Carácter y compromiso real del movimiento por los DD.HH.

Todo cambio es una acción que supone un olvido. Cuando alguien cambia una cosa por otra, tiende a olvidarse de lo que vende. Pero si se ha hecho un mal negocio -que tarde o temprano termina por saberse- el recuerdo de lo enajenado aparece en la memoria como una pesadilla. Y el caso es que los entusiastas militantes de los DD.HH. al servicio de la justicia española, han vendido de muy mala manera la lucha contra el imperialismo entre las décadas de los ciencuenta y setenta; han hecho un malísimo negocio con la memotia histórica de los desaparecidos.

En primer lugar, ,porque al hacer pasar su defensa de los DD.HH. por la justicia burguesa, que sólo penaliza conductas individuales, hacen creer que metiendo en la cárcel a personajes como Videla o Pinochet se cancela para siempres toda recurrencia histórica en genocidios como el chileno o el argentino. Y están muy equivocados.

Tras la segunda guerra mundial que provocó más de treinta millones de muertos, la burguesía internacional preparó en Nüremberg un tinglado parecido al montado ahora por la justicia española. Sentó en el banquillo de los acusados a varios secuaces de Hitler par aocultar las verdadera causas de aquella barbarie ante la conciencia universal de los explotados. Aqulla enorme coreografía jurídica escenificada entre octubre de 1946 y marzo de 1947, inspiró la "Declaración universal de los DD.HH." que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 10 de diciembre de 1948, para que las clases subalternas del capitalismo volvamos a picar el anzuelo.

Hoy asisitimos a un espectáculo parecido. Cuando aquél tribunal dictó la pena de cárcel para los cabecillas fastistas supervivientes, sus víctimas lloraron también de alegría en la creencia de que jamás volverían a repetirse crímenes contra la humanidad semejantes. La fe en que el mundo acababa de ser vacunado contra toda barbarie futura, sintetizó en la expresión "nunca más" oportunamente cuañada por los medios de comunicación de la época.

En aquellos momento sde "fraternidad" universal, los principales ejecutores directos d elos crímenes perpretado en Chile y Argentina tenían entre veinticinco y cuarenta años, una edad óptima para conprender la presunta proyección histórica de aquel juicio. Dos décads después estos militares se pasaron toda esa tontería histórica de Neüremberg para uso de incautos por la entrepierna.

De no haberse dejado deslumbrar por el traje de luces que hoy engalana a la poco favorecida figura torera del inefable juez Garzón, si estuvieran en disposición de comprender las verdaderas causas objetivas que permiten lugar históricamente la segunda guerra mundial con genocidios como los ocurridos en Chile y Argentina menos de treinta años después, tal vez quienes hoy sirven a los intereses del capitalismo imperialista español no estarían metidos con tanto entusiasmo en este negocio de cambiar una justicia por otra respecto de los desapareidos españoles en esos dos países.

Fue Nietzche quien por primera vez expuso hasta sus últimas consecuencias teóricas de filosofía del solipsismo histórico. Al declara franca y claramente que "no es posible vivir con la verdad", Nietzche inauguró una filosofía de la metamorfosis o cambio de una realidad por otra según las creencias o los intereses, como necesaria reacción del hombre viviente frente a una realidad que no se deja domeñas a gusto. Nieche combatió el academicismo de la historiografía, el aislamiento de la ciencia histórica repecto de la vida. Pero el vínculo que llegó a establecer entre la ciencia de la historia y la vida, es el de la tergiversación de la realidad como un medio de supervivencia, una adecuación del pensamiento y la acción a la fe o a la conveniencia personal....

<<...eliminanado con toda conciencia los hechos desagradables, desfavorables "para la vida". En este deseo de Nietche por relacionar la historia con la vida, apela al siguiente hecho de la vida: "a toda acción corresponde un olvido". Esto constituye tya una cínica filosofía de la apologética. Nietzche expresa aquí, abiertamente, sin pudor alguno, aquello que los historiadores universitarios que se encuentran al servicio de la burguesía ocultan tímidamente, escondiéndose cobardemente tras la máscara de una objetividad. En Nietzce aparece como una "profunda", "eterna" verdad biológica de la vida lo que ocnstituía una necesidad histórica par ala burguesía de su tiempo, a saber, el falsificar los hechos históricos>> (G. Lukács: "La novela histórica" Cap. 3)

El mal negocio que de un modo más o menos ingenuo, más o menos interesado han hecho en todo este asunto los militantes de los DD.HH. ha consistido en que a la acción de juzgar las Dictaduras de Pinochet y Videla, correspondió el olvido de que los deaparecidos fueron militantes revolucionarios antiimperialistas. Tal ha sido el resultado lógico de haber mal vendido el concepto de justicia revolucionaria para adquirir el de justicia burguesa.

De este modo, la ideología que preside la práctica habitual dentro de las organizaciones de DD.HH. se ha convertido en el más sutil y eficar instrumento de la burguesía para neutralizar toda dinámica subversiva. Consiste en metamofosear los episodios de la lucha de clases mediante abstracciones jurídicas y morales que inducen a la desideologización y amnesia histórica selectiva de los hechos y sus protagonistas.

La profusa literatura empleada en medioa afines de la filosofía de los DD.HH. es prueba elocuente de ellos. Así, al referirse a los desaparecidos, se cambia la realidad política del militante revolucionario antiimperialista por la categoría jurídica de "persona", se falta groseramente a la verdad creando una memoria histórica ficticia y abstracta, sin referente real, que sólo favorece a los interesas que están detrás o por debajo de todos estos tinglados ideológico-jurídicos.

Enarbolando la idea de los DD.HH. y de la confianza en la justicia imperial globalizada, los movimientos contestatarios quedan a merced del subjetivismo histórico, donde las marchas y contramanrchas de la historia se entienden como producto de conductas individuales relebantes calificadas de buenas o malas según las circunstancias políticas y las conveniencias de clase o fracciones de clase, circunstancias y conveniencias. Así, tal como los bienes de uso descartables en la sociología del consumo moderna sociedad de consumotípica del capitalismo tardío, ejemplares y eficientes salvaguardas del sistema burgués en su momento, como Pinochet, Videla, Noriega, Idi Amin. Pietr Botha o Mobutu, comparten hoy el mismo detino de los "malos".

Pero el más emblemático ejemplo del subjetivismo histórico moaniqueo imperante, aparece hoy representado en la figura del Sadam Husein. Cuando en la década de los ochenta ofreció a su pueblo como carne de cañón para restaurar la estabilidad política en el Medio Oriente, la burguesía internacional entendió que Sadam era bueno, muy bueno, y armó a su régimen hasta los dientes para que ahogara en sangre la revolución iraní. En ese momento, la filosofía de los DD.HH. dio un paso al costado y al mismo tiempo que los monopolios internacionales hacían pingües beneficios con la vente de armas de destrucción masiva a Irak, aquella guerra se llevó por delante a más de un millón de personas. Conjurado el peligro de revolución en Iran, con su país debilitado económicamente por la enorme deuda de guerra, Sadan se ha vuelto "malo", muy malo, porque el proyecto del tenebroso partido Baath basado en un capitalismo de Estado independiente, obstaculiza la colocación de la enorme masa de capital acumulado sonbrante en el mundo pugnando cada vez más por apoderarse de las empresas estatales de regímenes como el Ireakí, para convertir a sus millones de empleados en fuente de producción directa de plusvalor.

Dificultades como las que hoy oponen proyectos anacrónicos de acumulación capitalista pequeñoburgueses al estilo irakí, tal como en la década de los setenta ocurrió en países como Chile y Argentina, son las que contribuyen a prolongar la fase de crecimiento lento con crisis periódicas cada vez más agudas, que a mediano palzo amenazan la continuidad del proceso de cumulación y la estabilidad política del sistema capitalista en su conjunto. Hoy se habla mucho de Videla y Pinochet, mientras se pasa de puntillas por el genocidio que la entente imperialista está perpetrando en Irak con el embargo a ese país, donde según recientes informaciones vienen muriendo más de diez mil niños por mes desde hace ocho años.

Del mismo modo que la segunda guerra mundial no fue producto de la voluntad de Hitler y su entorno político, sino de las leyes objetivas que determinan el movimiento social bajo el capitalismo, es igualmente falso imputar los genocidios de Argentina, Chile o Irak, a individuos como Pinochet, Videla o Sadam. En todos los casos, estos sujetos no han sido ni son más que instrumentos ocasionales en la etapa actual de la historia humana, motorizada por la enorme masa de capital acumulado sobrante que presiona por enocntrar aplicación lucrativa dentro del sistema.

Se trata de fuerzas económicas tan incomprensibles para la práctica de los explotados y de la inmensa mayoría de intelectuales con formación universiatria, como en tiempos remotos ocurría ocn las fuerzas de la naturaleza; de ahí la necesidad -entonces como ahora- de personalizarlas, conviritiendo la historia en mitología. Pero ya se sabe que los mitos fueron el reflejo en la mente colectiva del bajo desarrollo de las fuerzas sociales productivas, estructuras de pensamiento mágico que los primitivos habitantes de la tierra construyeron en us cabezas para "dominar" con la imaginación las fuerzas realmente indómitas de la naturaleza. En cambio, los mitos modernos -como es el caso de los DD.HH.- no son ningún producto del atraso material ni del candor humano, sino al contrario, un invento de la burguesía en la era d ela automatización deliberadamente ocntenida, no para dominar a la naturaleza sino a los congéneres que explotan y dirigen. Y lo más triste de estos engendros ideológicos de estupidez política, es que los aderezos de la ilusión engañosa no los ponen quienes mienten miserablemente, sino queines se creen el cuento.

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