Nuestra primera contestación a Fauno
Compañero Fauno:
Nuestra posición sobre el actual conflicto en Yugoslavia se inscribe en la necesidad
de contribuir a la reconstrucción del movimiento político revolucionario internacional
marxista-leninista, en ruptura radical con la tradición del stalinismo y su capitulación
oportunista ante el nacionalismo burgués derivado de la doctrina del socialismo en un
sólo país.
El espíritu del GPM respecto de la guerra en Yugoslavia se sintetiza en las consignas
que aparecen al final del documento y que tu, al parecer, no has leído con suficiente
atención y detenimiento. Estas consignas son:
¡FUERA LA OTAN DE YUGOSLAVIA!
¡CONVIRTAMOS CUALQUIER GUERRA INTERBURGUESA
EN GUERRA REVOLUCIONARIA CONTRA EL CAPITALISMO!
Esto nada tiene que ver con el neutralismo,
como tu has sentenciado apresuradamente. En todo caso se nos puede emparentar
con lo que Marx pensaba en 1870, o con las posiciones de Rosa Luxemburgo en
1914.
La actual iniciativa de guerra imperialista
sobre Yugoslavia, se inscribe en lo que dentro del movimiento político del proletariado
se conoce por "la cuestión de las nacionalidades" como parte de la
estrategia comunista. Y en este asunto, nosotros creemos haber continuado la
tradición del materialismo histórico que enlaza los principios generales esbozados
por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, con la posición de Lenin y los
bolcheviques hasta las Tesis de Abril de 1916.
En primer lugar, tanto para Marx y Engels
como para Lenin, la autodeterminación nacional es un concepto eminentemente
burgués. Consiste en la sustitución del concepto dinástico de Estado como expresión
de dominio territorial personal de un monarca, por el de soberanía nacional-popular.
Para la tradición del marxismo-leninismo, los conceptos de "nación"
de "patria" y de "pueblo" que inspiran la noción del Estado
moderno, se corresponden, pues con los intereses de la burguesía como clase
dominante.
En segundo lugar, dados los particularismos
feudales, el concepto de soberanía popular que implicababa el de autodeterminación
nacional, más que un fenómeno de secesión fue un instrumento de integración
económica, social y política de las burguesías dd una misma nacionalidad, como
fue el caso en Francia, Italia, Polonia y Alemania durante el siglo XIX.
Dentro de la "patria" burguesa,
pues, los trabajadores han tenido y tienen tan poca soberanía social como en
los antiguos dominios de la nobleza. Esto es lo que significa el Manifiesto
Comunista en el pasaje donde dice que "los obreros no tieneen patria".
De ahí que el primer requisito político que Marx y Engels establecieron en orden
a la estrategia mundial del comunismo fue que "el proletariado de cada
país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía".
Ahora bien, del mismo modo que la forma
de valor constituye el dominio económico del capital sobre el trabajo (la supeditación
del proceso de trabajo al proceso de valorización) y, por tanto, un límite al
desarrollo de las fuerzas sociales productivas, del mismo modo, el Estado nacional,
en tanto forma de dominación política de la burguesía sobre el proletariado,
constituye, en principio, un límite para su lucha internacional. Por tanto,
en un primer momento el proletariado se ve precisado a luchar por conquistar
el poder político dentro de los Estados nacionales burgueses de cada país. De
ahí que "por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado
contra la burguesía es primeramente una lucha nacional"
Pero a medida que avanza el proceso de acumulación
y las fuerzas productivas en su seno, el concepto de Estado nacional se vuelve
estrecho a los fines de la reproducción en escala ampliada. Así, la internacionalización
del capital determina la existencia de Estados supranacionales, del mismo modo
que el aumento histórico en la masa de capital en funciones, el desarrollo de
las fuerzas productivas y las necesidades de valorización o realización del
capital exigen areas de intercambio o de libre circulación de la riqueza más
amplias.
A su vez, el agrupamiento de las distintas
burguesías nacionales en grandes unidades económicas y políticas supranacionales,
tiende objetivamente a unificar social y políticamente al proletariado por encima
de sus "patrias" nominalmente subsistentes, como está ocurriendo actualmente
en Europa. De esta forma, al desaparecer las barreras nacionales, la lucha del
proletariado tiende cada vez más a adquirir un carácter internacional. Tal es
la realidad genialmente prevista por Marx y Engels en el "Manifiesto Comunista":
<<El
aislamiento nacional y el antagonismo entre los pueblos (por cuestiones de nacionalidad
o de raza) desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, la libertad
de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial
y las condiciones de existencia que le corresponden>> (K.Marx-F.Engels:
op.cit. cap.II. Lo entre paréntesis es nuestro).
Desde 1913 Lenin hará suya esta tradición.
Para él, respecto de la cuestión nacional el capitalismo obedece dos tendencias
históricas. La primera corresponde al despertar de la vida nacional de la burguesía
en lucha contra la opresión feudal, a su unidad política en Estados de una misma
nacionalidad. Tales fueron las bases políticas sobre las que evolucionó el capitalismo
en su etapa infantil o temprana. La segunda tendencia es la que prevalece en
la etapa póstuma o tardía, al romper con las barreras nacionales para hacer
realidad la necesidad de unidad internacional del capital:
<<Ambas tendencias son la
ley universal del capitalismo. La primera predomina al comienzo de su desarrollo
y la segunda caracteriza al capitalismo maduro que se aproxima a su transformación
en sociedad socialista. El programa nacional de los marxistas tiene en cuenta
ambas tendencias y defiende en el primer caso la igualdad de derechos de las
naciones y lenguas, lo inadmisible de todos los privilegios de cualquier clase
en este aspecto y también el derecho de las naciones a la autodeterminación;
y en el segundo caso, el principio del internacionalismo.>> (V.I.
Lenin: Sochineiya XVII Pp.139-40. Tomado de E.H. Car: "La revolución Bolchevique"
T.I Pp.448 Ed.Alianza/85)
Hasta 1914, esta doctrina no había pasado
de aplicarse respecto de la primera etapa. Pero a partir de la primera guerra
mundial Lenin y los bolcheviques entendieron que las contradicciones del capitalismo
habían puesto a la sociedad en el tránsito de la primera a la segunda etapa,
donde el ya casi perimido pero aún vigente principio burgués de la autodeterminación
nacional, iba dejando paso gradualmente al principio del internacionalismo proletario.
Y si de acuerdo con el "Manifiesto", el primer paso de la revolución
comunista consiste en reemplazar a la burguesía como clase dominante, esto para
el proletariado sería imposible sin aplicar al mismo tiempo los principios de
la democracia también a la cuestión nacional:
<<Como
ya hemos visto más arriba, el primer paso de la revolución obrera es la elevación
del proletariado a la categoría de clase dominante, la conquista de la democracia>>
(Ibíd)
Fue en sus famosas "Tesis de Abril"
de 1916 donde Lenin convirtió en arte político la resolución de la dialéctica
entre las aspiraciones democrático-nacionales burguesas residuales y la revolución
socialista internacional, proponiendo que el movimiento político del proletariado
se comporte según los dos principios siguientes:
a) Tan sólo la libertad de separación hace
posible una libre y voluntaria aproximación, asociación, unión y, a largo plazo,
fusión de las naciones;
b) Tan sólo el reconocimiento por parte
del movimiento obrero de la nación burguesa dominadora, del derecho de autodeterminación
de la nacionalidad dominada, permite eliminar el odio y la desconfianza de los
oprimidos y unir a los proletarios de ambas naciones en el combate internacionalista
común contra la burguesía.
Ahora bien, el cumplimiento del primer principio
sólo puede ser prerrogativa de una revolución socialista triunfante. En cuanto
al segundo principio, se trata:
1) que la clase obrera de los países de
la OTAN imponga a sus gobernantes el reconocimiento a la soberanía del Estado
yugoslavo;
2) que la clase obrera serbia rompa con
el chovinismo pequeñoburgués en que ha sido educada aceptando el derecho a la
autodeterminación de los albanokosovares, y
3) que los trabajadores y campesinos albaneses
hagan valer el legítimo derecho democrático a la autodeterminación de sus connacionales
en ese territorio en litigio, sin ponerse al servicio de los intereses del imperialismo
y de sus lacayos fascistas albaneses del E.L.K. con su proyecto de la Gran Albania.
Como hemos dicho en los considerandos que
fundamentan nuestras dos consignas, de momento es prácticamente imposible traducir
el segundo principio leninista en hechos políticos. Pero en algún momento hay
que retomar la tradición efectivamente revolucionaria del movimiento obrero
políticamente organizado, y saludamos desde aquí a quienes estén empeñados en
la tarea. En tal sentido, hasta que no se nos demuestre lo contrario, pensamos
que nosotros estamos entre quienes intentan ajustarse a esa línea de comportamiento
político.
No negamos el derecho a la autodeterminación
de las nacionalidades en países de economías capitalistas dependientes; tampoco
nos desentendemos respecto de la pequeñoburguesía que defiende este tipo de
proyectos; comprendemos y respetamos el derecho democrático que reclaman. Pero
no lo podemos justificar y no nos cansamos de insistir ante ellos en demostrarles
con la ley del valor a la vista, que en la etapa tardía del capitalismo, el
pleno derecho a la autodeterminación nacional, a la paz, a la prosperidad y
a la seguridad de los pueblos, es lógica e históricamente incompatible con el
derecho a la propiedad privada sobre los medios de producción. Más todavía con
el derecho a la pequeña propiedad en un Estado nacional independiente. Tal como
lo explicamos en nuestro documento, las reales causas del actual conflicto en
Yugoslavia así lo demuestran.
En cuanto a los millones de trabajadores
en el mundo que todavía apoyan estos proyectos, les decimos que la estrategia
socialista no pasa por la tactica etapista stalinista de someterse a los intereses
de una clase completamente anacrónica que no es la suya. En esto también seguimos
la línea bolchevique:
<<El obrero que prefiere unirse con el burgués de "su propia nación" desechando bregar por la plena unidad con los proletarios de todas las naciones, actúa contra su propio interés y contra los intereses del socialismo y de la democracia>> (V.I.Lenin: Ibíd Pp. 145)
Esperamos haberte convencido de que en modo
alguno somos neutralistas y pacifistas burgueses al estilo de partidos y formaciones
políticas como el P.C.E. e I.U., genuinas excresencias en la práctica, de las
inconfesadas razones de Estado imperialistas que están en la raíz de esta bárbara
intervención de la OTAN en Yugoslavia.
Un saludo. GPM
18 de abril de 1999
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