Marxismo y freudismo

Finalmente, nos pide usted opinión acerca de la relación entre Marx y Freud, un tema por el que dice sentirse "enormemente" interesado pero no encuentra bibliografía. Los responsables de haber relacionado a Marx con Freud son unos intelectuales burgueses ideológicamente cuasimarxistas, pero no militantes de ningún partido, insatisfechos con el "determinismo económico" marxista de la estructura económica sobre la superestructura política y cultural. Hicieron escuela en la ciudad alemana de Frankfurt, como "Instituto de Investigación social" (Instituto für Sozial Forschung).

Esta escuela tuvo sus orígenes en la década de los años veinte, una organización "independiente", en principio financiada por un burgués alemán llamado Hermann Weil, pero muy pronto adscrita como instituto oficial de la Universidad de Frankfurt. Creado por un grupo de intelectuales burgueses ideológicamente autodenominados marxistas pero sin voluntad política militante, con la llegada al poder de los nazis en la década de los años treinta, sus principales figuras emigraron de Frankfurt a Nueva York para establecerse en un instituto asociado a la Universidad de Columbia.

En la década de los 50 volvieron a reestablecerse en Europa. Como lógica consecuencia de su rechazo a que el movimiento real que anula el estado de cosas actual está presidido por las contradicciones de su base económica, los neomarsistas de la escuela de Frankfurt negaron también la posiblidad del positivismo marxista alternativo al capitalismo, cuyas premisas fueron anunciadas por Marx en su "Crítica del Programa de Gotha". Su línea de investigación, de tal modo apartada del marxismo, discurrió por los carriles de una "teoría crítica" de la sociedad capitalista. En el fondo, el abandono del referente económico se explica por la certeza compartida en que la dominación capitalista en esta esfera de la vida social era tan históricamente definitivo e irreversible como en la fábrica, de modo que, tanto respecto del mercado como de la explotación del trabajo con fines de acumulación de capital, eran asuntos que estaban fuera de la historia. La propensión antieconómica en que coincidían los correligionarios de la Escuela de Frankfurt, resultaba de coincidir en dos realidades inconmovibles combinadas: la dominación tecnológica en la producción y la planeación capitalista en el mercado.

En un principio, bajo la dirección de Karl Grünberg, el instituto se orientó hacia la historia del movimiento socialista, combinado con el interés de contribuir al desarrollo del marxismo en lo que respecta a la superesructura cultutal, partiendo de los aportes realizados por Georg Lukács y Karl Korsch. Pero, cinco o seis años después, bajo la dirección de Horkheimer -que sucedió a Grünberg en la dirección- el "Instituto de Investigación Social", que desde el principio desestimó la parte económica del marxismo para dar prioridad a los aspectos supetrestructurales, a partir de 1932 lastró también lo relativo a la Memoria Histórica del movimiento obrero, que constituye el acervo teórico-político del marxismo como disciplina científica al servicio de una voluntad de poder revolucionaria.

A cambio de eso, esta escuela forjó su carácter en el crisol intelectual en el estudio de las diversas formas culturales de la dominación capitalista, especialmente observables en la sociología y en la psicología, investigadas desde el punto de vista "crítico-dialéctico" de lo existente frente a lo que "debería ser" según una supuesta "razón histórico-universal" de tipo hegeliano con reminiscencias kantianas, que, al carecer de una propuesta de síntesis superadora de la sustancia material que mueve a esta realidad cultural actual, parece sustentarse sobre la pura negación teórica o ideológica de tal existencia al interior de la misma base económica. Un perfecto aufheben hegelianio, donde las formas superestructurales de dominio burgués objeto de la "teoría crítica", se superan, aunque la base económica explotadora de trabajo ajeno se preserva. De ahí que una especie de síntesis entre Marxismo y freudismo atraviese esta teoría crítica de la dominación sociológica y psicológica del capital monopólico, por parte del freudismo, el predominio del principio de la realidad social sobre el principio del placer extramuros de la producción; por parte del marxismo, la dominación del principio mercantil y de la de la rentabilidad sobre el principio de la razón universal.

Ciertamente, desde los tiempos del fordismo y del taylorismo que precedieron a la Escuela de Frankfurt, la "teoría Crítica", llevada de la mano por Kant, Hegel y Freud parece haber hecho progresos enormes a instancias de los partidos reformistas de izquierda que, de inmediato, la hicieron completamente suya, hasta que convencieron a los partidos de centro derecha. La lucha por la libertad sexual desde el mayo frances a esta parte, parece deberle mucho a la "teoría crítica". La liberación del sexo respecto de la tutela política que sobre las legislaciones estatales ejercían las distintas religiones en cuanto a su presencia en la vida pública cotidiana, es un éxito rotundo. Pero la verdad es que la Escuela de Frankfurt y las luchas que ha impusado, han fungido aquí respecto de las verdaderas causas de la liberación sexual, como los precios a instancias de la competencia fungen con respecto de la ley económica del valor. Como Marx decía a Bauer que pasaba con la religión en un Estado laico, la "teoría crítica" contribuyó a que el sexo de libere completamente de su cepo religioso y político, pero pasó a ser más esclavo que nunca del capital en todas sus vertientes culturales.

La lucha por la liberación del sexo respecto del principio autoritario y prejuicioso de la sociedad, ha sido, en origen, la posibilidad de una necesidad, el medio a instancias del cual, la ley de la acumulación ha podido conseguir que la venta del sexo trascienda la prostitución, liberándolo de la tutela religiosa en numerosas formas sociales de expresión que le puso al servicio de las necesidades de la acumulación capitalista, poniendo en movimiento productivo a buena parte de la masa de capital sobrante típica del capitalismo tardío. Fue esa lucha la que permitió o posibilitó que la ley del valor convirtiera el sexo en valor de uso y soporte material del valor de cambio de numerosas mercancías que ocupan gran parte de los espacios cinematográficos y televisivos en el mundo, también a la publicidad multinacional y otras actividades del capital medio y grande asociado permanentemente a casi todos sus productos.

En cuanto a la "liberación" la mujer respecto de la sociedad "machista", también ha cabalgado sobre ese mismo capital sobreacumulado, necesitado de emancipar a las "amas de casa" del trabajo doméstico para someterlas plenamente al trabajo asalariado, a la vez que convirtiendo en mercancías los productos de ese otrora "trabajo oculto" aun residual, como el lavado, el planchado, la comida y, hasta parcialmente, la crianza de los niños y de los animales de compañía. Otro tanto puede decirse del movimiento gay, en torno al cual se ha creado toda una parafernalia mercantil capitalista mundial, que permite capitalizar billones de unidades monetarias en trabajo excedente. Esto prueba que la "teoría crítica" de la Escuela de Frankfurt y la parte que compete a Freud en su relación parcial con Marx, ha sido y sigue siendo perfectamente funcional a los fines de la acumulación capitalista, lo cual explica por qué los ideólogos de esta escuela se han negado a considerar el positivismo marxista subversivo del actual sistema de vida.

El "fundamento" de semejante desconsideración ha sido puramente empírico, impresionista y anticientífico; lo encontraron en la parálisis política del proletariado internacional tras su derrota a manos del fascismo, y en el contraste entre los resultados del llamado "socialismo real" y el Estado keynesiano del bienestar. La única critica teórica de cierta enjundia intelectual por parte de los neomarxistas a la necesidad objetiva del socialismo, no provino de la Escuela de Frankfurt sino de sus colegas norteamericanos de la Universidad de Harvard, liderados por Paul Baran y Paul Sweezy. Adjuntamos archivo de nuestra crítica inédita a la impugnación de la tendencia histórica al derrumbe económico del sistema capitalista por parte de Baran y Sweezy.

Hemos hecho esta incursión en la Escuela de Francfort, para que usted sepa por qué no vamos a emplear un solo intante de nuestro tiempo libre para incentivar en su espíritu ese "enorme interés" que manifiesta por la relación entre Freud y Marx. Este asunto puede tener un interés académico y de cultura general, pero sobra a los efectos del prioritario y perentorio desarrollo de la cultura política revolucionaria del proletriado. Y nosotros estamos en esto, no en hacerle la más mínima concesión a los representantes de la "teoría crítica" en la cabeza de ningún asalariado como usted. La sinceridad es el mejor tributo que una persona puede rendir al respeto por otra y así es como nosotros tenemos por costumbre proceder con todos nuestros interlocutores. Más aun con quien, aunque no tengamos plenas razones fundadas para ello, sentimos cercano a los fines revolucionarios que perseguimos.

Un saludo: GPM

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