Nuestra segunda respuesta
Estimado Fauno:
Juzgas que aplicar las tesis publicadas por Lenin en abril de 1916 al
conflicto yugoslavo es erróneo, porque te parece que esta nueva situación no fue
prevista por Lenin. Incluso piensas que el GPM ha vulnerado conocido principio leninista
de análisis que aconseja evitar cuidadosamente caer en generalizaciones abstractas que no
tienen en cuenta las situaciones concretas de cada momento histórico concreto.
Antes de abordar esta imputación, es necesario dedicar varios
párrafos a considerar una cuestión que hace al "análisis concreto de cada
situación concreta" sin la cual nos alejamos del espíritu con el que Lenin se
refirió al pronunciar estas palabras. Nos referimos a las previsiones que aun estando
fuera de la acción política determinan el sentido o signo ideológico de su curso. Para
actuar correctamente sobre la realidad hay que prever. Pero antes de prever hay que saber
ver, interpretar o representarse correctamente cada situación concreta. Y para ver bien
no hay que ponerse gafas equivocadas.
Con esto queremos decir que "el análisis concreto de cada
situación concreta" supone una previa toma de posición en base a consideraciones
teóricas generales que responden a específicos intereses de clase. En realidad y verdad,
la práctica efectivamente conducente al comunismo consiste -como tu bien dices- en
elaborar una política concreta para cada situación concreta, pero ¿cual es el marco de
teórico previo, la óptica o perspectiva general desde la cual observamos cada situación
concreta? Para los marxistas, la perspectiva del comunismo, esa óptica desde la cual es
posible observar la obra terminada todavía sin empezar, está en la filosofía del
proletariado, el materialismo histórico. Esto es lo que desde mucho antes de 1902 -cuando
publicó su "¿Qué Hacer?"-Lenin ya había comprendido y asumido al
decir allí que "sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento
revolucionario".
Nuestras discrepancias hunden, pues, sus raíces en este terreno, en el
de la doctrina, en el de la distinta óptica desde la cual observamos la realidad. Tal es
nuestro convencimiento y hemos de intentar demostrarlo seguidamente.
Nosotros te hemos dicho que nuestra posición sobre el actual conflicto
bélico en Yugoslavia no se deriva de la dialéctica entre Estados sino entre clases
sociales, y tal parece que no has reparado en las consecuencias políticas de estas dos
diferentes perspectivas teóricas generales.
Tu te reclamas partidario del "comunismo ético jurídico"
basado en la "comunidad de bienes", pero tu pronunciamiento por la defensa
incondicional del Estado yugoslavo se funda en el principio clasista burgués de la
igualdad formal, jurídica entre Estados. Prevés el comunismo desde la perspectiva
jurídica de la burguesía. Es como si en lugar de inspirar su política en la concepción
política arquitectónica de la Enciclopedia, los intelectuales orgánicos de la
burguesía en tiempos de Marx, hubieran seguido haciendo suyo el derecho divino de la
nobleza.
El principio jurídico-político formal con el que tu ves el conflicto
yugoslavo, es el mismo que hasta ahora ha venido prevaleciendo en la doctrina oficial de
la ONU; el mismo que ha venido inspirando el derecho internacional público que tu das por
válido; el mismo que ha venido legitimado la desigualdad real de la humanidad en el
terreno internacional, que sigue dejando intacto el desarrollo desigual entre naciones,
que consagra el imperialismo y la dependencia, el espolio económico de unos países por
otros y, por consecuencia lógica, las guerras genocidas.
Es el mismo principio jurídico formal de la igualdad de los individuos
ante la ley que consagra la moral del engaño y el pillaje mutuo, la explotación de unos
por otros dentro de las fronteras de cada Estado nacional. Tal es la paradoja de tu
pensamiento.
Este concepto de soberanía nacional que tu adoptas para fijar
posición en el actual conflicto yugoslavo, es el que ha adoptado y quiere hacer eterno la
pequeñoburguesía; el que ha dado forma al fatídico antiimperialismo preconizado por la
política exterior de la ex URSS desde 1930. Nos referimos a la estrategia de evitar la
lucha por el socialismo fuera de las fronteras de la URSS; de impedir que la energía
revolucionaria del proletariado transcienda el sistema capitalista; de poner a la clase
obrera en el cepo del bloque de poder constituido por la pequeña y mediana burguesía
nacional amenazada de espolio por el gran capital; ¿Por qué la burocracia stalinista no
quería la revolución mundial? Porque eso amenazaba su propio proyecto de alianza con la
pequeñoburguesía de los koljoses. Para eso se inventó la "revolución por
etapas", complemento de la "revolución en un sólo país", una filosofía
política que pretendió hacer pasar la estrategia socialista por la táctica de la
"revolución democrático-popular" mediante los frentes policlasistas creados
"ad hoc" por la "Comintern" e impulsados disciplinadamente
durante décadas por la inmensa mayoría de los Partidos Comunistas del mundo entero
seguidores de la línea de Moscú.
Estos proyectos nacional populistas consistieron en estabilizar
políticamente la explotación del trabajo asalariado por parte de la pequeña y mediana
burguesía nacional débil e ineficiente. Para ello, ese bloque de poder social utilizó
los resortes jurídico, políticos y económicos del "Estado nacional y popular"
para limitar la penetración del gran capital imperialista en los países económicamente
dependientes.
Esta política que según tu opinión ha sido producto de "un
simple repliegue táctico a tenor de las circunstancias", se ha venido implementando
sin solución de continuidad durante décadas enteras. Desde el "Frente popular"
en los tiempos de la guerra civil española, hasta la Unidad Popular en el Chile de
Salvador Allende, pasando por idénticos engendros contrarrevolucionarios en Italia,
Francia y Grecia que detuvieron el ascenso revolucionario en Europa inmediatamente
después de la segunda guerra mundial, como parte de los acuerdos de Stalin con las
potencias capitalistas triunfantes.
El "tenor de las circunstancias" históricas a que tu te
refieres, ha consistido en lo que resultó de la colectivización forzosa: el bloque
histórico de poder que la parasitaria e ineficiente pequeñoburguesía agraria de los
Koljoses forjó con la burocracia política a cargo del aparato estatal, a expensas de la
explotación económica y la marginación política del proletariado soviético. El apoyo
de la "Comintern" a los frentes populares en el occidente capitalista,
obedeció a la misma lógica implantada por el stalinismo en territorio soviético, como
que la política exterior de los Estados modernos no es otra cosa que la proyección
geopolítica de los intereses dominantes al interior de sus fronteras territoriales.
Esta versión de la realidad histórica de la URSS que te parecerá una
falsificación monstruosa, está avalada por abundante información estadística de
fuentes oficiales soviéticas, obviamente ausente en la literatura de partido con que el
stalinismo ha venido educando a sus militantes en todo el mundo.
Tu afirmas que el marco histórico concreto de la actual guerra en
Yugoslavia no ha sido previsto por Lenin y aconsejas "no atenerse a esquemas que
pueden haber dejado de corresponder a la realidad actual". Este es un prejuicio
parecido a aquél tan extendido desde los tiempos de Bernstein acerca del alcance de las
investigaciones de Marx, en el sentido de que el capital monopolista escapa por completo a
las previsiones económicas contenidas en "El Capital".
Las "tesis" de Lenin sobre "La revolución socialista y
el derecho de las naciones a la autodeterminación" a que nos referimos, fueron
escritas entre los meses de enero y febrero de 1916 y publicadas en abril de ese mismo
año en el número 2 de la revista "Vorbote". ¿Qué dice Lenin allí? En
sustancia lo siguiente:
<<El proletariado de las naciones opresoras no puede limitarse a
pronunciar frases generales, estereotipadas, contra las anexiones y por la igualdad de
derechos de las naciones en general, frases que cualquier burgués pacifista repite. El
proletariado no puede silenciar el problema, particularmente "desagradable" para
la burguesía imperialista, relativo a las fronteras de un Estado basado en la opresión
nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra el mantenimiento por la fuerza
de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado determinado, y eso equivale
justamente a luchar por el derecho a la autodeterminación. Debe exigir la libertad de
separación política de las colonias y naciones que "su" nación oprime. En
caso contrario, el internacionalismo del proletariado será vacío y de palabra; ni la
confianza ni la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y la
opresora serían posibles; quedaría sin desenmascarar la hipocresía de los defensores
reformistas y kautskianos de la autodeterminación, quienes nada dicen de las naciones que
"su propia" nación oprime y retiene por la fuerza en "su propio"
Estado.
Por otra parte, los socialistas de las naciones oprimidas deben
defender y poner en práctica con especial ahínco la unidad completa e incondicional,
incluyendo en ello la unidad organizativa, de los obreros de la nación oprimida con los
de la nación opresora. Sin eso no es posible defender la política independiente del
proletariado y su solidaridad de clase con el proletariado de otros países, en vista de
todos los engaños, traiciones y fraudes de la burguesía....>>
En nuestra anterior comunicación habíamos destacado que respecto del
derecho a la autodeterminación nacional, Lenin distingue precisa y expresamente dos
etapas. La primera corresponde al hundimiento del feudalismo y al despertar de los Estados
nacionales en lucha revolucionaria contra las reminiscencias de la nobleza decadente. En
esa época, la doctrina burguesa de la autodeterminación nacional y de la soberanía
popular que tu propones aplicar hoy al conflicto yugoslavo, cumplió un papel
revolucionario.
Pero cuando Lenin presentó al mundo las tesis de abril de 1916, lo
hizo con plena conciencia de que el capitalismo estaba en pleno tránsito de la primera a
la segunda etapa. Esta segunda etapa corresponde al capitalismo tardío, y se caracteriza
1) por el alto grado de desarrollo y antagonismo entre las dos clases;
2) por la tendencia del enorme capital acumulado a su unidad
internacional y
3) por la consecuente destrucción de las barreras nacionales que
limitan la necesidad objetiva de expandir los espacios económicos de producción de
plusvalor y libre circulación de la riqueza.
De no mediar una revolución proletaria internacional, esta tendencia
irresistible a la internacionalización del capital ha de cumplirse hasta sus últimas
consecuencias con todos los sufrimientos humanos que supone. La actual guerra en
territorio Yugoslavo se inscribe en esta tendencia objetiva. De ahí que, desde 1916, los
revolucionarios deban prioritar más que nunca la política de unidad internacional del
proletariado. Esto no es ni una "generalidad" ni un "esquema" sino una
confirmación de aquellas tesis de Lenin mediante la evidencia empírica más sangrante.
Como puede apreciarse en este fragmento citado, Lenin y los
bolcheviques tratan de ponerse a la altura de las circunstancias históricas. Previeron un
cambio cualitativo no en las leyes del capitalismo sino precisamente en sus formas
jurídicas y políticas De ahí que para combatir la opresión nacional y las guerras
intercapitalistas nieguen los principios jurídicos de la burguesía (los que tu has
aplicado para tomar partido por la defensa incondicional de Yugoslavia) porque esto va a
contrapelo de la historia en tanto contrarresta, frena y retarda políticamente la fuerza
económica con que la tendencia a la internacionalización del capital empuja a la unidad
internacional del proletariado en lucha por reivindicaciones comunes dentro de un mismo
espacio de explotación; porque esos principios jurídicos socialmente abstractos de la
soberanía nacional, suponen mantener políticamente divididos a los trabajadores de
diferentes nacionalidades, que así quedan siempre expuestos a matarse entre ellos para
dirimir en definitiva qué bando de la burguesía internacional beligerante eventualmente
triunfante seguirá explotándolos, y bajo que Estado nacional continuarán igualmente
oprimidos mientras no se sacudan esos principios jurídico- políticos anacrónicos.
El centro de nuestras discrepancias está en que tu marco de referencia
para juzgar el conflicto yugoslavo es el derecho internacional positivo que consagra la
soberanía territorial de los Estados actualmente constituidos, y el ilusorio respeto a la
no injerencia de unos sobre otros. Según este marco jurídico burgués que los niños
serbios aprenden desde su más tierna infancia, la provincia de Kosovo pertenece a la
República Serbia. Por tanto, es justo que el proletariado serbio defienda esa soberanía
si es preciso hasta la muerte. La guerra está servida.
Para nosotros, dentro de cualquier Estado nacional burgués formalmente
independiente, como es el caso de Yugoslavia, la soberanía política del proletariado
como clase está por encima de cualquier soberanía territorial o étnica. Precisamente
porque mientras no luchen por su emancipación social, los asalariados no tienen
soberanía territorial que reivindicar ni defender como propia sea cual fuere el Estado
nacional a que pertenezcan. Menos aun de la mano de burguesías nacionales dependientes
como es el caso de la Serbia en la actual etapa del capitalismo. Otra cosa es que a estas
alturas se sigan creyendo el cuento de la "patria común Serbia" empaquetado en
el mito de la "soberanía popular" que, de burgués, ha pasado a ser
pequeñoburgués.
En cuanto a los trabajadores y campesinos albaneses de Kosovo,
instrumentados como se encuentran por la coalición imperialista y la tan emergente como
escuálida burguesía albanesa, menos aun que los serbios pueden por esta vía lograr su
autodeterminación nacional. Por tanto, sin renunciar a sus democráticos derechos como
nación oprimida por la burguesía yugoslava, los albanokosovares tienen todavía muchas
más razones políticas para unirse a los trabajadores serbios y a los del resto del
mundo, en la necesaria lucha común por su soberanía ideológica y política como clases
subalternas, antes que desangrarse inútilmente confiando en las falsas promesas de
autodeterminación del cipayo E.L.K.
Lo que está ocurriendo en Kosovo es el último capítulo de un proceso
desencadenado cuando en 1991, Alemania reconoció a Eslovenia y Croacia. Si pensáramos
que todo ha sido producto del imperialismo, nos equivocaríamos de medio a medio. El
imperialismo hace lo que puede. Como bien decía Gramsci, inmoral no es el que hace daño
sino quien permite que se lo hagan. ¿Podemos negar que la estructura política
descentralizada del Estado yugoslavo ha sido una concesión del la L.C.Y. al concepto
burgués de soberanía nacional en detrimento del internacionalismo proletario?; ¿podemos
negar que este concepto del derecho internacional positivo ha sido y sigue siendo la
principal fuerza centrífuga en el proceso de desintegración de este Estado multinacional
y multiétnico?
Tu te afirmas en que Kosovo es territorio soberano serbio porque así
quedó establecido en 1919 por el tratado de Versalles. Pero resulta que bajo el
capitalismo -más todavía en su etapa tardía- el concepto de soberanía en el terreno
nacional no se puede separar de la natural tendencia a la opresión de los pueblos en el
terreno internacional. Y a medida que las fuerzas productivas se desarrollan y la masa de
capital acumulado se incrementa, el consecuente aumento en la escala de la producción
determina que en la dialéctica entre soberanía nacional y opresión internacional del
capital tienda a prevalecer la segunda de estas fuerzas. Esto hace que las leyes del
derecho internacional positivo sean cada vez menos positivas y las más volubles de entre
todas las que los burgueses se han dado para sí mismos. El decurso del conflicto en
Yugoslavia es la prueba más elocuente de ello.
En efecto, en nuestro trabajo presentado en abril que titulamos: "La
actitud de los revolucionarios ante la crisis del capitalismo y el actual conflicto
yugoslavo", decimos que:
<<Nunca la ideología de los "derechos humanos había
aparecido tan claramente comprometida con una guerra imperialista violatoria del derecho
internacional público y de una irracionalidad genocida de posible alcance mundial, como
esta que la OTAN está llevando adelante contra el pueblo yugoslavo y gran parte de la
población albanesa en Kosovo.>>
Desde hace más de un año, los compañeros del GPM venimos
desarrollando una polémica con varios organismos de DD.HH. acerca de la significación
ideológica y proyección política cuidadosamente calculada de la iniciativa del juez
Garzón respecto de los crímenes de Estado cometidos durante las dictaduras militares en
Argentina y Chile. En octubre de 1997 decíamos al abogado Carlos Slepoy que:
<<...con esta operación política apoyada y aplaudida por casi
todos los organismo de DD.HH., medios de difusión y partidos políticos representativos
de la región, el Estado español facilita el aterrrizaje suave (en Latinoamérica) del
capital que representa. Por otro lado, estaría sentando un precedente más en el derecho
internacional, con el propósito de extender a los países dependientes la ley vigente en
las potencias imperialistas; de este modo so pretexto de salir eventualmente en defensa de
los DD.HH. de sus agentes y personeros en los suburbios del sistema, quedarían
legitimadas futuras intervenciones bélicas en salvaguarda de los intereses
afectados...>>
Tras la intervención del imperialismo en Yugoslavia, esta polémica ha
sido resuelta por la historia dando plenamente razón a quienes no se dejaron deslumbrar
por los oropeles jurídicos del inefable Juez "estrella". Y todos los que sin
ver más allá de sus propias narices contribuyeron a embellecer la filosofía de los
DD.HH. colaborando activamente con la justicia española y/o aprobando entusiastamente lo
actuado por ella, han de saber que tienen buena parte de responsabilidad en toda esta
barbarie bélica que se está perpetrando en los Balcanes.
Ahora, con la nueva y flamante doctrina estratégica de la OTAN que
incluye el "derecho de injerencia humanitaria" sin permiso de la ONU, puede
afirmarse sin lugar a equívocos que el concepto hasta hace pocos años intangible de
"soberanía nacional" ya huele a cadáver junto al derecho internacional
público. Algo perfectamente previsto por Lenin y los bolcheviques en las
"Tesis" de abril de 1916, lo cual recusa el antiimperialismo pacato o apocado
del stalinismo que muchos comparten contigo en este conflicto.
Nos preguntas en tono de reproche:
<<Por qué (los imperialistas) escogen los que escogen como
blanco? Y, si profesa uno el marxismo ¿no requiere eso un análisis marxista? No basta
con hablar en general de la extracción de plusvalía. Hay que explicar por qué se toma
como blanco al Iraq, por qué a Yugoslavia, las generalidades no valen>>
Si te hubieras tomado el trabajo de leer con atención nuestra página,
verías que este reproche tuyo es absolutamente injustificado. Podemos equivocarnos y
permanecemos completamente abiertos a la crítica seria y desprejuiciada del pensamiento
libre, pero tenemos suficiente vergüenza intelectual y responsabilidad política, como
para andar por ahí parloteando sobre vacuas "generalidades", estimado Fauno.
Tu dices que conoces el marxismo y que has estado "empapado"
en él, pero que no eres marxista y por eso no te sientes...
<<...obligado a creer ni en la ley de la tasa descendente de la
ganancia ni en la plusvalía ni en que el Estado se extinguirá en el comunismo. Para cada
una de tales tesis habrá, primero, que dilucidar su sentido, definiendo los términos;
luego habrá que ver qué evidencia hay a su favor y en su contra...>>
Las categorías del marxismo no están donde están como los iconos en
las iglesias, para la adoración de fieles o el repudio de impíos. La plusvalía resulta
del doble carácter del trabajo contenido en la mercancía fuerza de trabajo. Si tu has
sido capaz de sacudirte este concepto y seguir vivo para la ciencia, dinos cómo lo has
hecho, porque nosotros no tenemos ningún especial interés en ser marxistas. No nos
sentimos autorizados a dar consejos a nadie, pero si te han convencido sofismas al estilo
de Baran y Sweezy, sería bueno que volvieras a Marx con un poco más de atención de la
que nos has prestado a nosotros.
La plusvalía es más que una categoría de la economía política
descubierta por los clásicos, es una premisa del capitalismo. Hoy, según la composición
orgánica del capital en las diversas empresas, el valor de la hora de trabajo (lo que los
empresarios cobran a sus clientes) oscila entre 83 céntimos y 1 peseta por segundo de
trabajo vivo empleado (excluida la inversión en medios de producción). O sea, entre las
3.000 y 3.600 pesetas por hora. El salario de la mayoría de los trabajadores españoles
se cotiza entre las 1.000 y las 1.600 pesetas por hora. La plusvalía es la diferencia
entre el valor creado durante la jornada de labor y el salario o trabajo necesario. Esto
que los apologetas de la burguesía sustraen al conocimiento sistemático en las
universidades y demás aparatos ideológicos del Estado burgués al estilo del CSIC, lo
saben de memoria y asumen todos los empresarios capitalistas.
Ahora bien, si le preguntas a cualquier empresario por qué cobra lo
que cobra y no más por el tiempo de trabajo ejecutado, te dirá que si cobra más se
queda sin vender su mercancía, porque ese precio medio corresponde a un determinado
estadio de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas de la sociedad y queda fijado
a través de la competencia intercapitalista en el mercado. De esto se infiere que uno o
varios capitalistas determinados pueden poner ese precio del trabajo por debajo de ese
promedio, pero sólo a condición de que introduzcan innovaciones tecnológicas todavía
no aplicadas por el resto, lo cual les permite bajar más que proporcionalmente sus costes
de producción y con esto obtener una ganancia extraordinaria y mayores cotas de mercado.
Tal es la tendencia objetiva del capital.
Cuando estas mejoras tecnológicas se generalizan, puede decirse que
las fuerzas productivas de la sociedad han experimentado han subido un peldaño en el
proceso de su desarrollo. Esto implica que con menos fuerza de trabajo empleada, o sea,
con menor número de asalariados empleados, el sistema productivo de la sociedad
capitalista está en condiciones de poner en movimiento más eficaces y costosos medios de
trabajo, transformar una masa mayor de materias primas y, consecuentemente, fabricar más
productos y de mejor calidad en menos tiempo que antes.
Traducido en términos de valor, este reemplazo de obreros por
máquinas supone que la relación entre lo que el capitalista invierte en medios de
trabajo y materias primas, respecto de lo que invierte en salarios aumenta
históricamente. Al capitalista individual esta tendencia se le impone coercitivamente a
través de la competencia, a través de la presión que ejercen los otros capitalistas por
medio de los precios en el mercado a medida que tecnifican su producción.
Constantemente aparecen en el mercado capitalistas que han logrado
bajar sus costes de producción y los precios de sus mercancías gracias de la aplicación
de la ciencia a la producción, obteniendo así ganancias extraordinarias y empujando al
resto a imitarlos. Pero esto a la vez ocasiona nuevas pulsiones hacia el desarrollo
tecnológico y el consecuente desplazamiento de mano de obra asalariada empleada. De esta
forma se cumple la tendencia inherente al sistema capitalista, consistente en la creciente
utilización de capital constante en detrimento del capital variable, en el dominio del
trabajo muerto sobre el trabajo vivo.
La tasa de ganancia es otra forma de expresar el plusvalor. No en
terminos absolutos sino relativos, esto es, en relación al capital invertido. Tampoco es
éste un invento de Marx sino un producto espontáneo de la vida económica bajo el
capitalismo. Simple práctica consetudinaria impuesta por el móvil de la ganancia o
tendencia objetiva a la valorización del capital. Es el principio básico del cálculo
económico y de la racionalidad dineraria empresarial dentro de la sociedad capitalista
moderna, basado en la máxima obtención de plusvalor a instancias de la economía de
medios. Sin esta relación que los burgueses escamotean hablando de
"insumo-producto" o "in put-out put", tampoco podría existir la
contabilidad moderna, ni los balances de empresa, ni la cuenta de pérdidas y ganancias.
Siguiendo la lógica objetiva al aumento histórico en la composición
orgánica del capital, y dados los límites biológicos absolutos de la jornada laboral,
no se puede llegar a otra conclusión lógica que niegue la tendencia a la baja de la tasa
de ganancia, que explica las interrupciones bruscas del proceso de producción, los ciclos
periódicos del capital y las ondas largas -depresivas y expansivas- de la economía
mundial, intimamente vinculadas a los grandes cataclismos bélicos en la historia
contemporánea, así como los límites absolutos del sistema burgués.
Ignoramos cómo se explica la evolución de la sociedad moderna desde
la perspectiva de la "filosofía analítica" o de la "lógica difusa",
pero sin la lógica objetiva del plusvalor desplegada en "El Capital", sin esta
premisa básica del capitalismo, en la que tu manifiestas no sentirte obligado a creer, a
nosotros nos resulta muy difícil imaginar de qué otro modo podrían haberse llegado a
recortar en el horizonte de la historia las figuras opuestas del burgués y del trabajador
moderno; tampoco se nos ocurre otra forma de explicar el nacimiento y las vicisitudes
actuales del derecho natural en contraposición al derecho divino, incluído el concepto
jurídico postfeudal de "soberanía nacional" que, según parece desprenderse de
tu discurso, permanecería inmutable, llegando incluso a regir las relaciones entre
"tribus" en la futura sociedad comunista basada en una "comuna
planetaria".
En cuanto a la teoría de la extinción del Estado bajo el comunismo
avanzada por Marx en Su "Crítica del Programa de Gotha", es éste un tema que
se desprende de la lógica formulada muy sintéticamente más arriba, cuyo tratamiento
siquiera sumario excede los límites de esta comunicación, de modo que lo podemos dejar
para otro momento si es que nos ponemos de acuerdo en algo tras este preliminar cambio de
ideas en curso.
Un saludo: GPM
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