimiento del Capitalismo" 4. "El monopolio y los costos de distribución ascendentes".)

Baran muere en 1964. En 1966 aparece "El Capital Monopolista". Un año después, Sweezy publicó un ensayo titulado "Marx y el Proletariado". Tras señalar allí que el proletariado recién se convirtió en una clase revolucionaria con el pasaje de la manufactura a la gran industria, Sweezy sostiene que posteriormente -durante el desarrollo de la etapa basada en la plusvalía relativa- el adelanto tecnológico redujo la proporción de trabajadores manuales llamados "blue collar", dando lugar a la aparición de una gran variedad de categorías laborales que tiende a <<enterrar la conciencia de clase>> del proletariado:

<<En pocas palabras, los primeros efectos de la introducción de maquinaria automática -el aumento y homogeneización de la fuerza de trabajo, y la reducción de los costos de producción (valor) de ésta- en gran medida se han invertido. Una vez más, al igual que en el período manufacturero, el proletariado está altamente diferenciado; y una vez más, la conciencia profesional y de estatus ha tendido a enterrar la conciencia de clase.>> (P.M. Sweezy: "Marx y el Proletariado" Citado de Richard Edwards: "Sweezy y el Proletariado"

Para apuntalar este razonamiento, Sweezy apela a un pasaje de "Teorías sobre la Plusvalía" -donde Marx hace la crítica a la teoría de la maquinaria de Ricardo que dice:

<<"Lo que (Ricardo) se olvida de destacar [es] el constante aumento de las clases medias, [situadas] entre los trabajadores de una parte, y de otra el capitalista, que se [hallan] en el centro y se extienden cada vez más, directamente alimentados en gran parte por el ingreso, que gravitan como una carga sobre la base trabajadora y que viene a aumetnar la seguridad social y el poder los diez mil de arriba.>> (K.Marx: Op.cit.T 2 cap.XVIII: "Miscelánea Ricardiana". Lo entre corchetes es nuestro). <<Si ésta era ya una tendencia muy importante en los tiempos de Marx -comenta Sweezy- ¡cuanto más ha venido a serlo en el período del capital de monopolio! .>>(P.M. Sweezy: "Teoría del Desarrollo Capitalista" Cap. XV)

Por lo tanto, una de dos: o en este pasaje de las "Mehrwert" Marx se ha puesto él sólo contra sí mismo, o Sweezy le ha citado con un descuido intelectual rayano en la grosería, por no decir en la deshonestidad intelectual. Y para nosotros la opción es muy clara. En el pasaje de "Teorías sobre la plusvalía" citado por Sweezy, Marx ha venido a decir lo siguiente: los argumentos de Ricardo se debaten entre dos tendencias del capitalismo que se entrecruzan constantemente. La primera consiste en emplear la menor cantidad posible de trabajo para producir la misma o una cantidad mayor de mercancías. La segunda, emplear el mayor número posible de trabajadores productivos o clase obrera industrial productora de plusvalor (aunque los menos posibles en relación a la cantidad de mercancías por ellos producidas), ya que al aumentar la masa de trabjadores empleados, aumenta tanto el plusvalor como el plusproducto. La primera tendencia arroja parte de los trabjadores a la calle aumentando el ejército de reserva, la otra los reabsorbe al tiempo que amplía en términos absolutos, tanto el trabajo servil como las llamadas clases medias o pequeños propietarios que fluctúan entre la clase obrera y los burgueses propiamente dichos. Pero ni aquí ni en ninguna parte de su obra dice Marx que estas clases medias sean asalariados que trabajan al servicio directo del capital, ni que puedan aumentar hasta el punto de sobrepujar el aumento de los obreros que producen directamente plusvalor. (Cfr. K.Marx: Op.cit. Cap. XVIII: "Miscelánea ricardiana"·: parágrafo B. Ed.FCE/59 P.527)

a.Trabajadores de la publicidad

Veamos ahora qué son en realidad los trabajadores que Baran y Sweezy tildan de "nuevas clases medias" y qué función cumplen los "faux frais" o falsos costos de la producción capitalista.

Pongamos por caso una empresa de publicidad con un capital de veinte millones de pesetas que su dueño montó con el dinero proveniente del cobro de una herencia. En esta actividad intervienen los mismos componentes del capital que en cualquier otra, esto es, capital constante y capital variable, en una proporción aproximadamente igual a la composición orgánica del capital promedio en esa rama de la producción capitalista, que supondremos arbitrariamente es de 70: 30. Así, si el capital originario es de veinte millones de pesetas, la inversión originaria en capital constante será igual a catorce millones, de los cuales supondremos que diez corresponden a capital fijo, supuesto razonable ya que en este negocio, la inversión en materias primas es siempre menor que en medios de trabajo. Suponendo un grado de explotacion del 100% el capital adelantado en salarios = 30% del total invertido, ascenderá a seis millones y el plusvalor previsto a otros seis Por otro lado imaginemos una empresa fabricante de jabones, con un capital de mil millones, una composición orgníca del capital de 80 a 20 y una tasa de explotación del 120%. Luego, el capital constante de esta empresa será de ochocientos millones, de los cuales suponemos que el capital fijo asciende a doscientos cuarenta millones (560.000.000 de capital circulante), mientras que el capital variable está fijado en doscientos millones y el plusvalor ascenderá a doscientos cuarenta millones.

Si aplicamos un salario medio de 200.000 pesetas mensuales para ambas empresas, de ello se infiere que en la empresa de publicidad trabajan 70 empleados y en la fábrica de jabones 1.000. Por último, para simplificar supondremos una tasa de amortización anual del capital fijo del 10%. Bajo estos supuestos, el capital adelantado de once millones en la empresa de publicidad (1.000.000 en capital fijo amortizado +4.000.000 en capital circulante +6.000.000 en salarios), arrojará un plusvalor o capital adicional anual disponible de seis millones. Por tanto, el precio de producción de sus servicios ascenderá a la suma de los componentes anteriores más el plusvalor, o sea, a diecisiete millones de pesetas, que es lo que la empresa de jabones se compromete a pagar a cambio de los servicios anuales de publicidad de nuestra empresa.

Estos diecisiete millones, obviamente tienen su origen en la plusvalía generada por los trabajadores de la empresa de jabones, cuyos propietarios verán disminuido su capital adicional disponible para reinversión, por el valor de esa masa. Por lo tanto los doscientos cuarenta millones de plusvalor quedarán reducidos a doscientos veintitrés millones (240.000.000 - 17.000.000). Aunque es de suponer que esta merma se verá más que compensada por los efectos esperados de la publicidad que, a través de la mayor popularidad de sus productos conseguirán una mayor aceptación de la marca, una cuota de mercado más amplia, una mayor producción y un aumento en su masa de ganancia. Y no sólo a expensas de sus competidores, sino por una ampliación del consumo, que no es consecuencia de la publicidad, sino al contrario, tal como veremos enseguida.

Una vez cobrado el importe del contrato, y tras reponer el desgaste de su capital constante, como es natural, de los seis millones de plusvalor o capital adicional disponible obtenido, nuestro capitalista de la publicidad deberá destinar una parte para su consumo personal y el de su familia.

Para simplificar supondremos que vive del aire, virtud que le permite destinar todo el capital adicional o plusvalor a fondo de inversión para la acumulación. Manteniéndose la misma composición orgánica del capital, de estos seis millones de pesetas, el capitalista publicitario destinará el 70% (cuatro millones doscientas mil pesetas) para engrosar su inversión en capital constante (que al principio fue de diez millones) y el 30% (un millón ochocientas mil) para ampliar su plantilla de trabajadores, que sumadas a los seis millones del capital original invertido en salarios, ahora pasan a conformar un capital variable de siete millones ochocientas mil pesetas, y la masa de trabajo explotable pasa de 30 a 39 empleados. A una tasa de plusvalor del 100%, el plusvalor a generar por los trabajadores de la empresa de publicidad en siguiente período de rotación será un millón ochocientas mil pesetas mayor que en el período precedente.

¿Sobre quienes recae este coste de publicidad que supuestamente permite a los fabricantes de jabón ampliar su cuota de mercado? Una parte sobre los trabajadores productores directos de plusvalor que compren esas mercancías promocionadas. El salario real de estos trabajadores se reduce contribuyendo a que aumente en la misma medida la masa de plusvalor general. Otra parte de esos costos serán sufragados por la renta los capitalistas y trabajadores de la circulación exceptuando los de la empresa encargada de publicitar esa marca de jabón. Esta parte de los costos, al no recaer sobre los productores directos de plusvalor, no agrega más plusvalor a la masa, pero contribuye a redistribuir en esa proporción el plusvalor global asignado a los agentes de la circulación del capital. Así, los trabajadores de la esfera de la circulación que compren esos productos promocionados, contribuirán a la acumulación del capital de la fracción de capitalistas que diseñaron y fabricaron la publicidad de esa marca de jabones. Por lo tanto, los trabajadores de la publicidad producen plusvalor para sus patrones y, aun cuando no directamente, aumentan el plusvalor de la clase capitalista en su conjunto.

b.trabajadores del comercio y la banca

Trasladémonos ahora a la esfera del comercio y de la banca. Para apreciar qué función cumplen los trabajadores de estas dos actividades económicas, es necesario analizar la cuestión desde el punto de vista de la rotación de un capital cualquiera. La sociedad capitalista es un complejísimo conglomerado existencial de relaciones sociales e interpersonales, en el que intervienen una multipicidad de factores de tipo económico, jurídico, político, sociológico, psicológico, moral, etc. Pero su consistencia más básica, sustancial y específica, está en la producción de plusvalor. Sin la producción de plusvalor mediante trabajo ajeno, todo ese complejo de relaciones y esa multiplicidad de factores característicos o distintivos del capitalismo como forma de vida respecto de sociedades anteriores, se viene abajo.

¿Cómo se procesa la producción del plusvalor? Para responder a esta pregunta, hay que empezar por comprender que el proceso de producción de plusvalía no se reduce a la dimensión espacio-temporal en que la fuerza de trabajo se pone en acción. En realidad, este proceso tiene lugar en un espacio más amplio y durante un tiempo mayor que el de la fábrica o lugar de trabajo en el que el plusvalor se produce físicamente. Esta dimensión espacio-temporal fue definida por los clásicos como esfera de la circulación del capital. Para ello no hace falta más que remitirse a la fórmula general del capital que en el capítulo IV Marx expone así:

D-M....P...M’-D’

Esta fórmula describe un proceso que comprende el acto de la producción material del plusvalor, pero está precedido por otro acto sin el cual dicha producción es imposible. Es el acto de compra de los llamados factores de la producción por parte del capitalista -especialmente la fuerza de trabajo- representado por la primera parte de la fórmula: D-M. La producción de plusvalor tiene, pues, por condición previa el intercambio. La segunda fase de la circulación M’-D’, donde D’ = D + ΔD y ΔD = P (plusvalor) en forma de dinero (donde Δ significa incremento) que constituye no ya la condición de la producción de plusvalor sino la posibilidad de acumularlo. En efecto, analizando y descomponiendo la fórmula, podemos comprobar que el porceso de producción se resuelve, efectivamente, en un valor bajo la forma de producto M’ = M + ΔM que contiene el plusvalor P. Este valor del producto contiene el valor de los factores de la producción empleados, luego M’ = Cc+ Cv + P, donde Cc. representa la inversión en capital constante (maquinas, materias primas y materias auxiliares), Cv el capital "adelantado" en salarios. (Cc. + Cv) equivale a D en la fórmula general y P al plusvalor. Pero en ese momento del proceso de valorización o acumulación, dicho valor M’ = Cc +Cv +P es sólo virtual. En realidad, todavía no ha dejado de ser un producto, un simple valor de uso. Invirtiendo el sentido del probervio que aconseja no vender la piel del oso antes de cazarlo, podemos observar que el proceso de producción del plusvalor se corresponde con la caza del animal. Pero para que el plusvalor producido se pueda capitalizar, es necesario que la piel se venda: que M’ = M+ΔM se liquide o realice en dinero.

Decíamos más arriba que el desarrollo de la fuerza productiva consiste en la capacidad del trabajo de poner en movimiento la mayor cantidad de medios de trabajo más tecnificados por unidad de tiempo empleado. Obviamente, la tendencia del capital consiste en desarrollar la fuerza productiva del trabajo para disminuir al máximo posible el tiempo de las tres fases por las que atraviesa una masa determinada de valor capital. Ahora bien, si el capital tiene por fuerza que atravesar las tres fases de cada rotación, mientras se encuentra en cualquiera de las dos fases circulatorias no produce plusvalor. Por lo tanto, desde el punto de vista de la producción de plusvalor, la producción y la circulación están en una relación dialéctica, de oposición una respecto de la otra:

El tiempo de circulación y el tiempo de producción se excluyen mutuamente. Durante su tiempo de circulación el capital no funciona como capital productivo, y por eso no produce ni mercancía ni plusvalor. (... ) Por tanto, el tiempo de circulación del capital limita en general su tiempo de producción y en consecuencia su proceso de valorización. Y los limita precisamente en proporción a lo que él mismo dura> >(K. Marx: "El Capital" Libro II cap. V: "El tiempo de circulación". Lo entre paréntesis es nuestro)

Según vimos, la rotación del capital es igual a la duración de la fase de producción más la duración de la circulación. Dicho de otro modo es la suma del tiempo de producción y del tiempo de circulación. Luego, la rotación se aproxima tanto más al tiempo de producción, cuanto menor sea el tiempo de circulación, es decir, cuanto menor sea el tiempo (no productor de plusvalor) que transcurre entre la masa de capital que sale de la producción y vuelve a entrar en ella (tiempo de reproducción): Por lo tanto, cuanto menor sea el tiempo de circulación, mayor será el número de rotaciones y mayor la masa de plusvalor resultante:

< <En un ciclo determinado, el valor global (y consiguientemente también la suma de los plusvalores creados) es igual al tiempo de trabajo (en la fase productiva) multiplicado por el número de rotaciones del capital. La plusvalía creada por el capital no aparece ahora determinada simplemente por el plustrabajo apropiado por el capital en el proceso e producción, sino por el coeficiente del proceso de prouduccíón; es decir, por el número que expresa la frecuencia con que es repetido en un período de tiempo dado. Pero este coeficiente es determinado por el tiempo de circulación que el capital necesita en una rotación. la suma de los valores (plusvalores) es, por tanto, determinada por el valor creado en una rotación, multiplicado por el número de rotaciones en un espacio de tiempo determinado. Una rotación del capital es igual al tiempo de producción + el tiempo de circulación. Presupuesto el tiempo de circulación como algo dado, el tiempo global que necesita una rotación depende del tiempo de producción. Presupuesto el tiempo de producción, la duración de la rotación depende del tiempo de circulación> > (K.Marx: "Grundrísse ": "El proceso de circulación del capital")

Cuanto menor sea el tiempo de circulación, más rápida será la frecuencia entre las sucesivas fases de la producción y mayor, por tanto, la masa de plusvalía producida en un período de tiempo dado.

Formulando algebraicamente este razonamiento, la plusvalía global resulta ser, por lo tanto = P x nR (siendo n el número de rotaciones).Según esta fórmula, si un capital de 1.000.000 pesetas necesita tres meses para producir un plusvalor de doscientas mil y un mes para realizarlo, podrá rotar tres veces al año. En este caso, la masa de plusvalor creada será de seiscientas mil (200.000 x 3). Si el tiempo de circulación es nulo, el mismo millón de pesetas rotará 4 veces al año:

<<El comerciante, al ejecutar estas operaciones o al seguir mediando las funciones del capital dentro de la esfera de la circulación luego de que el capitalista productivo ha dejado de hacerlo, se reduce a ocupar el lugar del capitalista industrial. El tiempo de trabajo que cuestan estas operaciones se emplea en operaciones necesarias en el proceso de reproducción del capital, pero no añaden valor alguno > > (K.Marx: "El Capítal’ Libro III cap. XVII "La ganancia comercial")

Con lo cual se demuestra, efectivamente, que el tiempo de la circulación es una detracción del tiempo de la producción que se traduce en una masa de valor no creado, y que por tal razón Marx denomina costes de circulación.

Ahora bien: según vimos, los agentes de la circulación de mercancías se justifican por el hecho de que es éste un momento tan esencial a la reproducción ampliada como la producción. Pero no sólo se justifican por eso, sino porque, aun representando una detracción de la ganancia general, su participación en el proceso hace que dicha detracción sea menor que en cualquier otra circunstancia que prescindiera de ellos. Por tanto, puede decirse que, aun cuando en su esfera de actividad no se genere plusvalor, los agentes de la circulación contribuyen al proceso de acumulación en tanto su cometido consiste en lograr que los tiempos de circulación sean más breves, más frecuentes los períodos de rotación y mayor, por tanto, la ganancia del capital social global. Marx expresa esta afirmación del modo siguiente:

< <En la medida en que el capital comercial permanezca restringido dentro de los límites en los cuales es necesario, la única diferencia es que en virtud de esa misma división de la función del capital (social global) se emplea menos tiempo exclusivamente para el proceso de circulación, se adelanta menos capital adicional para él, y la pérdida de ganancia global que se revela en la figura de la ganancia comercial es menor de lo que sería en otras condiciones> > (K. Marx: Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

Esas otras condiciones serían las que se presentarían si, en vez de autonomizar una parte de su masa para asignarle la actiividad de la circulación (M-D+DD) bajo la figura de capital comercial, fuera el propio capital industrial quien se reservara esta tarea. Pongámonos por un momento en semejante supuesto, es decir, que cada capitalista industrial dispusiera de una parte de su capital para gestionar el tiempo de la circulación de sus propios productos.

b1.-El empleado comercial de una empresa industrial

En primer lugar, hay que señalar que no por eso dejaría de ser capital comercial, sólo que no sería autónomo sino adjunto al capital industrial. Al principio sería muy pequeño en comparación con la inversión productiva, y el tiempo de circulación puede ser atendido por el propio capitalista industrial sin necesidad de que este capital comercial tenga que adquirir forma orgánica dentro de la empresa. Pero a medida que se amplía la escala de la producción aumentan las operaciones comerciales, tanto para vender el producto como para contratar los factores de la producción. Llega un momento en que si no quisiera ver seriamente mermado su tiempo dedicado a dirigir la producción, el capitalista industrial se vería precisado a emplear personal especializado en operaciones mercantiles, asalariados que darían a este capital adjunto la forma orgánica de sección o departamento comercial. Y aquí se presenta el problema a resolver, porque resulta que la significación económica de estos salarios comerciales sufragados por el capitalista industrial difieren del capital variable invertido en los trabajadores del departamento fabril. Incrementa los desembolsos del capital empresarial sin incrementar directamente el plusvalor. Así lo dice textualmente Marx:

< <El desembolso por ellos (los empleados comerciales) aunque se lo efectúa en la forma de salarios, difiere del capital variable desembolsado en la compra del trabajo productivo. Incrementa los desembolsos del capitalista industrial, la masa del capital que hay que adelantar, sin incrementar directamente el plusvalor. Pues es un desembolso, pagado por trabajo, que sólo se emplea en la realización de valores ya creados» (Ibíd)

Fijémosnos que Marx no niega que los empleados comerciales incrementen el plusvalor del capital, dice que no lo incrementan directamente, con lo cual está significando que contribuyen de algún modo a incrementarlo. El razonamiento en que se apoya esta afirmación implícita es el siguiente:

1.Está claro que desde el punto de vista de la producción directa, estos trabajadores constituyen una pura detracción o deducción del plusvalor generado en esa fase del proceso de acumulación. De ahí que, al mismo tiempo que trata de emplear la mayor cantidad posible de trabajadores de fárica, el capitalista industrial reduce al mínimo posible los empleados de su oficina comercial.

Esta distinta relación que mantienen con su patrón, es una de las características que distingue a los trabajadores del comercio dependientes del capital industrial.

2.Pero la sociedad capitalista consiste en la acumulación de capital, y si como es cierto que estos trabajadores cumplen una función no sólo necesaria sino imprescindible en ese proceso, la conclusión lógica es que,

3.de algún modo contribuyen a la producción de plusvalor y al proceso de acumulación en su conjunto. ¿De qué modo? Detengámosnos un poco más en los tres puntos del razonamiento precedente: los trabajadores comerciales no producen valores; el resultado de su trabajo no se traduce en producto de valor alguno. Por lo tanto, no se trata sólo de que no producen plusvalor, sino que, con su trabajo, no aportan siquiera un sólo céntimo de valor a los medios de consumo con los que reponen diariamente su fuerza de trabajo. Desde este punto de vista, los trabajadores

comerciales parecen no tener ninguna razón económica de existencia social. Pero a juzgar por lo que les dicta la ley del valor y así lo reflejan las estadísticas, la burguesía no deja de contar con sus servicios y cada vez en mayor número. Esto nos obliga a penetrar un poco más en esta aparente paradoja. Si los trabajadores comerciales no producen valor ni plusvalor alguno, su trabajo "improductivo" debe ser pagado con cargo a una parte del plusvalor producido por los trabajadores fabriles. Como el resto de los asalariados, reciben diariamente el producto de valor digamos- de seis horas, en concepto de salario; también, al igual que los demás, trabajan ocho.

Pero ni en estas dos horas adicionales ni en el resto de la jornada laboral producen valor alguno.

Los trabajadores de la sección fabril, cumplen las mismas ocho horas y también reciben como salario el producto de seis horas. Pero durante cada jornada reproducen con su trabajo tanto el valor de su fuerza de trabajo como el plusvalor para su patrón. El precio de su trabajo es de ocho horas, mientras que el valor de su fuerza de trabajo insume seis de ellas. Pero ya vimos que el trabajo, es decir, el ejercicio de la fuerza de trabajo de estos empleados -en cuanto a tensión, despliegue y desgaste- no puede exceder el valor de los medios de subsistencia que consumen para reponerla. Están, pues, en condiciones de producir plusvalor para su patrón, sólo hasta el punto en que trabajando agotan la energía o capacidad laboral que diariamente le proporcionan los medios de subsistencia de su correspondiente asignación salarial. En síntesis: el trabajo de estos empleados tiene su límite en el valor de su fuerza de trabajo.

El caso de los trabajadores de la oficina comercial es distinto. Al no producir plusvalor, el precio de su trabajo coincide con el valor de su fuerza de trabajo. Por lo tanto, el trabajo que pueden realizar -y de hecho realizan- no está limitado por el valor de su fuerza de trabajo sino por menos de ese coste. La sociedad usa y consume su fuerza de trabajo en la esfera de la circulación durante ocho horas, pero le paga por lo que representan sólo seis. No paga esas dos horas, aunque el que las cumple las gasta.

Tampoco se apropia de plusproducto ni de plusvalor alguno. Pero esas dos horas que el trabajador comercial dedica a realizar el capital productivo, constituyen una reducción de los costes de circulación, que así disminuyen en ¼, de ocho horas a seis.

Como ocurre con los asalariados de la sección fabril, lo que el empleado comercial aporta a supatrón industrial, es más de lo que le cuesta. Pero a diferencia del resto de los trabajadores productivos, ese aporte no consiste en gastar su fuerza de trabajo creando más valor que el que representa su coste de reposición o salario, sino en reducir este costo salarial del capital, abreviando con su trabajo -que resulta ser así, en parte, impago- el tiempo de las operaciones comerciales de venta y de compra, con lo que, sin producir directamente plusvalor, contribuye al aumento de su masa por unidad de tiempo empleado en cada rotación. Tal es lo que significa el párrafo siguiente:

< <El trabajador de comercio no produce plusvalor en forma directa. Pero el precio de su trabajo está determinado por el valor de su fuerza de trabajo, es decir de sus costos de producción, mientras que el ejercicio de esa fuerza de trabajo, en cuanto tensión, despliegue y desgaste de dicha fuerza, no se halla limitado en modo alguno, como en el caso de cualquier otro asalariado, por el valor de su fuerza de trabajo. Por ello, su salario no guarda relación necesaria alguna con la masa de la ganancia que ayuda a realizar al capitalista (no disminuye históricamente en relación con el plusvalor que crea, sino que está en función de la tendencia del capital a reducir los costes de circulacíón). Lo que le cuesta al capitalista y lo que le reporta son dos magnitudes diferentes (de un mismo rubro: el plusvalor creado en la producción). Le reporta algo no por el hecho de crear directamente plusvalor para él, sino porque lo ayuda a disminuir los costos de la realización del plusvalor, en la medida en la que efectúa trabajo, en parte impago (en nuestro ejemplo, 1 /4 de la jornada laboral). > > (K.Marx: lbíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

 

b2.-Empleados del comercio al servicio del capital comercial

Como hemos visto ya, la circulación de mercancías no hace más que mediar en la modificación formal de masas de valores o trasmutación del capital mercantil en capital dinerario, tarea que nada tiene que ver con el aumento o la creación de valor alguno. Al contrario, en la medida en que esas necesarias mutaciones de forma insumen tiempo durante el cual -para decirlo de modo fetichistadichos valores no producen más valor ni plusvalor, constituyen una limitación del tiempo de la producción, de la creación de plusvalor, del trabajo directamente productivo. Ese límite está determinado por el tiempo que el capital mercantil tarde en convertirse en capital dinerario. Dedicado a comprar y vender multitud de productos, es decir, a intermediar la división del trabajo entre otros tantos capitales industriales, la función del capital comercial consiste en achicar ese límite, en acortar el tiempo de la circulación ampliando así el tiempo de producción de plusvalor:

< <Por consiguiente, el capital comercial no crea valor ni plusvalor, es decir no lo hace directamente. En la medida en que contribuye a la abreviación del tiempo de circulación, puede ayudar indirectamente a aumentar el plusvalor producido por el capitalista industrial. En la medida en que ayuda a expandir el mercado y en que media la división del trabajo entre los capitales, es decir, que capacita al capital para trabajar en mayor escala, su función promueve la productividad del capital industrial y su acumulación. En la medida en que abrevia el tiempo de circulación, eleva la proporción entre el plusvalor y el capital adelantado, es decir, la tasa de ganancia. En la medida en que reduce la parte del capital confinada como capital dinerario dentro de la esfera de la circulación, hace aumentar la parte del capital directamente empleada en la producción. > > (K.Marx: "El Capítal" libro III Sección cuarta Cap. XVI: "El capital dedicado al tráfico de mercancías")

¿Cual es, pues, la situación de los asalariados que trabajan para el capital comercial? Se asemejan a sus colegas dependientes del capital industruial en los mismo que los distingue del resto de los proletarios: en que no producen plusvalor directamentemente, Pero a diferencia del asalariado comercial empleado por el capital imndustrial estos trabajadores comerciales se asemejan al resto de los que producen plusvalor directamente, no sólo porque trabajan para un capitalista, sino porque el precio de su trabajo (que pagan los capitalistas industriales) no coincide con el coste salarial o valor de su fuerza de trabajo. O sea, que anunque no produzcan valor alguno ni plusvalor directamente, los asalariados comerciales dependientes del capital comercial producen plusvalor para su patrón. De lo contrario, desaparecería la razón de existencia del capital comercial y, con él sus empleados:

< <El trabajo impago de estos dependientes, a pesar de no crear plusvalor, crea empero para él apropiación de plusvalor, lo cual es exactamente lo mismo para este capital, en cuanto a su resultado; en consecuencia, es para él fuente de la ganancia. De otro modo, jamás podría desarrollarse la actividad comercial en gran escala, a la manera capitalista. Así como el trabajo impago del obrero crea directamente plusvalor para el capital productivo, así el trabajo impago de los asalariados comerciales crea para el capital comercial una participación en dicho plusvalor.> > (K.Marx: Op.cit. Cap. XVII: "La ganancia comercial")

c)Los asalariados de la intermediación financiera

Desde el punto de vista de la acumulación del capital, el tiempo de circulación es la pura negación del tiempo de la producción; es un tiempo muerto en tanto no produce plusvalor. No aumenta la masa de capital sino que se limita a operar con él y en él una metamorfosis necesaria. De su forma de producto determinada por el proceso de trabajo, el capital invertido pasa a revestir la forma de mercancía (cuando es adquirida por el capitalista comercial), y de ésta a la de dinero (cuando es vendida al consumidor final). Tal es la trasmutación mediante la cual el precio de producción, que en la mercancía es sólo una entidad ideal, se realiza o liquida (se convierte en dinero contante y sonante o líquido).

El tiempo de circulación, por lo tanto, cambia la determinación formal del capital. No produce valor ni plusvalor. Pero la genética del capital consiste en la producción e plusvalor. Por lo tanto, el capital tiende a un tiempo de circulación nulo, a un tiempo de producción sin tiempode circulación. Tal es la función del crédito o capital de préstamo: convertir el tiempo de circulación en tiempo de producción. ¿De qué naturaleza es esta conversión? Como vimos, el capital comercial tiene su razón de existencia en que lleva a cabo el proceso necesario de la circulación en el menor tiempo posible. Pero no es su función reducir ese tiempo realmente a cero; en primer lugar porque es materialmente imposible; en segundo lugar, porque haría desaparecer automáticamente la categoría social del comerciante. Ahora bien, en diversos pasajes de su obra Marx insiste en que los límites del capital están en el propio capital, pero mientras se mantenga intacto el principio activo de su lógica -la propiedad privada sobre los medios de producción- el capital pasa por encima de cualquier límite. ¿Cómo remueve el capital los límites de la circulación? Anulándola ideal o artificialmente mediante el dinero a crédito:

< <La circulación del capital es realizadora del plusvalor, de la misma forma que el trabajo vivo es creador de valor. El tiempo de circulación es sólo un límite de esta realización del valor, y, por tanto, de la creación de valor; es un límite que procede no de la producción en general, sino que es un límite específico de la producción del capital, cuya superación -o al menos la lucha con él- entra por lo tanto, en el desarrollo económico específico del capital, e impulsa al desarrollo de sus formas en el crédito, etc. > > (K.Marx: "Grundrisse": "El proceso de circulación del capital")

Pero, ¿de qué naturaleza es esta superación? Si el tiempo de la circulación es un límite real, no puede ser anulado realmente. Mientras la mercancía no se vende, el capital incrementado contenido en ella permanece necesariamente confinado e improductivo. Es imposible contar con él para la producción de nuevo plusvalor:

< <En tanto el capital está fijado en la forma de producto acabado no puede actuar como capital, es un capital negado.> > (K.Marx :Grundrísse ": "El proceso de circulación del capital")

Así, a un capital que esta realmente "negado" para la producción de plusvalor mientras permanece en la circulación, solo se lo puede rehabilitar idealmente o reemplazar artificialmente. Esto es lo que hace el dinero a crédito que resulta ser así, capital ficticio. En tanto no anula realmente el tiempo de circulación, deja subsistir el capital comercial; pero en la medida en que lo anula idealmente permitiendo continuar el proceso de producción de plusvalor, da lugar a una nueva división del capital: el capital que devenga interés. Pero este capital-dinero sólo puede funcionar en la medida en que el capital productivo que viene a reemplazar -mientras permanece confinado en la esfera de la circulación- llegue a realizarse, mediante de la trasmutación del capital-mercancía en capital dinero.De ahí que el interés -al igual que la ganancia comercial- constituya una pura detracción de la ganancia industrial. Los trabajadores bancarios, pues, no producen directamente plusvalor aunque lo producen para el banquero a través de la tasa de interés, de la misma forma que los asalariados comerciales lo producen para su patrón a través de la ganancia comercial.

d) Ejemplos de trabajador productivo inmaterial

Imaginemos a un maestro de escuela que saca la quiniela y decide realizar el sueño de la escuela propia. Deberá adquirir un edificio, mesas, pupitres y demás materiales necesarios para la enseñanza.

En suma, todo lo que se entiende por medios de trabajo. ¿Dónde se localiza la materia prima objeto del trabajo educativo? En la naturaleza humana. En este caso, a diferencia de industrias como la extractiva que está en la tierra, la materia prima de la enseñanza se encuentra en la mente inculta de los alumnos. Algo que al capitalista de la enseñanza -como al empresario de la minería- le resulta completamente gratis, ya que no le exige ningún adelanto en capital circulante, si se exceptúan algunos útiles escolares, papel, materias auxiliares como el combustible para calefacción o ciertos líquidos de limpieza:

< <En la industria extractiva, por ejemplo, en las minas, las materias primas no forman parte del adelanto de capital. El objeto de trabajo no es aquí producto del trabajo precedente, sino gratuito obsequio de la naturaleza- Así ocurre con los minerales metalíferos, los minerales en general, la hulla, la piedra, etc. El capital constante se compone aquí casi exclusivamente de medios de trabajo... »(K.Marx: "El capital" Cap. XXII punto 4 en el tercer y cuarto párrafos correspondientes a la 3ª y 4ª ediciones. Citado en la versión crítica de P. Scaron publicada por Siglo XXI Tomo 2)

Como parte de su nuevo proyecto de vida, nuestro maestro vocacional convertido en empresario de la enseñanza, deberá proceder a la contratación de un número determinado de colegas suyos que pasarán ipso facto a trabajar para él con arreglo a una paga mensual de acuerdo con el estatuto del docente. Por último, hará pública oferta del servicio anunciando a los probables usuarios cuanto ha de costarles cada curso. El coste del comprador es equivalente al precio de producción del vendedor llamado "matrícula", que lógicamente incluye la parte proporcional del valor del producto para reproducir o reponer lo invertido en la atención anual de cada alumno, más una plusvalía o fondo de capital adicional disponible, de la que nuestro empresario decidirá qué parte consumirá y cuanto destinará a ampliar su capital originario.

Cierto: para que un trabajo pueda considerarse productivo, no basta con que sea útil, que su producto satisfaga una necesidad, que sea un valor de uso; tampoco es suficiente con que tenga valor, que sea una mercancía. Para que un trabajo sea productivo, además de concretarse en una mercancía, esa mercancía debe contener un plusvalor. Y aquí es completamente irrelevante que la mercancía producto del trabajo a considerar sea o no algo tangible, que se pueda ver o tocar. En el segundo párrafo de "El Capital" correspondiente al capítulo primero del libro 1, Marx lo dejo dicho con suficiente claridad refiriéndose a las necesidades asociadas a cada mercancía:

<<La naturaleza de esas necesidades, el que se, originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nada modifica el problema> > (Op. cit.)

En este sentido, como cualquier operario industrial en su ámbito fabril, el actor teatral ejecuta su trabajo sobre el escenario, el poeta sobre las páginas de un libro, el pintor sobre una tela y el maestro en un aula. Pero a diferencia del operario, el trabajo artístico del actor, del poeta y del pintor, lo mismo que el intelectual del maestro, no consisten en nada que sea material, porque responden a necesidades del espíritu. Son, por tanto, trabajos útiles y, como útiles que son, susceptibles de convertirse en mercancías. Para ello sólo basta con que sus propietarios decidan venderlas. Si los que venden el producto de su trabajo son los trabajadores mismos, serán meros vendedores, como es el caso del operario de sastrería que contratarnos para que nos confecciones una chaqueta. Es éste un trabajo que, desde el punto de vista de la sociedad capitalista, resulta ser improductivo. No porque su producto deje de ser mercancía -que no deja de serio- sino porque no contiene plusvalor; y esto es así porque en este último caso, el trabajo no se cambia por capital sino por un ingreso: el de los que pagan para ver al actor, para leer los versos del poeta, recrearse en la pintura o aprender del maestro; una forma de intercambio que, como vimos, se corresponde con diversos modos de producción precapitalistas, el más cercano de ellos en la historia: la producción mercantil simple. Pero si venden su capacidad de trabajo a un empresario capitalista, ya no son meros productores de mercancías, sino que, al mismo tiempo, estarán produciendo plusvalor, convirtiéndose, por ese sólo hecho, en trabajadores productivos, o sea, en proletarios. Esto es lo que Marx quiere decir cuando excluye la "determinabilidad material" del trabajo como requisito del trabajo productivo. Volvemos aquí sobre el mismo párrafo del punto 3 en "Teorías sobre la Plusvalía" donde lo dice así:

< <Estas determinaciones (del trabajo productivo) no se derivan, por tanto, de la determinación material del trabajo (no de la naturaleza de su producto ni de la determinabilídad del trabajo como trabajo concreto), sino de la forma social determinada, de la relaciones sociales de producción en que se realiza. Por ejemplo, un actor teatral, incluso un clown, es según esto, un trabajador productivo, siempre y cuando que trabaje al servicio de un capitalista (del entrepreneur), a quien restituya más trabajo del que recibe de él en forma de salario; en cambio, el sastre remendón que trabaja en la casa del capitalista, repasándole los pantalones, se limita a suministrarle un valor de uso y es, por tanto, un trabajador improductivo. El trabajo del primero se cambia por capital (variable), el segundo por un ingreso. El primero crea una plusvalía (que es la especificidad de la sociedad capitalista), El segundo consume un ingreso (como en cualquier otro modo de producción precedente>> (Op.cit. Lo entre paréntesis en letra normal es nuestro)

También queremos insistir en la cita correspondiente al capítulo XIV de "El Capital", donde Marx nos vuelve a poner frente a su criterio de excluir la determinabilidad material del trabajo para distinguir entre trabajo productivo e improductivo:

< <La producción capitalista no sólo es producción de mercancía; es, en esencia, producción de plusvalor. El obrero no produce para sí, sino para el capital. Por tanto, ya no basta con que produzca en general. Tiene que producir plusvalor. Sólo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el capitalista o que sirve para la autovalorización del capital. Si se nos permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera de la producción material, digamos que un maestro de escuela, por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para enriquecer al empresario. Que este último haya invertido su capital en una fábrica de enseñanza en vez de hacerlo en una fábrica de embutidos, no altera en nada la relación. El concepto de trabajador productivo, por ende, en modo alguno implica meramente una relación entre actividad y efecto útil, entre trabajador y producto del trabajo, sino, además, una relación de producción específicamente social que pone en el trabajador la impronta de medio directo de valorización del capital. de ahí que ser trabajador productivo no constituya ninguna dicha, sino una maldición> > (Op.cit. El subrayado esnuestro)

En este gremio se encuadran también todos los trabajadores de las telecomunicaciones y, en parte, los empleados del correo y de mensajería. En cuanto a los trabajadores de la enseñanza a cargo de los presupuestos del Estado burgués, esta categoría de trabajadores no fue considerada por Marx debido a que en su época la enseñanza era íntegramente privada, y porque la estatalización de trabajos como éste y la sanidad constituyen excepciones históricas a la lógica del capital que las necesidades de la propia acumulación se están encargando de corregir, reconvirtiendo paulatinamente estos trabajos en fuentes de producción directa de plusvalor.

Ciertamente, los asalariados que ustedes llaman "aristocracia obrera" gozan de un mayor nivel de vida respecto de sus homólogos en los países dependientes. Pero esto también vale para el resto de las categorías laborales. Marx trata sobre este punto en el capítulo XX del primer libro bajo el titulo de "diversidad nacional de los salarios" precisando allí que la ley del valor vigente en el territorio de cualquier país, fija el desarrollo desigual de los distintos sectores de la economía nacional determinando distintos niveles salariales según las diversas comoposiciones orgánicas del capital entre distintas amas de la producción y aun dentro de una misma rama. Lo mismo ocurre a nivel internacional, donde el desarrollo desigual entre países según el diverso grado de desarrollo de las fuerzas productivas, los países más desarrollados cambian menos trabajo por más, lo cual fija la diferenciación salarial entre países pobres y países ricos. La vigencia de la ley del valor para distintas jornadas laborales nacionales, implica que la jornada laboral considerada más intensa y productiva de una nación de mayor desarrrollo de su fuerza productiva, se representa en una expresión dineraria de más poder adquisitivo que la jornada menos intensa e improductiva respecto de otra de menor desarrollo relativo Esto que la jet-set y los capitalistas dedicados al negocio de exportación e importación saben desde siempre, no deja de sorprender a cualquier trabajador del primer mundo que por primera vez pone los pies sobre un país de menor desarrollo relativo:

<<Las diversas cantidades de mercancías del mismo tipo,producidas en países diferentes en el mismo tiempo de trabajo, tienen por consiguiente valores internacionales desiguales, que se expresan en precios diferentes, o sea, en sumas de dinero que difieren según los valores internacionales. El valor relativo del dinero (expresado en oro), pues, será menor (respecto del valor de la fuerza de trabajo) en la nación con un modo capitalista de producción más desarrollado, que en aquella donde éste se haya desarrollado menos.>> (K.Marx: op.cit.Lo entre paréntesis es nuestro)

Pero, insistimos, esto vale tanto para lo que ustedes llaman "aristocracia obrera" como para el resto de los asalariados productores directos de plusvalor. Aquí y en cualquier parte del mundo. Como podrán inferir, el concepto de aristocracia obrera es tan relativo como la diversidad de ingresos entre distintos sectores de asalariados, tanto a nivel nacional como internacional.

e) Los trabajadores del transporte.

Al estudiar la mercancía, habíamos visto que la condición necesaria de todo valor consiste en tener valor de uso, y que todo valor de uso se efectiviza en el consumo. Pero hay productos que para efectivizar su valor de uso, necesitan previamente un traslado. No experimentan ningún cambio, ninguna transformación material, pero aumentan de valor: el que le transfieren los medios de trasporte, y el que le agregan los asalariados de este gremio en concepto de salario y de plusvalor:

< <El capital productivo invertido en ésta, agrega, pues, valor a los productos transportados, en parte por transferencia de los medios de transporte, en parte por adición de valor (producto de valor) mediante el trabajo de transporte. Esta última adición de valor se divide, como ocurre en toda producción capitalista, en reposición de salario y plusvalor. > > (K.Marx: "El Capital" Libro II Cap. V: "Los costos de circulación". Lo entre paréntesis es nuestro)

f) Supervisores, administradores y gerentes.

En el capítulo IX del primer libro ("Tasa y Masa del plusvalor"), a propósito del mínimo de capital dinero necesario para que pueda ser convertido en capital, Marx distingue las categorías sociales de trabajador por cuenta propia, pequeño patrón y capitalista propiamente dicho. El razonamiento que emplea es el siguiente.

1.El mínimo de capital variable es lo que cuesta emplear a un obrero medio.

2.Si este trabajador fuera propietario de sus propios medios de producción (medios de trabajo y materias primas) y se contentara con vivir como "trabajador independiente", le bastaría con trabajar el tiempo necesario para reproducir sus propios medios de subsistencia, digamos 4 horas diarias. En ese caso, únicamente necesitaría diariamente medios de producción para utilizar durante esas cuatro horas de trabajo.

3.El capitalista con un obrero a su cargo, que además de esas cuatro horas de trabajo necesario le hace ejecutar, digamos , otras cuatro horas de plustrabajo, necesita una suma adicional de dinero para adquirir los medios de producción adicionales a emplear durante las cuatro horas de plustrabajo. En este caso, con el plusvalor que se apropia, el capitalista tendría que utilizar dos obreros para poder vivir al mismo nivel de un obrero, esto es, para satisfacer sus necesidades mínimas. Pero, en ese caso, no estaríamos en presencia de un capitalista, porque el dinero adelantado o invertido no se acrecentaría, es decir, no se convertiría en capital.

4.Para vivir apenas el doble de bien que un obrero común y poder reinvertir la mitad del plusvalor producido, el capitalista tendría que emplear ocho obreros multiplicando por igual cifra el mínimo de capital adelantado. Siendo que él mismo, al igual que su obrero, participa directamente en el proceso productivo, sólo será un híbrido de capitalista y obrero, un "pequeño patrón". Para Marx, la condición necesaria y suficiente que define a un capitalista propiamente dicho, consiste en que el plusvalor que obtiene de sus obreros le permita liberarse por completo de participar en el proceso directo de trabajo, para dedicar todo su tiempo al control de la producción y venta de sus productos:

< < Cierto nivel de la producción capitalista hace necesario que el capitalista pueda dedicar todo el tiempo en que funciona como tal, es decir, como capital personificado, a la apropiación y por tanto al control (supervisión) del trabajo ajeno y a la venta del producto de estetrabajo la suma mínima de valor de la que debe disponer el poseedor individual de dinero o de mercancías para metamorfosearse en capitalista, varía con las diversas etapas de desarrollo de la producción capitalista y, en una etapa de desarrollo dada, difiere entre las diversas esferas de la producción, según sus condiciones técnicas específicas>> (K.Marx: op.cit. Lo entre paréntesis es nuestro)

En la sociedad capitalista, pues, el trabajo de supervisión aparece allí donde determinada masa de capital permite a su propietario independizarse de la producción directa de plusvalor, y tiende a generalizarse según avanza el proceso de acumulación. Pero este tipo de trabajo ya existía en la sociedad esclavista y Marx se encarga de dejar testimonio de ello en el capítulo XXIII del Libro III citando al prestigioso historiador de la época, Teodoro Mommsen, especialista en historia antigua:

< <El Villicus en tiempos de Catón: "Al frente de los esclavos rústicos (familia rústica) se hallaba el administrador (villicus, de villa [finca rural]), quien cobraba y pagaba, compraba y vendía, recibía las instrucciones del señor, y en ausencia de éste disponía y castigaba ... El administraddor era, naturalmente, más libre que los restantes esclavos; los libros de Magón aconsejan permitirle que se case, que engendre hijos y posea su propio peculio, y Catón recomienda casarlo con la administradora [de las esclavas]; también habría sido el único con perspectivas de obtener de su amo la libertad, en caso de buen comportamiento. Por lo demás, todos constituían una comunidad doméstica...Todos los esclavos, inclusive el propio administrador, obtenían la satisfacción de sus necesidades por cuenta del amo, en plazos determinados y de acuerdo con normas fijas, con lo cual debían componérselas ... La cantidad dependía del trabajo, por lo cual el administrador, por ejemplo, cuyo trabajo era más liviano que el de los siervos recibía una ración menor que éstos. (Mommsen: "Römische Geschichte", segunda edición, 1856, 1, pp. 809, 810 (K.Marx: op.cit.)

Por lo tanto, si el trabajo de supervisión es común a diversos modos de producción no puede considerarse característico, propio o exclusivo del capitalismo. En realidad, este tipo de trabajo tiene una doble naturaleza, o sea, que tiene su razón de ser en dos condiciones que no necesariamente deben coincidir o cumplirse al mismo tiempo. Una es de orden técnico y, por tanto, común a todos los modos de producción; otra de orden social -puramente de dominio- que se corresponde con la sociedad dividida en clases. La primera es propia de todo proceso laborioso de carácter colectivo y socialmente combinado; colectivo porque intervienen numerosos individuos; socialmente combinado porque su producto resulta de trabajos parciales racionalmente articulados de acuerdo con un plan de producción global: la segunda obedece a la necesidad de las clases dominantes de regimentar el trabajo de las clases subalternas. En la sociedad capitalista, la necesidad de coordinación se presenta cuando cierta masa de capital en funciones pone en movimiento un gran número de trabajadores concentrados en un mismo ámbito de trabajo, con lo que esta nueva tarea se integra o compagina con la tradicional de control y regimentación compulsivo de la disciplina laboral. Tal es la síntesis que se encarna en la moderna figura del supervisor.

< <El trabajo de supervisión y dirección se origina necesariamente en todos aquellos lugares en los que el proceso directo de la producción tiene la figura de un proceso socialmente combinado, y no se manifiesta como trabajo aislado de los productores autónomos (dueños de sus propios medios de producción). Pero su naturaleza es dual. Por una parte, en todos aquellos trabajos en los cuales cooperan muchos individuos, la cohesión y unidad del proceso se representan necesairamente en una voluntad dirigente, y en funciones que no afectan a las labores parciales sino a la actividad global de ese lugar de trabajo, como es el caso del director de una orquesta. Este es un trabajo productivo, que debe efectuarse en cualquier modo de producción combinado. Por otra parte -y con total prescindencia del sector comercial- este trabajo de supervisión se origina necesariamente en todos los modos de producción que se basan en el antagonismo entre el trabajador, en cuanto productor directo, y el propietario de los medios de producción. cuanto mayor sea este antagonismo, tanto mayor será el papel que desempeña este trabajo de supervisión. Por eso alcanza su máximo en el sistema esclavista. Pero también es imprescindible en el modo capitalista de producción, puesto que en él, el proceso de producción es, al mismo tiempo, proceso de consumo de la fuerza de trabajo (creación de plusvalor) por parte del capitalista.> > (K.Marx: lbíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

De aquí se desprende, lógicamente, en primer lugar, que en tanto produce plusvalor -que al mismo tiempo no es plusvalor- el trabajo de supervisión, control o dirección, es productivo; en segundo lugar, en tanto es una necesidad de todo proceso de producción combinado, este trabajo es independiente de su carácter capitalista y de que sea ejecutado por capitalistas. El hecho de que en la sociedad actual sea ejercido por capitalistas oculta que este trabajo trasciende el modo de producción capitalista. El efecto ideológico de subordinación del proceso de trabajo social al proceso de valorización del capital, es lo que hace que este trabajo parezca ser propio de la clase burguesa, y el plusvalor pueda ser así presentado como una especie de retribución salarial del capitalista por el trabajo de explotar. Una vez más, la forma social dominante del capital impide ver su contenido real. Así,

< <Las funciones especiales (de supervisión) que debe desempeñar el capitalista en cuanto tal, y que le corresponden precisamente en contraposición a los obreros, se presentan como meras funciones laborales(del capital). (Lo que ocurre es que) Este capitalista crea plusvalor no porque trabaje como capitalista, sino porque, con prescindencia de su condición de capitalista también trabaja. Por lo tanto, esta parte del plusvalor (creada por el capitalista que trabaja) ya no es plusvalor sino su contrario, el equivalente de trabajo llevado a cabo (por sus obreros). (...) De modo que el trabajo de explotar y el trabajo explotado son idénticos ambos en cuanto trabajo. El trabajo de explotar es tan trabajo como el trabajo que explota. > > (K.Marx: "El Capítal".- Libro III Cap. XXIII: "El interés y la ganancia comercial". Lo entre paréntesis es nuestro)

Distinguiendo entre el interés del capital y la ganancia empresarial, para luego presentar ésta última en su forma pura, Marx destaca dos hechos: el primero, que el trabajo de los capitalistas consistente en hacer trabajar a los obreros, forma parte del proceso productivo y, por tanto, de la ganancia industrial, porque el plusvalor se produce allí. La segunda, que según avanza el proceso de acumulación, el capitalista que trabaja va desapareciendo hasta convertirse en capitalista puro, desligado del proceso de producción, lo que le convierte en una categoría social totalmente superflua y parasitaria. Ello demuestra que el trabajo de supervisión no es propio o privativo de la clase burguesa. Hasta tal punto que este desentendimiento de los capitalistas del trabajo de supervisión para convertirlo en trabajo asalariado, no debilita sino que refuerza el dominio del capital sobre el trabajo; por consiguiente, la función o trabajo de supervisión en el capitalismo, en primer lugar no es una cualidad humana de los burgueses; en segundo lugar no hace a su dominio de clase. Aun cuando se encarne en la figura del burgués, el mando del capital sobre el trabajo es esencialmente impersonal, objetivo. Y necesariamente transitorio, a no ser que el capitalismo pudiera funcionar sin revolucionar constantemente los medios de producción, cosa que se demuestra imposible, tanto teórica como históricamente. Esta última aclaración no es en modo alguno baladí, porque si no se pudiera demostrar que el capitalismo es un modo de producción históricamente transitorio -de ahí la importancia decisiva de la teoría marxista del derrumbe- entonces habría que aceptar por absolutamente necesario y eterno el dominio burgués sobre el trabajo social.

Para aclarar esta cuestión, Márx ha debido previamente analizar en profundidad las categorías economías de interés del capital y ganancia empresarial. No porque se lo propusiera deliberadamente, sino porque se lo impuso la investigación científica que llevó a cabo con total desprejuicio de clase. El razonamiento sumariamente expuesto es el siguiente: La tasa de interés es lo que el capitalista financiero obtiene por prestar capital-dinero al capitalista activo o empresario industrial. En realidad, el interés es una deducción de la ganancia industrial resultante del proceso de trabajo, pero el hecho de que el prestamista o intermediario financiero sea del todo extraño al proceso que genera esa ganancia industrial, hace que -aun siendo en realidad parte de la relación de explotación y de dominio de la burguesía sobre el proletariado- el interés del capital aparezca o se presente como si no brotara del acto de la producción sino del capital por sí mismo, entendido como ajeno toda relación con los obreros. De este modo, el interés resulta de la relación entre el prestamista -considerado como capitalista- y el empresario industrial, que pasa a ser un trabajador especial: En efecto, el interés...

< <No representa esto por oposición al trabajo, sino, por el contrario, sin relación [alguna] con éste y como mera relación entre un capitalista y otro. Es decir, como una determinación de por sí ajena a la relación entre el capital y el trabajo... > > (K. Marx: "Teorías sobre la plusvalía " Apéndice 4)

Esta división entre el capital bancario y el capital industrial según su distinta esfera económica de actuación (el interés del capital en la esfera de la circulación, la ganancia en la esfera de la producción), ha permitido a los ideólogos de la burguesía presentar la ganancia industrial no como ganancia del capital sino como una virtud personal del empresario, como un producto directo de su trabajo de supervisión:

< <Realmente, entre los obstáculos en el camino de ascensión de una familia industrial, lo de menos es la eventual carencia de capital. Si posee buenas condiciones de otra índole, esta familia encontrará en tiempos normales que el capital va tras de ella. Podemos decir, con Marshall, que el tamaño de una empresa -y aquí esto equivale a posición de una familia- tiende a adaptarse a la habilidad del empresario. Si el tamaño de la empresa excede las limitaciones personales de¡ empresario, su tamaño se verá reducido; si, por el contrario, carece de capital para explotar sus recursos personales, es probable que encuentre el crédito suficiente>>. (Joseph A. Schumpeter: "Imperíalismo. Clases socíales ". Cap. lI)

Según la apologética capitalista, pues, la diferencia entre la ganancia industrial y el interés está comprendida en el llamado trabajo de supervisión (labour of superintendence) del capitalista activo:

< <Por otra parte, esta forma del interés infunde a la otra parte de la ganancia la forma cualitativa del interés industrial, no en cuanto capitalista, sino en cuanto trabajador (industrial)» > (K. Marx: ‘"Teorías sobre la plusvalía" Apéndice 4)

Marx empezó a discernir sobre el fundamento material de los mecanismos ideológicos que pretenden justificar el dominio burgués sobre el obrero ya en 1 844, a poco de iniciarse en el estudio de la economía política:

< < Por medio del trabajo enajenado, el hombre no sólo engendra su relación con el objeto y con el acto de la producción en cuanto a fuerzas que le son extrañas y hostiles; también engendra la relación en la que otros hombres están con su producción y su producto, y la relación que él mantiene con estos hombres (...) así como engendra su propio producto como una pérdida, como un producto que no le pertenece, así engendra el dominio de aquél que no produce sobre la producción y sobre el producto. Al mismo tiempo que enajena de sí su propia actividad, confiere a un extraño una actividad que tampoco le pertenece> > (K. Marx: "Manuscritos Económíco-Filosófícos ")

No obstante, surge aquí un aspecto de importancia ideológica y política fundamental prácticamente desconocido o desatendido en los círculos intelectuales del movimiento obrero. Y es que, desde el punto de vista del proceso de producción de plusvalor, el trabajo de supervisión también cuenta, aunque quien lo ejecute sea un capitalista. Por tanto, en lo que dicen teóricos apologetas del capitalismo como Schumpeter hay un grano de verdad:

< <Las funciones especiales que el capitalista en cuanto tal debe desempeñar en el proceso de trabajo y que le corresponde precisamente a él a diferencia del obrero, se presentan como meras funciones del trabajo. Crea plusvalía no porque trabaje en cuanto capitalista, sino porque también él, el capitalista, trabaja> > (K. Marx: "Teorías sobre la Plusvalía " Apéndice 4)

También es cierto lo que dice Schumpeter en el sentido de que un empresario torpe lleva necesariamente su empresa a la ruina. Pero desde el punto de vista del capital social global -que es lo que interesa a los efectos de determinar el carácter y comportamiento de la burguesía como clase- las distintas aptitudes o capacidades en el trabajo de supervisión capitalista se compensan unas con otras, sintetizándose en el empresario "medio" fijado por la tasa media de ganancia, que igualmente determina el trabajo socialmente necesario a instancias de esa especie de "selección natural" que es la competencia. Por tanto, a los fines rigurosamente científico-sociales, esta relevancia que Schumpeter atribuye al empresario individual es absolutamente irrelevante.

Sea como fuere, el caso es que la maniobra apologética de los ideólogos burgueses consiste en computar la plusvalía creada en el proceso productivo como "salario de supervisión" y sólo como capital lo que pagan en concepto de interés al prestamista. De este modo desaparece la explotación, el trabajador puede considerarse gratificado por el producto íntegro de su trabajo y entender la ganancia como una virtud personal exclusiva del "empresario-trabajador":

< <El trabajo de explotar se identifica aquí con el trabajo explotado> > (K. Marx: ibíd)

Pero esta maniobra queda al descubierto cuando se comprueba que el salario de supervisión de los capitalistas activos (wage of labour of superintendence) varía estadísticamente en relación inversa al salario real de los trabajadores: cuando aumenta uno disminuye el otro, con lo cual queda demostrado que la ganancia industrial incluye trabajo no pagado, un plusvalor que nada tiene que ver con el trabajo de supervisión (labour of superintendence). La absoluta desproporción entre el esfuerzo de supervisar y la ganancia obtenida, se pone de manifiesto en el momento en que el capitalista se ve precisado a convertir esta función en trabajo asalariado:

< <Frente al capitalista financiero, el capitalista industrial es un trabajador, pero trabajador como capitalista, es decir, como explotador de trabajo ajeno. El salario que reclama y obtiene por ese trabajo es exactamente igual a la cantidad de trabajo ajeno apropiada, y depende directamente -en la medida en que se somete al esfuerzo necesario de la explotación- del grado de explotación de dicho trabajo, pero no del grado del esfuerzo que le cuesta (supervisar) esta explotación, y que puede derivar, a cambio de un módico pago, hacía un director.> > (K. Marx: "El Capital" Libro III cap. XXIII. Lo entre paréntesis es nuestro

Ya en tiempos de Marx, la progresión alcanzada por la centralización del capital por mediación de las crisis periódicas, había conseguido:

< < [... ] que el trabajo de dirección superior, totalmente separado de la propiedad del capital, ande deambulando por la calle. (se refiere a antiguos capitalistas proletarizados por las crisis) De ahí que se haya tornado inútil que el propio capitalista desempeñe esta tarea de dirección superior. Un director musical no tiene por qué ser, en absoluto, propietario de los instrumentos de la orquesta, ni pertenece a sus funciones como director el que tenga algo que ver con el "salario" de los músicos restantes. Las fábricas cooperativas suministran la prueba de que el capitalista, en cuanto funcionario de la producción, se ha tornado tan superfluo, como él mismo, llegado al cenit de su perfección, considera superfluo al gran terrateniente> > (K. Marx: ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

En este sentido, la difusión de las sociedades anónimas en el marco del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas de la sociedad -especialmente en el campo inforrnático- demuestra cada vez con mayor contundencia, que los trabajadores podemos prescindir de los burgueses -no como individuos sino como clase social- sin perjuicio para el proceso de trabajo ni -qué decir tiene- para la racional y más equitativa distribución de un producto creciente en condiciones de pleno empleo y mayor tiempo libre, con prescindencia creciente de los mecanismos de mercado.

En efecto, la sociedad por acciones o sociedad anónima, es la forma organizativa del "capitalista combinado". La combinación de capitales supone que, mediante el juego bursátil, un capital que hoy participa de la propiedad de una empresa horas después recale en otra, conformando así el proceso de centralización de capitales singulares o individuales, no importando de quien sea su titularidad. El primer efecto de la sociedad anónima o por acciones, es que convierte al capitalista que comparte el trabajo con sus obreros en simple dirigente, y al propietario del capital en mero rentista especulador. Las grandes combinaciones de capital, liberan totalmente a los burgueses de la dirección empresarial, cuya gerencia administrativa y técnica delegan en personal asalariado. La implantación de la carrera universitaria de ciencias empresariales constituye la ratificación más palmaria de este fenómeno, con la misma fijeza en que los capitalistas industriales devienen más y más en meros rentistas, en simples parásitos sociales.

La importancia de determinar el carácter proletario del trabajo de supervisión, no está precisamente en lo que pueda significar de progresivo para la revolución en términos de significación social y política, sino al contrario. Socialmente porque en modo alguno es un sector numeroso; políticamente porque nada o casi nada cabe esperar de gentes como nuestro famoso "superLópez", ubicados sin duda en la cima de lo que desde Lenin -o para ser justos desde Jack London- se conoce por "aristocracia obrera". La importancia nada desdeñable de encuadrar el trabajo de supervisión en las filas del proletariado es ideológico-política, en tanto se demuestra que nada tiene que ver con la forma social transitoriamente dominante sobre la producción, esto es, con la burguesía, con la lógica del capital, con el proceso de valorización, sino con el contenido material de ese proceso, con el proletariado, con la lógica del socialismo, con el proceso de trabajo.

< < ... las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de los primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la ilimitada inmensidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: demuestra lo que eres capaz de hacer> > (K. Marx: "El 18 Brumarío de Luis Bonaparte" Cap.I)

La evidencia empírica del dominio social continuado que los burgueses ejercen en la sociedad capitalista, sugiere la creencia de que los trabajadores no podemos pasar de ser unos mandados, y que la racionalidad y eficacia de cualquier proceso productivo es obra exclusiva de ellos, una cualidad innata de la burguesía. Esto es lo que sostienen los intelectuales orgánicos del sistema y su séquito de ideólogos a sueldo para justificar el capitalismo y la existencia de los burgueses, no como individuos sino como categoría social. Posición que parece verse confirmada ante la reciente debacle del llamado "socialismo real". El grado de profundidad alcanzado por la actual ofensiva del capital sobre las condiciones de vida y de trabajo del movimiento obrero internacional, sin duda no hubiera sido posible de no mediar ese hecho. He aquí la importancia política del factor ideológico que hace a las señas de identidad del proletariado.

Si aceptamos esta "realidad", si los burgueses nos convencen -como parece ocurrir ahora más que nunca- de que ellos y sólo ellos pueden y deben pilotar el barco de la humanidad, entonces, por más odio que la explotación capitalista nos haga destilar contra la patronal, jamás podremos canalizar ese justo rechazo en sentido político-estratégicode triunfo. Difundir los argumentos que demuestran teóricamente el carácter proletario del trabajo de supervisión, constituye todo un baluarte en campo enemigo, la penetración y reafirmación vigorosa de la revolución en los dominios que la burguesía ejerce hoy al interior de la conciencia obrera de vanguardia en retroceso.