SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA

“En la medida en que comprendo el trabajo sobre las crisis, me parece que mantenéis que el capitalismo llegará inevitablemente a su derrumbe fruto de sus contradicciones internas, en el momento en que les sea imposible a los capitalistas producir mercancías sin obtener plusvalía, pero ¿excluís la posibilidad de que el capitalismo encuentre siempre mecanismos para sobrevivir? A ese respecto me parece muy aleccionadora la lección de la crisis financiera en Argentina, dado que en ese caso, las grandes empresas han salido del atolladero de la falta de beneficios haciéndoselos pagar a los pequeños ahorradores, lo que a mi juicio significa que no puede haber una crisis "definitiva" del capitalismo, que siempre encuentra una salida a la ausencia de beneficios”

Acerca del presunto derrumbe automático del capitalismo

En primer lugar, decir que si a la proposición de los limites teóricos objetivos del capitalismo se le atribuye carácter de necesidad científica, no se puede lógicamente pensar al mismo tiempo en la posibilidad de fabricar “mecanismos” que permitan a la burguesía evitar esos límites. Aunque la burguesía insista en creerse sus propias innovaciones en materia de “técnicas anticrisis” (ya hemos expuesto la última innovación consistente en la metempsicosis malversada del trabajo muerto contenido en los fondos de pensiones), lo único que ha podido y puede hacer la burguesía, es alejar el horizonte de sus grandes crisis, pero lo único que consigue es que, a la postre, estallen con tanta más virulencia cuanto más se las haya conseguido postergar.

En segundo lugar, como adelantamos más arriba [punto J) en la “primera cuestión planteada”], de la “teoría marxista de los límites históricos absolutos del capitalismo, no se desprende ninguna proposición acerca del derrumbe económico automático del capitalismo. De lo contrario, Marx y Engels jamás podrían haber coincidido en el famoso aforismo que les pertenece y muy pocos ignoran: “el motor de la historia es la lucha de clases”. Pero más originario y explícito es el pronunciamiento de 1845 en “La ideología Alemana”, donde ambos anticipan la misma concepción que Marx se atribuyó legítimamente en el texto anteriormente citado de su Prólogo a la “Contribución a la crítica de la economía política”:

<<Resumiendo, de la concepción de la historia que dejamos expuesta obtenemos lo siguientes resultados:
1) en el desarrollo de las fuerzas productivas se llega a una fase en que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones de producción existentes, sólo pueden ser fuentes de males, que no son ya tales fuerzas productivas sino más bien fuerzas destructivas (maquinaria y dinero); y, a la vez, surge una clase condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas. Que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más resuelta contradicción con todas las demás clases; una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que, naturalmente, puede llegar a formarse también entre las otras clases, al contemplar la posición en que se halla colocada ésta;
2) que las condiciones en que pueden emplearse determinadas fuerzas productivas son las condiciones de la dominación de una determinada clase de la sociedad, cuyo poder social, emanado de su riqueza, encuentra su expresión idealista
-práctica en la forma de Estado imperante en cada caso, razón por la cual toda lucha revolucionaria va necesariamente dirigida contra una clase, la que ha dominado hasta ahora; 
3) que todas las anteriores revoluciones dejaban intacto el modo de actividad y sólo trataban de lograr otra distribución de ésta, una nueva distribución del trabajo entre otras personas, al paso que la revolución comunista va dirigida contra el
carácter anterior de actividad, elimina el trabajo [forzado][17] y suprime la dominación de todas las clases, al acabar con las clases mismas, ya que esta revolución es llevada a cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no reconoce como clase y que expresa ya de por sí la disolución de todas las clases, nacionalidades, etc., dentro de la actual sociedad, y
4) que, tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una
revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases>> (Op.cit. Cap. II.6. Lo entre corchetes es nuestro)

De lo dicho en este párrafo se desprende que, desde el punto de vista puramente económico, la acumulación de capital no tiene límites históricos objetivos absolutos. Los únicos límites del capitalismo son los que el capital se pone a sí mismo para superarlos. De entre ellos, las bruscas interrupciones periódicas del proceso de acumulación debidas a las crisis de superproducción de capital, es el más importante de esos límites.

Al mismo tiempo que las fuerzas productivas del trabajo se desarrollan a instancias del fenómeno de la competencia intercapitalista –cuyo principio activo radica en la propiedad privada sobre los medios de producción- esto aumenta cada vez más la relación (Cc./Cv) entre los respectivos valores del factor objetivo y subjetivo de la fuerza productiva del trabajo subsumida en la relación social capitalista, es decir, que disminuye relativamente la parte variable Cv respecto de la parte constante Cc del capital global en funciones. 

Este aumento en la COC –comprendido en la contradicción entre las fuerzas antagónicas de la producción capitalista- determina el despliegue de este conflicto a través de una dinámica de descenso en la tasa de ganancia, hasta que se llega a un punto en que la masa de capital incrementado rinde una masa de plusvalor igual o menor que antes de su incremento. Es el punto en que se desencadena la crisis de superproducción de capital o de subproducción de plusvalor.[18] Este exceso de valor de capital acumulado impide, interrumpe, obstaculiza o limita la finalidad de la acumulación como un continuo. Es necesaria su desvalorización. Esa desvalorización se realiza por los mismos mecanismos de la organización de la materia social capitalista que han provocado su plétora. El exceso de oferta hace bajar el precio de los factores de la producción incluso por debajo de su valor, incluido naturalmente el valor de la fuerza productiva propiamente dicha, donde, como hemos dicho ya, la magnitud del paro obrero es la contrapartida social del capital variable ocioso:

<<Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial se destruye sistemáticamente no sólo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda[19], se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción. La sociedad se encuentra retrotraída a un estado de súbita barbarie: diríase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos su medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. ¿Y todo eso por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización,. Demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone (el capitalismo), no caben, no pueden ser contenidas en las relaciones de producción burguesas; por el contrario, resultan demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo (...) ¿Cómo supera este límite la burguesía? De una parte, por la (desvalorización y) destrucción[20] obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados[21] y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los modos de prevenirlas>>  (K.Marx-F.Engels: “Manifiesto comunista” Cap. I. Lo entre paréntesis es nuestro)

La contradicción que conduce a las crisis, consiste en que el proceso de trabajo está condicionado por el proceso de valorización, donde las fuerzas productivas tienden a su desarrollo absoluto o incondicionado, con prescindencia del valor y del plusvalor contenido en ellas, es decir, de las relaciones sociales que determinan el proceso de valorización, al mismo tiempo que esas mismas FF.PP. están condicionadas por la finalidad de producir valor y plusvalor para los fines de la acumulación. Los medios a través de los cuales el capital consigue esos fines, incluyen la disminución de la tasa de ganancia, y la consiguiente desvalorización y destrucción del capital ya existente (incluido el capital variable, el salario de los obreros), es decir, que para desarrollar las FF.PP., es necesario destruir, despilfarrar, buena parte de las fuerzas productivas del trabajo ya creadas. Y cuando hablamos de la destrucción de las FF.PP. ya creadas, también estamos hablando del factor subjetivo, de vidas humanas, bajo la forma de morbilidad y mortalidad nada casual de cientos de millones de asalariados en el mundo, de la penuria, el sufrimiento y la destrucción de otras tantas familias por las causas expuestas más arriba: 

<<La desvalorización periódica del capital ya existente, que es un medio inmanente al modo de producción capitalista para contener el descenso de la tasa de ganancia y para acelerar la acumulación de capital mediante la formación de capital nuevo, perturba las condiciones dadas dentro de las cuales se lleva a cabo el proceso de circulación y reproducción del capital (si la producción no se vende o realiza en la esfera de la circulación, la reproducción se interrumpe), por lo cual (la circulación) está acompañada por paralizaciones súbitas y crisis del proceso de producción>> (“El Capital” Libro III Cap. XV punto II. Lo entre paréntesis es nuestro)

El aumento en la COC determinado por el desarrollo de las fuerzas productivas a instancias de la competencia intercapitalista, incentiva el crecimiento de la población obrera al mismo tiempo que crea permanentemente una población sobrante. La paulatina disminución relativa de la inversión de capital adicional en capital variable (salarios), respecto de la invertida en capital constante (medios de producción), determina que la producción de plusvalor aumente cada vez menos, y, por consiguiente, la tasa de ganancia disminuya, lo cual, a su vez determina un enlentecimiento de la acumulación y de la inversión subsiguiente. La disminución en el incremento de la demanda de medios de producción, incrementa los stocks, al tiempo que esta ralentización de la demanda de medios de producción, imprime un “movimiento acelerado” de la acumulación mediante una intensificación en el uso de los medios materiales y humanos en funciones, como está sucediendo ahora mismo desde hace ya varios años. Este movimiento de las categorías fundamentales burguesas demuestra que las trabas al desarrollo de la acumulación de capital las pone el mismo capital, la misma organización de la materia social capitalista según la cual, la acumulación sólo progresa a caballo de una incesante revolución en los medios y métodos de producción. Y cada vez que el capital supera los límites que se pone a sí mismo desarrollando las fuerzas productivas para convertir una cuota parte del tiempo trabajo necesario en excedente, dados los límites infranqueables de la jornada laboral media, el tiempo necesario remanente disminuye en esa misma magnitud, con lo que las dificultades para superar esos sucesivos límites son, como hemos visto, también cada vez más enormes.

<<La producción capitalista tiende constantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero sólo lo consigue en virtud de medios (de producción más desarrollados) que vuelven a alzar ante ella esos mismos límites, en escala aun más formidable.

El verdadero límite de la producción capitalista lo es el propio capital; y es éste: que el capital y su autovalorización aparecen como punto de partida y punto terminal, como motivo y objetivo de la producción; que la producción sólo es producción para (la reproducción ampliada de) el capital, y no a la inversa, (esto es), que los medios de producción sean medios para un desenvolvimiento constantemente ampliado del proceso humano vital, en beneficio de la sociedad de los productores.>> (“El Capital” Libro III Cap. XV. 2)

Ya hemos citado el pasaje de Marx en los “Grunndrisse”, donde observa que el capital es el impulso irrefrenable para pasar por encima de sus propios obstáculos, y que todos los obstáculos económicos que se pone a sí mismo no son un límite absoluto para él, porque tan pronto como él no sintiera “un determinado límite como obstáculo, sino que se sintiera a gusto dentro de él”, dejaría de ser capital, “habría descendido de valor de cambio a valor de uso, de la forma general de la riqueza a una existencia sustancial de la misma”, a simple medio de producción particular dentro de la reproducción simple. “El capital en cuanto tal crea una plusvalía determinada, porque no puede crear de golpe una plusvalía infinita; pero el capital es el movimiento constante para crear más plusvalía. El límite cuantitativo de la plusvalía se le presenta sólo como obstáculo natural, como una necesidad que él intenta constantemente dominar y superar”. A medida que el capital global avanza sobre la parte necesaria de la jornada de labor colectiva reduciendo la parte excedente restante, los límites que de las sucesivas reducciones son tanto más dificultosos de superar cuanto más regresivas son las reformas económico-sociales que se ve obligado a ejecutar.[22]  

El socialismo es la “negación de la negación” del capitalismo, en el sentido de que si la burguesía vino al mundo expropiando a los propietarios individuales -artesanos y campesinos- esa fue la primera negación de la propiedad individual. Por tanto, el socialismo es la segunda negación histórica de la primera, pero esta vez, sobre la base de la propiedad social, la misma que fue negada en su momento por la propiedad individual, cuando las fuerzas sociales productivas hicieron posible un excedente sobre el consumo social. Pero esta negación de la negación comunista, o síntesis históricamente superadora de la dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas, no puede ejecutarse por la simple contradicción entre las categorías económicas del capital constante y variable. ¿Por qué? Pues, porque la organización de la materia social del capitalismo excluye toda posibilidad de su derrumbe económico automático.

Pero, primordialmente, porque la propia naturaleza del proletariado dentro del capitalismo torna imposible su emancipación por medios puramente económicos; precisamente porque la fuerza productiva del trabajo está de tal modo subsumida en la relación de producción capitalista, que le es imposible emanciparse económicamente, esto es, a través de los mismos mecanismos de la ley del valor a la que está supeditada. Para los asalariados espontáneos, es decir, en tanto capital variable, el capitalismo es una necesidad, una realidad sin la cual no son nada. Como dice Marx, el asalariado, en su inmediatez funcional, es y existe como tal en tanto “exista para él un capital”.

Desde esta perspectiva, desde el saber de sí mismo constreñido por su sentimiento de dependencia funcional respecto del capital, los asalariados podemos a lo sumo llegar a rebelarnos contra él en épocas de crisis; pero al no poder conocer espontáneamente la verdadera naturaleza de esa “necesidad” –la tendencia al derrumbe- el capital se nos sigue apareciendo recurrentemente como los distintos fetiches con que los primitivos se representaban las fuerzas de la naturaleza que no comprendían ni podían dominar[23]. De ahí que, toda vez que el proletariado no se resigna a que el capital le niegue lo que considera necesario que le retribuya a cambio de su trabajo, cuando lo que cuesta satisfacer esa necesidad supera la rentabilidad media del capital, las luchas acaban siempre con el aplastamiento del proletariado, que para eso está el recurso –bajo semejantes condiciones- siempre triunfante de las FF.AA. del Estado. Por eso, pues, tanto los límites económicos que a sí mismo se pone el capital, como las luchas del proletariado que ante esos mismos límites se comporta según su necesidad inmediata, esto es, como capital variable, determinan una identidad de los contrarios que conservan y al mismo tiempo superan el capitalismo dentro del capitalismo, conformando un perfecto “aufheben” hegeliano[24]. 

Ciertamente, la idea de que las contradicciones del capitalismo le llevan inexorablemente a su derrumbe automático, asalta la cabeza de muchos militantes del movimiento en situaciones de crisis. Y no sólo los militantes de base. Así pensaba también Rosa Luxemburgo. Ella pensaba que una sociedad capitalista pura, sin regiones precapitalistas remanentes donde poder trasformar la producción mercantil simple en producción capitalista, una sociedad compuesta exclusivamente por asalariados y burgueses, se vuelve automáticamente imposible, porque no  puede realizar el plusvalor producido que excede al contenido en los productos consumidos por los obreros. Para la crítica de esta interpretación teórica de las crisis, ver: http://www.nodo50.org/gpm/decadencia/03.htm

Frente a esta concepción subconsumista del derrumbe automático, Lenin se remitía a los análisis de Marx en “El Capital” y los “Fundamentos”:

 

<<A veces los revolucionarios se esfuerzan por demostrar que la crisis capitalista carece absolutamente de toda salida. Desde el punto de vista económico no hay situaciones absolutamente sin salida para el capitalismo>> V.I. Lenin: Citado por H. Grossmann: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista” Cap. 1)

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[17] En el sentido real del término, porque a pesar de que, bajo el capitalismo se trata de un trabajo formalmente libre, “contractual”, al no poder disponer de los medios con los que produce, no es de los asalariados la decisión en cuanto a qué, cómo y cuánto producir, ni, por supuesto, su producto.  

[18] Marx habla de superproducción de capital en razón de que la finalidad objetiva del capitalismo no consiste en la producción de plusvalor, sino en la acumulación, en la reproducción ampliada.

[19] En las sociedades precapitalistas, las únicas crisis posibles y probables eran de subconsumo, de carencia de riqueza suficiente, precisamente por causa del atraso en el estadio de las fuerzas productivas de la sociedad, de incapacidad para producir o disponer de los excedentes exigibles en momentos de carencias coyunturales por causas climatológicas. 

[20] Si las máquinas dejan de funcionar se deterioran. Lo mismo cabe decir de un parado y su familia, expuestos todos sus miembros a una serie de noxas sociales de tipo relacional, físicas y psíquicas. 

[21] Se refiere a la transformación de los modos precapitalistas de producción de mercancías, al modo de producción capitalista de plusvalor.

[22] Esta diferencia entre la inversión neta de capital fijo y el monto de la deuda empresarial norteamericana, se explica por el hecho de que, según aumenta la productividad del trabajo social, los medios de producción adquieren la capacidad de procesar más y más materia prima en una misma unidad de tiempo. De este modo, es natural que mientras se amortizan, los elementos del capital fijo transfieran al producto mucho menos valor que el capital circulante que permiten transferir a los productos; por lo tanto, el componente de valor correspondiente a las materias primas en la composición orgánica ampliada, tiende a ser cada vez mayor respecto del capital fijo.

[23] Hegel fue el primero en exponer del modo más exacto la dialéctica entre necesidad y libertad. Decía que “La necesidad sólo es ciega en tanto no se la comprende”. Mientras no se conoce la necesidad o causa de una cosa, no se puede ser libre ante esa legalidad que le hace ser y existir como es ante nosotros. Con el capitalismo pasa lo mismo. Enseguida volveremos sobre esta “soga del ahorcado”.

[24] Esta palabra alemana, al  mismo tiempo que “guardar” o “conservar”, significa “anular” o “superar”. En Hegel, el devenir del pensamiento que supera los límites de su ser existente, simultáneamente se conserva.