6.- El frente policlasista rompe la unidad de los comunistas
por la derecha del movimiento

Si, tal como hemos visto, Marx y Engels esperaban un rebrote revolucio­nario en toda Europa que daría a la revolución europea un carácter netamente proletario, aun cuando Alemania estaba por realizar su revolución burguesa, en las nuevas circunstancias políticas previstas, el atraso relativo de la revolución alemana no era en modo alguno decisivo, ya que era de suponer que el torrente revolucionario previsto no tardaría en arrastrar al proletariado alemán poniéndole a la altura de sus hermanos de clase. Tal es la perspectiva que puede explicar por qué, previo abandono de las organizaciones democráti­cas, Marx preparaba la renuncia a todo compromiso del proletariado alemán con la burguesía.

Meses después, en medio de una evidente y sostenida expansión de los negocios en toda Europa, Marx y Engels vieron desmentidas todas las previsiones económicas en las que ambos habían venido coincidiendo desde noviembre y diciem­bre de 1848. En un análisis de coyuntura concluido hacia el otoño de 1850, Marx modificó el tempo de sus previsiones económicas. Si bien consideró que se seguían manteniendo las mismas condiciones objetivas que gravitaban hacia una próxima gran crisis económica de la burguesía, calculó que esta sobrevendría no más tarde de 1852. Esta nueva situación económica obligaba a una adecuación política. Es en ese momento cuando desde la derecha del movimiento surgió la fracción de unos "hombres de acción" liderada por Willich y Schapper, al parecer deseosos de emular a los Ledru-Rollin, Louis Blanc, Mazzini, Kossuth...

<<...y los astros alemanes de menor magnitud, como Rouge, Kinkel, Gögg y qué sé yo cuantos más se reunían en Londres para formar a monto­nes los gobiernos provisionales del porvenir, no sólo para sus países respectivos sino para toda Europa, y que sólo faltaba recibir de los Estados Unidos el dinero necesario a título de empréstitos revolu­cionarios, para llevar a cabo, en un abrir y cerrar de ojos, la revolu­ción europea, y con ella, naturalmente, la instaura­ción de las correspon­dientes repúblicas. ¿A quién podía extrañarle que un hombre como Wi­llich se dejase arrastrar por esto, que Schapper se dejase también llevar de su vieja comezón revolucionaria, y que la mayoría de los obreros que en gran parte vivían como refu­giados en Londres les siguie­sen al campo de los fabrican­tes demo­crático­burgueses de revoluciones? el caso es que el re­traimiento defendido por nosotros no era del gusto de estas gentes, empeña­das en que nos lanzásemos al deporte de hacer revoluciones. Y como nos negásemos a ello del modo más enérgico sobrevino la escisión>> (F. Engels: "Con­tribu­ción a la Histo­ria de la Liga de los Comu­nistas" en "Obras Escogidas Marx-Engels"bras EscogidasO)

El programa de esta fracción tenía sólo un punto: derroca­mien­to del absolutismo e implantación de la Repúbli­ca. Y una sola tácti­ca: marchar inme­diatamente hacia la unidad política con los demócratas pequeñoburgueses en <<un gran parti­do de oposi­ción>>, a fin de poder encarar la lucha por el poder sin pérdida de tiempo. En estas circunstancias, los "hombres de la pluma" agrupados en torno de Marx y Engels parecen haber sacado ya todas las consecuencias teóricas y políticas de su experiencia anterior en el seno del movimiento democrático amplio. Desde marzo de 1850 -fecha en que se procede a reorganizar la Liga de los Comunistas- la fracción de Marx y Engels dan por acabado el tramo del proceso revolucionario presidido por la burguesía, en el que el proletariado debía limitarse a acompañarle en su lucha contra el absolutismo. Si de lo que se trataba era de poner la teoría del proletariado en práctica, es decir, transformar la FILOSOFÍA del materialismo histórico en acción política revolucio­naria, había que munirse del instrumento o medio de acción sin el cual tal pretensión es imposible. Ese medio de acción era la organización indepen­diente de los comunistas, cuyo cometido pasaba, a su vez, por contribuir a enriquecer la FILOSOFÍA desde la práctica misma. Para ello era requisito indispensa­ble resistir la tentación del pasado, rechazando decididamente las ofertas de unión que los demócratas pequeñobur­gueses oprimidos por la reacción demandaban al proletariado, para convertirle en un apéndice de sus intereses de estatus dentro de la sociedad burguesa:

<<En el momento actual, en que los demócratas pequeñoburgueses se hallan oprimidos en todas partes, predican al proletariado en general la unión y la concordia, le tienden la mano y aspiran a crear un gran partido de la oposición que abarque todos los matices existentes dentro del partido democrático; es decir, aspiran a enredar a los obreros en una organización de partido en la que predominen las frases democráti­co-sociales en general, detrás de las cuales se ocultan sus intereses específicos, y en la que, en gracia a la amada paz, no deberán manifestar­se las reivindica­ciones concretas del proleta­riado. Semejante unión les beneficiaría exclusi­vamente a ellos y redunda­ría totalmente en perjuicio del proletariado. Éste perdería su inde­pendencia a tan dura costa conquistada, para volver a convertirse en apéndice de la democracia burguesa oficial. Así, pues, semejante unión debe ser rechazada con la mayor energía. Los obreros, en vez de rebajarse una vez más a servir de coro y de caja de resonancia de los demócratas burgueses, deberán esforzarse, sobre todo los de la Liga, en crear al lado de los demócratas oficiales, su propia organización como partido obrero público y clandestino independien­te, haciendo que cada comuna se convierta en centro y núcleo de un conjunto de sociedades obreras en que se discutan la posición y los intereses del proletariado, al margen de la influencias burguesas. [...]Para el caso de una lucha contra el enemigo común, no se necesita de ninguna coalición especial. Cuando se trate de luchar contra ese adversario, coincidirán simultá­neamente los intereses de ambos partidos y, como ha ocurrido hasta aquí, también en el futuro se establecerá por sí misma esta unión, aunque encaminada solamente a fines momentáneos>>(K. Marx-F. Engels: "Circular del Comité Central de la Liga de los Comunistas" del 10 de marzo de 1850". Ed. cit.)

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