Introducción

En el presente trabajo se expone la polémica mantenida entre el GPM e Ismael, persona que inmediatamente después de recibir un aviso anunciando los cambios habidos en nuestra página web como consecuencia de la publicación de un nuevo documento, nos recrimina, sin venir al caso, que no le dediquemos atención al “desmantelamiento de la forma clásica del Estado en España”.

Le pedimos que nos aclarara qué es, para él, el “desmantelamiento de la forma clásica del Estado en España”.  Su respuesta fue que este “desmantelamiento” consiste en la desvertebración política del Estado central y la paulatina desaparición del llamado eufemísticamente “Estado de bienestar” a raíz de la ofensiva política de los “nacionalismos periféricos”, en este caso, las comunidades autónomas de Catalunya y Euskadi, en demanda de determinadas competencias hoy exclusivas del Estado Central.

Para nosotros, y pensamos que también para el conjunto de la clase obrera de este Estado, la transferencia de competencias a dichas comunidades o naciones, no es la causa del desmantelamiento del “estado del bienestar” y, por tanto, no suponen ninguna preocupación prioritaria. Muy al contrario, pensamos que lo que se consigue procediendo como Ismael es ocultar las verdaderas causas del deterioro en las condiciones del llamado “Estado del Bienestar”, desviando la atención hacia contingencias de la “pequeña política”, o política burguesa de “andar por casa”, dejando de lado las cuestiones que hacen a la “gran política” o lucha entre las dos clases universales históricamente antagónicas: burguesía y proletariado.  

Como decimos, los enfrentamientos que se derivan de ese proceso, están inscritos en la rivalidad que mantienen las distintas fracciones de la burguesía: la burguesía nacional española y el resto de burguesías nacionalistas periféricas. Al mismo tiempo y de igual manera, existen contradicciones entre la burguesía española en su conjunto y sus homólogas representadas en  la Unión Europea. Los distintos conflictos que surgen de estas contradicciones o rivalidades intercapitalistas son fenómenos derivados de la propia ley del valor que rige toda la vida del organismo capitalista cuyo metabolismo intrínseco provoca un aumento tal de acumulación de capital que deja obsoleta la antigua configuración de los Estados nacionales. De esta lógica se deriva la tendencia actual a las burguesías nacionales a través de sus propias burocracias políticas, transfieran determinadas competencias hacia la burocracia central de la Unión Europea.

Así, las contradicciones entre los distintos sectores de la burguesía dentro del Estado español, tanto como las que existen dentro de la Unión Europea, son de naturaleza eminentemente intercapitalista y, a pesar de que estos fenómenos deben de ser seguidos con el necesario interés por parte de la vanguardia revolucionaria, los asalariados no debemos caer en el error de dejarnos arrastrar al interior de esos conflictos, tomando partido por alguna de las fracciones burguesas en pugna.

De otra naturaleza muy distinta es el conflicto político larvado entre patronos y obreros, que supone el inusitado ataque del capital a las condiciones de vida y de trabajo que los asalariados estamos sufriendo hoy día. Embestidas sobre el salario real precarizando el empleo y manipulando el IPC o disminuyendo el valor de salarios diferidos (pensiones, subsidios de paro) y salarios indirectos  (salud, educación y demás gastos sociales, en parte a cargo de los presupuestos estatales).

El hecho de que en Europa se implementen políticas de descentralización administrativa de los Estados nacionales, transfiriendo algunas competencias hacia determinadas comunidades autónomas al mismo tiempo que  esos mismos Estados centrales nacionales aceptan transferir algunas suyas hacia la UE, todo eso merece ser estudiado para determinar en qué grado cada uno de estos dos movimientos afecta al tercero: la actual tendencia a la desaparición del Estado del bienestar. 

Hasta aquí, tratamos de tres movimientos:

  1. El movimiento derivado de la relación entre cada burguesía centralista nacional y sus burguesías periféricas.
  2. el movimiento derivado de la relación entre las distintas burguesías nacionales y la burguesía europea en su conjunto
  3. el movimiento derivado de la relación entre la patronal burguesa y el proletariado sin distinción de nacionalidades.

Para nosotros, el segundo y tercer movimiento responden a la lógica interna del capitalismo. El segundo, porque amplía el espacio económico y político único que favorece la acumulación y la centralización de los capitales; el tercero, porque hace a la esencia del sistema  capitalista: la explotación del trabajo ajeno para los fines de la acumulación. 

El primero es un movimiento contradictorio que enfrenta tácticamente a determinadas fracciones burguesas y a sus correspondientes burocracias políticas al interior de ciertos Estados nacionales, en función de intereses particulares que no hacen a la lógica interna esencial del modo de producción capitalista, esto es, a la explotación de los asalariados, sino al reparto de su producto. Por tanto, este movimiento nada tiene que ver con los intereses del proletariado en su conjunto, ni con su lucha contra el conjunto de la burguesía, que a eso tienden objetiva e irresistiblemente las relaciones capitalistas de producción, la lógica del capital.

Y dado que buena parte de los asalariados se encuentra comprometida en esta falsa dialéctica que nada tiene que ver con los intereses tácticos y estratégicos de la clase obrera en su conjunto, su compromiso sólo contribuye dividir políticamente al proletariado, y a retardar esa tendencia objetiva irresistible hacia su unidad política. Por lo tanto, la tarea de los explotados conscientes en Europa pasa por contribuir a acelerar el necesario proceso de unidad política entre todos los explotados por el objetivo común de acabar con la explotación del hombre por el hombre en el Planeta. Y para eso es no menos necesario explicar pacientemente a esos compañeros “nacionalistas” —sean periféricos o centralistas—, por qué no es la suya una opción política que se corresponda con su condición de clase explotada, y esto es lo que hemos tratado de hacer a lo largo de esta polémica.

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